18
Jillian Hayle
Actualidad
Al parecer alguien la pasó bien anoche. Y el día anterior a ese. Y todo el fin de semana. Al parecer alguien de verdad la pasó bien el fin de semana.
Por dios, no seas tan lamentable. Y envidiosa.
¿Se nota mucho que el fin de semana no la pasé bien?
Sí.
Suspiro con pesar, mucho pesar. Y agarro mi cabeza entre mis manos. Cierro mis ojos y recuerdo lo que hice el fin de semana. Pequeño adelanto: fue una mierda. Me quedé un poco pasmada luego de que James se fuera. Primero porque lloré frente a ese chico, y aunque he llorado frente a las personas, nunca frente a alguien que apenas conocía. Me sentí familiarizada junto a él, como si de verdad pudiera confiar en él, no a sobremanera, pero si lo suficiente para romperme en sus brazos.
¿Es confuso? Sí, pero ahí no termina todo.
Me hizo reír por un rato, tomé alcohol y de verdad pude sentirme bien. Olvidé todo por un tiempo, me perdí en sus ojos y sus palabras, en su voz y su risa. Hasta que sacó el tema de las parejas sexuales y la burbuja de cristal que con tanta facilidad habíamos construido explotó.
La burbuja que tanto he visto en los tortolos de adelante.
No te distraigas.
Sí, eso.
Cuando James se fue y en conclusión me quedé solo con mi sombra no pude dejar de repasar todos los hechos.
Me destruí a mi misma.
Destruí a James al echarlo de mi casa sin aviso. Repetía la cara que había puesto en el momento que lo eché. Sus ojos, que se volvieron opacos en decepción.
Destruí a Lana al traicionarla con su novio. Perdí su amistad por malas decisiones.
Sí, yo solita destruí la felicidad que tanto me costo crear.
Pero no puedo quedarme sentada haciendo nada mientras siento lastima por mí misma. Debo hacer algo para dejar de destruir todo. Debo hacer algo para sanarme a mi misma.
Pero no sé que hacer, no se por donde empezar. Nunca estuve tan decidida en reconstruirme. Pero tampoco nunca me enseñaron a ser una mejor versión de mi misma. Solo me dijeron, que sin importar que, era un fallo sin importancia.
Nunca me enseñaron a valer algo.
Una risa ruidosa hace que levante mi mirada hacia la mesa de enfrente. La desconocida y Logan están hablando. La castaña tiene una enorme sonrisa pintada en su rostro. Sus ojos brillan mientras observa a al chico frente a ella. No se de que están hablando, pero hace que la chica que semanas antes estaba rota ría de esa manera tan escandalosa.
No conozco a Logan, ni a ninguno de ellos dos, pero de lo que he observado se que son una relación sana. Siempre que están juntos la alegría empapa la cafetería. Los niños de la señora Weis lanzan sonrisitas cómplices y su madre solo lee un libro de portada verde.
Sam está en otro rollo. Inclinada en la barra de la lugar, charlando animadamente con Hil. La pelirroja no está preparando ningún café, solo parlotean de cosas cotidianas. Con risitas tímidas y miradas picaras.
Miro hacia mi café ya casi acabado y vuelvo a suspirar. Ha pasado una semana desde lo de James y hoy nos volveremos a ver. De hecho, solo estoy haciendo tiempo para que den las 7 PM y el chico y su tía vengan por mi.
Saco mi celular de mi mochila y veo la hora, 5 PM. Otro suspiro.
Deja de suspirar.
Perdón, pero no sé que hacer.
Faltan dos horas y ya comí lo que compré aquí y terminé la tarea. Solo quiero tirarme a la cama y descansar un rato. La semana ha estado pesada. La señora Sian solo es mas estricta que antes, y ahora quiere rebajarme el sueldo. Como si no fuera lo suficientemente bajo. La tienda de arte se ha llenado a sobremanera, al estar tan cerca las vacaciones y aunque eso es bueno no puedo dejar de quejarme por tanto trabajo.
También he pasado mucho tiempo con ese rubio que se apropia de mis pensamientos. Aunque esto ya no es queja. Trabajamos codo a codo en el negocio así que es imposible que no haya roces inocentes y miradas juguetonas.
El de verdad saca mi lado pervertido.
Tu lado muuuuy pervertido.
