Capítulo: 5 1/2
Capítulo 5. 1/2
Llevo mi mano derecha hacia mi cabeza intentando parar el dolor. Diablos. Que alguien por favor me arranque la cabeza. Después de unos minutos abro mis ojos. Mala idea.
- ¿Por qué no he muerto? –Me quejo. Froto mis ojos con mi mano y vuelvo a abrir los ojos. Duele, pero ya no tanto.
Lo primero que ven mis ojos son paredes de color azul marino. ¿Qué? ¿Sigo dormida?
Escaneo la habitación intentado recordar donde diablos me encuentro. Esta definitivamente no es mi habitación. Vuelvo a llevar mi vista a los cuadros de deportista famosos.
El cuarto es un completo desastre, es como si un tornado hubiera pasado por ella... o quizás diez tornados.
Intento levantarme de la cama, pero dos buenas razones me lo impiden: la primera, un mareo horrible no me deja ni siquiera poner un pie fuera de ella. La segunda, mi mano izquierda esta esposada a una mano que sobre sale de... ¿Esperen? ¿qué? ¿Por qué estoy esposada? ¿Cómo diablos conseguí estas esposas? Veo con horro la mano que sale de las sabanas. Por favor que sea guapo. Por favor que sea guapo, pienso mientras comienzo a levantar la sabana para descubrir a la persona.
Ay, dios. ¿Qué demonios hice ayer?
Diecinueve horas antes.
Una maraña de pelo rubio se lanza sobre mí mientras grita "Sorpresa" como si tuviera un megáfono incorporado en la garganta.
-Pe-pero ¿Qué haces aquí? –Digo mientras la aparto de mí. Está asfixiándome.
- ¿Qué no es obvio, tonta? He venido a visitarte, tienes tanta suerte, primita. –Alarga una de sus manos mientras intenta apastar mi cabello. Le doy un manotazo ganándome una mirada de reproche de mamá. –Y tu suerte no termina ahí. –Sigue sonriendo. –Me quedare contigo por unos días o meses. –Lo último lo susurra, pero logro escucharla.
- ¿Qué? No. No. No. Claro que no, ¿Es una broma verdad? –Les lanzo una mirada a mis papas en busca de ayuda. Camila vuelve a abrazarse a mí como una sanguijuela. –Por favor díganme que la loca no se quedara aquí.
Una mirada de horror cruza por mi rostro cuando Camila se ríe y restriega su mejía contra la mía mientras sigue abrazándome.
-¡April! No le digas así a tu prima. –Reprocha mamá. –Y es verdad. –Sonríe como si mi sufrimiento fuera divertido. –Tu tía Lily nos pidió cuidar de Camila hasta que ella vuelva de unos viajes.
-¿Por qué me odian? –Lloriqueo. -¿Qué hice para merecer este castigo tan cruel?
-Deja tu drama. –Dice Camila separándose de mí. ¡Al fin! –Vamos, tienes que enseñarme tu habitación. –Ella me toma del brazo antes de que pueda fingir un ataque cardiaco.
Les lanzo una mirada suplicante a mis padres mientras formulo un "ayuda" con mis labios sin hacer ningún sonido. Ambos se ríen de mí mientras niegan con la cabeza.
No es que no quiera a Camila sinceramente yo amo a mi prima. Ella fue la única que se quedó a mi lado cuando todo en mi vida se derrumbó, fue quien estuvo todo el tiempo consolándome y dándome ánimos para seguir.
Es tan solo que ella a veces puede ser un poco... ¿demente? Aún recuerdo la vez que la rete a quitarse la blusa y andar en sostén por el centro comercial gritando "Soy la esposa Bob Esponja" jamás imagine que realmente lo haría. Yo ni siquiera se lo dije en serio. No volví a ese lugar... y tampoco volví a retar a Camila a algo. La comisura de mis labios se eleva recordando al guardia del centro comercial intentado atrapar a Camila.
Claro que todo eso sucedió antes de que yo me sumiera en mi burbuja anti-personas. Después de lo sucedió son pocos los recuerdos buenos que tengo.
-Ey. –Se queja. –Te estoy hablando desde hace 5 minutos.
-Perdón no escuche que decías. – Me disculpo.
Rueda los ojos. -Te estaba diciendo que conocí a un chico muy muy sexy en el avión y me invitó a una fiesta hoy en la noche.
Ahora veo que Camila no ha cambiado nada, no lleva ni siquiera dos horas aquí y ya consiguió que la invitaran a una fiesta.
-Bien por ti.
-Creo que lo que quisiste decir es ¡Bien por las dos! porque ni creas que no iras.
-Claro que no iré Camila, no tengo ánimos de fiestas.
-Oh, créeme que té irás. –Se levanta de la cama y camina hacia mi armario. –O me dejo de llamar Camila Muller
-Pues ve buscándote un buen nombre entonces. –Sonrió. Pobre ilusa, ni crea que iré a esa fiesta.
(30 minutos después...)
-No puedo creer que iré a esa fiesta. –Hago un puchero mientras me siento en el borde de la cama.
-No te quejes. –Dice sin verme mientras acomoda un vestido al lado mío. –Ahora se buena chica y ponte este vestido. –Me echa un vistazo –Ni creas que iras vestida así.
- ¡Eres increíble! no solo me obligas a ir a una fiesta sino ahora me dices que no puedo ir vestida como me gusta. Además ¿Qué tiene de malo mi ropa?
-Tiene de malo que pareces una vagabunda –Increíble. ¿Por qué no legalizan el asesinato por un día como en la película The Purge? El mundo sería un lugar mejor.
-Oye no hables así de mi ropa
-Como sea, ten ponte esto te quedara perfecto –Señala en vestido junto a mí. Lo veo con horror, es de color piel con encaje azul y mangas translúcidas largas azules.
-Estas muy mal si crees que me pondré eso. –Digo señalando el vestido -Pereceré una Zorra.
-Claro que te lo pondrás y no seas exagerada April, ahora se buena chica y póntelo.
-No, me niego a ponerme eso -digo cruzándome de brazos.
Se masajea el puente de la nariz con sus dedos y deja escapar un suspiro
-Vamos April, póntelo rápido que no tenemos tiempo –Me tira el vestido en la cara.
-No, ya dije que no me lo pondré y punto.
- ¿No? –Sonríe diabólicamente. ¡Dios! ¿En qué lio me metí?
(55 minutos después)
-Eres una víbora, no puedo creer que me hicieras ponerme esta cosa -Señalando el vestido.
No puedo creer que lograra convencerme de todo. Oh bueno no fue tan así, el amenazarme con decirles a mis padres donde escondo mis chocolates fue un buen incentivo a que yo colaborase. Realmente no puedo arriesgarme a que ellos los encuentre, sé que me castigaran por tener tantos y también estoy segura de que me los quitaran.
El vestido me incomoda, me queda demasiado corto. Cabe decir que yo no tengo las mejores piernas del mundo, es más, creo que parecen de pollo. ¡Qué horror!
-Deja de quejarte y vayámonos que el viaje es muy largo. –Sonrío como el gato Cheshire al percatarme de un pequeño detalle que seguramente se le paso por alto.
-Cam, tenemos un pequeño problema –Digo con fingida tristeza -Mis padres jamás me dejaran ir a una fiesta sin conocer a nadie. –Lanzo un mechón de cabello fuera de mi hombro. –Que lastima, ya me había ilusionado con ir –Reprimo una sonrisa.
-No te preocupes, yo me encargue de pedir permiso y ¿qué crees? –Sonríe triunfante. –Nos lo dieron. –Hace una mueca. –Por un momento creí que tu padre se echaría a llorar cuando les dije. –Yo solo me limité a fulminar la con la mirada. –Vamos que se nos hace tarde.
El ver a Camila me hace cuestionar que seamos familia. Somos tan diferentes; A ella todo le queda bien y a mí no. Ella tiene mucha confianza en sí misma, yo no. Realmente me siento como una chiquilla a su lado. Mientras ella va con su cabello rubio lleno de ondas y un hermoso vestido resaltando todas sus curvas, yo simplemente voy con mi cabello castaño suelto y mis piernas de pollo a la vista. Ella luce como una súper modelo y yo como su fea asistente.
Una vez conseguimos un taxi, Camila practícame me ataco con su armamento de maquillaje, porque para ella maquillarme en un vehículo en movimiento es una grandiosa idea.
Seguramente seré el payaso con piernas de pollo de la fiesta.
Después de un largo viaje al fin llegamos a la fiesta, y hace aproximadamente veinte minutos Camila se fue de mi lado con la excusa de ir a buscar a su nuevo amigo. Jamás regreso. Creí que por lo menos estaría a mi lado, pero no fue así, ahora me encuentro sola con un monto de adolescentes alcoholizados llenos de hormonas.
Veo a todos a mi alrededor mientras le doy un trago a mi agua, debo admitir que la casa es grandiosa, si se le puede llamar así, esto parece un castillo, al principio creí que podría perderme por los pasillos así que opte mejor por no beber. Y considerando que Camila seguramente se fue con Zack, el chico del avión, tengo la sospecha de que volveré sola a casa así que no quiero estar medio ebria para eso. Suelto un suspiro y sigo bebiendo mi agua.
Ya hacía más de unas horas desde que llegamos a la fiesta y no tengo ninguna señal de Camila. Yo sigo en el mismo lugar desde que llegue, el barman al ver que no me movía de la barra decidió prepararme unos vasitos misterioso, al principio no los tome por desconfianza pero un tiempo después dejo de importarme con total de que me quitaran un poco el aburrimiento.
- ¿Qué hace una chica tan linda sola? –Me tomo el último trago de mi vaso. Necesito un poco de fuerza para lidiar con adolescentes borrachos hormonales o sino terminare rompiendo alguna nariz antes de que acabe la noche. El chico me toma por la cintura. - ¿Puedo acompañarte un rato? –Le doy un manotazo a las manos que rodean mi cintura. Preparo mentalmente mi discurso de cómo debe de correr por su vida antes de que mi puño lo alcance.
Doy media vuelta dispuesta a poner al chico en su lugar. Abro la boca para comenzar, pero cuando veo al chico la cierro de inmediato.
Joder. ¿Por qué todo lo malo me pasa a mí? El matador de libros me ve como si él tampoco lo creyese.
-Ay no. –Dice con disgusto y miedo. –La loca de los libros.
Frunzo el ceño -No me vuelvas a llamar loca a menos que quieras volver a tener mi puño en tu lindo rostro de nuevo.
-Así que te parece lindo mi rostro –Sonríe. –Qué tal si nos olvidamos de aquel inconveniente y vamos a bailar. –Claro, cuando me vuelva millonaria y las gallinas vuelen. Frunzo más el ceño ¿Las gallinas no vuelan, cierto?
-No bailaría contigo, aunque fueses el último chico en la tierra. –Me cruzo de brazos mientras me recuesto un poco en la barra. - Ahora muévete, no quiero que me contagies tu estupidez – Rueda los ojos.
–Deja de hacerte la difícil, ambos sabemos que te vuelvo loca. –Se acerca a mí con un movimiento algo extraño. Creo que intenta ser "sexy"
Comienzo a reír dejándolo un poco desconcertado. Trato de controlar mi risa y me acerco a él imitando el movimiento que utilizo segundos antes. –Claro que me vuelves loca. –Le susurro. –Pero no de la manera que crees amigo. –Le doy una palmadita en la mejilla.
-Por favor. Soy irresistible, te apuesto que en unos días no dirás lo mismo.
-Si tú eres "irresistible" yo soy la reina de Narnia. –Le guiño un ojo.
Ríe sarcásticamente. -Veo que la niñita tiene sentido del humor. Claro que soy irresistible solo mírame nadie se puede resistir a esto -Dice señalándose a sí mismo
-Pues te tengo una noticia, esto -Digo señalándome. -Si se resiste a eso –Lo señalo haciendo una mueca.
-Oh claro que no cariño, nada se resiste a mí y veras que pronto tú- Pone un dedo en mi frente -Caerás rendida ante mí –Me guiña un ojo para después darse media vuelta.
-Eres un idiota -le gritó para que logre escucharme. -Yo jamás caeré ante ti, ni en tus patéticos intentos de cumplidos.
-Sí, si lo que tú digas. Por cierto –Se acerca de nuevo a mí. -Me encantas con ese vestido que llevas, pero me encantarías aún más quitártelo. – Dicho eso da media vuelta. Solo lo veo alejarse mientras pienso en lo bonito que se miraría mi tacón clavado en su garganta.
Después del encuentro con el idiota mis ganas de estar en la fiesta decayeron aún más. Estoy a punto de irme cuando una Camila un tanto tomada se aparece ante mí.
-Donde carajos estabas Camila, llevo poco más de dos horas sentada aquí esperándote. –Me siento como una madre regañando a su hija. Pero estoy muy molesta con ella.
-Cálmate estaba bailando con Zack nada más –Se excusa mientras vuelve a beber de su vaso.
-Espero que solo eso –Le arrebato el vaso.
-Oye. –Se queja. –Mejor dime que has hecho, amargada.
-Oh, pues baile, bebí, ligue con chicos ya sabes lo normal. –Digo con sarcasmo.
-En serio –Pregunta con la voz más aguda de lo normal dando saltitos.
-Claro que no tarada, me la pase sentada esperándote.
-Eres una aburrida. –Se queja.
-Hola chicas. –Veo de mala manera al chico.
-Hola -Digo de mala gana ganándome un codazo en el estómago departe de Camila.
-Hola, Zack -dice Cam mostrando sus perfectos dientes blancos.
-Chicas estamos a punto de jugar verdad o reto ¿se unen? –Así o más cliché. Ruedo los ojos.
-Si.
-No. –Decimos Camila y yo al unísono haciendo que Zack nos vea raro
-Claro que jugaremos, Zack. –Camila me pellizca el brazo derecho para que no diga nada.
Ambas lo seguimos mientras él nos hace camino entre las personas hasta llegar a un grupo de personas sentadas en un pequeño círculo. Me siento de mala gana. No puedo creer que aceptara venir, estoy considerando seriamente si mis chocolates valían tanto para soportar esto.
-Bien, ya que estamos completos comencemos –Habla un chico de suéter verde.
Comenzamos a jugar. Debo de admitir que me divertí al principio, pero todo es risas y diversión hasta que te toca a ti. Y lastimosamente mi momento llego.
- Bueno mi querida...
-April –Contesto.
-Sí, April como sea ¿Verdad o reto? –Pregunta el mismo chico de suéter verde.
Todos me miraban expectante.
-Verdad –Digo sin pensar. No quiero un reto, no después de ver como una chica se tiraba desnuda a la piscina hace un rato.
Él chico abre la boca para hacer la pregunta, pero no tiene oportunidad cuando una voz lo interrumpe. – ¿Eres virgen? – ¿Cuántos años les dan a los asesinos? Porque no me importaría pasar unos cuantos años en prisión con tal de no verlo nunca más. El matador de libros me da una sonrisa arrogante mientras espera mi respuesta. Un momento ¿Cuánto tiempo lleva allí?
Puede sentir como mi rostro calentarse. Camila espero que duermas con un ojo abierto todas las noches.
-Y-yo –Ay dios. ¿Dónde están los terremotos y tsunamis cuando se necesitan? Después de unos cuantos segundos en los que considere que decir, opte por ser sincera. –No.
Le arrebato el vaso al chico a mi lado y lo tomo de un solo trago. Necesito fuerza para no asesinar a alguien. El idiota, quien se encontraba dándole un trago a su bebida de manera tranquila se atraganta al escuchar mi respuesta.
- ¿Qué? –Vuelve a preguntar- ¿Cómo que no lo eres?
-Ella ya respondió. Sigamos con el juego –Interviene Camila. Jamás en toda mi vida la he amado tanto.
El juego continuo, pero ya no me divertí tanto como antes. Quería irme, pero Camila me tenía controlada, sabía que me armaría un escándalo si intentaba siquiera levántame.
Ya habían pasado casi una hora desde mi último turno y jamás terminaría de agradecer que fuéramos tantos jugando.
No podía decir lo mismo de Camia quien hasta ahora ya se besó con tres chicos diferentes, eso sin contar que su vestido se fue hace dos rondas atrás por un reto.
El idiota quien ahora sé que se llama Scott, tampoco se había salvado, ya se besó con la mayoría de chicas que se encuentras jugando. Lo cual es extraño, es como si las chicas rezaran cuando giran la botella para que puedan retarlo a besarlas. Asco. No sé cuántos gérmenes compartieron ya.
El juego ya estaba por finalizar, varios chicos se habían aburrido y marchado hacia ratos. Por suerte tendría que aguantar tan solo unos minutos más y podría irme. Pero está claro que eso pasaría si fuera una chica normal y no una con mala suerte como yo, porque justamente cuando Zack giro la botella para la última ronda, está apunto hacia a mí.
En ocasiones me cuestiono si la vida tiene algo contra mí.
Suelto un suspiro cansada al escuchar a Zack.
- ¿Verdad o reto?
-Reto –Digo sin detenerme a pensar. No quiero más preguntas vergonzosas.
Scott me sonríe con malicia. De manera lenta se inclina hacia Zack y le susurra algo al oído. Este al escucharlo sonríe al igual que él.
Ay, dios. ¿En qué diablos me he metido? ¿Es muy tarde para fingir mi muerte?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro