En el ojo de cupido
Al despertar, Javier saludo a sus padres y se fue corriendo a desayunar para prepararse y salir con la chica misteriosa.
-¿Esto contara como una cita?, no lo sé. Seguramente no. –Balbuceaba Javier mientras desayunaba a toda prisa.
El desayuno de ese día eran huevos con un poco de salchicha ahumada.
Mientras miraba la hora de su celular escuchó que alguien se sentaba.
-Buenos días...¿Cuál era tu nombre?
Cuando Javier levanto la mirada, se percató que la chica misteriosa se había sentado junto a él.
-Y entonces, ¿Cuál era tu nombre? –Preguntó de nuevo.
-¿He?...mi nombre es Javier.
-¿Javier?...te veía cara de Jordi.
-¿Enserio?, tú tienes cara...no sé, como de Paula.
La chica dio una pequeña sonrisa mientras Javier seguía comiendo.
-Supongo que ese no era tu nombre. –Continuó Javier.
-Mi nombre es... -La chica se vería interrumpida debido a que dos personas había chocado y tirado unos platos.
-¡Oye fíjate, cabrón! –Gritó uno de los hombres.
-¡Fue tu culpa, ¿Por qué chingados no te figaste?! –Contesto el otro.
Como parecía que los dos hombres estaban por pelearse, los empleados del hotel llegaron rápidamente a separarlos.
Como ella estaba de espaldas a ese suceso tuvo que voltear. Y cuando regresó su mirada a Javier le preguntó:
-¿De que estábamos hablando?
-Bueno...no me acuerdo de la impresión que me lleve. –Respondió Javier.
La chica sonrió nuevamente.
-Te pusiste pálido, ¿acaso te asustaste? –Se burló ella.
-Claro que no, solo me sorprendí. –Se defendió Javier.
-Como que no quiero creerte.
-Pues créelo. Solo me sorprendí y ya.
-Dejando eso de lado...¿listo para al rato?
-Ya entendí, ¿por eso te sentaste conmigo?, ¿para irnos lo más rápido posible?
-Pues sí, ¡por eso mejor date prisa!
Cuando Javier terminó de comer y de tomar su café, espero a que la chica estuviera lista y pudieran partir a rentar las bicicletas.
La renta era de 35 pesos la hora. Solo la utilizarían un rato por lo cual pagaron por dos horas.
El camino de las bicicletas estaba un poco escabrozo por la lluvia de ayer. Aunque al principio no tendrían problemas más adelante si los tendrían.
-Y dime Javier, ¿Qué es lo que más te gusta de la montaña? –Preguntó ella que estaba pedaleando a un lado de Javier.
-Pues...quizá el río por donde el águila me atacó, era un lindo sitio. –Respondió.
-Y eso que no has visto la laguna. Está un poco más lejos pero vale toda la pena del mundo ir a verlo.
-Pues podemos ir a verlo mañana por la mañana. ¿Qué hora era cuando estábamos ahí?
-Quizá eran las 8. Era antes del desayuno así que seguramente era como a las 8.
-El clima a esa hora es muy agradable, ¿si vamos?
La chica solo asintió con la cabeza. Ambos estaban casi al final del recorrido, por lo que decidieron darse una vuelta por el bosque.
Estaban rodeados por cedros blancos y encinos, se detenían de vez en cuando para observar a una ardilla recolectando nueces o a algún pájaro carpintero haciendo hoyos en alguno de los árboles.
También se escuchaba el cantar de los pájaros lo cual anunciaba el frio de la tarde-noche.
Estaba todo muy callado, solo se escuchaban las ruedas de las bicicletas y la plática de los dos jóvenes.
No fue que esa paz se vio interrumpida cuando Javier pasó por encima de una raíz enorme de árbol lo cual hizo que se cayera al suelo, raspándose una de las rodillas.
-¡Joder, no! –Gritó el mientras se veía la herida.
-¿Esta grave? –Preguntó ella nerviosamente.