Dejo los platos con comida y bebida restantes para volver a guardar mi celular en la bolsa y después volver a colgármela en el hombro. Me despido de mano de Hil y salgo del lugar, siendo abrazada por una helada brisa. Mi chaqueta azul me arropa bien. Así que casi no me siento helada.
Toma eso, frio de mierda.
Camino, con la mente perdida en la acera sin pensar en nada concreto hasta que llego a la puerta de mi casa. El departamento sigue deteriorado y ahora una gigante pancarta blanca con letras rojas está en las paredes de afuera del edificio.
¡Residencia en Venta!
Dice en un tamaño grande y gordo, arriba de un numero telefónico. Algún alma en pena comprará el edificio y espero que lo remodele
Meto la llave dorada y un aroma dulzón me recibe como hogar. Es la casa mas cómoda y familiar que conozco. No me importa nada, solo cuanta seguridad siento en él. Echo todo al sofá, solo tomo el teléfono, y me voy al cuarto.
Me voy a la aplicación de música, conectándolo con la bocina roja que tengo, y reproduzco Avicii, mi cantante favorito. Ajusto la alarma 30 minutos antes de las 7 PM y me duermo entre la sinfonía de Hey Brother.
(...)
Una cancioncita molesta me despierta. Es el despertador. Mierda. Me pongo nerviosa de saber que en unos 30 minutos lo veré. Sus ojos oscuros y su cabello rubio. Su sonrisa contagiosa y esos comentarios sin sentido. Me quedo con los ojos cerrados y quieta, imaginando su cara. Plasmando una sonrisita tonta en mi cara.
La alarma sigue sonando. Mierda, debo levantarme. Me estiro, aun con los parpados abiertos, y puedo sentir el sueño salir de mi cuerpo. Creo que estar tan alterada por lo que pasará hace que cualquier cansancio se esfume. Gimoteo con flojera al momento de pararme, admirando un poco borroso mi cuarto. Voy a la mesita y apago la campanilla de ahí. Una canción suena, solo que está no la apago, me gusta y no hace que me duela la cabeza.
El frío de la madera me hela los pies. Sin importarme algo me despojo de toda la ropa antes de llegar al baño. Necesito agua caliente para la exaltación que siento. Para tranquilizar mi bola de nervios. Espero, desnuda, que el agua hierva y me arrepiento de mi acto impulsivo ya que me estoy congelando.
¿Siempre eres tan pendeja o tienes momentos de lucidez?
Ni te molestes en preguntar, ya sé la respuesta.
Ay, solo cállate.
Cuando el vapor se empieza a esparcir por todo el baño entro rápidamente, exaltándome en la sensación de calor, y dejando que el liquido ardiendo me queme la piel. Esto se siente tan bien. Me enjuago la cabeza y el cuerpo, tallándome bien para quitarme cualquier mugre y extender ese aroma floral que tanto me fascina del jabón. Cuando termino me cubro con la toalla blanca y pienso en que podría usar.
Mierda, no había pensado en eso. Debo decidirlo rápidamente. Escurro mi cabello y me quedo parada, aun congelándome. ¿Unos pantalones de mezclilla con un jersey corto color rojo oscuro? ¿Con zapatos deportivos negros? ¿Estará bien?
Sí.
Sí, estará bien.
Me dirijo al armario de mi cuarto y busco entre el orden (soy muy perfeccionista en eso) la ropa que usaré. La encuentro y termino arreglándome mientras canto las sinfonías que salen fuertemente de la bocina. Seguramente mi tímido y raro vecino se quejará de eso en silencio.
Y me miro en el espejo. Y no me siento tan insegura. Si James me invitó fue por algo, ¿no? No debería haber razón por sentirse tan insegura pero ahí esta...
El aroma de lirios logra tranquilizarme un poco. Mi maquillaje de colores tierras da elegancia y mi ropa es cómoda y linda. Estoy bien, estoy bien, esto- el sonido de un claxon me despierta de la ensoñación. Son ellos.
Necesito un cigarro. Hace un tiempo no me fumo uno y quiero calmarme, aunque sea por un tiempo.
Un corto tiempo que te afectara toda la vida.
Agarro mi bolsa con cosas esenciales dentro de ella, llaves, maquillaje, dinero, celular y cargador. Y unos dulces que encontré en la cocina. Salgo del departamento, cerrando la puerta detrás de mi y asegurándola con candado. Me adentro a las afueras de la ciudad después de bajar las escaleras y me encuentro un vochito amarillo con unos cuantos metales caídos y unos rayones perdidos entre abolladuras.
