Capítulo 8: Conspiración
Cinco sombras se encontraron furtivamente en un callejón. La primera de ellas, una sombra alta y delgada vestida con una capa negra, hizo un silencioso gesto con la mano, invitando a los demás a pasar por una estrecha puerta hasta un mal iluminado sótano. Los cinco se sentaron alrededor de una mesa redonda, iluminada por una única vela.
- ¿Para qué nos has llamado, Pepper? Estaba a punto de ganar una pasta en las carreras de caballos -se quejó una de las sombras, bajándose la capucha y descubriendo un rostro redondo, robusto, y provisto de una desarreglada barba.
- Eso es... Hace siglos que no nos llamas desde que empezaste a juntarte con esos estirados de la guardia real -comentó otro, cuyo extremadamente delgado rostro y sus ojos saltones y con brillo demoníaco le daban un aspecto infernal.
- Un encargo -respondió el hombre que los había guiado a aquella sala, el llamado Pepper, todavía sin quitarse la capucha. Su voz, al contrario que la de sus compañeros, era serena y profunda.
- ¿Un encargo? Vaya, vaya, esto le parece divertido a Smiel... -respondió una tercera persona, hablando perturbadoramente de sí mismo en tercera persona. Era el más bajo de todos, pero sus brazos eran robustos y fuertes. Su rostro estaba lleno de granos, y no dejaba de juguetear con una navaja sobre la mesa, clavándola y desclavándola una y otra vez.
- Lo importante no es que haya un encargo, lo importante es la paga por el encargo -puntualizó el último, quitándose también la capucha. Era un hombre de facciones duras y serias, y cruzaba los brazos con fuerza sobre el potente pecho. Una cicatriz le cruzaba la mejilla derecha, dándole un aspecto peligroso a un rostro que podría haber sido atractivo.
- Como no, el avaricioso de Gideon pensando en el dinero -el hombre de mirada endiablada rió histéricamente, mostrando unos dientecillos pequeños y afilados.
- Cállate, Dazen -le cortó Pepper con seriedad. Dazen se calló, bajando la mirada, amedentrado.
- Cuéntanos de qué trata ya, Pepper. Smiel tiene curiosidad -susurró Smiel, clavando con fuerza el cuchillo en la mesa.
- Yon, ¿has traído lo que te pedí? -preguntó Pepper, ignorando completamente la pregunta de Smiel.
- Sí -respondió Yon, sacando de su capa una maltrecha hoja de papel. Se atusó la barba-. Ya pueden pagar bien, me costó una barbaridad encontrar este maldito cartel.
Con un golpe seco, Yon extendió el cartel sobre la mesa. Todos lo observaron atentamente. En sí no era un cartel, apenas era una foto, descolorida y maltrecha por el tiempo. En ella aparecía la imagen de una chica seria con un gorra de la marina, el cabello completamente cubierto por ella. Era joven, apenas una niña, y miraba a la cámara con una serenidad un tanto perturbadora. Sus ojos, grandes y oscuros, parecían observarles desde el papel, tanto que tras unos instantes todos apartaron la mirada, incómodos.
- Os presento a vuestro objetivo -dijo con voz serena Pepper.
- ¡¡¡Para esto nos llamas!!! ¡¡¡Para una cría!!! Seguro que ni siquiera tiene una recompensa -gritó Gideon, levantándose furioso.
- En eso tienes razón, no tiene recompensa -dijo Pepper, sin inmutarse ante la ira del enorme hombre-. Al menos, no una oficial.
- Continúa, Smiel está intrigado -rió suavemente.
- Os presento a Anais de la Sonrisa Pintada, una cazarrecompensas bastante conocida en el East Blue por liberar esclavos y por encarcelar piratas esclavistas. A pesar de su aspecto débil, es conocida como una luchadora bastante decente y de bastante sangre fría a la hora de acabar con sus enemigos -Pepper calló un segundo-. Hace unas semanas, Anais, con la ayuda de los piratas conocidos como los Sombrero de Paja, derrotó al mayor traficante de esclavos del Grand Line, el pirata Didrieg, y los nobles de este País no están contentos. Didrieg era el mayor vendedor de esclavos de los nobles. Quieren que Anais desaparezca, no vaya a ser que acabe con el resto de vendedores.