-Si...un poco, maldita sea. –Respondió.
-Tengo unos kleenex, usa el agua para limpiarte la herida.
Cuidadosamente, la chica limpio la raspada de Javier, que era de esas que son profundas y arden como el infierno mismo.
Pero, gracias a la ayuda de la chica el ardor desapareció rápidamente.
-¿Mejor? –Preguntó ella.
-Sí, ya no me arde tanto que digamos...¿Cómo supiste que hacer? –Respondió Javier.
-Bueno...yo era de las chicas de primeros auxilios en los exploradores, sargento de segunda. –Dijo ella mientras hacia el saludo militar.
-Oye que bien, yo también estuve en eso unos meses...pero me salí porque me dio flojera, además de que una vez me desmaye por tanto sol que hacía.
-Que mal, es muy divertido. También por eso me encanta venir aquí, ya que me gusta salir de excursión cada mes.
-Excelente, uff, yo casí no salgo ahora que lo pienso.
-Sigamos platicando mientras vamos al laguna.
-¿Ya de una vez?
-Sí, te va a gustar mucho, además no tardaremos mucho si vamos en las bicicletas.
-Bueno...si lo pones así suena bien.
La chica ayudo a levantar a Javier, el cual se quejó un poco del dolor de la raspada.
Ambos siguieron platicando respecto a sus "aventuras" que habían tenido en los exploradores.
-Y dime, ¿te gusta ver películas? –Preguntó la chica.
-Me gusta mucho, mi favorita es la de "El aprendiz".
-Creo que la he visto...pero no estoy segura.
-Básicamente trata de que un chico descubre que su vecino era un nazi, y como a él le gustaban esas cosas pues le dice que le cuente como era su vida durante la guerra. –Explicó Javier.
-Suena interesante, supongo que tú no ves películas de romance, ¿o sí?
-No, yo soy más de terror y películas de guerra, ¿conoces "Salvando al soldado Ryan"?
-Una vez la trate de ver, pero me aburrió.
Ambos siguieron platicando durante todo el camino al laguna sobre películas y de que si habían visto o aquella película, o si les había gustado esta o aquella película también.
-Mi seria favorita es Breaking bad, jeje, recuerdo que un amigo me estuvo molestando como por tres semanas de que la viera hasta que finalmente acepte. –Dijo Javier.
-Bueno...yo he visto únicamente Sherlock y Hannibal, ¿las has visto? –Preguntó ella.
-He pensado en ver Hannibal, pero siempre se me olvida buscar los episodios.
Cuando llegaron a la laguna, Javier quedo con la boca abierta, el agua era completamente azul, se podían ver algunos pececillos nadar en la superficie.
-Yo me quede igual que tú la primera vez que vi este lugar. –Dijo ella.
-¿Cómo lo encontraste? –Preguntó Javier.
-Por accidente. Aunque hay un dicho que reza que las mejores cosas se encuentran por accidente.
-Yo creo que es verdad. –Javier volteó a ver a la chica la cual le sonrió y, en ese momento, él sintió como una energía la cual no se pudo explicar en el momento, como si hubiera sido revivido cuando estaba a punto de morir.
Remangándose el pantalón, los dos chicos se metieron al lago, caminando entre las piedras y las hierbas que estaban en la orilla del mismo.
De repente, a Javier se le ocurrió hacer algo que cualquier persona haría en esa situación: tomar agua entre sus manos y arrogarla a su acompañante.
Ambos jugaron a aventarse agua ya fuera con las manos o pateando para mojarse más.
Se les paso tan rápido el tiempo jugando que comenzaron a sentir hambre.
-¡Jesús, ya son las 2! –Exclamó Javier viendo su reloj.
-Ah, ¿usas tu reloj a diario? –Preguntó ella.
-Sip, me lo regalo mi madre cuando salí de la secundaria...es un buen recuerdo. –Javier se puso a recordar sus días de secundaria.