Si..., Victoria no es la mejor manejando, ni cuidando autos.
—¡Holaaa, Jil! —me grita Victoria, acercándose de mas a la ventanilla derecha.
—¡Hola! —grito de regreso y en eso la puerta trasera es abierta y sale James con una sonrisa. Viste una camisa a cuadros y unos vaqueros oscuros. Sus ojos brillan al verme y seguro que los míos no se quedan atrás. Es tan guapo y creo que me veo tan flechada por él.
Pero no me gusta.
Ajá.
—Hola, pequeña pervertida, ¿cómo has estado? —me dice lo suficientemente bajo para que Victoria no nos escuche. Hay un poco de preocupación en su voz.
—He estado bien, y con ansias de ver películas y comer comida china.
—Y estar conmigo.
—Eso lo decidiremos mas tarde, ¿tú cómo has estado?
—Muy bien, y mas si te veo así de guapa —me sonrojo y solo asiento. Él se separa un poco y se hace un lado, señalando la puerta —. Vamos, antes de que Victoria se ponga de chismosa —me siento al lado de la ventanilla en el interior del auto y huelo pintura. De hecho, hay manchas de estas en todos los asientos.
Santo dios.
— ¿Cómo has estado, cariño? — Pregunta la conductora, después de que James se sentara en el otro extremo, cerrara la puerta y el coche avanzara. No puedo evitar emocionarme cuando veo que se sentó en la parte trasera, conmigo.
Mi relación con ella ya no está tensa, y ella ya no está preocupada, seguro que Lana ya le contó.
—Bien, ¿tú? —me ve por el retrovisor con una sonrisita romántica. Está enamorada.
—Feliz, estoy tan feliz al lado de Max —me alegro por ella, de corazón, creo que ya encontró al hombre que la contenta de esa forma.
—Me encanta eso, Victoria —le digo con honestidad.
—Al fin la loca no llorará todas las noches por estar soltera —le dice James.
—Tú cállate, niño —y no pierden la oportunidad de embargarse en otra discusión. Me gusta verlos discutir, a la distancia, me da el sentimiento de que pertenezco a un lugar, no me incomoda y ellos no se incomodan conmigo. Me pongo mas satisfecha al segundo que James me mete a la conversación.
—Si Victoria nos mata, promete que la atormentaremos toda la vida —la seriedad en su voz me hace reír.
—No lo sé, tal vez al final yo muero y te atormento a ti.
—Muy bien, Jil, apóyame —me felicita Victoria.
—Oye, tu deberías apoyarme, yo te invité —me mira con un enojo fingido.
—Mentira, yo la invité —Victoria desvía sus ojos de la carretera para vernos y en ese momento el claxon del de atrás nos asusta.
—¡VICTORIA! —le grita James, mientras pone su mano izquierda frente a mi. Protegiéndome. El golpe tan brusco hace que me mueva y mi pecho queda retenido por el brazo de James. Protegiéndome.
Ya lo dijiste, creo que entendimos.
La imagen que la ventana me proporciona es que estamos en la acera, con conductores molestos pasando a nuestro lado. El coche se deja de mover y Victoria solo nos vuelve a voltear a ver para preguntar—: ¿Están bien? —respira fuertemente, asustada.
—Sí —responde James al ver que no puedo decir nada — Jil, ¿estas bien? —la mano que estaba frente a mi se posa en mi hombro tapado y dejo de mirar la ventana para verlo a él. Y con solo observar sus iris me siento tranquila.
—Sí, gracias —nos quedamos en silencio mientras Victoria acomoda el coche. Nadie dice nada, pero solo sigo mirando a James. Nos vemos y no debemos decir nada. Una caricia empieza en mi brazo y solo quiero abrazarlo, tal vez besarlo. Solo quiero sentir algo mas que sus dedos encima de una tela.
Él rompe el contacto con delicadeza para decir—: Creo que es mejor que yo maneje, ¿te vienes adelante, Jil?
Creo que necesito un cigarro.
_________________________
Como dicen, mejor tarde que nunca.
¿Qué pensamos de la actitud de mi bonito James?
¿Qué es el mejor?
Claro, yo lo escribí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro