Capitulo 13
Llegamos al lugar de la fiesta y mi boca casi cae abierta. Joder. Viendo a toda esa gente entrar con sus trajes y vestidos elegantes me hacen arrepentirme por no optar por ese vestido plateado. Hace unos momentos estaba contenta con la elección que hice, pero ahora no tanto.
-Vamos –Scott intenta tomar mi mano para guiarme hacia la entrada, pero yo la aparto rápidamente.
Él no dice nada. Muerdo mi labio inferior cuando nos aproximamos a la entrada. No lo voy a negar, aún sigo muy nerviosa. Pasamos las grandes puertas y mi boca casi se abre de nuevo. Si el exterior era bonito, el interior no tiene palabra alguna para describirse. Por un momento temo quedarme ciega. El color dorado predomina en toda la casa. Puertas, cortinas, sillas, manteles e incluso las decoraciones son de un dorado hermoso, aunque un tanto cegador. Jamás creí que tanto dorado junto llegara a verse tan bien.
Nos dirigimos a un gran salón. Maldigo internamente por no haber elegido el vestido plateado. Otro torrente de color dorado nos recibe. Vaya. Ha estas personas realmente les encanta ese color. Por un momento tengo nauseas al ver el salón. Todo luce tan malditamente costoso y dorado.
- ¿Qué pasa?
-No creo que esto sea una buena idea.
- ¿Por qué? –Pregunta con intriga.
-Me siento muy incómoda. –Confieso. –Ver a todas estas personas con sus ropas pomposas y joyas, que estoy segura, cuestan más que mi vida. –Me encojo de hombros. –No creo que encaje muy bien aquí y no es que a mí me emocione tanto hacerlo, es solo que es... extraño.
Scott suelta una risita a mi lado. –Tú eres la extraña. –Le doy un golpe con mi codo en su abdomen. Mala idea.
-Es obvio que no pertenezco aquí.
Scott me mira por un rato y estalla en carcajadas.
-Eres graciosa.
-No te rías. –Gruño.
-Es imposible no reírme con lo que dices, además ¿Cuándo comenzaste a tomarle importancia a lo que dicen las personas?
Entrecierro mis ojos. –Es cierto. –Acepto.
Él me regala una sonrisa de dientes perfectamente blancos. –Bien, entonces andando. –Estoy por continuar mi camino cuando Scott me detiene. –Solo quiero advertirte una cosa. –Pasa su mano derecha por su cabello, desordenándolo. –Jamás he traído a alguna chica a estas fiestas, así que no te asustes si mi madre se te pega como un pulpo. Ella realmente se emociona ante la más mínima señal de que pueda tener una novia, solo no te asustes si eso llega a pasar. –Me da una mirada suplicante. –Sería mejor si no hablaras.
Le doy una sonrisa forzada. –Claro. Solo me limitare a sonreír y a saludar como un robot.
-Yo no...
-Cállate. –Ruedo los ojos. –Puedo controlarlo, confía en mí.
Puedo ver que duda por unos segundos para después asentir lentamente. Bien.
Nos adentramos más al salón y por un momento me siento como una niña en una tienda de dulces. Todo en este lugar me deslumbra por un momento. Una punzada de tristeza me recorre. No hace tanto tiempo soñaba con estar en un lugar así, o bueno, eso era lo que tenía planeado. Ahora todo esto ya no suena tan llamativo como antes, hace años deje de visualizarme entre multitudes de personas con vestidos costosos mientras me alagaban por mi maravilloso talento. Hace tanto tiempo que deje de soñar que perdí la esperanza de volverlo a hacer.
Veo como Scott camina lleno de confianza junto a mí y la esquina derecha de mi labio se eleva un poco al recordar cómo es que estoy aquí. Camila amenazo a Scott con una foto de él, no tanta agradable, vomitando en una de sus alocadas fiestas. Aunque debo admitir que me sorprendió eso, creí que no le importaría que el mundo lo viera así, incluso, llegue a pensar que internet estaba plagado con foto similares. Tal parece que me equivoque.
Ambos nos detenemos cuando estamos frente a una mesa en donde una pareja se encuentra sentada tranquilamente. Inmediatamente los identifico así que en un acto de inercia enderezo mi espalda y elevo mi barbilla mientras les regalo la sonrisa más radiante que puedo.
La pareja al vernos se levanta de sus asientos con una sonrisa tan grande que puede competir con la del gato Cheshire.
-Cariño. –Exclama quien supongo es la madre de Scott. –Me alegra que al fin llegaran. –Envuelve al chico que esta junto a mí en un abrazo mortal. Por un momento temo que él no pueda respirar. – ¡Oh! –Sus ojos brillan bajo las luces del salón. –Pero que linda eres. –Mis ojos se abren al ver como se acerca a mí. Por un momento temo que me envuelva en su abrazo mortal así que cuando sus brazos me rodean, me quedo quieta por un momento hasta que veo que su abrazo no es más que un leve apretón lleno de ternura. Como si yo le diera ternura y tuviera miedo romperme.
-Padres. –Les sonríe. –Ella es April. –Me presenta. –April ellos son mis padres. El señor y la señora Harries.
Por un momento quiero reír por la formalidad de toda la presentación. Estoy segura que si yo presentara así a mis padres ellos se reirían de mí. Sin poder evitarlo se me escapa una pequeña risa. Scott me lanza una mirada desconcertada y yo finjo una sonrisa. –Un gusto poder conocerlos al fin. –Miento. –Scott me ha hablado mucho sobre ustedes. –Suelto una pequeña risita fingiendo timidez. Vaya. ¿Desde cuándo soy tan buena mintiendo?
-Conociéndolo sé que ha hablado maravillas de nosotros. –Rueda los ojos con fingido fastidio. –No somos tan geniales.
-Claro que sí. –Dice Scott abrazándola mientras le da un tierno beso en la frente. Adorable.
-Me gustaría decir lo mismo de ti, pero mi hijo no nos ha hablado nada de ti. –Le lanza una mirada de reproche.
-Lo siento madre. –La vuelve abrazar. –Pero necesitaba tiempo para preparar a April. Tu puedes ser muy intensa cuando quieres. –La señora Harries se lleva ambas manos al pecho fingiendo indignación.
-Mucho gusto, April –Se dirige a mí el señor Harries. –Eres muy hermosa, ¿segura quieres salir con mi hijo?
La señora Harries se ríe y yo también lo hago. –Es un poco raro, pero es soportable.
-Bueno, creo que es momento de sentarnos.
-Ven April, siéntate junto a mí. Quiero conocerte ahora que te tengo aquí antes de que mi hijo decida ocultarte de nuevo.
Todos nos acomodamos en la mesa y comenzamos a conversar tranquilamente. Casi suspiro de alivio al ver que les agrado a los padres de Scott. Por un momento tuve tanto miedo de que su madre fuera como lo son en las películas y me rechazara solo porque soy pobre y no soy suficiente para su bebe.
-Cuéntame April ¿Cómo se conocieron tú y mi hijo? –Pregunta el padre de Scott.
No lo pienso dos veces y suelto lo primero que viene a mi mente. –En el parque.
-Consulta médica. –Me giro hacia a Scott y lo veo con los ojos abierto ¿consulta médica, en serio?
Les regalo una sonrisa fingida a todos en la mesa. –Si... nos conocimos en el parque camino a una consulta médica. –Casi golpeo mi frente contra la mesa. Todo lo que acabo de decir sonó como una pregunta en lugar que una afirmación.
Los padres de Scott intercambian una mirada que no logro descifrar. –Y qué ibas a hacer tu con un doctor, hijo.
-S-si... bue-eno. –Quiero morir. Por favor que alguien llame a mi mami.
-Tenía un leve resfriado. –Scott me lanza una mirada de reproche. –No te lo había comentado porque no era nada serio.
-Claro –Sus padres nos ven con los ojos entre cerrados.
Dejando el tema a un lado todos comenzamos una plática amena, en el poco tiempo que tenia de estar juntos a ellos pude ver el gran amor que se tenían. Era algo raro de ver pues al ver a chicos como Scott llenos de arrogancia y con un ego que supera las nubes no te puedes imaginar a unos lindos padres que irradian amor cuando ambos cruzan miradas, era tan lindo de ver, incluso competían con el amor que mis padres se tenían.
-Hola, lamentamos mucho el retraso. –Habla una voz a mis espaldas.
-No hay problema, tomen asiento.
Como si fuera la niña del exorcista gire mi cabeza. Una sonrisa falsa se formó en mis labios. Los padres de Liam estaban frente a mí, genial, mi suerte seguramente el día de hoy decidió empacar maletas y huir del país.
- ¿April? –La sonrisa en la cara de la señora Brown franqueo un poco.
No tuve más opción de forzar más mi sonrisa, a diferencia de su hijo, la señora Brown era una dulzura. Me agradaba mucho, ella no era la culpable de tener a un idiota como hijo. –Hola.
-Pero qué grata sorpresa. –Tomo mi brazo y de un tirón me envolvió en un asfixiante abrazo. –Tenía tanto tiempo de no verte.
-Si. –Logro susurrar.
-Cariño, creo que deberías aflojar un poco ese abrazo. –Dice el padre de Liam con un toque de gracia en su voz.
-Lo siento. –Suelta su abrazo mortal liberándome. -Es que, aunque no lo creas, extrañaba verte. –Me regala una sonrisa cálida. –Ya no tengo con quien hacer galletas y tomar el té.
-Oye. –Se queja su esposo. –Creí que yo era más que suficiente.
-Cariño. –Dice con dulzura. –Te amo, pero si te escucho un día más hablar sobre futbol mientras tomamos el té, voy a tirarme por la ventana más cercana. –No puedo reprimir la risa. La señora Brown me ve y alisa un poco mi cabello, como si fuera una mama oso comprobando a su cachorro. –Estas tan hermosa.
Puedo sentir como mis mejillas se calientan. –Gracias. –susurro.
-Tomen asiento por favor.
Una vez todos volvemos a sentarnos la señora Brown habla. -Liam estará muy contento de verte.
Sin poder evitarlo mi espalda se endereza. –E...él ¿está aquí? –Pregunto con un nudo en la garganta. Creo que me siento enferma, mi cabeza da vueltas y las náuseas no se hacen esperar. Necesito salir de aquí. Sé que he venido por él, pero ahora todo se sienta tan real. Una pequeña parte de mi quería que él se negara a venir.
- ¡Claro! –Exclama. –Tomo algo de trabajo el convencerlo, pero sé que una vez se entere de que tú estás aquí, estará muy contento. –Hace una pequeña mueca y se acerca a mí para susurrar. –No le digas que dije esto, pero sé que el aun te extraña. –La veo con el ceño fruncido. Claro y en algún momento entrara Obama por la puerta. Llovería fuego antes de que el gran y poderoso Liam me extrañara. Bueno, tal vez a su manera retorcida extraña hacer mi vida miserable. - ¡Oh! Mira, es él.
Cierro los ojos con fuerza. Debí huir en cuanto supe que él estaba aquí, ahora es demasiado tarde.
Bien, April. Debes comportarte, no debes mostrar debilidad frente a él, es hora de dejar de huir. Abro los ojos y veo como Liam se acerca a nuestra mesa, puedo ver como camina hacia nosotros con su usual seguridad como si todos debiéramos arrodillarnos ante él por complacernos con su presencia. Dos segundos, eso es lo que les toma a nuestras miradas encontrarse, por un momento veo su paso aminorar y su sonrisa franquear. Por una extraña razón eso me hace sonreír. Lo sorprendí, logre obtener de él, aunque sea la más mínima reacción ¿eso cuenta como una pequeña victoria, cierto?
Esa mínima reacción genera en mi un atisbo de confianza extra, no dejare que el vuelva afectarme o bueno no dejare que el vea que lo hace. Bien, Liam espero que estés preparado para la nueva April, porque esta versión mejorada de esta sedienta de venganza.
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