Estás fuera.
Camino aburrida por el pabellón casi vacío, la mayoría suele ir a llenar los bares o las canchas en los recesos. En el camino compre un granizado que ahora no me apetece mucho. Mis pasos son lentos hasta que caigo en cuenta de dónde estoy. Cerca de la cancha de básquet donde los chicos ensayan. Oh no.
No estoy lista para darles la cara aún, he tenido suerte de no encontrarlos en dos semanas y no perderé mi racha.
Acelero el paso y cuando creo que estoy fuera de peligro, lo escucho.
—¡La traidora ha vuelto! —el grito de Matt me hace cerrar mis ojos con fuerza.
Si no los veo no me ven.
Escucho el rechinar de sus zapatos y cuando vuelvo abrir los ojos noto que aún están lejos.
Bien.
Dos opciones.
Afrontar las consecuencias de mis acciones como la adolescente razonal que soy oooo correr.
En mi defensa necesito hacer ejercicio.
—No huyas rata —la voz de Dereck resuena en la cancha y el eco llega a mí.
No corro como una maniática por miedo a perder mi granizado casi intacto, pero mi caminata asemeja a la de Jefferson Pérez. No he recorrido mucho terreno cuando siento una pelota de basquetbol pasar cerca de mi cara. Me quedo quieta.
Cuando eres la única mujer en un grupo de hombres solo hay dos opciones, o te tratan como un princesa o como a un gorila parte de su manada.
Me giro lento y mis ojos fusilantes atrapan a Steven escondiendo las manos detrás de su espalda.
—¡Fue Matt! —acusa al que apenas llega al lugar seguido de un Dereck rabioso.
—¡Dios Jass cómo corres! —me alaga Matt mientras trata de recuperar el aire.
Pero no estaba corriendo.
—¡Estas loco Steve, pudiste golpearme! —busco la mirada de Dereck, el más sensato, para que diga algo.
—Estuvo mal. —Le guiña un ojo a Steve quien sonríe cómplice y se aclara la garganta cuando nota que los veo. Sí, el más sensato—. Muy mal. Pero, maldición Jass, ¿Qué pretendes ignorándonos dos semanas? Si no estuviéramos en el mismo instituto habríamos creído que estabas muerta.
—Nah, su prima lo hubiera publicado en Facebook —interviene el listo de Matt.
Dereck lo ve serio, muy serio, tan serio que me dan ganas de huir.
—¿Qué está mal? —pregunta Steve visiblemente preocupado.
Y el órgano que habita en mi pecho se encoje. Sé que hice mal en evitarlos no sentía el peso de mis acciones en mis hombros hasta ahora que los tengo en frente exigiendo respuestas, respuestas que no les gustaran.
Los conozco a los tres desde escuela, a Matt desde la barriga prácticamente, y son como mis mejores amigos, únicos me atrevo a decir. No es que no sea buena socializando, pero todas la interacciones que tengo con las demás personas son solo eso, interacciones, relaciones superficiales que jamás florecieron y solo los veo como compañeros, no es amistad.
Pero qué sé yo de amistad.
—Nada está mal, solo... no sé, no me apetecía tocar... —Esa era mi genial excusa.
Evito sus miradas de enojo.
—¿Nos olvidas solo porque no te "apetecía"? —Dereck pregunta irónico.
—¡Matt estuvo escuchando Daddy issues desde que te fuiste! —Steve interviene y no sé si quiere aligerar el ambiente o solo es él.
—¿No debería escuchar eso cuando Dereck los abandone? —pregunto confusa.
—Yo no los abandonaría y si lo hiciera al menos daría una buena razón.
—Nah, Dereck es como la mamá del grupo, Jass el padre presente ausente —Steve ignora el elefante entre nosotros.
—Más ausente que presente —insiste Dereck.
—¿Y yo qué sería? —Matt se interesa por la divagación de Steve y discuten.
Los ojos de Dereck no me han abandonado en ningún momento y sé que ya es momento de hablar.