- Si quieren que desaparezca, ¿por qué nos lo encargas a nosotros? ¿Por qué no mandan a algún soldado como tú a que acabe con ella? -preguntó Gideon, todavía de pie.
- Desgraciadamente, el populacho la adora. Creen que es una heroína, así que a los nobles no les interesa que alguien de la guardia real acabe con ella. Sólo causaría indignación e intentos de rebelión, y eso no es lo que los de arriba quieren. Pero, si una panda de delincuentes como vosotros la matan, no pasara nada. Será víctima de una panda de fríos asesinos, la gente llorará, tal vez pongan unas flores en su honor, y ya está. Ni rebeliones, ni lucha, ni sangre derramada.
- ¿Cuánto? -casi graznó Gideon, todavía tenso.
- ¿Esto te parece suficiente? -Pepper sonrió bajo la capucha, y dejó un saco de monedas sobre al mesa. La cuerda se abrió y unas cuantas se desparramaron sobre la mesa-. Además, podréis ganar más si conseguís atrapar a los Sombreros de Paja.
Gideon se sentó y comenzó a contar las monedas, mientras una sonrisa avariciosa le iluminaba el rostro.
- Hay rumores de que los Sombrero de Paja, y por tanto, Anais, vienen de camino a esta isla, así que estaros preparados. Anais de la Sonrisa Pintada no debe salir viva de esta isla.
Pepper agarró la foto, todavía extendida sobre la mesa, y la arrugó con fuerza. Todavía no podía creerse que una niña como ella llamara tanto la atención de los nobles de un país prospero como aquel, y menos aún que hubiera tenido que juntarse de nuevo con esa panda de inútiles para encargárselo. Esperaba que no la fastidiaran otra vez. Si no, los mataría a todos. Ese país no necesitaba chusma inútil.
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Anais estornudó con fuerza, asustando a Chopper, a Luffy y a Usopp, que estaban pescando junto a ella.
- ¿Estás bien Anais? -preguntó Chopper-. ¿Estás resfriada?
- No que va... me encuentro perfectamente -se rascó la nariz, que todavía le hormigueaba ligeramente-. Tal vez alguien esté hablando de mí.
- Tal vez... -respondió Usopp, volviendo a conentrarse en la pesca.
Era un día apacible: el sol brillaba con fuerza en el cielo, corría una fresca pero agradable brisa y el aire olía a mar y a limpio. Era uno de esos días en el que el barco navegaba prácticamente solo, y los tripulantes descansaban. El barco estaba en silencio, a excepción de unos cuantos golpes que se oían desde la cocina, donde Sanji trajinaba con algo.
De pronto, el silencio fue roto por un silbido que comenzó a oirse de lejos. Chopper fue el primero en oirlo, quedándose muy quieto y aguzando el oído.
- Chicos... ¿no oís algo?
Anais iba a responderle que no, que no oía nada extraño cuando escuchó algo.
- ¿Eso es... un silbido?
Segundos más tarde, un bala de cañón impactó en el mar a unos metros del Merry, levantando una columna de agua hacia el cielo y haciendo que el barco se tambaleara peligrosamente. Tras recuperar el equilibrio, Luffy exclamó, sorprendido:
- ¿¡Qué ha sido eso!?
- ¡La Marina está tras nosotros! ¡Son tres barcos! -gritó Nami, acercándose tambaleante hacia ellos, mientras más balas de cañón caían a su alrededor, empapándolos.
- ¿Cómo nos han encontrado? -preguntó Chopper, corriendo de un lado a otro, nervioso.
- ¿Y cómo les ganaremos? -preguntó Usopp, más asustado incluso que Chopper-. ¡Son tres barcos! ¡Nos superan en número!
