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Capítulo 6: La caída y la liberación

Pepper levantó una de sus piernas, dejándola colgar sobre el vacío. Se sentía extrañamente calmado. Como si ese fuera su destino desde el principio. Estaba a punto de dejarse caer cuando oyó un grito tras él. Salt estaba gritando, pero no oyó el que. Aún así, la voz de su hermano hizo que se detuviera. Volvió a apoyar el pie en la baranda, y se giró levemente. Dirigió la mirada hacia su hermano, y los ojos de este lo hicieron estremecer. Sus claros ojos azules, lo único que los había distinguido desde siempre, estaban llenos de dolor, tristeza y... ¿era aquello miedo? Jamás había visto a Salt asustado. Él siempre fue un hombre de acción, valiente y decidido. 

- ¡Por el amor de Dios, Pepper! ¡No lo hagas! -repitió Salt, dando un par de pasos hacia la baranda, pero paró al ver como Pepper se inclinaba hacia atrás, dejando su cuerpo levemente suspendido sobre el barranco. 

- ¿Por qué debería hacerlo? ¿Acaso tengo una razón para vivir? -lo dijo con voz indiferente, sin auto-compasión-. Me he pasado toda mi vida siguiendo a alguien. A ti cuando éramos niños, al Rey Wilhelm cuando crecí. Nunca te has dado cuenta, ¿verdad?  Todo el mundo te seguía cuando éramos niños. Eres un líder nato, yo un seguidor nato. Yo siempre te necesité más de lo que tú me necesitaste a mí. 

- ¡¿De qué demonios estás hablando?! -le gritó Salt, sorprendiéndolo levemente a Pepper, que se giró completamente y lo miró con los ojos bien abiertos-. Tal vez yo fuera el líder en los juegos de cuando éramos niños, pero, ¿a quién le pedían consejo y ayuda todos los demás cuando tenían algún problema? ¿Quién me sacaba de los problemas cuando me metía en ellos? ¿Quién era el cerebro de todos los planes para robarle dulces a Jannisse-san? ¿Quién era el sensato de los dos? -hablaba rápido y con vehemencia, como si así pudiera convencerlo más facilmente- Tú siempre fuiste el hombro en el que me apoyé en mis momentos más duros. Tú fuiste el que nos mantuvo a flote tras la muerte de Jannisse-san. 

Imágenes que creía olvidadas cruzaron la mente de Pepper. Recordaba como Salt se derrumbó cuando les notificaron de la muerte de Jannisse-san. Apenas salía de la habitación. Fue él quién empezó a investigar, el que impulsó a Salt a levantarse de la cama y a vengar la muerte de Jannisse-san. Pero eso daba igual ahora. 

- ¿Por qué te empeñas en convencerme? Llevamos años sin hablarnos, odiándonos incluso. Somos enemigos. Tu luchas contra los que son como yo. Lucho a favor de los ricos, de los poderosos, sin importarme a quién piso por el camino. Pisando a la gente que tu proteges. Incluso he secuestrado y torturado a una de tus subordinadas, y he disfrutado oyendo sus gritos de dolor. No la elegí por su puesto, ni por su recompensa. ¡La elegí por ti, Salt! ¡Para hacerte daño! Así que ahora... ¡¿Sigues empeñado en que siga viviendo?! -rió a carcajadas, carcajadas que rozaban la locura. 

- Sé que eres mi enemigo. Sé que no actúas como una buena persona, pero sé que lo eres. El Pepper que yo conocí, el Pepper que me ayudaba y que me protegía, sigue ahí dentro, ¡y lo sabes! ¡Sólo tienes que aflorarlo! Hay una segunda oportunidad para todos, Pepper. Todos podemos cambiar, y corregir nuestros errores. Incluso tú -los ojos de Salt se llenaron de lágrimas. A pesar de haber estado furioso con él hacia apenas unos minutos, a pesar de haberle deseado la muerte aquella misma tarde, no deseaba que ésta le llegara así. Saltando al vacío por una sola derrota, tras un rey podrido. Aunque los creía olvidados, los sentimientos hacia su hermano seguían existiendo. 

- No, no la hay -constató con una triste sonrisa Pepper. Sentía un ligero calor en el pecho al oír las palabras de su hermano, pero era demasiado tarde -. Soy el Capitán de la Guardia Real de Wilhelm III -proclamó firme, con la mirada fija en un punto detrás de Salt-, y como capitán, cuando el barco se hunde -bajó la mirada hacia donde el monarca había caído-, yo debo hundirme con él. 

Dio un paso atrás, con sus oscuros ojos clavados en los de su hermano. Salt gritó, pero no era capaz de oír su propia voz. Sólo oyó las últimas palabras de su hermano, mientras su cuerpo se mantenía flotando durante una milésima. Después, la gravedad actuó, y Pepper cayó al vacío. 

Salt cayó de rodillas, con lágrimas resbalando por sus mejillas. Las últimas palabras de Pepper resonaban en su cabeza como una cantinela cruel. 

"¿Sabes? Al final Jannisse-san se equivocaba. La sal y la pimienta no son tan inseparables como creíamos... y la pimienta no es tan imprescindible. Adiós, hermano."