—Lo sé ¿ok? Entiendo que está mal que los haya ignorado por tanto tiempo, estuvo mal de mi parte. Pero cuando no encuentras ganas de seguir no te puede obligar a hacerlo —razono—. Y bueno ya estoy aquí —alzo mis manos entusiasta pero la mirada fría de Dereck no se inmuta—. Está bien ensayare el doble —no mueve ningún musculo— y yo me encargaré de entregar los folletos sola —sus ojos oscuros no ceden— y también puedo...
—No Jasmín, no se trata de lo que hagas sino de lo que hiciste, sé que te cuesta comprometerte con las cosas, pero no somos algo que puedas abandonar cada vez que quieras. Esto es importante para todos y si no lo es para ti... —Traga antes de soltar las palabras que tiene en mente—. Estás fuera.
Steve y Matt no dicen nada, parecen nerviosos y es cuando evitan mi mirada que deduzco que es algo de lo que ya han hablado. Ya está decidido.
—Y-yo...
Yo no sé qué decir, qué esperaba ¿Qué aguantaran mi poco compromiso de por vida? No soy indispensable, pueden cambiarme por alguien mejor incluso.
Muerdo mi labio viendo fijamente a Dereck, quien es el único capaz de sostenerme la mirada, y en vez de aceptarlo porque sé que soy culpable, me ofendo y vaya que me ofendo.
—¿En serio creen que pueden seguir sin mí? Con tu canto desafinado y los múltiples errores de Steve en la batería, el mayor concierto que se dimos fue en una estúpida fiesta de cumpleaños. Yo soy quien los mantiene a flote —la ira se apodera de mí junto una risa nerviosa.
Solo quiero golpearme por lo que acabo de decir y aun así no bajo la mirada.
—Si eres tan genial como crees pues anda y crea tu propia banda, busca a otros que soporten tu desinterés y estén detrás de ti para que no abandones porque no puedes acabar nada de lo que empiezas, porque abandonas y no intentas. Eres una miedosa que...
—¡Dereck! Por favor paren —Matt interviene temeroso.
—No, sigue ¡dime por favor lo que piensas de mí! —Sin darme cuenta alzo mi tono de voz y me acerco más al pelinegro que tengo en frente—. Que parece ya se lo ha guardado mucho tiempo.
La campana suena de fondo pero ninguno de los cuatro se mueve. Dereck aprieta su mandíbula y ambos sabemos que esto será algo de lo que arrepentirse, pero nadie da tregua.
—Temes a fallar sin siquiera intentarlo, abandonas antes de que te abandonen y mira cómo estás. —Expande sus brazos exasperado.
La flecha dio justo en la diana.
Flecha: sus palabras.
Diana: mi corazón.
—Tenemos que volver Dereck. —Steve intenta poner un alto.
—Si vamos a hablar de problemas hablemos de tu sentido de superioridad y egocentrismo, señor Narciso. —Ironizo enojada—. Te crees mejor que todos nosotros. No olvides como quisiste echar a Steve de la banda porque era un "torpe" y que solo aceptaste a Matt porque sin él no tocaríamos en la cafetería ¿no?
Las palabras se escapan de mí sin pensarlo, porque así funciono; hiero cuando estoy herida.
Dereck me ve decepcionado y no quiero reparar en las caras de los chicos detrás de él. Fuimos muy lejos.
Fuiste.
—Está claro que ustedes son el problema. —Matt habla al fin y cuando me topo con su mirada algo duele en mí—. No quiero estar en medio de su caos, yo me largo.
—¿No soy lo suficiente bueno? —La duda plasmada en la voz de Steve me hace sentir peor, Dereck dijo eso hace mucho y se retractó no mucho tiempo después—. Matt tiene razón no quiero estar entre ustedes.
Se va por el mismo camino. Dereck parte por otra dirección sin siquiera mirarme y no es hasta que siento una gota fría cayendo por mi brazo que reacciono.
Camino al aula y tiro el granizado, ya derretido, en un bote cerca.
—¿Cómo desperdicias algo tan delicioso? —La voz de Liza cuando entro al salón me sorprende.
Debí quedarme con ella y me hubiera ahorrado todo esto. Me sonríe esperando una respuesta que no doy, no tengo ganas de hablar y solo me siento al fondo mientras escucho decir al profesor que reportara mi atraso. No me importa nada.
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