Los días pasaron. Rodrigo y Cristi no volvieron a verse. Se escribían por WhatsApp en ocasiones. Él estaba siempre evasivo.

Una tarde terminó aceptando ayudarla con las tareas de mate, aunque fuera solo una excusa para poder verse pero ella nunca podía. Sus horarios no coincidían.

Por una parte por falta de tiempo y por otra parte porque ya tenía a alguien que le ayudara con ese tema: Armando. Su gran amigo de la cafetería y también pretendiente, aunque ella no quisiera admitirlo.

Hola Armando, lo saludo un sábado en la mañana llegando al café - tengo examen de cálculo mañana. ¿Me ayudas?

Él se ofreció encantado. Cualquier actividad que le permitiera estar cerca de ella siempre sería de su agrado.

Cristina estaba pensando en Rodrigo. Nunca supo bien que fue lo que los distanció o mejor dicho que fue lo que no permitió que se acercaran más. 

Y él nunca le dijo lo que vio ese día en la cafetería. Nunca aclaro que Armando no era su novio. Nunca confirmo que ella estaba soltera y tampoco nunca le pidió que salieran.

Ella pensó que quizás el no estaba interesado realmente en ella. Quizás sólo fue amable aquel día en al tienda y las ocasiones posteriores con Toño.

No llegaron a concretar las clases de piano para Toño. Y esa sería la mejor excusa para hablarle y volverlo a ver. Si es que este aceptaba ser el profe de música de su hermano menor.