Jillian Hayle
Arabella-Arctic Monkeys
_________________________

Entro con paso cuidadoso a la cafetería. La campanilla de la puerta suena avisando que alguien a entrado. Que yo lo he hecho. Hil, la mesera, me saluda desde la barra a mi izquierda. Su uniforme blanco con un mandil también blanco y un listón café se doblan cuando ella limpia la madera con una toalla amarillo chillon.

Me acerco hacia ella y le sonrió. Se vuelve hacia donde estoy y también sonríe. Comienza a teclear en la máquina negra que tiene enfrente sin preguntarme nada. Sonrió internamente al saber que ella conoce lo que quiero.

Vengo todas las mañanas a la misma a hora a este mismo lugar para pedir la misma orden. Para después sentarme en el mismo lugar en la esquina del establecimiento para que pasen 30 minutos y deba irme al trabajo. A las 6 de la noche vengo aquí para estudiar y leer mis anotaciones. Y finalmente dos horas después salgo y me dirijo a la universidad nocturna. Me gusta esta rutina, la mía.

Me gusta saber que va a pasar. Y conozco muy bien lo que pasará en este lugar.

Se que antes que yo llegue estará una señora de 57 años con un uniforme de enfermera. La señora Arnie. Su cabello es castaño y canas ya comienzan a salirle en las raíces. Su piel es de un tono pálido, con arrugas y unos ojos oscuros. Siempre trae un uniforme de enfermera y se va 30 minutos después de que yo he llegado.

Se que se sienta en la pared de hasta atrás, en la mesa para dos personas y en el centro del café. También conozco muy bien su mirada, mientras toma su expreso observa la puerta como si esperara a alguien. Como si supiera que alguien llegará. Pero yo sé muy bien que aun después de 5 años esperando nadie ha llegado. Lo sé muy bien porque la he observado por 5 años.

Al lado de la derecha está un señor de 60 años. El señor Nive. Siempre viste de traje, aun cuando sean las 7 de la mañana. Destila dinero por doquier. Su ropa se ve planchada, limpia y sin ninguna imperfección. Sus zapatos siempre están pulidos y su cabello es canoso bien peinado.

Su cara expresa que desde siempre ha nacido en una cuna adinerada y sus arrugas profanan cuánta felicidad y alegría ha experimentado. Los ojos de el son de un color castaño mágico. La calidez que muestran es extraordinariamente sincera.

Siempre pide un cupcake de chocolate y una bebida caliente del mismo sabor.

También se que siempre observa a la señora Arnie. Su asíntota. Aun cuando trata de disimular yo he observado lo suficiente para saber que le gusta. Y es un cobarde al no acercarse, pero también muy inteligente al reconocer que ella, esperando a alguien, no podría amarlo.

Después está Hil, la mesera más joven del lugar. Sus ojos son igualmente castaños, pero siempre usa unos pupilentes de color verde bosque. Sé que tiene 22 años recién cumplidos. Es carismática, ama hablar y odia amarrar su colorido cabello. Ella siempre comenta que le gusta que la gente vea su pelo rojo, ama hacerse notar con su excéntrico color. Estudia artes modernas y adora con locura su carrera.

Cuando su turno va por la mitad llega Frey, el otro mesero. Él tiene 21 años y estudia leyes. Su cabello es rubio miel y sus ojos si son verdaderamente verdes. Aunque mas claro que los de Hil.

Siempre lo escucharas quejándose de su carrera y de todo. Hasta se ha quejado porque nunca le cambio a mi orden. Pero nunca se ha quejado de Hil. Y Hil nunca ha visto a alguien con tanto brillo como lo mira a él.

Siempre se pelean. Porque la máquina no funciona y la chica la rompió o porque el es muy lento en su trabajo. Y aun en esos 3 años que han trabajado juntos nunca han pasado de discusiones y toques muy cariñosos a besos y relaciones no amistosas. Y eso siempre me ha frustrado.

Hil me pasa mi comida, un café con leche deslactosada, porque soy intolerante a esta, sin azúcar, una baguette de pavo y manchego y una galleta de avena con chocolate.

Y es de avena porque mi madre es una maníaca de las calorías.

Pago y le sonrió para dirigirme al mismo lugar de siempre. La cafetería es chica y poco conocida.

He visto más cucarachas que nuevos clientes. Y eso que soy muy exquisita con la limpieza.

Su tema es con paredes beige, piso de madera clara y cuadros con frases positivas.

"Sonríele a la vida." Aun cuando esta te golpee.

"Ama a todos sin temor." Aun cuando estos te rompan.

Y más bobadas que no hago caso. Después de la barra vienen dos mesas para cuatro personas. Después hay tres mesas para dos personas. Después está la mesa en la esquina y finalmente los lugares en la ventana. Solo son dos mesas para dos.

Comienzo a tomar del café y comer de la baguette para despertarme un poco.

Odio mi trabajo, soy niñera de dos chiquillos de 5 años. Y odio a estos niños. No los odio con ganas de matarlo o hacerles mal, solo que llevo 3 años trabajando, escuchando llantos y viendo berrinches y he decidido saber que nunca seré mamá. Tal vez sí, pero tendrían que ser con más de 10 años de edad.

Y no puedo renunciar porque mi contrato no me deja y porque no he conocido otro trabajo tan "bien" pagado.

Diez minutos después de yo comiendo, el señor Nive viendo a la señora Arnie y Hil limpiando una mancha imaginaria, nerviosa, el señor Alfred llega.

Señoras y señores la paz ha acabado.

El señor Alfred es un treintañero arrogante y gomoso. Su cabello se ve que es tintado de un negro azabache para parecer un profesional. Sus ojos son igualmente oscuros y su sonrisa solo destila superioridad. Siempre trata de coquetear con Hil, ella siempre lo rechaza cortésmente y el muy baboso solo insiste más. Además, es un sedicente, siempre alabando su gran fortuna imaginaria.

Observar me ha demostrado que él no tiene la cantidad que siempre presume. Su saco se deshila cada día más, su corbata es arrugada y después de su café americano con caramelo sale con una mancha que trata de esconder con la corbata. Sus zapatos no brillan como los del señor Nive, apenas y lo hacen. Y su mirada solo grita que es un fartusco y un fraude.

Pide esa bebida y comienza a comentarle a Hil sobre la nueva película que está llegando a los cines.

Ella mientras hace la bebida rápidamente el otro solo habla. Y habla. Y habla más. Se lame los labios. Y sigue hablando. Y nunca se calla aun cuando eso deseo. Y apuesto que la parejita de señores mayores también lo desea.

Cuando lo termina ella casi le avienta la bebida en la cara (o eso capto) y le sonríe falsamente para pedirle el dinero. Cuando se lo entrega, sacando dramáticamente una billetera de alta gama, claramente falsa, Hil toca con un asco disimulado los billetes.

Se va y se sienta en la mesa adelante a la esquina izquierda. Niego con la cabeza para volver a comer.

No te metas en cosas que no te incumben.

Me decía mi mamá cuando me veía observar la ventana reparando en lo que había pasado en nuestro vecindario. Me gusta el chisme. Me gusta saber qué ha pasado. Además, soy buena observando.

No eres una vieja chismosa Jillian.

Decia para despues alejarme de la ventana. Mi madre no lo era y aún no lo es.

Quince minutos después viene la chica más interesante que he visto. Interesante en el modo de que no se casi nada de su vida.

Es una joven de 23 años con un cabello oscuro como el saco del señor Nive, sus ojos son castaños como el caramelo del café y su vestimenta es de una manera informal pero de igualmente elegante. Jeans, camisa escotada ligera, chaqueta o cardiganes y botines con tacón. Su cabello esta recogido en una coleta bien amarrada con pocos pelos sueltos. Su maquillaje es sencillo, casi nulo.

En los 5 años que la he visto nunca he sabido su nombre o algún dato curioso sobre ella. Excepto que es enfermera. Así que la llamo la señorita desconocida.

Se que pide lo mismo que yo solo que la galleta no es de avena y la baguette es un croissant.

Suertuda.

También se que le encanta sentarse en la mesa de la ventana. Y que parece que llora cada noche porque tiene ojeras y ojos rojos.

También sé que desde hace 6 meses ha estado rota.

_________________________

Me gusto escribir esto a decir verdad y me gusta como inicia la historia :) La chica del gif es Jillian bebe.