- Golpeando -respondió Luffy.
- Pateando -dijo Sanji, saliendo serio de la cocina.
- Cortando -comentó Zoro, desenvainando dos de sus espadas.
- Se están acercando mucho -avisó Robin, observando serena a los tres barcos, que casi ya les habían rodeado.
La cantidad de balas de cañón que caían a su alrededor había aumentado considerablemente, haciendo que el barco se balanceara violentamente de un lado a otro. Era un milagro que los marines de aquellos barcos tuvieran tan mala puntería y que todavía no les hubiera dado ninguna bala.
De pronto, una de las balas se dirigió directamente hacia ellos y Zoro, sin inmutarse, saltó y la rebanó en dos, haciendo que explotara alrededor en vez de en el barco. Sin ningún nerviosismo, Luffy, Zoro y Sanji iban golpeando, cortando o pateando las balas que representaban un peligro para el barco, mientras los demás preparaban el barco para huir.
De repente, una bala especialmente fuerte cayó a un costado del barco, haciendo que se balancease fuertemente, y Chopper, que estaba en el borde de la cubierta en su forma "humana", no pudo sujetarse a nada, perdió el equilibrio y cayó por la borda con un chapoteo, sonido que quedó sofocado por el sonido de las balas explotando. Anais, viendo como se caía, gritó:
- ¡¡¡CHOPPER!!! -pero su voz también se camufló en el alboroto reinante.
Antes de que nadie pudiera detenerla, corrió hacia la borda, se quitó la capa y los zapatos de un golpe y saltó al mar.
El agua fría le impactó de golpe, y sintió instantáneamente como su ropa se empapaba y se le pegaba al cuerpo. Abrió los ojos bajo el agua, desesperada por encontrar a Chopper, pero el agua estaba agitada y la sal marina le escocía los ojos y le impedía ver bien. Miró hacia todos los lados, intentando ver cualquier cosa, mientras sentía que el oxígeno de sus pulmones comenzaba a agotarse. De pronto, cuando sentía que ya no podía aguantar más, le pareció ver una mancha marrón cayendo lentamente hacia el oscuro fondo marino. Ignoró el ardor de sus pulmones y nadó con fuerza hacia el fondo y agarró a aquella mancha por el brazo, confirmando que era Chopper, que había vuelto a su forma semi-humana al caer al agua. Pataleó con fuerza en el agua, tratando de subir a la superficie. Sus pulmones, incapaces ya de seguir sin inhalar, tragaron un buen trago de agua, y justo en ese momento, consiguió sacar su cabeza y la de Chopper del agua. Escupió el agua que se había tragado y pusó la mano delante del hocico de Chopper. Por suerte, respiraba, aunque estaba inconsciente.
Justo en ese mismo instante, una bala cayó cerca de ellos, explotó y todo se volvió negro.
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Anais despertó tosiendo lo que a ella le parecieron cien litros de agua, tan violentamente que se cayó del camastro en el que estaba tumbada. Encorvada mientras escupía todo el agua salada que había tragado, se dio cuenta de que el suelo era de metal. Algo no encajaba, pero no estaba segura del qué. Era un suelo bastante común; varias planchas de metal atadas entre ellas por remaches también metálicos. Lo golpeó suavemente con los nudillos. Y fue entonces cuando se dio cuenta.
El Merry no tenía ningún suelo de metal en su interior.
Levantó la cabeza, asustada, y descubrió que estaba en una habitación completamente metálica, donde solo estaba el camastro del que se había caído, una manta en el suelo y, sobre ella, Chopper. Corrió a su lado, y descubrió que simplemente estaba inconsciente, cosa que la alivió.
Miró con más atención la habitación. Había una puerta frente a ella, también metálica, con una ventanita en la parte superior, que se encontraba cerrada. Silenciosamente, la abrió hacia un lado, viendo que dos marines hacían guardia frente a ella, charlando animadamente.
