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Capítulo: 7




Capítulo 7.


Dios. ¿Qué haré ahora? ¿Qué continua? ¿Cómo sigo con mi vida normal de nuevo?  ¿Finjo no conocerlo? ¿Lo ignoro?

El verlo me afecta, me afecta de una manera insólita. Lo odio. El dolor sigue ahí, el dolor que sentí cuando el lastimo mi corazón aún sigue. ¿Debería fingir que él nunca destrozo mi corazón?

Maldita sea, esto solo hace que mi cabeza quiera explotar.

Subo rápidamente las escaleras de mi casa sin molestarme en detenerme un momento para decirle a mamá que regrese. Abro la puerta y me tiro a la cama boca abajo.

Mi labio inferior comienza a temblar de nuevo. Odio ser tan débil. A mi mente llegan todos los recuerdos que tengo junto a él. Todos los recuerdos buenos como los malos.

Las tardes en su casa viendo películas, las noches bajo las estrellas. Los días en que me decía que me amaba. Sobre todo, las ocasiones donde nos divertíamos y éramos simplemente él y yo demostrándonos nuestro amor... o eso creía.

(Dos años y medio atrás)

- ¡Detente! –Grito mientras me retuerzo bajo él. –Oh dios. –Digo entre risas. -¡Pa-para, Liam!

Aleja sus manos de mis costillas riendo. Me gusta su sonrisa. Me enamoro más de él cada vez que me sonríe. –Bien. Pero sabes cuál es la condición. –Llevo una de mis manos a su mejilla y la acaricio.

-Está bien. –Ahogo una mueca. –Solo déjame respirar un poco porque estas asfixiándome con tu peso. –Pico una de sus costillas.

Enarca una de sus gruesas cejas. - ¿Me está llamando gordo señorita Smith?

-Tal vez. –Muerdo mi labio inferior el para ocultar mi sonrisa. Él comienza a hacerme cosquillas de nuevo, y yo vuelvo a retorcerme como gusano rogándole que pare.

-Sabes lo que tienes que hacer. –Dice sin parar.

- ¡Bien! ¡Lo haré!

-Dilo.

-Te amo, Liam Brown. –Digo viéndolo a los ojos.

Sonríe con satisfacción. –Y yo a ti, Smith. –Baja sus labios hacia los míos y me besa con dulzura.

Amo sus besos.

Amo sus caricias.

Amo sus sonrisas.

Amo que solo sea así de atento y cariñoso conmigo.

Amo todo de Liam.

(Presente)

Estúpida. Eso es lo que fui al créele toda su palabrería. Dios. Debí darme cuenta que solo eran palabras sin significado, debí darme cuenta que el chico malo no cambia mágicamente por una chica. Debí darme cuenta que el amor que yo le daba no era igual al que yo recibía. 

Maldigo en día en que lo conocí.

Maldigo el día en que nos besamos por primera vez.

Maldigo el día en que me enamore y le entregue mi corazón como una pequeña ingenua.

Apuesto que tuvo muchos días de diversión burlándose de lo ingenua que era. Apuesto que se reía de mi cada vez que le demostraba mi amor. Apuesto que disfruto romper mi corazón.

Todo en mi vida estaba bien antes de Liam. Absolutamente todo. Yo tenía controlado todo, tenía una rutina la cual seguir, una la cual destruyo llegando a mi vida. Ira. Siento tanta ira, tanto enojo hacia él y hacia mí por ser tan estúpida y dejar que alguien rompiera la burbuja que con tanto esmero construí.

Cierro los ojos recordando el día en que lo conocí. Estaba a mitad de mi último año de secundaria cuando conocí al chico que rompería mi corazón y a mí, un año y medio después.

(Tres años y cinco meses atrás)

Estúpida profesora de francés.

Estúpido Director.

Estúpido sistema educativo.

Estúpidos amigos.

Estúpidos... absolutamente todos los que tuvieron algo que ver con mi castigo.  

Jugueteo con mis dedos mientras muero lentamente del aburrimiento. No puedo creer que mis estúpidos amigos me delataran con el directo. Diablos. Cinco segundos antes de que el director los llamara todos juraban que me defenderían a toda costa.

Diez minutos después prácticamente el noventa por ciento de mis acompañantes me había vendió para no ir a detención.  Eso me entristece un poco, porque yo si los hubiera defendido sin medir consecuencias. Creo que eso me sirve de lección para elegir con más cuidado a mis amigos.

