
Capítulo 10
Había pasado una semana desde que descubrí que Carlos tenía un amorío con Aby, desde que descubrí que Enrique podría tener una chica embarazada, y desde que me di cuenta que cada vez me superaba en lo tonta y ciega que podía llegar a ser.
Había llegado a la tienda temprano, ya que Lucy, estaba de vacaciones, las que le decidí dar, ya que yo tenía tiempo libre de sobra, y de paso quería evitar pensar mucho. Y estar todo el día en la tienda me ayudaba a no enfocarme en lo desastroso que era todo.
Estaba acomodando unas prendas, cuando sonó el "bin-ban" de la tienda, que avisaba que algún cliente iba entrando.
Las figuras de los chicos que aparecieron, me hicieron poner a trabajar mi cerebro a toda velocidad tratando de hacer una idea como era que Carlos y Enrique estaban entrando tan campantes a mi tienda.
—Hola amor —dijo Carlos tomándome de mis mejillas y dandome un ligero beso.
What the fuck.
Yo me quede atónita, y solo pude dirigir mi mirada hacia Enrique, quien se habia sentado en la sala de té, tarareando una canción.
El idiota, no le había dicho nada a Carlos, eso era más que seguro. Por eso, ese descarado seguía creyendo que yo era su novia.
Aquí les pregunto ¿Qué hubieran hecho ustedes?
Pues lo que yo hice fue intentar sacar ventaja de la situación.
Han oído eso de: "Es mejor que las personas ignoren todo lo que realmente sabes".
Pues ese sería un as que tendría guardado bajo mi manga, y no sabía como, pero sé que me serviría.
Carlos después de servirce un vaso de agua, se dirigió al baño.
Yo me acerqué a donde se encontraba Enrique, y le empuje con odio los pies que tenía apoyados sobre la pequeña mesa de centro de la sala.
—Eres un imbécil —le susurré, ya que Carlos nos podría escuchar.
—¿Un imbécil? —Se río ante mi comentario—. Soy el más inteligente aquí —alardeo—. En vista que tu no me ibas a contar lo que paso con Carlos y era seguro que el tampoco me aclararía nada. Pues me quede callado y te lo traje aquí mi amada Natalia.
Como era posible que este tipo fuera tan odioso.
—¿Y sabes que descubrí Natalia? —preguntó inclinándose hacia adelante para quedar mas cerca de mí—. Que Carlos no tiene ni la menor idea que estas enfadada con él. —Puso su mejor risa de dientes, se recosto en el respaldar del sofá y volvió a subir los pies a la pequeña mesa—. Asi que yo me sentaré aquí, y veré desde primera fila. Como los chicos del "noviasco perfecto" terminan su perfecta relación.
Queria matarlo, empezar a pegarle descontroladamente, hasta que mis manos ardieran y luego hecharlo de mi tienda. Pero un nuevo "bin ban" detuvo las llamas que empezaban arder dentro de mí.
Era mi madre, que iba con una canasta llena de comida seguramente, con su sonrisa que la caracterizaba como una persona amable y que le caía bien a todo mundo.
—¡Oh por Dios! Enrique Murcia, cuanto tiempo sin saber de ti.
—Señora García, Me alegra encontrarla de nuevo —le dijo, correspondiendo al abrazo de mi madre, y dedicandome una mirada de satisfacción, como diciendo: "Tú madre me ama".
—¿Como es que estas aquí? ¿Vienes por un regalo para tu novia?
—En realidad no tengo novia señora García —le dijo tomando la canasta que mi madre traía para ayudarla.
Yo solo puse los ojos en blanco, le estaba mintiendo a mi madre, y frente a mí, yo sabía la verdad.
—Ay por favor Enrique, deja los formalismos, llámame Carol. —Enrique sonrió asintiendo— ¿Entonces estás aquí para por fin invitar a salir a mi hija?
¡Nooooo!
Le hice una señal de que se callara pero esa señora era imparable.
—¿Qué? —me dijo—. Tal vez tu nunca lo notaste, pero Enrique se moría por ti.
Tal vez esa observación de mi madre hubiera pasado desapercibida, sino gritara tanto al hablar.
¡Carajo!
Enrique se sonrojo un poco, mis orejas se pusieron calientes y se abrio la puerta del baño.
Carlos llego hasta donde estabamos, se paro a mi lado y miro a mi madre.
—Carol —le dijo con un asentimiento de cabeza.
—Carlos. —Mi madre también asintió, perpleja, seguramente ya se había dado cuenta de tremenda indiscreción que había cometido.
Carlos se giró para verme luego regreso su mirada a Enrique y hablo: —Bueno Enrique y yo debemos irnos.
—¿Ustedes se conocen?—pregunto mi madre.
—Claro —acepto Carlos—. Enrique es mi mejor amigo. —Le dedico una mirada a Enrique, pero el tenía una cara extraña. (Creo que se había cagado en los pantalones).
Enrique conocía a Carlos y yo, bueno más o menos. Y sé que ardía por dentro, que estaba furioso, pero no era nada impulsivo. Asi que era seguro que saldría con Enrique de ahí, siempre manteniendo su compostura antes de formar algún escandalo en mi tienda, lo que me llevo a recordar lo que me dijo de los golpes en la farmacia. Habia algo ahi que no cuadraba. Era seguro que aquel suceso no había sido dentro de una farmacia y que la damicela en peligro era Aby, pero ¿peligro de que?
El "bin ban" me saco de mis pensamientos. Enrique y Carlos estaban saliendo de la tienda, y sé que lo que proseguía era que se partirian a golpes sus perfectos rostros.
—Gracias mamá, esos dos se matarán a golpes.
Mi madre seguía con una cara de confusión y lo que dijo fue: —Yo no tengo la culpa que hagas que los chicos se peleen por ti.
¡Qué! Mi madre al parecer era incapaz de entender la magnitud de lo que habia provocado. Y le importaba poco que esos dos se fueran a matar a piñas, eso lo habia dejado muy claro, también que no habia madurado, que dentro de su cabeza era cool que dos tipos se fueran a pelear por una tonta como yo.
Admito que yo también quería hacerme la desentendida en cuanto a ese asunto, sentarme a tomar el té, y seguir con mi vida, charlar con mi madre y reírnos a carcajadas de algún recuerdo. Pero no podía, tomé las llaves del auto y salí corriendo tras de ellos. Seguí la camioneta de Carlos quien iba conduciendo a una velocidad excesiva. Si no fuera por que conocía perfectamente el camino, no me hubiera dado cuenta que estaba manejando hasta su casa.
Lo perdí en algún momento, pero cuando llegue a la entrada de la residencial logré ver como la camioneta poco a poco se alejaba de la entrada.
Cuando llegue frente a la casa, la camioneta estaba ahí mal estacionada, como alguien que le urgió llegar hasta su destino y bajo rápidamente.
Yo deje mi auto ahí, y se me ocurrió entrar por la lavandería. No se escuchaba nada asi que a lo mejor no se estaban matando a golpes. Y no quería que me vieran de no ser asi.
—¿Asi que estuviste enamorado de Natalia? —la voz de Carlos fue la primera que escuche al llegar a la cocina.
—Carol ha mal interpretado todo.
—¿Mal interpretado? Crees que sería incapaz de notar como ven a su hija —dijo Carlos ya perdiendo la postura de tranquilidad.
—Yo... —hubo una pausa, Enrique guardo silencio. Y al parecer eso detono algo dentro de Carlos.
Se escucho que algo habia caido y un golpe raro me hizo ponerme alerta, me asomé por la puerta de la cocina y ahí estaban entre el comedor y la sala, Carlos tenía a Enrique entre la pared y su brazo que estaba sobre su pecho. Carlos lo veía con furia y Enrique tenía una mirada de confusión.
—¿Qué? —solto exaltado Carlos—. No te atreves a decirme que si estuviste enamorado de ella, que cada vez que la veías no podías evitar desearla, confíe en ti Enrique, y mira me tuve que enterar por Carol. —Carlos se detuvo—. El dia que estaba vestida con tu camiseta ¿te la follaste?
Eso encendio algo dentro de mí, pero antes que entrara a decirle a Carlos hasta de lo que se iba a morir, Enrique lo empujo, y puede notar como en su mirada ya habia enojo.
—¿Pero de que mierda hablas? ¿Crees que Natalia sería capaz de traicionarte? porque si lo crees, no la mereces, ella nunca te haría eso. —Enrique pateo un florero que estaba cerca de su pie, el cual había caido cuando Carlos lo había empujado para contraminarlo contra la pared—. Además con que cara me vienes a reclamar algo, si estuve enamorado o no de Natalia, en serio te importa o solo esta lastimado tu "orgullo de hombre". —Hizo señas de unas comillas con sus dedos. A Enrique si que le encantaba el drama.
Carlos lo empujo y abrió la boca para hablar pero Enrique lo empujo también, y hablo él: —¿Donde has estado toda esta semana? ¿Enserio donde la abuela Grace? O ¿donde Carlos?
