El resto de las vacaciones de Javier fueron infelices. Básicamente era siempre recordarse que lo había perdido todo.

Sabia ella donde vivía ella, pero el tiempo que tardaría buscarla casa por casa simplemente se le escapaba de la imaginación.

No era como llegar y preguntar por alguien cuyo nombre no sabes, recordaba su rostro, sí. Pero eso no bastaba, era algo inútil, básicamente.

El donde comenzaría a buscar, el tiempo que costaría, existía la probabilidad también de que diera con la casa...pero que no le dijeran que ella vivía ahí.

-Lo siento, no conozco a la chica que describes. –Esa era la respuesta que seguramente escucharía en todos y cada uno de los lugares.

Era como preguntar por un auto sin placas. Hay miles idénticos, pero si no tiene una placa o algún raspón que lo caracterice, ¿Qué puedes hacer entonces?

Ella estaría eternamente omnipresente en todos los recuerdos de Javier, pero eso le hacía más daño.

La tristeza lo invadía de una manera tan extrema, que llegaba a llorar incluso de solo recordar el primer beso que se dieron.

Debajo de aquel árbol, cuando ella pensaba que a Javier se le escapaba la vida. Una situación no muy distinta a lo que le pasaba ahora.

Deseaba poder regresar en el tiempo, daría TODO lo que tuviera, incluso lo que no poseyera para verla una vez más, solo una vez más.

Incluso ya en su locura y en su delirio, pensó que era buena idea vender su alma al diablo en un trato "razonable": 5 eternidades en el infierno por poder pasar 5 minutos junto a ella.

Así era de extrema era la locura que Javier sentía por aquella chica cuyo nombre había olvidado.

Podía ver su rostro en todas partes. En el cielo, en la tierra, en los baches de las calles, incluso podía ver el rostro de su amada en el polvo que se formaba en el buro de su cuarto.

Ya estaba desesperado, pensaba muchas veces que su relato de desamor solo podía acabar con muerte.

Podía acabar su vida tomando una daga y clavarla en su pecho, para acabar con su sufrimiento.

Podía ir al primer puente peatonal que viera, subir en él y arrogarse al vacío. Y si eso no lo mataba, esperaba que si lo hiciera algún auto que pasara por la carretera.

Pero Javier le tenía miedo a las alturas, así que era una pésima idea. Veneno, esa podía ser buena idea.

Su familia tenía una pistola antigua, podía conseguir la pólvora y una sola bala, darle un trago a una botella de veneno para ratas y para acelerar las cosas simplemente podía dispararse en la cabeza.

Pero eso eran pensamientos tontos nada más. Porque existe una enorme diferencia entre pensar hacer y actuar...pero Javier no estaba seguro de pasar a la segunda fase de su "plan".

Tal vez y solo tenía que aceptar que no valía la pena sufrir. Al fin y al cabo, hay muchos peces en el río.

Pero la diferencia estaba en que ella era una hermosa trucha mientras que los demás peces eran insignificantes charales.

Para despejar su mente leería las noticias en la computadora. El resultado: Javier no dejaba de presionar la tecla "intro" una y otra vez sin parar.

Algo ya estaba mal, y hasta el mismo lo sabía.
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Nos vemos el martes para pasar al siguiente arco de la historia
-Arturo