Me levanto de mala gana de la silla y comienzo a limpiar la estúpida cafetería. Saco mi teléfono para poner un poco de música y no morir tan rápido. Dios. Ni siquiera en mi casa hago tanta limpieza como la estoy haciendo aquí.

Rock N Roll de Avril Lavigne comienza a sonar a todo volumen. Oh sí. Muevo la cabeza al ritmo de la música mientras poco a poco comienzo a hacer bailecitos raros y a cantar.

Paso el trapo por toda la mesa limpiándola mientras sigo cantando y moviendo las caderas.

When it's you and me
We don't need no one to tell us who to be
We'll keep turning up the radio
What if you and I
Just put up a middle finger to the sky
Let them know we're still rock 'n roll

Sigo bailando y limpiando las mesas mientras desordeno mi cabello para darme un poco más de estilo a mi baile. Tomo el desinfectante y lo utilizo como micrófono improvisado. Subo a una de las sillas pues porque puedo y quiero hacerlo y estoy disfrutando mucho el hacer esto. Pocas veces puedo cantar con tanta libertad sin que me vean raro.

Rock 'n roll
Hey, hey, hey
Rock 'n roll
Hey, hey, hey

Termino mi espectáculo con ambas manos hacia arriba mientras veo el techo. Algo tipo como lo hacen los artistas cuando terminan una canción. Es como para darme más dramatismo al asunto.

Unos aplausos hacen que pierda el equilibro y casi caiga directo al suelo. Por suerte logro sostenerme de la mesa. –Santo aguacate. –Tapo mi boca con la mano derecha.

Liam Brown está parado a dos mesas de distancia con ambos brazos cruzados intentando contener su risa. No conozco a Liam. Bueno, no personalmente. Pero se todo lo que se habla de él, es como el chico malo de la escuela y siempre me han dicho que me aleje de él. Que su presencia solo trae problemas. Y estoy totalmente feliz de que yo ignore la mayoría de recomendaciones que me dan las personas, porque Liam Brown esta para comérselo bañado en guacamol. Y no en el sentido caníbal.

-Vaya, Smith. –Me sorprendo al escucharlo decir mi apellido. No tenía idea de que él me conociera.  –No sabía que dabas estos grandes espectáculos en la cafetería. De haberlo sabido hubiera buscado más excusas para ser castigado.

-Hay muchas cosas que no sabes de mí, Brown. –No sé porque no lo llame por su nombre, pero en mi defensa él me llamo también por mi apellido y sonó genial. Yo también quiero parecer genial frente a él. Iu. ¿Yo pensé eso?

El me mira fijamente por unos minutos, así que yo hago lo mismo. – ¿Qué haces aquí Smith? –Me sobresalto al volver a escuchar su voz. Dios. Amo su voz. –Cuéntame porque la abeja reina de la escuela está castigada. –Empuja una silla para sentarse. Como si escuchar el porque me castigaron fuera de gran interés para él.

Frunzo el ceño. –No me llames así. –Odio a las personas que sacan conclusiones de mí antes de conocerme. –Y no tengo porque contestar tus preguntas.

Él hace un sonido con su garganta. –Me lo esperaba. –Dice. –Veo que los rumores son ciertos.

-Pues no sé qué hablan de mí, pero te aseguro que el noventa por cierto de lo que dicen es falso. Te recomiendo que no creas mucho en ellos.

Finge pensarlo. –No. Por lo que veo son reales.

Eso me molesta. –No me conoces.

-No hace falta, porque con todo lo que hablan de ti siento que lo hago.

-Eso no es cierto.

Alzó una ceja – ¿Quieres apostar?

-Si.

-Bien. Pero si gano tú me contaras porque estás aquí.

-Aceptó, pero si yo gano tu limpiaras la cafetería solo –Extiendo mi mano hacia el para estrecharlas. Él lo hace y una extraña emoción se apodera de mí. –Ahora muéstrame que "tan bien dices conocerme"

-Estás en tu último año de secundaría, tienes catorce, a unos meses de los quince. –Me da una sonrisa arrogante. –Tocas el violín, no con frecuencia ni frente a nadie, solo para ti. –Lleva una de sus manos a su barbilla mientras finge pensar. –Oh. También eres una de las chicas más populares de por aquí y tienes una muy linda y adorable manera de expresarte cuando te asustan y asombras demasiado. ¿Debo decir la frase? –Pregunta. Niego con la cabeza. Santo aguacate ¿Cómo sabe todo eso? –Ah. Y tu color favorito es el naranja. –Saca algo de su mochila y me lo tiende. –También sé que te encanta el chocolate.