—Estas intentando cambiar el tema.
—Lo he adivinado ¿no? He adivinado que no estuviste con tu madre y abuela. —Enrique dio unos cuantos pasos como si tratará de irse, pero se detuvo—. Eres tan descarado que me vienes a reclamar esto, despues de soltarme que no estas enamorado de Natalia.
Yo ya sabía eso, pero acepto que algo dentro de mí se rompió en ese momento. Carlos desde su lugar no dijo nada, era como si Enrique tenia razón.
—Dime Carlos, ¿qué estas esperando para decirle todo lo que me soltaste hoy por la mañana? o la llevarás al aeropuerto y ya ahí le diras que te vas.
Dentro de mí se removió algo, no sé que exactamente pero me sentía usada, yo habia confiado tanto en Carlos y ahora me daba cuenta que no lo conocía, que no conocía a ninguno de esos dos y que yo solo era una marioneta a la que le halaban los hilos.
Mis ojos empezaron a arder, quería decirle a Carlos si se iba a ir con Aby, que cuanto tiempo había pasado planeando aquello, pero ellos prosiguieron en su discusión.
—Después de todo no somos tan diferentes —concluyo Enrique, pero eso solo hizo que Carlos se ofendiera.
—¿Me quieres decir que soy igual a ti?
¡Por favor Enrique! Yo no soy tan débil como para deprimirme y salir huyendo por encontrar a mi chica con Adán en la cama. Por que no puedes mentirme eso te mato, cuando te diste cuenta que una chica podia hacerte lo mismo que tu haces —Carlos se rió, y parecía estar riendo de él, de Enrique—. Como todo un cobarde dijiste que cambiarías, que nadie se merecía sufrir de la forma en la que estabas sufriendo, y no porque quieras a Liss, sino porque a ti, si te dañaron tu orgullo de hombre. Pero no has cambiado ni una mierda.
¿Dijo Adán?
Carlos conocía muchos secretos de Enrique, y no está tan errada aquella frase que dice que un amigo puede salvarte o destruirte.
Enrique ignoro todo lo que Carlos habia dicho, y se centro en seguir con el tema anterior.
—Estas ocultando algo Carlos yo lo sé.
—En serio lo sabes o solo estas buscando una excusa para sentirte mejor porque nunca te entrevisté a decirme que Natalia fue tu novia.
¿Como dices que dijiste?
¡Carlos lo sabía todo! Al parecer yo no era la única que quería fingir que sabía menos de lo que realmente sabía.
—¿De dónde sacas esa estupidez? —Enrique se hizo el indignado por lo que escucho y de ahí venía mi teoría que no era de fiar, el idiota sabía mentir muy bien, evadir todo y al final quedar como la víctima.
Carlos negó y rió mostrando los dientes.
—Tal vez ese teatrito te sirva con las chicas, pero yo soy tu mejor amigo. No hay secretos entre nosotros. —Carlos levanto la pequeña mesa donde estaba el florero que Enrique había pateado—. De igual forma no puedes negarlo, hay un pequeño detalle que al parecer olvidaste.
Mi mirada regreso a Enrique, quien se había quedado sin palabras.
—Dentro de esta casa hay Cámaras.
¡Mierda! hasta yo me olvide de eso. Carlos ya sabía lo que habíamos hablado con Enrique el día de su fiesta, ya sabía que estuvimos apunto de... Tonta, tonta, tonta Natalia.
—Si te parecen ofensivos mis reclamos son solo porque no me esperaba esto de ti, tampoco de Natalia.
—Esta bien —Enrique hablo como si al fin iba aceptar la verdad—, Natalia y yo si fuimos novios, pero entre ella y yo no ha habido nada desde hace dos años —(las cámaras no dicen eso my friend)—. Nos vas a condenar por eso, por algo que paso hace mucho.
—No te estoy condenando por eso, es solo que... —Carlos cerro los ojos y los apreto y luego los volvió a abrir para terminar— ¿Sigues enamorado de ella?
Al parecer Carlos aún no había visto el espectáculo que le habíamos dejado grabado.
—¿Por qué me estas preguntando eso? De ser asi, no tendría porque importarte, tú te vas a ir.
Carlos guardo silencio.
—¿De que estas huyendo Carlos? —siguió preguntando enrique a gritos enfadados.
—Es algo que a ti no te importa Enrique
—Pero a mi si.
Los dos pusieron su mejor cara de pendejetes cuando me vieron parada ahí.
—¡Natalia! —hablaron al unisonido.
—¡Vete! —Me dirigí a Enrique, mostrándole la salida con mi mano —. Carlos y yo tenemos muchas cosas que aclarar.
Enrique se encogió de hombros y se marcho por la puerta principal, yo fui y la cerre, Carlos me observó confundido luego regresé pansando frente a él y puse mi dedo indice sobre mi boca pidiéndole silencio, camine hasta la cocina y ahí estaba Enrique, listo para escuchar todo lo que hablaríamos con Carlos.
—¡Qué te vayas! —Lo tomé de su brazo, y lo lleve hasta la puerta de la lavandería—. Si, mi noviasco se ira al caño pero tú no pagaste para estar en primera fila. —Le lancé un beso al aire y le cerre la puerta en la cara. Las dos veces se había marchado sin poner resistencia, pero ahora tendría mas difícil entrar de nuevo a la casa.
—¿Así que te vas? —Carlos iba hablar pero yo le hice una señal para que se detuviera—. Dime, ¿Enrique sabe que te irás con su hermana?
No se como describirles la cara de tonto que puso al escucharme decir eso.
—Nat...
—Si, Enrique tiene razón eres igual que él.
—Natalia yo te iba a decir todo esto, pero...
—Pero no querías lastimarme. Si, eso ya lo sé, nadie me quiere lastimar, pero al final todos terminan lastimandome.
—No quería lastimarte, pero siento alivio que al fin lo sepas, me sentía una mierda, haciendo todo esto. Perdoname Natalia —Carlos habia dicho todas esas palabras a una gran velocidad, y yo solo me habia detenido en: "pero siento alivio que lo sepas".
Mis ojos se llenaron de lágrimas, mis manos tenian un temblor extraño, yo me sentía como la chica que alguien tenía en su vida por lastima, porque no sabia como terminarle.
—Aby era mi mejor amiga, te lo dije aquella noche.
—Natalia, en el amor no se puede elegir —me dijo—, si se pudiera yo te elegiría a ti.
Sentía que esas palabras eran el tipico no eres tu soy yo, y me dolian, no puedo mentir, me dolía saber que los chicos siempre elegían a alguien más, las lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas y yo queria huir de ahí.
—Natalia no llores, yo no me merezco tus lágrimas, menos te merezco a ti, yo se que encontraras a alguien que si sea el indicado.
—Pero que mierda estas hablando. —Carlos se sorprendio porque era la primera vez que usaba una palabrota para dirigirme a él—. Ahorrate toda esa psicología barata y por mi no te preocupes, yo voy estar bien, ve y se feliz con Aby.
Carlos me tomo por mis dos brazos.
—No me voy a ir con Aby, si te hace sentir mejor, mi vida es una mierda, estoy enamorado de alguien que no puedo tener.
—Esa mierda no me hace sentir mejor —resople.
—Me voy porque la quiero olvidar, y porque no te quiero seguir lastimando.
Yo forcejeé entre sus manos para librarme. Él me solto.
Yo lo observé, mire su rostro, quise ver su sonrisa perfecta que en ese momento no estaba, su pelo despeinado. Quise en ese momento que todo fuera mentira, que él no estaba con Aby, que Enrique no estaba ahí, escuchandonos tal vez desde la puerta principal.
Y regresar al tiempo en que lo creía el chico perfecto.
—Natalia lo siento, no planeé esto, en serio llegué a creer que contigo hasta podia llegar a olvidarme de Aby.
O sea que, yo era el clavo que iba a sacar a Aby, yo solo era el conejillo de india que iba a usar para su experimento de tratar de olvidar a Aby.
Y el pensamiento de querer que todo fuera mentira se esfumo en ese momento.
—¡Agarrenme por que yo lo mato! —grito alguien atrás de mi, era Lucy viéndolo con furia y caminando determinada hacia él.
Intenté sostenerla pero ella era mucho más alta que yo, asi que logro soltarce de mi agarre.
Y le hizo girar la cara a Carlos de una cachetada.
—Alejate de Natalia, si la vuelves hacer llorar o lastimar te las verás conmigo.
—No te preocupes Lucy, alejarce es justamente lo que él quiere.
En ese momento llego Enrique corriendo, y le dijo a Lucy: —En portería no había ninguna caja pesada.
Luci solo le sonrió y le guiño el ojo. Luego se acerco a él y le dio una cachetada también.
—Esto es por lo de hace dos años. —Luego me tomó del brazo—. Salgamos de aquí amiga.
Los observo con desprecio antes de marcharnos.
—¡Malditos! —los llamó.
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