Que las mentiras tienen patas cortas, dicen por ahí.
Que cada quien elige contar la parte de la historia que mas le conviene, he escuchado también.
Que Natalia García ocultaba algo, nadie tenía porque saberlo, pero quizas Nicolás ya lo había descubierto.
Iba en la parte trasera del sedán, con mucho miedo, mis manos me delataban, temblaban sin cesar, asi que las metí entre mis piernas tal vez eso calmaria un poco mi angustia. Aunque los detectives no prestaban atención a eso, ni a mi en realidad, porque iban entretenidos platicando sobre donas y como un tal Franklin siempre se las terminaba todas y nunca se habia molestado en llevar ninguna caja.
¡Vaya! para tener por nombre el apellido del tipo de la foto del billete de $100 era bastante tacaño.
Debo admitir que se me hizo simpática aquella conversación, yo creía que a lo mejor escucharía una platica más oscura, de como la noche anterior habían capturado a algún mafioso, a algún violador, pero no, justo ahora llevaban a una tonta en el asiento trasero.
Quizás logre distraerme un momento centrandome en ellos, pero aquello no duro mucho, mis pensamientos volvieron a divagar en aquella noche, es que parecía que lo que estaba viviendo solo era un deja vu, que yo iba de nuevo en la patrulla policial, que me habían descubierto otra vez, pero ahora estaba segura que el chico que me salvó aquella noche, no aparecería o que si por alguna razón el ángel de mi guarda iba a salvarme de nuevo, Nicolás lo había apartado del camino para que no lo hiciera.
El trayecto pudo haber sido largo, pero yo sentí como si con el simple pestañar ya estábamos frente a la comisaría.
La chica bajo y abrió la puerta
—Hemos llegado muñequita, ¿o que? ¿a caso quieres una alfombra roja para caminar? —La chica tenía una expresión dura en su rostro, parecía como si me odiaba, pero estaba segura que no era asi, que su trabajo a lo mejor la había vuelto fría y sin ningún rastro de amabilidad en el tono de su voz. Y que a lo mejor yo no le generaba confianza, tal vez la chica tenía muy desarrollado el sentido de la intuición.
—No la trates mal León, no queremos que se lleve una mala impresión de nosotros —dijo el tipo que pintaba a tener unos 35 años, este en cambio lo habia dicho de manera afable, quizás me quería generar confianza o ya me habia visto el trasero.
—¡Oh! La vieja técnica del policia bueno y el policia malo. —Resoplé.
—Somos detectives —aclaro la chica pelirroja con pecas en su cara, casi me recordaba a Mérida, hasta parecía adorable, pero su voz era amarga. A pesar de la amargura en su tono entendí que lo había dicho orgullosa de su puesto, quien sabe cuanto le habrá costado llegar hasta ahí—. Y baja ya, que no tenemos tu tiempo. —Me tomó del brazo y bruscamente me halo afuera del auto.
—¡León tranquilizate! —Ella solo puso los ojos en blanco—. ¿Estas bien?
—¡Si! No te preocupes.
El tipo asintió e hizo una señal con su mano para que caminase por delante.
Habían algunos policías afuera de la estación, muchas personas iban y venían haciendo su rutina diaria ¡Que bien por ellos! Años atras mi vida había sido un caos, y lo único que quería era tener dias asi.
No se, si, era mi paranoia pero sentia que todas las miradas de aquella gente estaban puestas en mí. No es por parecer egocéntrica, pero ya me había dado cuenta del efecto que lograba producir siempre que mi cabello negro iba suelto, con aquellas ondas que me tardaba una hora hacer con la planchita, antes me tardaba más, mi cabello iba hasta mis caderas, pero después de tanto hacerlo ahora casi que era una experta.
También llamaba la atención con mi forma de vestir, siempre usaba skinni jeans acompañados de una blazer casi siempre en la parte de arriba, aveces odiaba haber adoptado aquel look porque me cagaba del calor y porque no aguantaba los tacones que siempre me obligaba a usar.