Mi boca cae abierta. Diablos. En este punto cualquier persona normal tendría miedo de que un completo desconocido supiera tanto de su vida, pero como no soy una persona normal el hecho de que Liam sepa todo eso de mí, me emociona de una extraña manera.

-Santo aguacate –La palabra sale de mis labios antes de que pueda detenerla. Siento mis mejillas arder.

-Pero qué bonito, estas toda rojita. –Me sonríe. Antes de que sus manos toquen mis mejillas las aparto de un manotazo. 

- ¿Cómo sabes tanto de mí? Eso es extraño.

-Ya te dije –Se encoge de hombros - De ti es de lo único hablan, ahora dime porque estás aquí.

-Bien. –Soy una persona que cumple sus promesas. –Es posible que yo insultara a una profesora en francés... quien casualmente resulto ser la profesora de francés. –Cierro mis ojos y cubro mis mejillas para ocultar mi vergüenza. Liam suelta una carcajada.

- ¿Solo eso?

Niego con la cabeza. –Y puse gusanos en el auto del director por castigarme.

El ríe con más fuerza. –Ingeniosa.

Creo que la ingeniosa seria Cam con sus raros contactos que le consiguen todo tipo de animales. Dios. En ocasiones tengo miedo preguntar de donde conoce a toda esa gente extraña que le consigue eso.

-Hubiera sido todo perfecto si no me hubieran delatado.

El asiente de acuerdo. - ¿Por qué decidiste insulta a tu maestra de francés en francés?

-Porque es el único idioma en el que puedo insultar. –Hago una mueca. –En mi defensa no sabía que era la maestra de francés.

-Y por qué la insultaste.

-Porque estaba viendo la hora de mi celular en el pasillo y ella me lo quito solo por eso.

-Así que la insultaste por eso, y ella te llevo a la oficina del director donde fuiste castigada. –Une todos los puntos. –Y como creíste que era injusticia decidiste vengarte poniendo guanos en el auto del director. Vaya. Sí que eres vengativa.

Elevo mi mano derecha y dejo un breve espacio entre mi dedo índice y pulgar. –Un poco.

-Bien. Ahora vamos a limpiar la estúpida cafetería y larguémonos de aquí.

-Oye, espera no me has dicho por qué estás aquí.

-El trato era que tú me dijeras.

-Touche.

Pasamos toda la tarde limpiando la cafetería. Dios. Parecía que llevaba siglos sin ser limpiada.

Liam no tan malo como lo hacen parecer, es incluso hasta agradable.

-Adiós, Brown. –Me despido. –Fue agradable limpiar la cafetería contigo. Al fin pude comprobar que lo que dicen de ti no es del todo cierto.

Alza una ceja. – ¿Lo que dicen de mí?

Asiento mientras me encojo de hombros. –Ya sabes. Que eres impulsivo, terco, frio y nada amigable cuando las personas intentan hablarte.

- ¿Y cómo sabes que no son ciertos?  Solo hemos pasado un par de horas juntos.

-Pues por lo mismo. –Le doy una sonrisa. –Eres agradable.

-Bueno si eso.  Déjame decir que lo mismo digo, no eres para nada tan mala y sin duda no eres la perra sin corazón que creí eras.

-Gracias, supongo –Digo anonadada por saber que pensaba eso de mí. –Hasta pronto, Brown. –Camino hacia la puerta.

-Espera, Smith.

- ¿Si?

-Qué tal si salimos alguna vez a tomar un café y a conocernos mejor.

Mis cejas se alzan ante la sorpresa. Vaya. No me esperaba eso. – ¿Acaso el gran Brown me está invitando a salir?

-No te emociones Smith, solo me pareciste agradable y creo que deberíamos saber más del otro.

-Finjamos que te creo, pero ambos sabemos que me estás invitando a salir, Brown. –Le guiño un ojo antes de volver a retomar mi camino.

-Puede ser Smith, pero ambos sabes que no lo admitiré.

Salgo de la cafetería con una gran sonrisa en mi rostro. No me importa si salir con Liam va en contra de todas las normas no escritas de ser popular. Saldré con él.

Cuídate Liam Brown. Serás mi novio.

Te guste o no.

(Presente)

Como iba a imaginarme que un año después iba a lamentarme tener tanta determinación. Diablos. Aprendí de mala manera que los chicos malos no cambian.

Seco mis lágrimas. No llorare más. Me niego a ser la misma ingenua débil. Aun me sigue afectando su presencia, pero Liam no tiene por qué saberlo. Prepárate Brown, conocerás a la nueva y mejora April.

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En multimedia Liam Brown como Diego Barrueco.

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