- Entonces... ¿qué sabemos de esa chica inconsciente? -preguntó uno de ellos, el más joven.
- Creemos que ella y ese animal peludo, que probablemente será su mascota, habían sido secuestrados por los Sombrero de Paja y, al ver que los marines estábamos cerca, saltaron por la borda para intentar llegar hasta nosotros. Serán malnacidos... apenas es una niña. Menos mal que los vimos a tiempo y conseguimos sacarlos del agua antes que ellos -respondió el más mayor, negando desaprovadoramente con la cabeza.
- ¿Y por qué la hemos metido en una celda? ¿Por qué la estamos vigilando?
- A ti hay que explicártelo todo ¿eh? Las celdas son la zona más protegida del barco y nosotros estamos para protegerla. He oído que los Sombrero de Paja están locos. Tal vez intenten recuperar a su rehén.
Anais sintió furia por tres razones. La primera, porque estaban hablando mal de sus amigos. La segunda, porque la habían llamado niña. Y la tercera, porque creían que necesitaba protección, que era débil. Empujada por su rabia, abrió la puerta de golpe (que ni siquiera estaba cerrada con llave), golpeó al más joven en el pecho haciendo que perdiera la respiración y lo volvió a golpear en la espalda, haciendo que cayera al suelo inconsciente. Con el mayor, en cambio, fue a lo seguro: le pegó una patada con todas sus fuerzas en la entrepierna. Tal vez sus patadas no fueran tan fuertes como las de Sanji, pero al menos era capaz de dejar a un hombre maduro como aquel inconsciente.
Cuando la rabia se le pasó, se dio cuenta de la tontería que había hecho. Podría haberse hecho la víctima y, gracias a ello, conseguir escapar de aquel barco, pero al haberlos golpeado ya no había manera de que eso pudiera funcionar. Ninguna "víctima" era capaz de golpear con la suficiente fuerza como para dejar inconscientes a dos hombres adultos. Suspiró llevándose las manos a la cabeza durante un segundo, pero se dio cuenta de que no tenía tiempo que perder. Debía aprovechar ahora que podía escapar.
Entró de nuevo en la celda, hizo una especie de hatillo con la manta sobre la que estaba Chopper, lo metió en él y se lo ató en la espalda para poder llevar a Chopper. Silenciosamente, alerta ante el mínimo sonidos, Anais corrió por los pasillos con Chopper a su espalda, escondiéndose tras puertas cada vez que le parecía escuchar el sonido de pasos, que no era pocas veces. De vez en cuando el barco se balanceaba terriblemente, a causa de la batalla naval que seguía ocurriendo en el exterior.
Pos suerte para ella, la mayoría de los marines estaban demasiado ocupados llevando balas de cañón a la cubierta como para fijarse en una extraña sombra al final del pasillo, o para escuchar el sonido de una puerta que se cerraba de golpe. Además, Anais llevaba años practicando el arte de pasar desapercibida, y ya era casi una maestra en ser invisible a los ojos de los demás. Además, su baja altura era de gran ayuda en momentos como ese.
Siguiendo la larga fila de soldados que llevaban balas de cañón a la cubierta, consiguió salir al exterior. Tenía la esperanza de poder respirar un poco de aire fresco al salir, pero el aire estaba lleno de humo, gritos y ceniza. Al parecer, Luffy y los demás no se lo estaban dejando fácil a la Marina. Invisible entre el humo y las figuras vestidas de blanco y azul marino, corrió hacia la borda. Mientras corría, escuchó una voz adormilada.
- ¿Dónde estoy...?
- Tranquilo Chopper, ahora te explico, pero espera un poco -le respondió Anais sin dejar de correr.
Al llegar a la borda, se puso una mano sobre las cejas para protegerse la vista del intenso sol que brillaba más allá del humo. Vio el Merry, muy cerca del barco en el que se encontraba ella, defendiéndose de los cañonazos de la Marina. Veía las figuras de Zoro, Sanji y Luffy saltando de un lado a otro enviando las balas lejos del barco. Se pusó las manos alrededor de la boca, cogió aire y gritó, sin importarle ya que los marines la descubrieran:
- ¡¡¡LUFFY!!!
Vio como la figura vestida con un colorido chaleco rojo se paraba un segundo y se giraba hacia Anais. Ésta agitó la mano con fuerza para llamar su atención. En apenas un segundo, el brazo de Luffy se había estirado hasta donde ella estaba y le tendía la mano. Sin dudar un segundo, Anais se agarró con firmeza y no pudo evitar soltar un grito de júbilo al sentir como sus pies se elevaban del suelo. La sensación mientras volaba era increíble, sentía la adrenalina en cada poro de su cuerpo.
Tuvo un segundo de pánico al ver que la cubierta del Merry se acercaba a una velocidad exorbitante. "Luffy no dejará que nos hagamos daño" pensó, tratando de convencerse a sí misma, pero, para cuando se dio cuenta, se estaba estrellando contra la cubierta, llevándose por delante a cierto muchacho de goma.
Cuando se recuperó del golpe, se dio cuenta de que estaba encima de Luffy, que se reía con fuerza. Anais estaba a punto de gritarle, pero no pudo evitar reírse ante lo estúpido de la situación. Cuando sus carcajadas se calmaron, Anais preguntó:
- ¿Estáis bien? -Luffy asintió sin dejar de sonreír y le llegó una débil respuesta afirmativa por parte de Chopper, que seguía atado a su espalda.
- ¡Anais! ¿Cómo demonios habéis llegado al barco de la Marina? -le regañó Nami, poniendo los brazos en jarra.
Anais volvió a reír.
- Es un poco largo de explicar.
Y así termina el capítulo!!! Es que me parecía que así lo dejaba bastante épico XD No aparece explicitamente, pero espero que entendáis que, como siempre, consiguen salir perfectamente de la batalla contra la Marina. Capítulo dedicado a mi hermana (en su cuenta de Wattpad) porque la segunda parte del capítulo, es decir, la mini aventura de Anais y Chopper donde la Marina, es más o menos idea suya. Hace un par de semanas me dio unas cuantas ideas para capítulos antes de llegar al punto álgido de la historia, pero se me olvidaron la mayoria -____- Sí, podéis matarme. Lo peor es que ella tampoco se acuerda de algunas XD La última parte del capítulo era una de ellas, pero la he puesto a mi manera porque no me acordaba bien. En sí también estaría Usopp en la mini aventura, pero no sabía como hacer para que los tres cayeran al agua XD Y ahora, tengo una noticia para vosotros *redoble de tambor*:
El siguiente capítulo de "La Chica del Sueño Imposible" será escrito por mi hermana!!! Será una de esas ideas que me dijo (la única de la que nos acordamos bien XD), que yo no sabía como plasmarla, así que lo hará ella. Espero que el capítulo esté escrito para el domingo que viene. Si no, la pego. Ok no XD Espero que os guste como escribe mi hermana. Escribe muuuuuuy bien, pero a pesar que tiene cuenta en Wattpad para darme apoyo moral (y votos) y tiene buenas ideas para escribir novelas e incluso una fanfic de One Piece que me contó (que estaba genial), no ha escrito nada todavía -____- Su cuenta es @Chimney9, por si queréis daros una vuelta por ahí y ver... no sé... el polvo en su sección de Novelas.
Y la pregunta de esta semana es *redoble de tambor*:
¿Qué creeis que ocurrirá con los tipos que están conspirando contra Anais? Yo creo que Anais los convertirá en unicornios y los mandará volando al País de Aslan. OK no XD Me apetece leer vuestras hipótesis, así que desvariad todo lo que queráis :D
Espero que os haya gustado el capítulo (el más largo que he hecho hasta ahora!!!) y no os olvidéis de votar y de comentar. Por cierto, siento que la nota final sea casi más larga que el capítulo en sí XD Besos!!! <3
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