El tenia pocos amigos, incluso tenía amigos de otros salones, ya que la mayoría de los de su salón eran unos completos perdedores idiotas.
Pero sin duda los recuerdos que se llevaban que, aunque borrosos, eran lindos.
-Creo que de verdad no tienes una idea de cuánto te agradezco que lo hayas encontrado. –Dijo Javier con sinceridad.
-Y eso que tú me estabas evitando al principio, he. –Se burló ella.
-Joder, es verdad que te evitaba. Pero era porque pensaba que querías golpearme o algo así.
-No me gusta ser muy violeta, en mi familia me dicen que soy muy..."dócil".
-Hum, bueno...yo con mi hermano me llevo muy pesado, siempre nos golpeamos o nos insultamos...pero creo que al final nos queremos.
-¿Crees? –Dijo la chica levantando una ceja.
-Yo no sé si lo quiero de verdad...e igualmente yo no sé si él me tenga aprecio, quién sabe.
Al notar que Javier estaba un poco melancólico por el asunto de su hermano, decidió cambiar de tema rápidamente.
-Vámonos antes de que cierren la barra de comida, date prisa. –dijo ella.
-Sí, si lo mejor será darnos prisa.
Los dos subieron a sus bicicletas pedaleando algo rápido para llegar.
-¿Y cuál es tu comida favorita? –Preguntó la chica.
-Pollo en salsa de mayonesa y chile chipotle, sabe delicioso. –Respondió Javier sacando la lengua.(SABORRRRR MEXICANO)
-Veo que tú eres de comida típica y esas cosas. Al menos a mí me fascinan los dulces, la pizza de chocolate es mi comida favorita, la comería todos los días si pudiera.
Mientras ambos chicos platicaban de comida, el apetito se les abría bastante, hasta el punto de que el estómago de Javier rugía ya que estaba hambriento.
Al escuchar esto, la chica soltó una buena risotada lo cual llenó de vergüenza a Javier.
-No te rías...me da vergüenza. –Pidió él.
Ella encontró prudente seguir burlándose de Javier un poco más. Y es que el objetivo de la chica era hacer sonrojar a Javier.
-Te ves tan lindo sonrojado. –Dijo con otra risa de por medio.
Javier solo se encogió de hombros tratando de ocultar su rostro el cual se estaba sonrojando de verdad.
Al llegar a la renta de bicis, fueron corriendo al hotel, los dos corrieron tan rápido como sus piernas se los permitían. Faltaban 15 minutos para que cerrara el comedor.
-¿Dónde está tu hermano?, Luis. –Preguntó su madre.
-Ni la menor idea, me dijo que iba a salir a pasear en bicicleta nada más. –Respondió.
-¿Crees que le haya pasado algo malo? –Le preguntó al padre de los dos chicos.
-Te preocupas demasiado, mujer. Seguramente se entretuvo viendo algo que le gusto, yo que sé.
La tranquilidad con la que respondió el padre de los muchachos hizo enojar a su madre bastante, (aquí aclaro que esto me da risa porque #familia idéntica).
Cuando vio entrar a toda prisa a Javier, su madre estaba lista para reprenderlo.
-¿Dónde te habías metido Javier?, estaba muy preocupada por ti.
-Exageras mucho, mamá, estaba paseando, dices que no me quieres ver encerrado y ahora que salgo un buen rato te enojas, ¿Quién te entiende? –Se excusó él.
-Dile algo, Carlos. –Exigió la madre.
-Hazlo caso a tu madre, no la hagas enojar porque ya sabes cómo se pone. –Respondió, insatisfactoriamente.
-Está bien, tratare de no tardarme tanto la próxima vez que salga. –Finalizó Javier.
Cuando terminó de comer, fue a jugar billar junto con Luis, el cual le estaba enseñando ya que Javier casi no salía con nadie.
-Y le tienes que pegar a la bola así. –Explicó Luis golpeando la bola con el palo mientras Javier observaba atentamente.
