Capítulo 5: Una fruta podrida
Sanji, Nami y Usopp caminaban con la cabeza gacha por los oscuros pasillos de la fortaleza, acercándose con calma adonde Anais estaba encerrada. A su alrededor, soldados con los mismos uniformes que ellos corrían hacía fuera, y el clamor de la batalla llegaba hasta sus oídos. Ninguno estaba preocupado por sus compañeros, sabían que unos cuantos soldados serían pan comido para ellos.
De pronto, una pesada mano cayó sobre el hombro de Usopp, haciendo que éste se sobresaltara y comenzara a temblar.
- ¡Eh! ¡Vosotros tres! -los llamó el dueño de la mano, un enorme soldado que portaba un hacha de guerra en la espalda-. ¡Todos los soldados tienen la orden de salir a la Plaza de la Fortaleza a luchar contra los intrusos!
Usopp lo miró con terror, pensando que ya los habían pillado, pero Nami reaccionó deprisa.
- Lo sabemos, pero el Capitán Pepper nos ha pedido que traslademos a la revolucionaria cautiva a otra celda. No sé si sabrás, pero es una antigua nakama de los Sombrero de Paja, los que están atacando la fortaleza ahora mismo. No sería seguro mantenerla en el mismo sitio.
- ¡Ah, de acuerdo! Su celda es aquella del fondo -dijo señalando una puerta mugrienta al final del pasillo, pero de pronto entrecerró los ojos, observando atentamente a Nami, que se tensó-. No sé por qué, pero me recuerdas a alguien...
En ese mismo momento, la pierna de Sanji se estrelló contra su mandíbula, dejándolo inconsciente de un sólo golpe.
- ¡¡¡Sanji!!! ¡¿Qué haces?! -le preguntó Usopp, histérico, mirando a todos lados. Por suerte, el pasillo estaba vacío.
- Estaba a punto de reconocer a Nami-san -respondió aparentemente tranquilo, aunque inmediatamente una chispa de rabia se prendió en su mirada- ¡¡¡Y nadie, repito NADIE, mira tan fijamente a mi Nami-swan!!!
Usopp suspiró pesadamente.
- Bueno, ahora al menos sabemos donde está Anais. ¡Vamos, rápido!
Tras esconder el cuerpo inconsciente del soldado en una celda vacía y bloquear la puerta, corrieron hacia la puerta de Anais. Tras asegurarse de que no había ningún soldado cerca, Sanji se preparó para pegar una patada a la puerta y abrirla, cuando Nami lo detuvo.
- ¡Espera, Sanji-kun! Si golpeas así la puerta, al abrirse, podrías herir a Anais. Déjame a mí -dijo con un guiño, mientras sacaba un manojo de llaves de su bolsillo.
- ¿De dónde has sacado eso? -le preguntó Usopp, admirado.
- ¿Acaso olvidas que me llaman "La Gata Ladrona"? -respondió sonriendo orgullosa.
- ¡Qué lista es mi Nami-swan! -gritó Sanji, ganándose una mirada reprobatoria por parte de Usopp, que le siseó para que dejara de gritar.
Con pulso firme, Nami abrió al puerta de la celda. A la débil luz de los faroles, vieron una figura atada a una silla.
Cuando Usopp entró llevando consigo un farol, la visión de aquella persona causó que el corazón se les encogiera en el pecho.
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Salt corría por los pasillos, siguiendo por instinto el camino que su hermano había tomado, cuando oyó una voz que lo llamaba. Sin dejar de correr, miró hacia atrás, y casi se tropezó de la sorpresa. Tras él, tratando de alcanzarlo, estaba Luffy Sombrero de Paja. Aminoró un poco su velocidad para que Luffy pudiera alcanzarlo.
- ¡Luffy! ¿Qué haces aquí? ¡Deberías estar luchando en la plaza!
- ¡Lo mismo te digo! ¿Adónde vas? -Luffy corría determinado a su lado.
- Tengo cuentas que saldar -respondió sencillamente. Aquel no era el momento ni el lugar para explicar detalladamente.
- Te acompaño -respondió él sencillamente, sorprendiendo al revolucionario-. El que mandó apresar a Anais... y el que mandó su asesinato hace dos años... está aquí, ¿verdad?
