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Jillian Hayle
Lunchbox Friends - Melanie Martinez
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Después de esa risa contagiosa por parte de los dos ninguno se vuelve a ver esa tarde. Y no se porque ahora se ignoran como si no hubieran compartido un momento. Se ignoran como si fueran dos desconocidos que chocaron por la calle. Tal vez la razón por la cual no pasa nada son los celulares de los dos que 5 minutos después suenan.
El mismo ding que suena cuando una notificación especial le llega a la desconocida. Es agudo, bajo y con un tono cantarín.
Cuando la chica lo ve solo aprieta los labios y trata de no llorar. No lo consigue. Las misma lagrimas caen sobre sus mejillas como ayer. Como si ese recuerdo viniera en la forma del presente. Otra vez ha visto algo abrumador, algo que la rompe mas.
El chico también revisa su celular, e igualmente aprieta los labios solo que esta vez con ira. Una ira que se escapa por cada poro de su piel, una ira que si fuera posible la tocaría por la intensidad que carga. Una ira que recuerda a un león que en cualquier momento rugirá y atacará a cualquier gacela que se acerque. Solo la mira como lo ultimo que hace antes de salir de ahí.
Se va de la misma forma que vino, con desespero y rapidez. Su silla rechina contra la madera en un ruido molesto y ensordecedor. No la acomoda, ni se preocupa en eso ya que su único objetico es salir de ahí e ir a algún lugar. Se esfuma dejándola atrás en la frustración que la ahorca hasta romperla.
La deja de la misma forma que todos lo han hecho. Atrás.
Frey al ver la escena igual revisa su teléfono. Su cara de amargado cambia repentinamente para después verla y creo que tiene ganas de llorar.
Eso es nuevo.
Creo que tiene ganas de abrazarla al notar como mueve sus dedos, como si le picaran por tocarla. Llamá a alguien y salé por la puerta trasera dejando un portazo.
La lluvia trata de romper los cristales mientras cae por las calles mojando todo. Las noticias habían anticipado un clima tan energético, pero dudo que hayan pronosticado tanta intensidad. No me extrañaría algún accidente aéreo porque los cielos no han sido bloqueados.
¿Por qué saldría si toda esa lluvia lo mojara? El odia mojarse.
Porque es algo intimo. Algo particular y secreto sobre la chica que esta junto a la ventana y que va yéndose lentamente para llorar en privado.
De seguro para que no la vean con lastima como lo están haciendo ahora los clientes. Como lo estoy haciendo yo.
Ellos saben que le pasa. Hil lo sabe y por eso Frey la esta llamando. Me levanto con rapidez, dejo todo en la mesa. Cuadernos y la chamarra. Camino hacia la puerta y la abro.
En la calle esta Frey empapado mientras se mueve ansiosamente por todos lados, articulando algo y con el celular en la oreja.
Camino hacia el y maldigo el momento en el cual salí sin mi suéter. Aprieto mis manos contra mis brazos.
Maldito clima.
Las gotas ya me están mojando todo.
¿Por qué salí?
Por chismosa.
Maldigo el día en el cual me convertí en chismosa.
— Y si le hubieras visto la cara. Hasta a mi me dieron ganas de llorar. Era el dolor mas puro que he visto. Debemos hacer algo. — Murmura hasta que se queda quieto cuando me ve.
Hil le dice algo, pero el chico no dice nada.
— ¿Qué haces aquí? — Me pregunta.
— Pues me gusta tanto el frio que decidí venir aquí para disfrutar la esplendida tarde que esta haciendo. —El solo me sonríe irónicamente para decirle a Hil que debe irse. — ¿Qué pasó?
— ¿Por qué piensas que ha pasado algo? — Pregunta para después guardar su teléfono en el bolsillo y sacar un cigarro. Lo enciende y comienza a fumar.
Lindo, ahora yo quiero uno.
El humo comienza a subir hasta que se mezcla con la blancura de las nubes. Como un ying-yang. Uno dañino y mortal para tus pulmones.
Ignoro mis ganas de pedirle uno y le digo:
— Por la forma tan rápida que saliste al frio y a la lluvia, aun cuando la odias, porque hablaste con Hil muy desesperado y el: Y si le hubieras visto la cara. Hasta a mi me dieron ganas de llorar. Era el dolor mas puro que he visto. Debemos hacer algo. No es como que llores muy fácil.
— Me gusta el frio y la lluvia. Y escuchaste mal.
— Claro. ¿Qué pasó?
Me mira antes de suspirar y decir:
— Mira, te aprecio, Jil. — Espera ¿que? ¿me aprecia? Al ver mi cara rueda los ojos. Prosigue sacando el cigarro de la boca. — Si, te aprecio, aunque me parece un poco molesto que seas tan curiosa. Como ahora. Pero no es mi derecho ir por ahí contándote la vida de las personas.
Lo veo y asiento. Aun cuando me muero por saber se que tiene razón y que no me dirá. Se va, apaga el cigarro con la bota y entra a la tienda. Se va para dejarme sola. Y la curiosidad por saber me carcome en esa calle. Por saber que paso. Por saber toda la historia de esa chica. Por saber quien la dejo atrás.
Me quedo 5 minutos antes de que mi teléfono suene. Leo el nombre y contesto con nerviosismo. Las manos me tiemblan.
¿Por qué le contesto? Ya se muy bien que dirá.
Trato de saludar antes de que me interrumpa. Escucho y me quedo callada. Dejo que me destruyan de la misma forma que hicieron con la desconocida.
Dejo que ella me grite lo horrible persona que soy.
Dejo que me maldiga. La dejo porque se que tiene razón.
Que tiene razón al decir que soy un monstruo. Una espantosa persona. Alguien que no merece amigos o pareja. Ella lo sabe y yo lo se. Lo supe cuando abandone a mis padres, lo supe cuando la abandone a ella. Pero prefiero alejarme antes que ellos lo hagan. Antes de que me afecten mas de lo que deben.
Y la historia de ella se esfuma de mi mente para que solo se enfoque en otra. En la historia de una chica que abandona a todos para no volver a sufrir. En la historia de la chica que se odia a si misma. En mi historia.
No me importa la lluvia que me empapa mientras voy hacia la parada. Tampoco la soledad que percibo al sentarme. Esta que me ha perseguido toda mi vida. Y noto las similitudes que tengo con la desconocida. Noto como Soledad también la abraza por las mañanas y la arrulla en las noches. Como a mi. Que de seguro escucha la sintonía de una canción de cuna con su voz dulce y melodiosa. Que también siente sus delgados brazos en su espalda
La similitud de saber que buscamos desesperadamente a alguien para que después nos dejen a la deriva.
Como ella rió tan rápido porque deseaba sentir la conexión con alguien. Como yo he perdido las esperanzas por sentir esa conexión.
No me importan las clases. En vez de escuchar al profesor recuerdo sus gritos. La busco entre la clase y la veo mirándome con odio. Lo hice y en vez de hacerme daño la lastimé a ella. A mi mejor amiga.
Lo hice y no lo pensé en ningún momento. Lo hice y aquí estoy, durmiendo tranquilamente en mi cama.
Sin preocupaciones. Sin culpa.
Porque un monstruo no la siente.
Un monstruo no siente nada.
Y yo soy uno.
Me gusta saber la historia de los demás porque de ese modo logro olvidarme de la mía.
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