-Está bien...será fácil. –Aunque no sabía agarrar bien el palo, Javier lograba acertar y meter algunas bolas en las esquinas de la mesa.
-No sé cómo es que no puedes tomar el jodido palo de una buena manera –Se quejó Luis.
-Como sea, igual puedo meter las jodidas bolas.
-Da lo mismo, ¿jugamos hockey de mesa cuando termines de arreglar el billar?
-Bueno.
Cuando termino de acomodar el billar, Javier y Luis comenzaron a jugar Hockey.
El resultado fue que Luis le gano a Javier por cinco puntos.
Y de revancha, jugaron futbolito...donde Javier casi gana por un punto.
-Te odio. –Dijo Javier mientras le daba 20 pesos a su hermano.
Como ya eran la hora del té, prefirieron dejar de jugar y bajar a tomar un café y a comer algunos canapés dulces.
Algunos de los canapés que estaban en las charolas eran de crema batida con fresa laminada y una hoja de menta pequeña.
Otros eran de crema pastelera con nuez moscada en polvo, igual había de chocolate con pequeños bombones encima.
Los favoritos de Javier eran de frutos secos con crema de vainilla.
Puso algunos en una servilleta y después se sirvió una buena taza de café con una raja de canela y endulzado con piloncillo.
Cuando subió, se dio cuenta de que la chica estaba en la sala de estar mirando por la ventana.
-¿Por qué no bajas a comer algo?, hay unos bocadillos muy deliciosos. –Dijo Javier mientras caminaba a la sala de estar con los canapés en la servilleta.
-No se...preferí a ver la lluvia, el bosque se ve muy lindo así.
-¿De verdad ya está lloviendo?, ni siquiera me di cuenta.
Javier dejo su café en la mesa y los canapés, luego bajo de nuevo al comedor y se llevó una taza de café con dos sobres de azúcar y se llevó más canapés en la mano.
Caminaba muy lento para que el café, (el cual había llenado mucho), no se le cayera.
Como no estaba haciendo ningún ruido, sorprendió a la chica tomando uno de los canapés con crema de vainilla.
-¡Ajá!, te atrape. –Asustó Javier.
-¡Oye, ¿Qué te pasa?!, me sorprendiste. –Regaño la chica.
-Perdón. Te traje esto ya que pensé que querías unos. –Dijo Javier mientras se reía.
-Hum. –Contestó ella mientras miraba enojada y frunciendo el ceño. –Gracias de todas formas.
Ambos se sentaron a ver la lluvia, eran pocas gotas pero del grosor de una pequeña piedra.
Podían ver como las gotas resbalaban por las hojas de los árboles, y escuchaban como caían al piso.
Y luego con la calefacción adornada como si fuera una chimenea, el par estaba muy tranquilo.
Cuando Javier vio que la chica estaba dormida, de nuevo una extraña energía comenzó a surgir de su pecho.
Era como si hubiera algo atrapado tratando de salir desesperadamente, algo como una bestia indomable encadenada por mucho tiempo.
Notaba que la chica se miraba muy inocente así dormida, sentada sobre el sillón.
Estaba pensando en si despertarla, pero prefirió no hacerlo y seguir viéndola dormir mientras se tomaba su café.
El también sintió algo de sueño, fue a su cuarto y busco algo en donde anotar.
Cuando lo hizo escribió:
Si despiertas toma tu café rápido antes de ser enfrié, disfruta de los bocadillos que te deje en la mesa, ¿Y Qué tal un picnic el día de mañana?
Finalmente dando un bostezo enorme, se tumbó a la cama y comenzó a escuchar música.
No dejaba de pensar su compañera de vacaciones. Todo tipo de cosas acerca de ella pasaban por su mente.
-Es linda...y es muy linda, yo diría muy atenta y sin duda es un amor de persona...¿será que me está comenzando a gustar? –No dejaba de pensar Javier.
Cuando ella despertó, vio la nota que le había dejado Javier.
Se sintió muy intrigada, ella sin duda estaba interesada en Javier y quería conocerlo de una manera más entrañable.