- Sí -asintió Salt-. Su nombre es Wilhelm III. Es el podrido rey de este país.
- En ese caso... le patearé el trasero -Luffy hizo crujir sus nudillos. Su mirada tenía un brillo peligroso. Salt no se había equivocado al pensar que era ese tipo de personas que lo daría todo por ayudar a un amigo.
Salt no respondió, sino que siguió corriendo con aquel joven pirata a su lado, sintiendo el camino que debía seguir para llegar adonde Pepper, subiendo escaleras, siempre subiendo.
Se encontraron ante un enorme puerta de madera, y sin mediar palabra, la abrieron de un golpe al mismo tiempo. Se encontraron en una enorme habitación circular. Las paredes estaba forradas de tapices, y los suelos de lujosas alfombras. A un lado, unas amplias puertas de cristal daban a un imponente balcón que colgaba sobre un gigantesco acantilado. Bajo él, se extendía un frondoso bosque. Al fondo de la habitación, bajo un dosel de terciopelo rojo, había un macizo trono de oro, y sentado en él, un hombre igual de macizo. Su pelo, de color azul intenso, era largo y lacio, y cubría levemente su ancho rostro. Sus ojos eran afilados y de un profundo color negro, y barba de pocos días le cubría el mentón. A su lado, Pepper esperaba con los brazos cruzados.
- ¡Oye, tú! -gritó Luffy nada más entrar en la habitación, mirando con furia al hombre del trono-. ¡¿Eres tú William II!?
- ¡Es Wilhelm III! -le gritó de vuelta Salt, aguantándose las ganas de golpearse en la frente.
- ¡Eso! ¡¿Eres tú?!
- ¡¿Quién es el insignificante insecto que osa hablarme con tanta naturalidad?! -respondió con desprecio el rey, levantándose levemente y mostrando sus dos metros de altura.
- ¡Soy Monkey D. Luffy, el que será el Rey de los Piratas, y voy a patearte el trasero! -anunció Luffy, con firmeza, causando que Pepper riera levemente.
- Vaya, Salt. Menuda calaña de aliados te buscas. No sólo es un despreciable pirata, sino que además es un estúpido. ¿El futuro Rey de los Piratas? ¡Tal vez en sus sueños!
Luffy se dispuso a enfrentarse a Pepper, cuando Salt lo agarró por el hombro y negó levemente con la cabeza. Luffy apretó los dientes y se aguantó.
- Tal vez su objetivo sea improbable, pero al menos es noble -repuso Salt con voz calmada, aunque se le terminó quebrando-. ¿Por qué Pepper? ¿Por qué sigues a este hombre? ¿A el asesino de Jannisse-san?
- No tengo por qué darte ninguna explicación. Terminemos con esto de una vez, "hermano" -dijo con sorna, mientras una sonrisa burlona le cruzaba el rostro.
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- ¡Ey! ¿Alguien sabe adónde se han ido Luffy y Salt? -preguntó Brook, mientras atacaba y vencía a cuatro soldados más.
- Hace un rato los he visto correr hacía la fortaleza -respondió Robin tranquilamente, haciendo "crujir" literalmente a unos cuantos soldados, con los brazos cruzados sobre el pecho. En el fondo, unos explosivos de Franky hicieron temblar el suelo.
- A saber donde se han metido estos -comentó Zoro, sacándose una de sus katanas de la boca-. Pero, hagan lo que hagan, espero que no se metan en peleas innecesarias. Lo único que importa ahora es salvar a Anais.
Sus nakamas asintieron conformes, y siguieron luchando. Ahora lo que debían hacer era entretener a los soldados para que Sanji, Nami y Usopp pudieran sacar a Anais de su celda sin ningún imprevisto, no preguntarse donde se había metido su problemático capitán.
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Pepper se abalanzó sobre Salt, con su espada desenvainada, y el revolucionario desenfundó el sable que le había robado a un soldado cuando estaban luchando en la plaza. Con el filo del sable, detuvo la estocada que Pepper le estaba lanzando, giró sobre su cadera y golpeó a Pepper en la nariz usando el codo. Sintió como el hueso crujía por el impacto. Los dos hermanos se separaron, observándose con furia, mientras la nariz de Pepper sangraba copiosamente. A su lado, Wilhelm III y Luffy también habían comenzado a luchar.
Luffy trató de golpear a Wilhelm en el rostro, pero era más rápido de lo que creía, y lo esquivó. El enorme rey intentó golpearlo, pero Luffy lo esquivó con facilidad, retrocediendo levemente. El rey siguió lanzando puñetazos, causando que Luffy retrocediera hasta salir al balcón. Ahí, intercambiaron puñetazos, golpes y patadas, pero ninguno de ellas parecía lastimar gravemente a su oponente. A pesar de su aspecto enfermizo y sus kilos de más, el rey Wilhelm III era sin duda alguna un gran luchador.
Ignorantes a la batalla que se estaba produciendo en el balcón, Pepper y Salt continuaron luchando. Compartieron estocadas, y ambos terminaron con similares heridas. Ambos tenían cortes en brazos y piernas, y cada vez estaban más cansados. A pesar de haber pasado separados tanto tiempo, todavía eran capaces de prever los ataques del otro, y ese era el motivo por el que todavía no habían conseguido hacerle una herida mortal al otro, solo heridas leves y superficiales. Porque ellos iban a matarse. Ambos querían que ese lazo que los unía terminase de una vez.
Salt sabía que, estuviera donde estuviese, Jannisse-san lloraba y les pedía que dejaran de luchar entre ellos, que eran hermanos, pero, tras pedirle perdón en silencio, Salt hizo oídos sordos a sus súplicas. Ellos hacía mucho que habían dejado de ser hermanos. Ahora, sólo eran un par extraños con un sorprendente parecido.
De pronto, un grito hizo sacudir el balcón, haciendo que ambos dejaran de luchar y dirigieran su mirada hacia donde Wilhelm III y Luffy luchaban. Alcanzaron a ver como, tras uno de los potentes golpes de Luffy, que había activado su Gear Second en algún momento de la pelea, Wilhelm daba un par de pasos hacia atrás, tropezaba con la barandilla y caía por el borde.
- ¡Majestad! -gritó Salt, echando a correr hacia el balcón, con Salt por detrás.
Lo que Salt vio lo dejó sin palabras. Luffy estaba inclinado por la baranda, extendiendo la mano al rey Wilhelm, que en el último instante había logrado agarrarse a la baranda.
- ¡Coge mi mano! ¡Vamos! -lo instó Luffy, inclinando su cuerpo para que el monarca pudiera aferrarse a su mano y, de ese modo, salvar su vida.
A pesar del clamor de la batalla bajo ellos, Salt atinó a escuchar las últimas palabras de Wilhelm III, rey de aquel país podrido.
- Jamás le daría la mano a un insecto insignificante como tú, ¡así me cueste la vida!
Instantes después, su cuerpo se precipitó al vacío.
Luffy, Salt y Pepper se quedaron impactados, en silencio, mirando la barandilla donde momentos antes el monarca se encontraba. Ninguno se atrevió a mirar hacia abajo; el espectáculo no sería agradable.
Los pasos tambaleantes de Pepper rompieron el momento de quietud en el que se encontraban, mientras se acercaba lentamente al borde. Salt y Luffy lo observaron completamente inmóviles.
El aire abandonó los pulmones cuando vio cómo su hermano se subía a la baranda, y el cabello comenzaba a agitarsele.
- ¡Pepper! ¡No!
Y lo dejo en un momento intrigoso intrigante (no existe esa expresión, peo hueno) muajajaja Sólo puedo comentar que este capítulo se me ha hecho divertido de escribir, porque hacia mucho que no escribía desde el punto de vista de los Sombrero de Paja. Ya me diréis si he captado bien sus personalidades ;) Este capítulo va dedicado a mi hermana, Chimney9, por ser la única en acertar el grupo que me gusta. Todavía no diré qué grupo es, a ver si alguien lo acierta. El concurso sigue en pie!!! Woaaaaaa!!! Creo que me he emocionado demasiado "^-^ Y la pregunta de esta semana es... *redoble de tambor*:
¿Cual es vuestra estación favorita? La mía es la primavera. Soy de mayo, y además me gustan las flores y el calor suave, aunque donde vivo se pasa todo el rato lloviendo y haciendo frío xD
Y hasta aquí el capítulo!!! Espero que os haya gustado, y no os olvidéis de votar y comentar. Gracias por leer :-*
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