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7 Tercer encuentro y más regalos

A la mañana siguiente en el desayuno somos menos, quedamos 17, todas buscan con la mirada a sus compañeras y las que se han transformado en amigas, sabíamos que algo así pasaría pero no deja de ser un trago amargo, no ver a todas juntas y más después de convivir todas más de 4 meses viéndonos todos los días.

—Increíblemente sigo aquí —dice Margot sentándose a mi lado con una taza de café— no me tenía fe, pero acá estoy, aunque en parte se debe a ti, la mayoría estaba impresionado por nuestra actuación en los juegos.

—Sí, lo sé. Me tocó hablar con unos fans también.

—¿Unos o unas? —las vio— las vi. Bueno ahora confirmamos los colores en las pulseras ¿Te gusta alguna?

—¿Acaso importa? Ellas fueron las de los regalos.

—La pelirroja es bien directa.

—Demasiado directa, quiso besarme.

—No lo logró —me sonrió.

—No, claramente ¿Hicieron algo cuándo desaparecí?

—¿No que no te gustaban? —me encoji de hombros— si quieres saber si hablaron con alguna más, no. La rubia tomó algo en la barra, mirando varias veces las puertas, supongo que esperaba que volvieras y rechazó a quiénes se le acercaron, y la pelirroja se quedó afuera besándose con Alana, hasta que la rubia las interrumpió y parece que discutieron un poco.

—Sonreí— ¿Alguien que te interese a ti? Seguro te fue mejor que a mí, con roja.

—Quizás —las pulseras se iluminaron con la luz roja, reunión en el comedor.

Llegamos primeras y nos sentamos no tan cerca del televisor, mientras las demás vienen entrando, hasta que estamos todas.

—Queridas chicas, la reunión de anoche en su mayoría fue un éxito, los invitados están más que contentos con ustedes, por tal motivo les han mandando regalos para la próxima visita en dos días. Les deseo éxitos chicas, disfruten el tiempo con ellos y sean amables —sentí quizás su mirada detrás de la máscara en mí— hasta dentro de dos días.

Cada una fue a su habitación con más o menos ansiedad que otras, que literalmente corrieron para ver sus regalos.

Llegué a mi habitación y veo una caja dorada sobre la cama, solo una caja y es de sonriente, supongo que después de todo roja ya no querrá saber más nada conmigo. Desarme el moño y la abrí, adentro es roja y hay tres copas, una manta para picnic, tres platos y un vino que su etiqueta dice, soy demasiado caro y extravagante. Una nota de puño y letra sobre las cosas que por la caligrafía me animaría a decir que es de sonriente.

"Hermosa chica oscura, nos gustaría conocerte mejor, si nos dieras la oportunidad en dos días, estaríamos más que encantadas de pasar tiempo contigo. Te mandamos un beso cada una (en la mejilla, por ahora). Ya te extrañamos"

Roja y sonriente.

Estoy segura de que roja no debe saber que ella mandó esto por las dos.

El tan esperado día llega, y yo estoy un poco nerviosa, el contacto que he tenido con ambas ha sido siempre breve, excepto con la rubia que ha durado un poco más.

Las veo llegar juntas pero con una distancia entre ellas, la rubia trae una canasta de mimbre, se acerca y me besa la mejilla, todos los invitados siguen usando su antifaz y ellas no son la excepción.

—Nos alegra verte Alex ¿Quieren subir a buscar las cosas de regalo que habían en la caja? —Roja aún sin decir una palabra, es empujada por sonriente— las espero.

—Caminamos lado a lado, sin hablarnos, el trayecto más incómodo de mi vida junto a alguien— Si no querías verme ¿Porqué has venido?

—Si quería verte, siempre quiero verte Alexandria —abre la puerta de mi habitación para mí—. Tomemos las cosas y bajemos que ella nos espera.

—¿Te caigo mal por lo de la fiesta? Digo porque desde que has llegado, no me has saludado, estás demasiado callada y distante.

—Me toma de la mano y nos metemos a una de la habitaciones— Voy a ser clara contigo Alexandria —doy una paso atrás— si me cayeras mal, no te vería hasta cuando vas a dormír, no estaría pendiente de si has comido, de querer saber que te preocupa cuando tu mirada se nota distante y definitivamente, no hubiese venido a verte o te hubiera comprado regalos personalmente. Sé que me excedí... varías veces, que soy impulsiva y me deje llevar por mis deseos, pero...

—Pero qué.

—Pero todo lo que quiero es tenerte cerca y no sé cómo hacerlo, no sé cómo hacer que te sientas cómoda conmigo, por eso mejor guardo un poco de distancia, hasta que quieras acercarte. Te veo afuera.

Sale y me deja muda, ella no puede ser la misma persona de hace unos días, no puede ser la misma que me dejó el conjunto rojo cómo regalo, no puede ser la misma que me quiso besar dos veces y la segunda vez a la fuerza. Algo la hizo cambiar o alguien, cómo sonriente.

Al llegar afuera ambas están conversando, me miran y dejan de hablar, se coloca una a cada lado y me siguen, busco el lugar más apartado dónde tengamos más privacidad, y es cerca del lago, detrás de unos arbustos.

Abrimos la manta y colocamos todo lo de la canasta en ella. Iniciar charlas o conversar no es mi fuerte, pero lo es de sonriente, porque con un talento casi natural, logra que las tres conversemos. Ellas están exhaustas y se les nota, así que intervengo para que se vayan a descansar, nos queda tiempo por delante.

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