Si había un tipo de "obligación" ya que si no hablaba con él pues difícilmente lo haría con alguien más. Pero, por otra parte estaba esa intriga que Javier la hacía sentir.
Comenzó a beber del café que le había dejado, el cual para su fortuna, todavía estaba tibio.
Mientras veía los canapés, ella se preguntaba qué clase de relación podía llegar a tener con Javier. Ya que, al no ser una chica con demasiado interés en los hombres se sentía con varias dudas respecto a eso por su falta de experiencia.
De todas formas la idea de un picnic le agradaba bastante.
Por otro lado Javier y Luis cenaban, Javier estaba sumamente distraído y tiraba casi todo.
-Te ves todo raro, ¿Qué traes, maricón? –Preguntó Luis burlonamente.
-No lo sé. –Respondió Javier mientras estiraba su mano para alcanzar la azucarera.
Había puesto sal a su café accidentalmente.
-¿Qué te fumaste mientras no estaba? –Preguntó Luis nuevamente.
-Nada, ni que fuera tú. –Se burló Javier.
-Algo traes entre manos pero no quieres decir. Sea como sea, lo voy a averiguar.
-No tengo nada entre manos, tú eres demasiado imbécil como para entender algo.
-Solo quieres desviar mi atención, pero sea lo que tengas entre manos lo voy a averiguar. –Sentenció Luis mientras hacía una mueca para burlarse de Javier.
A la mañana siguiente los dos chicos se levantaron, Javier esperó en la sala de estar del segundo piso mientras practicaba un poco de billar.
Cuando la chica salió, estaba lista.
-Buenos días. –Saludó Javier mientras se enderezaba.
-Buenos días. –Respondió la chica mientras caminaba hasta Javier para darle un beso en la mejilla. -¿Qué tienes planeado llevar para desayunar?
-Esa es una excelente pregunta...una excelente pregunta que no me había hecho.
La chica soltó una risita por la actitud de Javier. Él estaba haciendo una expresión pensativa, pero al ver que Javier no reaccionaba, ella decidió tomar la iniciativa.
-Bien, esto lo decido yo. Podemos ir a la cocina y tomar algo de fruta, quizá algunas papas o cacahuates, ¿Qué tal?
-¿Pero eso no está prohibido? –Cuestionó Javier.
El hecho de entrar a la cocina ya era un problema. Ahora, entrar a la cocina y sustraer algo de ella era una idea bastante atrevida sin pensarlo mucho.
El simple hecho de pensarlo hacia que Javier se sintiera inseguro, pero su amiga se veía más que decidida.
Ella no le decía nada, solo lo miraba con una cara que dejaba ver que no cambiaría de opinión.
Y de igual manera, Javier se sentía con ganas de romper las reglas un poco. Por lo cual accedió ya sin más enredos.
Javier entraría a la cocina con una bolsa y sacaría lo que mejor le pareciera para llevar al picnic. Mientras, la chica vigilaría que nadie lo descubriera.
Ella era muy inteligente, así que por eso mismo antes de que Javier entrara a la cocina, tumbó una pila de 5 platos que estaban acomodados en una mesa.
Cuando la gente fue a ver qué pasaba, Javier aprovechó para entrar a la cocina.
Había personas en ella, pero escondiéndose entre las grandes mesas de metal fue hasta la alacena en donde encontró papas fritas y un ramo de uvas.
Ya que estaba decidió robarse una botella pequeña de ron de coco de una vez, quizá con esa se pusiera un mejor ambiente.
Y es que el único licor que le gustaba a Javier era el ron, pero al nunca haber probado el de coco pues le llamo más la atención.
Mientras salía, vio algunos sándwiches dulces y unos cuernitos con jamón y queso, por lo cual decidió tomarlos.
El atraco de esos dos duro menos de 45 segundos, sin duda alguna Javier podía ser un ladrón profesional.
Luego de eso, pusieron las cosas en una bolsa y salieron del hotel lo más rápido que pudo.