Pero hoy, no sentía que las miradas eran por parecerles guapa, parecía que me estaban juzgando porque sabían mi secreto, aquel que con tanto empeño me habia esforzado en ocultar, aquel que las miradas indiscretas sentía que me decían en susurros cerca de mi oído: Lo sabemos todo y hoy no te vas a escapar.
Pero era imposible que lo supieran, nunca nadie lo había sabido aparte de aquellos policías novatos y mi padre, pero todos ellos estaban muertos. Asi que mi secreto estaba a salvo porque una cosa es segura: los muertos son los únicos capaces de guardar secretos.
Asi que me dije: "Relajate Natalia".
No podía perder la cabeza justo en este momento, no era por aquello que me llevaban a declarar, aunque era igual de siniestro.
Entramos a la estación, me guiaron hasta un cuarto de esos, donde llevan a los ladrones justo antes de hacerlos caer por su propia boca.
Solo abrieron la puerta para que yo entrase y la cerraron a mi espalda.
Vi mi reflejo en el ventanal por el que supuse alguien debía estarme observando. Tragué grueso, y me quite la chaqueta azul marino que llevaba, de pronto hacia mucho calor.
Camine hasta la silla de metal y me senté, puse mis manos sobre la fria mesa, las cuales aún seguian temblando asi que las oculte bajo la mesa.
Luego me recordé: "Mierda ¿que haces Natalia? estas actuando como la culpable de todos los delitos que el psicópata de Nicolás te quiere culpar".
Pero quizás yo si era culpable, aunque no de lo de Mary, quizas debieron sentarme hace mucho tiempo en esa mesa.
La puerta se abrió, el que entró fue López, me sonrió y me puso un café justo en frente, mientras él tenía uno en la mano.
Yo siempre había tenido afinidad con los hombres, por alguna razón siempre lograba que se sintieran atraídos por mí.
Menos mal no fue durante la época de la escuela cuando descubrí aquel pequeño don, sino las chicas me hubieran odiado por eso.
Pero es que yo nunca lo hacía consciente, quizás solo era un encanto genuino que corría por mis venas.
Si por encanto te refieres a parecerles alguien sumisa, tienes razón querida.
Pero la amabilidad de él, no era por gustar de mí, solo estaba haciendo su mejor actuación, para que yo confiara en él.
—Bien Natalia —dijo mientras se sentaba frente a mí—. Te haré unas cuantas preguntas, no tienes nada de que preocuparte.
—Okey —musite y moví mi cabeza en señal de aprobación.
Sabía que la primer pregunta sería sobre Mary, pero y que tal si no, que tal, si me preguntaba quien habia matado a aquellos dos policias, me creería si le decia que no sabía, que yo había perdido todo sentido de la conciencia, y que solo recuerdo haberme despertado a la mañana siguiente en mi cama, con mi pijama ya puesta y el botín a mi lado.
Me creería si le decía que esa noche yo habia sido una especie de Moon Knight, solo que sin las múltiples personalidades, bueno, si tenía múltiples personalidades, pero no por que tuviera algún trastorno psicológico, yo las había creado y era muy conciente de eso, y las manejaba y usaba a mi antojo.
Porque debía ser clara, Steven era la que les mostraba a todos, la tonta Natalia, tan tonta, para su propia conveniencia. Marc era la verdadera yo, intrepida, inteligente, pero con sentimientos al fin y al cabo, manipulada por el que yo creía que era mi dios.
Y la tercera la que todos desconocían, y la que trabajaba específicamente para él.
¿Me creerian si le soltaba tremenda estupidez? Y con una analogía desconocida en aquel tiempo.
—¿Natalia de donde conoce a Abigail Monterrosa? —sonó la voz ronca sacandome de mis pensamientos.
—¿A Aby? —Okey dentro de mi cabeza me había estado armando tremenda película y él me estaba preguntando por Aby.
—Si, a la esposa de Nicolás Monterrosa.
A la esposa de ese maldito, engreido y pedazo de poco hombre, en mis dulces palabras.
—Si, la conozco, fuimos amigas, bueno aún lo seguimos siendo, solo nos distanciamos dos años.
—Entiendo —dijo poniendo a un lado su café y llevando sus manos sobre la mesa para entrelasarlas— ¿Y por que se alejaron?
—La verdad es que no lo sé —bueno según lo que me había dicho Enrique, había sido por su culpa, pero se imaginan contar tremendo enredo ahí Ni-lo-ca.
—He escuchado que usted fue la primera que la encontró luego de que alguien misteriosamente la golpeara.
—Si, asi fue.
—¿Y que hacia ahí Natalia? ¿Como fue que usted llego en ese momento justo?
A este punto fui conciente de dos cosas, que el tipo hablaba mas seriamente, que el tono afable había desaparecido y había dejado de tutearme. Ok fueron tres cosas, y que me estaban preguntando por Aby, no por Mary.
—¿Me esta culpando a mi de lo que le paso a Aby? —pregunté con un gesto genuino de sorpresa en mi cara.
—¡No! Pero es raro ¿no? Si no fue usted, por lo menos tuvo que ver quien lo hizo. —Dejo de apoyar sus manos en la mesa y se hizo hacía atras para apoyar su espalda en el respaldar de la silla— ¿O si fuiste tú? y llamaste la ambulancia cuando te arrepentiste de lo que habías hecho.
—¡A la mierda! —gritó alguien afuera haciendo que el policía y yo nos exaltaramos, luego la puerta se abrió, era Carlos— ¡Deja de hablar Natalia!
—No puede entrar aquí —dijo la policía, perdón la detective, o sea León.
—Dime Natalia, ¿te leyeron tus derechos? ¿Pediste un abogado?
Que la presión se me bajo en ese momento, esa era una regla básica, pedir un abogado, y yo no lo había hecho. ¡Ok si! También la verdadera yo era tonta.
—Pero es que ella no esta arrestada —dijo el poli, ¡hay mierda que son detectives!
—Entonces no tiene porque estar aquí, Vámonos Natalia. —Me tomó del brazo conduciendome a la salida.
—Natalia si usted tuvo algo que ver en lo que le paso a la señorita Monterrosa, creame que no descansaremos hasta descubrirlo. —sus palabras habían sido claras, y me di cuenta que yo era la principal sospechosa en lo que le había pasado a Aby.
—¿Por que aceptaste venir? —dijo Carlos reprendiendome, cuando estuvimos afuera de la estación.
—Porque yo no he hecho nada malo, debía aclararles eso.
Se paso las manos en la cara en forma frustrada, como si yo era un caso perdido.
Mientras veía a Carlos lidiar con tanto estrés, llevé mi mirada hacía atrás por encima de su hombro, ahí estaba la misma camioneta en la que Nicolás había llegado a la tienda.
Y el muy maldito apoyado sobre ella, mientras comía algo que tenía en la palma de su mano y de vez en cuando tiraba en su boca.
En ese momento una rafaga de rabia invadio mi cuerpo, quería matar a Nicolás. (No literalmente, tranquis). Solo quería golpearlo, darle una patada en su entrepierna. Empecé a caminar hacia él, obviamente el tipo ya me tenía en la mira desde hace rato, y solo se rió, otra vez de mí.
Cuando estuve parada frente a él, le di una cachetada que hizo girar su rostro y poner roja su piel clara.
Mi mano ardió al tacto, pero creanme me produjo más placer que dolor.
Giró su cabeza a mí, mientras resoplaba con los ojos aún cerrados por el golpe.
Abrió y cerró la boca, tomándose la mandíbula con su mano como acomodandosela.
—Y ahora, ¿cuál es tu enfado?
—¿Qué? —mi voz sonó indignada, el tipo parecía tan sereno y me hablaba como si fuésemos amigos, y eso me hacía encender de rabia por dentro—. ¿Porque no vamos a una cafetería y nos tomamos un té, mientras te cuento, como ahí adentro me acusaron de golpear a Aby? de hacer algo que tu hiciste.
—¿En serio? —dijo arrugando la Nariz—. ¿No podemos tomar café? El té no me gusta.
—¡Ahz! eres un maldito. —Mi cachetada iba directo a su mejilla de nuevo, pero esta vez el detuvo mi mano por la muñeca, con fuerza la apreto y me acerco mas a él, observé sus ojos, eran negros, quizas le hacían un tributo a su alma oscura y negro corazón.
—¿Crees que sería tan tonto de adelantarte lo que voy hacer? —Repasó mi boca, luego regresó a mis ojos—. Los golpes que vas a recibir de mi Natalia, nunca los veras venir. —Después miro por encima de mi hombro—. Mantén a tu fiera en jaula antes que se meta en mas problemas.
Soltó mi muñeca que estaba en medio de los dos y se dio la vuelta, yo iba a golpearlo nuevamente, pero Carlos me detuvo.
—Natalia por favor, debes de pensar con la cabeza fria, justo ahorita no nos conviene hacer un escandalo en vía pública.
Mientras yo forcejeaba con Carlos, por que mis grados de rabia estaban a full, el de los rizos nos vio sobre su hombro.
—Lo ves Natalia, él sabe lo que le conviene. Deberías aprender de él.
—Eres un maldito Nicolás, vas a pagar por todo el infierno que ha vivido Aby —esta vez fue Carlos el que habló, lo dijo suavemente, pero en forma determinada—. Todo por esa maldita herencia, quizas tu padre sabía quien eras y por eso dejo ese sin fin de cláusulas.
El de los rizos se habia quedado parado de perfil, justo como en la foto de la boda con Aby, yo entorne los ojos, justo en ese ángulo tenía un leve parecido a alguien, ¿pero a quien?
Mierda Natalia pon a trabajar ese maldito cerebrito.
La expresión del chico se mantuvo neutra ante las palabras de Carlos, estaba viendo al suelo, metió sus manos en los bolsillos de su pantalón, luego sonrió hacia un lado, haciendo que unas cuantas lineas se formaran en su mejilla.
—Por eso la he elegido a ella, porque mientras Natalia sufra, ninguno de ustedes tendrá paz, deberías decirselo a Aby, ella lo entenderá.
Yo no lograba entender porque, pero esa razón me parecía muy forzada. Es que parecía que ricitos quería que a fuerza yo fuera su víctima.
¡Tremendo psicópata que era!
Se subió en su camioneta y se fue, por un momento a mi cabecita llego la idea de que tal vez tenía comprados a aquellos policias, después de todo habían llegado justo tres minutos después que él se marchó de la tienda.
—¡Natalia debes de calmarte! —dijo Carlos sacudiendome.
—Pues deberías calmarte tú también, porque estas temblando.
Carlos me soltó y observó a la nada, se pasó la mano por su cabello, estaba nervioso, desesperado pero su desesperación ¿era por mi o habia algo má?
—¿Por qué estás tan asustado? —pregunté.
—¿Por que tú estas tan tranquila? ¿Acaso no eres consciente que te acaban de culpar por lo de Aby?
Si era consciente, pero ¡vamos! aquello me parecía ridículo, si, yo había encontrado a Aby, pero que prueba podían usar para culparme.
—No tienen nada en mi contra —le reste importacia.
—¿Y si, si lo tienen Natalia? —Saco su móvil del bolsillo, y empezó a buscar algo en el—. Me llego este mensaje hoy, es un video, donde se te ve frente a la casa de Nicolas en el auto anoche. Luego me llego este registro de una empresa de seguridad, quizás los que instalan las cámaras, no entendía nada hasta que Lucy me llamo para decirme que te llevaban a la estación, ¿sabes cual fecha tiene el vídeo? según el registro el video fue grabado justo la noche antes de que alguien golpeara a Aby.
¡Holy shit!
—Pero, ¡y que con eso! —yo quería sonar tranquila, en serio mi voz sonaba tranquila, pero quería llorar—. No estoy golpeando a Aby.
—¿No te das cuenta Natalia? Nicolás ha sobornado a una empresa de seguridad importante solo para cambiar una fecha en un registro, si eso no le serviría para nada, no lo hubiera hecho. Además esos de ahí adentro —señalo a la comisaría —, no se van a preocupar en averiguar si esa fecha es falsa o no, ellos no estan interesados en demostrar tu inocencia, ellos solo quieren tener una culpable y cerrar el caso.
Mi mundo poco a poco empezo a caerse en pedazos, bueno, ya se estaba cayendo desde antes, pero Carlos tenía razón, la persona que había hecho la denuncia, me habia culpado a mi de aquellos golpes y era obvio que habia sido Nicolás.
—Me estas diciendo Carlos, que no se les cruzó por la cabeza borrar las grabaciones de los últimos minutos, en los que estuvimos ahí.
—Natalia entiende eso no se puede hacer, no si las cámaras estan bajo un registro de empresa, y nosotros no lo sabíamos. Además se suponía que nosotros íbamos a tomar por sorpresa a ese mal nacido.
Mi cabeza había empezado a hacer cortocircuito, Nicolás sabía mucho, y mi plan había sido un asco, pero también un gran error habia sido culpa de Aby, ella nos habia convencido por la mañana, cuando llego para hacernos saber la desaparición de su amiga, que aún no podia ir a hacer la denuncia, que a pesar de contar con aquel video, solo quería tener un dia normal antes que todo se fuera a la mierda.
Yo entendí su punto, había dicho que despues de desafiar al de los rizos, su vida iba a ser tortuosa, mucho más de lo que ya había sido y que se merecía un dia de paz.
Sus palabras se estaban cumpliendo pero conmigo.
Y yo quería seguir manteniendo la calma, no quería que se me notara que queria llorar, gritar y maldecir.
Pero también sentía un poco de alivio, creo que Nicolás no sabía nada de mi pasado, pero a pesar de eso, algo estaba demasiado claro, sin saberlo, podía hundirme en la cárcel.
Carlos también estaba hundido en sus pensamientos, yo fui la primera que volvió a la realidad, luego el dejó su vista pérdida y la centro en mí.
—Todo estará bien Natalia — dijo llevándome a él para abrazarme, mi cabeza se recosto en su pecho, sentí el aroma de su loción, y eso me produjo paz—. Nicolás podrá ser un Monterrosa pero yo soy un Sandoval, y nunca nadie ha podido con nosotros.
No ví su expresión, pero su frase tenía seguridad en cada palabra pronunciada, sabía que en Carlos podía confiar, al menos en ese tema.
La paz que me había inundado en ese momento desapareció inmediatamente, una patrulla aparco cerca de nosotros, frente la estación policial, bajaron dos policias y de atrás bajo un tipo con un traje, bueno con los restos que hacían ver que llevaba un traje, antes que un auto lo atropellase o una jauria de monos lo hiciera añicos, pero estábamos en la ciudad esa teoría quedaba fuera.
—Lo golpearon —dijo un policia a otro que llegó al momento de verlos bajar de la patrulla—. Lo encontramos en un callejón cerca del club, donde hubo esa fiesta a la cual querías tanto ir —bromeó.
—¿Y que hacen aquí? ¿Por qué no lo llevaron al hospital?
—Porque él se nego, lo único que quiere es encontrar el auto que le robaron.
Mientras esos policias tenían aquella plática.
El tercero sacó un saco manchado de sangre luego que el hombre golpeado bajo, luego observó curioso, como si se habia dado cuenta que no había bajado todas las pertenencias del hombre.
Asi que tomó algo nuevamente, era un antifaz negro con la parte que se supone debe cubrir la nariz de color plateado.
Mi mente viajo a la noche anterior, era el mismo antifaz que llevaba el tipo que me había querido arrastrar a la fuerza al cuarto oscuro.
Era él, aquel pervertido y alguien lo habia golpeado.
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