Salt se dio cuenta que, por primera vez en años, no usó la palabra "hermano" en tono sarcástico, jocoso o condescendiente. La usó como si verdaderamente significara algo para él. Por primera vez en años. Y por última vez, constató.

Un par de sandalias irrumpieron su campo de visión. 

- Deberíamos marcharnos -dijo Luffy, que se había mantenido en completo silencio mientras los gemelos hablaban. 

- Sí -respondió Salt, secándose las lágrimas con el dorso de la mano, mientras se levantaba lentamente. Miró a Luffy, que le devolvió una mirada llena de comprensión. Salt recordó que Luffy también había perdido a su hermano hacía apenas dos años.  

En silencio, lo siguió dentro, pero no pudo evitar echar una última mirada hacia donde Pepper había caído. 

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Anais parpadeó repetidas veces, tratando de acostumbrarse a la repentina luz del farol. ¿Ya estaban de vuelta? Habían tardado más de lo normal. Oyó un jade extraño en la puerta, pero curiosamente familiar. 

- Anais... -susurró una voz que le sonaba mucho. 

El farol entró en la habitación. Anais entrecerró los ojos y apartó la mirada. La luz se le hacía dolorosa. Unas manos temblorosas comenzaron a desatar las cuerdas que le ataban a la silla. Mientras su mirada se acostumbraba a la luz. Alzó los ojos, encontrándose con una melena naranja que conocía. Con voz rasposa por la sed, susurró:

- ¿Nami...?

- Sí, Anais, soy yo. Te vamos a sacar de aquí -respondió ésta, mientras se concentraban en desatarle los nudos. Anais sólo pudo asentir levemente, pero el movimiento hizo que jadeara de dolor. 

Miró tras Nami, y vio que dos figuras más se recortaban contra la luz. Vio la el extremo brillante de un cigarro, y una nariz larga. Aunque no podía verles la cara estando a contraluz, los reconoció inmediatamente. Aún con la garganta seca, fue capaz de nombrarlos. 

- Usopp... Sanji...

- Sí, aquí estamos, Anais-chan -dijo el más alto tras darle una calada al cigarro. 

Después de que Nami soltara todas las cuerdas que retenían a Anais, los dos chicos la agarraron por los hombros, para que se apoyara en ellos al caminar, pero Anais se sentía tan débil que basicamente arrastraba los pies por el suelo. 

Salieron de la celda en silencio, y echaron a trotar por el pasillo, no demasiado rápido para no empeorar las heridas de Anais. Cuando apenas estaban a unos metros de la salida, un grupo de soldados les salió al paso.

- ¡Eh! ¿Qué hacéis con la prisionera? -gritó uno de ellos, haciendo que todos pararan a mirarlos con las armas en ristre. 

Como los chicos estaban ocupados sujetando a Anais, Nami era la única capaz de defenderlos. A pesar de que eran bastantes, Nami no se asustó. Sacó su Clima Tact y, sin decir nada, comenzó a crear nubes sobre las cabezas de los soldados. Estos se quedaron inmóviles, confusos ante lo que estaba sucediendo, y para cuando quisieron reaccionar, era demasiado tarde. Lanzando una burbuja eléctrica, Nami los fulminó a todos con u potente rayo. Anais no pudo hacer nada más que mirar y admirarse ante lo fuerte que se había vuelto Nami en esos dos años. La había visto usar su Clima Tact antes, pero jamás con tanta potencia. 

Tras atravesar las puertas de la fortaleza y salir a la luz del sol, Anais suspiró. Alzó la mirada al cielo, dejando que los rayos del sol calentaran sus frías mejillas, mientras dos solitarias lágrimas se deslizaban por ellas. 

Jamás creyó que llegaría a alegrarse tanto de vez la luz del sol. 


Anais es libreeee!!! Yeyyy!!! Y Pepper la ha palmado!!! *inserte sonido aquí dependiendo de los sentimientos que teníais por ese personaje* A mi, es que en el fondo no me caía mal. Bueno, sí, pero al final me ha dado penita xD He tardado un poco con este capítulo, pero al menos no han sido dos meses como cuando tenía cole ^-^" La historia está llegando a su fin, mis queridos/as lectores/as (quería poner arrobas pero Wattpad cree que quiero mencionar a un usuario xD). Creo que en uno o dos capítulos habrá terminado, aunque pondré al menos un especial, como prometí al final de la primera parte de esta historia, La Chica de la Sonrisa Pintada. Y la pregunta de este cap es... *redoble de tambor*:

¿En que red social perdéis más tiempo?  En mi caso, la respuesta es Youtube y claramente Wattpad... Aunque pierdo mucho más en youtube xD Me encantan los youtubers, y no imaginais cuanto ha mejorado mi inglés gracias a ver youtubers ingleses y estadounidenses hahaha

Bueno, y hasta aquí el capítulo!!! Está dedicado a wiki507 porque adivinó el grupo con el que estoy obsesionada!!! *aplausos* La respuesta era, por si os da la pereza de mirar qué respondió, la respuesta era EXO *se le cae la baba* Me encantaaaaan!!! Pero voy a mencionar también a Dovalosky10 porque estuvo muuuuuuuuuuuy cerca. Respondió SHINee y Super Junior, que son de la misma discográfica. 

Bueno, y mejor me callo ya xD Gracias por leer, y no os olvidéis de votar y comentar :-*

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