El día era perfecto para un picnic. El pasto había secado, el sol había salido, los pájaros cantaban y sol era tan suave que ni siquiera molestaba los ojos.
Se podía sentir el aroma de los cedros y de los encinos secos por el sol que se asomaba por la ladera de la montaña.
Cuando llegaron a un lugar que era medianamente bueno, comenzaron a sacar las cosas.
Mientras la gente estaba distraída, la chica tomo uno de los manteles que estaban doblados. Y ese sería el que usarían para el picnic.
Cuando comenzaron a poner las cosas, ella se dio cuenta de la péquela botella de ron que Javier había traído.
-¿Y esto para qué? –Preguntó ella.
-Nada más. Solo para probarlo. –Respondió Javier.
La chica decidió hacer caso omiso de la botella y disfrutar de lo que estaban por comer.
-¿Te gusta beber? –Preguntó la chica.
-Un poco, no es como que salga de fiesta todas las semanas pero algunas veces al año me gusta darme un lujito. –Respondió Javier.
-Yo solo tomo el vino que sirven en año nuevo. Mi padre me tiene prohibido tomar.
-Pero él no está aquí, ¿o sí? De todas formas si no quieres tomar pues no te voy a obligar.
Siempre que Javier miraba a su compañera, la misma energía bestial le invadía el pecho. Ya no sabía qué hacer, ¿lo mejor sería dejarse llevar?
El sol salía de poco en poco, pero seguía siendo tan suave, lo cual era una fortuna para ambos.
Al oler un poco el ron, Javier se quedó sorprendido ya que olía a nuez y no solamente a coco. Estaba más que ansioso por probarlo, pero lo mejor sería esperar a que terminaran el desayuno.
-¿Y a te gusta más el frio o el calor? –Preguntó Javier.
-Hmm, creo que el frio. –Contestó ella.
-¿Crees?, ¿Por qué no estas segura? –Respondió Javier.
-Pues, hay cosas que me gustan del frio y otras cosas del calor, por ejemplo. Cuando voy a la playa en las vacaciones de diciembre, me gusta sentir las olas del mar en mis piernas.
En el momento en que la chica dijo eso, Javier recordó cuando la vio bañándose en el río. Deseaba no haberla espiado ya que ahora sabía cómo era de cuerpo completo.
-Ya si me dices eso detalles pues creo que te entiendo bien. –Contestó Javier tratando de olvidar aquella escena.
-¿Y tú que prefieres? –Preguntó ella.
-El frio, por eso es que vine a la montaña. Es un lugar al que me gustaría venir de nuevo.
-¿Crees venir el próximo año?
-No lo sé...yo espero que sí. ¿Me habías dicho que vienes todos los años?
-Sin falta alguna, no he faltado ni un solo año desde la primera vez que vine.
-Quisiera tener tu suerte. –Javier entonces destapó la botella y se sirvió un poco del ron de coco. -¿Vas a querer un trago? –Le preguntó a su compañera.
-Bueno...tal vez solo un poco. –Respondió insegura.
Javier se sirvió poco menos de la mitad del vaso, mientras que a ella le llenó poco más de una onza.
-Salud. –Dijo él mientras se acababa el ron de un solo trago.
-Sa-salud. –Ella trato de tomarlo, pero el sabor le era tan malo que decidió escupirlo. –Guag, no sé cómo es que te puede gustar esto.
Javier solo se soltó a reír por la gracia que le causaba esa situación, y para quitarse el sabor, la chica se comió una de las manzanas que quedaban en la bolsa.
-Sera mejor irnos antes de que sean las doce, nadie de mi familia sabe que estoy aquí. –Dijo Javier.
-Está bien, si tú lo dices.
____________________________________
Este capítulo estuvo largo así que creo que el viernes no subiré
Qué se expanda la historia, lleguemos hasta los rincones más lejanos de tepito :v
Nos vemos el viernes o en una semana
-Arturo
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro