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Capítulo 30 •Final•

El día de la mudanza había llegado, un día no tan esperado para los hermanos Salazar, quienes no podían creer que tenían que abandonar nuevamente sus vidas en un lugar, para ir a otro y aunque su padre les decía que se alegraran ya que regresarían y verían de nuevo a sus familiares, pues...ellos no mostraban felicidad alguna, eso sí, podían sonreír falsamente para aparentar pero no podían sentir esa dicha y alegría de verdad. La más afectada de los dos hermanos era María, ésta no dejó de estar decaída en los dos días restantes que le quedaban de estadía en Derry, nisiquiera aunque en esos dos días recibió la visita de sus amigos, todos hacían lo que podían para aunque sea verla sonreír por última vez , Richie sacó chistes malos de hasta donde no tenía y hasta se inventó unos en el momento pero nada, nada podía quitarle el dolor y sufrimiento del corazón al saber que debía volver a dejar atrás una vida con personas que se habían vuelto muy importantes para ella.


Pero volviendo a la actualidad,eran las nueve de la mañana, el camión de la mudanza había llegado y Darío junto a Tomás se encontraban cargando las cajas y llevándolas a éste, mientras que María estaba en el cementerio de Derry, caminando por uno de sus senderos que finalmente la llevó a una tumba , tumba la cual ella había buscado con sumo detenimiento y al encontrarla, una pequeña sonrisa se asomó por sus redondos y rojos labios.

- Hola, Lana- dijo ella mientras se hincaba frente a la tumba de su difunta mejor amiga- Te traje un presente- la azabache dejó frente a la lápida un ramo de frescas rosas rojas.

María suspiró pesadamente y bajó su vista.

- Yo, nunca supe si te gustaban las flores así que...me arriesgué, espero que no te haya molestado que te trajera las que me gustan a mí- decía María con voz entrecortada, una lágrima se deslizó cada una desde sus ojos avellana hasta su barbilla y terminaron por caer al césped- Yo...me voy de Derry hoy, no volveré hasta dentro de no sé cuántos años, no sé si volveré pero ,no me quería ir sin antes despedirme de ti.

María levantó su vista del suelo y miró con ojos llorosos la lápida de Lana.

- Eres y serás mi mejor amiga por siempre, Lana- dijo para luego besar sus dedos índice y corazón de su mano derecha y posicionarlos en la lápida como signo de despedida.

•••

Mientras aquello pasaba en el cementerio, por otro lado en el parque de Derry un muy melancólico Patrick yacía sentado en un banco mientras sacudía ansioso su pie izquierdo ¿La razón? Pues él ya sabía que día era hoy y lo que iba suceder también y por si no fuera poco, él dió una pequeña vuelta por la casa de María para verla por última vez ,pero en lugar de eso vió con tristeza a los que hubieran sido sus futuros suegro y cuñado sacando cajas de la casa.

Patrick suspiró y pasó sus manos por su cabello, él no quería creer que de verdad eso estuviera pasando.

- ¿Crees que le guste?- se oyó decir a una voz femenina.

- ¡Claro que le gustará!- dijo otra pero era masculina y chillona.

- ¿No pudieron conseguir uno mejor que ese? Parece que lo sacaron de la basura- comentó otra voz con cierto tono de desagrado.

- ¡Beep Beep Richie!- dijeron un grupo de voces al unísono.

Patrick al oír el nombre Richie, comenzó a buscar de dónde provenían las voces, se levantó del banco y miró por todos lados hasta que Bill y sus amigos o "Los Perdedores" como él y los Bowers Gang solían llamarles ,aparecieron en su vista panorámica a unos tres metros de él caminando por la acera.

- Oigan...- dijo el pelinegro comenzando a caminar rumbo hacia ellos- ¡Oigan!- gritó provocando que el grupo dejara de caminar y que movieran sus cabezas a distintos lados para encontrar a quien los había llamado.

El primero en distinguir a Patrick fue Richie, quien acomodó sus anteojos.

- Ése es... ¿Hockstetter?- dijo Richie entrecerrando sus ojos viendo al pelinegro aproximándose a toda velocidad y los demás siguieron la mirada del chico hasta dar con el mencionado.

Patrick dió unos cuantos pasos más hasta que llegó donde los chicos y se posicionó frente a ellos, quienes lo miraban estupefactos.

- ¿Tú nos llamaste?- preguntó Beverly confundida.

- No te-tenemos tiempo para ti y tus tonterías- dijo Bill rápidamente con su ceño fruncido y Patrick lo miró de arriba a abajo para luego soltar una risita burlesca.

- No se crean tan especiales, yo tampoco quiero perder mi tiempo con unos perdedores- dijo Patrick y los chicos fruncieron sus ceños algo molestos- Yo, los llamé para preguntarles sobre María, ella...¿Ya se fué o todavía está aquí?

Los chicos se miraron entre sí confundidos y asombrados ¿Porqué Patrick se interesaba en su amiga? ¿Y cómo demonios él sabía que ella se iba a ir?.

- Espera...¿Cómo sabes que ella se va hoy? - preguntó Richie mientras colocaba sus manos en sus caderas y miraba con extrañeza al pelinegro.

- Si ¿Y porqué lo quieres saber?- preguntó Ben a la defensiva mientras daba un paso adelante y Patrick volteó a verlo con superioridad.

- No quieras venir a tratar de intimidarme , Pericles- dijo Patrick refiriéndose a Ben quien lo miró ofendido- No les interesa cómo lo sé o porqué lo pregunto, lo único que quiero es que respondan mi maldita pregunta ahora mismo- terminó de decir Patrick con voz firme y mostrándose amenazador.

Bill miró a Patrick, éste tenía una expresión de seriedad en su rostro , se veía abrumado y sinceramente el castaño no quería empeorar más el estado de ánimo del pelinegro.

- Aún no se ha i-ido- respondió Bill con inseguridad de si fue bueno o no responderle.

Los chicos vieron cómo la expresión seria del pelinegro se suavizaba ,éste suspiró aliviado al saber que aún tendría oportunidad de despedirse.

- Bien- dijo Patrick con simplicidad para luego irse de allí sin siquiera dirigirles la mirada a ellos o darles las gracias, dejándolos aún más confundidos de lo que estaban.

•••

María regresaba a casa de su visita al cementerio, su vista estaba en el suelo y arrastraba la suela de sus botas con pereza, no había dormido bien anoche y eso más el ajetreo de hoy no le ayudaban en nada, pero por suerte ella había llevado sus cosas al camión de la mudanza mucho antes que su padre y su hermano ,dándole tiempo de al menos dar un último recorrido en Derry.

- ¡Mija!- María alzó su cabeza y fijó su vista en su padre, quien la llamaba desde unos dos metros desde la casa.

María suspiró y apresuró su paso para ir donde su padre.

- ¿Cómo estuvo la caminata? ¿Te sirvió?- preguntó el patriarca de la familia y María le dió una mirada rápida para luego mirar la que en media hora, se convertiría en su antigua casa.

- Algo- respondió ella tenuemente y Darío la observó con tristeza y siguió la mirada de ésta hasta dar con la casa.

- Ayayay mijita...sé cómo debes estar sintiéndote- dijo Darío y María volteó a mirarlo.

- ¿De verdad?- preguntó ella.

- Claro, esa sensación de pérdida que sientes ahora mismo, fue lo que yo sentí cuando los saqué de México y nos vinimos a vivir aquí después de la muerte de tu madre- dijo el más viejo de los Salazar con nostalgia- Fue lo más difícil que hice en toda mi vida.

María miró a su padre con ojos llorosos y una mueca de tristeza.

- Perdóname si sueno irrespetuosa pero, me parece una pendejada tener que irnos sólo para complacer a una bola de cabrones que creen que tan sólo por tener una insignia y voz en la justicia ,pueden quitarnos lo poco que tenemos- dijo María y Darío la observó con incredulidad, era la primera vez que oía tanta seguridad en las palabras de su hija.

Darío suspiró y se acercó a su hija para luego posar su manos en el rostro de ésta.

- No, tú perdóname a mi- dijo Darío con culpabilidad- Todo ésto está pasando por culpa mía y por mis pendejadas, créeme que me duele mucho verlos a ti y a tu hermano tan infelices, nunca quise que ésto pasara a mayores ,perdóname mijita.

María apartó las manos de su padre de su rostro y posó las suyas en el rostro de él.

- No te preocupes pa', no hay nada qué perdonar- dijo María con dulzura y Darío le sonrió.

- Eso que dijiste antes, hablaste como toda una Salazar- María soltó una risita y abrazó a su padre- Te quiero mucho ,mija.

- Y yo a ti ,pa'.

Padre e hija se separaron de aquel cálido abrazo, segundos después Tomás había salido de la casa anunciando que sólo faltaban unas cuantas cajas por cargar y Darío se adentró a la casa para ir en busca de ellos.

- ¿Cómo te sientes?- le preguntó Tomás a María llegando junto a ella.

- Rara, debería sentirme familiarizada con todo ésto pero...nada, es como si ésto fuera nuevo para mi- dijo la azabache abrazándose a sí misma.

- Bueno, tal vez sea porque en el tiempo que nos fuimos de México eras demasiado pequeña- comentó Tomás.

- ¿Te despediste siempre de Marcus y Willie?

- Si, fue muy emotivo ¿Sabes? Lloramos como doñas viendo telenovelas- los dos rieron ante tal comparación- Lo bueno es que al menos me llevaré algo de ellos- Tomás alzó su mano derecha dejando ver que traía algo en su mano; eran sus llaves del auto pero acompañados de un llavero de metal con la silueta de una mujer y con el nombre del mismo tallado en éste.

María sonrió y negó con la cabeza al ver el particular regalo, pero luego cambió su sonrisa a una expresión de tristeza al saber que no tendría nada para poder recordar a sus amigos, tendría sus rostros en su memoria pero ¿Quién le podría asegurar que se quedarían allí para siempre?

- ¡María!- se oyó a alguien gritar y la mencionada salió de sus pensamientos tristes y se volteó para ver quién la había llamado.

El rostro de la azabache desbordó alegría al ver a Bill y los otros acercarse a toda velocidad.

- ¡Chicos! Vinieron- dijo María con una gran sonrisa mientras recibía un abrazo grupal de parte de ellos.

- Claro que vinimos, no íbamos a dejarte ir sin despedirnos de ti- dijo Beverly.

Los chicos se separaron del abrazo y se miraron entre ellos con complicidad para luego mirar sonrientes a María, quien los observó con confusión mientras sonreía.

- Eh...¿Porqué me miran así?- preguntó y Eddie dió un paso adelante.

- Te tenemos un regalo- dijo el pequeño castaño y de pronto Stan se acercó a María con los brazos escondidos en su espalda.

Stan sacó su brazo derecho dejando ver que de su mano colgaba una mediana bolsa de plástico con algo adentro, María miró con diversión a cada uno de su amigos y tomó dicha bolsa, metió su mano en ésta y sacó el contenido que yacía dentro.

Los ojos de María se llenaron inmediatamente de lágrimas al ver el regalo de los chicos; era una foto grupal de los chicos con un enmarcado de madera, la cual era pintada de blanco pero la pintura estaba algo desgastada. La azabache acarició con sus dedos el rostro de cada uno de sus amigos en la foto.

- No queríamos a-arriesgarnos a que nos olvidaras, así que...¿Qué mejor forma de recordar a tus amigos que una fo-foto?- dijo Bill sonriéndole a María de forma dulce.

María alzó su vista llorosa de la foto y miró a sus amigos con ternura.

- ¿Te gustó el regalo?- preguntó Beverly.

- ¡Obvio no! ¿No ven que llora de lo horrible que es? Les dije que ese enmarcado le quedaría horrible- dijo Richie bromeando pero arruinado el momento para los chicos, quienes lo miraron con enojo.

- ¿Y qué querías? Apenas nos alcanzó el dinero para la foto y encima tuve quitarle ese marco a la foto de las gardenias de mi mamá- dijo Eddie molesto y María soltó unas sonoras carcajadas al ver la extraña discusión.

- Chicos, basta- dijo ella risas y éstos voltearon a mirarla- El regalo me encantó, es muy hermoso- decía mientras abrazaba la foto.

- ¿A pesar del horrible enmarcado?- comentó Richie nuevamente.

- ¡Beep Beep Richie!- gritaron todos menos María y éste alzó sus brazos rendido- ¡Era broma! ¡No sean tan agresivos!

Mientras María reía y observaba cómo los chicos comenzaban a discutir entre ellos nuevamente gracias a los impertinentes comentarios de Richie, un joven alto y delgado los observaba escondido desde detrás de un árbol el cual estaba a unos dos metros de ellos, el joven salió un poco de las sombras haciéndose notar y atrayendo la mirada avellana de María ,quien al verlo sonrió ampliamente y se alejó de sus amigos para ir hacia él sin que éstos se dieran cuenta.

- Estás aquí- dijo María con felicidad y abrazando a Patrick, quien le devolvió el abrazo aferrándose a ella y aspirando su dulce y suave aroma.

- Iba a ir directamente hacia ti, pero esos mocosos se adelantaron- dijo Patrick y María rió suavemente.

- ¿Eres tonto? hubieras ido, nadie te diría nada- María pasó una de sus manos por la cabeza de Patrick y acarició su negra cabellera.

- Voy a extrañarte como nunca, María- susurró el pelinegro con tristeza- Tú me salvaste de todas las maneras posibles en las que se puede salvar a una persona y por eso te doy mi gratitud infinita.

María se separó del abrazo y tomó el rostro de Patrick entre sus manos, ésta se sorprendió al ver que los ojos azules de su amado estaban acuosos.

- Yo no quiero tu gratitud, sólo quiero tu amor- dijo María mirándolo a los ojos.

- María, eso tú lo has tenido desde hace tanto tiempo- respondió Patrick con una sonrisa y María no pudo evitar derramar algunas lágrimas.

- Sólo eso me basta- dijo la azabache para luego cerrar los ojos y juntar su frente con la de Patrick.

- Te amo, María-susurró Patrick.

- Yo tam- la confesión de María fue interrumpida por alguien que la llamaba.

- ¡María! ¡Ya nos vamos!- se oyó gritar a Tomás.

La mencionada abrió sus ojos y despegó su frente de la Patrick para verlo a los ojos, el rostro de Patrick se entristeció aún más al saber que la hora por la que tanto había rogado que no llegara, llegó.

- ¡María!- seguía gritando Tomás ,provocando la angustia de la azabache.

- Ve- dijo Patrick tenuemente con la cabeza gacha- Me duele que te vayas, pero debes hacerlo y te prometo que nunca dejaré de amarte , rosa salvaje.

La azabache miró con tristeza a su amado, no podía dejar las cosas así entre ellos, su corazón y conciencia no lo soportarían.

- Yo, me iré, pero antes...

María inhaló y exhaló hondo para luego levantar el rostro de Patrick y posar sus rojos labios en los del pelinegro, Patrick algo sorprendido al sentir por primera vez los labios de su amada ,comenzó a seguirle el beso de forma suave y dulce, era el primer beso de la pareja ,pero desafortunadamente también el último. Los labios de la joven pareja se separaron dejando ver a los dos con una sonrisa en sus rostros, María abrazó a Patrick nuevamente.

- También te amo- le susurró ella a Patrick al oido dejándolo embelesado por sus palabras.

María le dió unas últimas mirada y sonrisa para luego comenzar a alejarse de él y yendo hacia a los chicos. Ella al llegar donde éstos recibió nuevamente el abrazo grupal y ella se los devolvió.

- Te extrañaremos mucho, María- dijo Eddie.

- No te olvidaremos jamás- dijo Beverly.

- Yo tampoco los olvidaré a ustedes, nunca se separen y nunca olviden que los amo a todos- se despidió María.

María le dió un beso en la frente a cada uno de ellos y después se alejó para ir hacia el auto de Tomás, en donde los esperaban él y su padre, la azabache abrió la puerta trasera del Camaro y se adentró en éste cerrando la puerta.

- ¿Lista?- le preguntó Darío observándola desde el asiento del copiloto.

María se levantó ligeramente de su asiento para poder voltearse y mirar atravez del cristal de la parte trasera del auto, donde vió a todos sus amigos en grupo agitando sus manos en señal de despedida y también que en el fondo Patrick estaba al lado de aquel árbol en el que estaba anteriormente escondido, observándola directamente y formando un corazón con sus dos manos.

María sonrió , les dió una última mirada y se volteó quedando nuevamente sentada.

- Si, ahora sí que lo estoy- dijo mirando a su padre con un ligera sonrisa y éste dirigió su mirada nuevamente hacia adelante ,Tomás encendió el auto y el motor del Camaro se hizo escuchar, el auto comenzó a andar y con él ,también el camión de la mudanza.

El grupo de los perdedores veían abrazados cómo María, a la que consideraban una hermana mayor, se iba para probablemente más nunca volver, ellos se quedaron allí parados durante unos segundos más para luego irse de allí totalmente decaídos. Aquella partida le dió paso a que el joven escondido en el árbol saliera de su escondite y caminara hasta quedar en el medio de la calle ,observando con melancolía cómo los dos únicos vehículos en la calle ,se alejaban y se hacían más pequeños con la distancia.

Patrick quitó su mirada de la calle y la posó en su muñeca derecha, justo el lugar en donde reposaba la pañoleta azul marino con puntos blancos, pañoleta que pertenecía a la dueña de su corazón , Patrick acarició la pañoleta con su otra mano y una ligera sonrisa apareció en su rostro, sin duda ni él y ni los perdedores olvidarían a María Salazar, aquella chica de vestido rojo ,que los cautivó de la manera más inesperada posible.

🥀Fin🥀


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