Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7

Sarah estaba en su cama leyendo, de pésimo humor. Eran las 12 ya, y su compañera de habitación no había aparecido tampoco esa noche. Esperaba que, a diferencia de Mercy, Fernando sí estuviera en su cama durmiendo. No había tenido noticias suyas… Tentada estuvo a pasarle un mensaje para preguntarle por la fiesta, pero aquello le parecía acoso así que se contuvo. ¿Por qué no podía dormir? Realmente estaba desvelada…

Me persigue el insomnio en esta noche,
en que el frío recorre mi silueta,
la soledad parece así un derroche,
y tus brazos una lejana meta.

¿En qué sueño andarás, amado mío?
¿A cuál recóndito lugar te fuiste?
Tu corazón a tientas busca el mío,
que despierto —sin ti— se siente triste…

Qué distante mi lecho me parece,
¡remoto espacio escapado de tu mano!
En la noche el anhelo quizás crece,
y el amor lo sentimos más lejano.

Pues testadura en soledad te invoco,
porque de ti reclamo tu presencia,
así en mi pensamiento tu ser toco,
hasta que el sueño nubla mi conciencia.

Ya dormida tu rostro me enamora,
pues de mi alma tú te sabes dueño.
El idilio termina con la aurora,
y lo vivido fue tan solo, un sueño…

Sarah despertó al día siguiente con los primeros rayos de la mañana. Se sentía como una tonta luego de pasar largas horas pensando en Fernando y después soñando con él… ¿Cómo le habría ido en la fiesta? Se vistió rápido y bajó a desayunar con la esperanza de encontrárselo, pero no fue así.

Luego de su café con leche y de sus tostadas con tomate, Sarah se quedó un tiempo más en la portería aguardando por el chico. Desde allí tenía una envidiable vista de la escalera y el ascensor, por lo que si él bajaba de su cuarto tendría la posibilidad de verlo. Una vez más se sintió como acosadora, y no solo eso, pronto debía marcharse para llegar a tiempo a su clase de Derecho Romano.

Algo desalentada, tomó su mochila y bajó las escaleras del edificio para caminar en dirección a su Facultad. Cuál no fue su sorpresa cuando vio que el Seat azul de Fernando aparcaba delante de ella, y que el muchacho bajaba ojeroso y con la misma ropa del día anterior.

Fern se quedó aun más lívido cuando se topó con Sarah. ¿Por qué se sentía como si hubiese cometido alguna fechoría? Esperaba no encontrársela, pero el destino la había colocado justo en su camino y estaba avergonzado por su facha y la hora a la cual llegaba.

—Buenos días —fue él quien saludó.

—Buenos días —respondió ella, echándole una ojeada a su camisa arrugada y mal abotonada. Sus mejillas se ruborizaron por completo ante los posibles escenarios que lo llevaron a ese estado.

––Me cogió algo tarde ayer ––tartamudeó––, y había tomado un poco, así que decidí quedarme a dormir en casa de mis amigos. No fui el único ––añadió.

Sarah levantó el mentón y lo miró directamente.

––No tienes que darme explicaciones, Fern ––respondió––. Me marcho ya, pues voy tarde a clases.

Y diciendo esto, Sarah siguió por su camino y Fernando se quedó por unos segundos desorientado con su respuesta. ¡No se lo esperaba! Sin embargo, a pesar de sus palabras él intuía que Sarah estaba molesta con él.

Después de un buen baño, Fernando se dirigió a sus clases. Llegaba tarde, por lo que debía esperar a entrar a segunda hora. Para su sorpresa, Ruth también había llegado tarde y al igual que él, aguardaba para poder entrar a la conferencia.

La chica estaba fumando, pero tenía mucho mejor aspecto que el de Fernando. Vestía una saya corta de cuadros y una camisa blanca desabotonada en el escote para hacerlo más prominente. Su cabello cenizo, recogido en una coleta, olía a azahar, por lo que era probable que se lo hubiera lavado esa mañana.

––Pensé que no vendrías ––comentó ella lanzando el cigarrillo al suelo y aplastándolo con sus botines negros.

––No pienso faltar a clases…

Ruth levantó los ojos y lo miró con descaro.

––¿No me das un beso?

––Ruth, sobre ayer…

––¿Qué? ––rio ella––. No me digas que te la pasaste mal… Bueno, cuando empezaste a vomitar sí, pero en la terraza estábamos muy bien.

––Sí, pero me gustaría que solo fuéramos amigos.

Ella le sonrió.

––No te iba a proponer matrimonio, Fern, pero tampoco tenía en mente que fuéramos amigos a secas. ¿Sabes a lo que me refiero?

––Te comprendo, pero en este caso me refiero al real concepto de amistad ––respondió él con firmeza––. No me lo tomes a mal, pero es mejor no mezclar las cosas.

Ella se encogió de hombros y tomó su bolso de una de las bancas.

––Está bien, de cualquier forma, ya sabes lo que quiero, ¿verdad, Fern? Piénsalo bien y búscame cuando también lo desees.

Él no contestó y Ruth se alejó para tomar un café.

Sarah continuaba de malhumor, pero sabía que no tenía derecho a sentirse así. Fernando era solo su amigo, un amigo al que no había visto en los últimos tres años y que podía hacer con su vida lo que considerara mejor.

Después de las clases entró al café para comenzar su turno. Paty la recibió con una sonrisa, pero no tuvieron mucho tiempo para charlas. El Café Periplo estaba bastante lleno de gente, fundamentalmente de estudiantes. Sobre las cinco de la tarde, se desocupó un poco y Sarah pudo respirar.

––Traes muy mala cara ––le comentó Paty.

––Estoy algo cansada…

––Espero que la visita te haga sentir mejor… ––insinuó.

Sarah no la comprendió hasta que se volteó hacia la puerta de cristal y vio aparecer a Fernando con una sonrisa. En otro momento se hubiese alegrado, pero verlo le generaba sentimientos encontrados.

––Hola ––saludó él acercándose a la barra––. He venido para formarme una opinión sobre el cappuccino.

Sarah no pudo evitar soltar una carcajada. ¡Qué fácil lograba cambiarle el humor! Estaba completa e irremediablemente enamorada de él.

––Espero que te guste ––le dijo ella cuando le tendió el café unos minutos después.

Fernando se lo llevó a la nariz y cerró los ojos. Sarah se quedó observándolo en silencio… Estaba algo demacrado, todavía con ojeras, pero aun así se veía guapo.

––¡Estupendo! ––exclamó después del primer sorbo––. Tendré que decírselo a Viviana…

Sarah frunció el ceño, un tanto disgustada y Fernando se rio de ella, aunque un sobresalto en su corazón le hizo preguntarse si Sarah estaría celosa.

––Seguro que te echa de menos ––comentó irónica.

La sonrisa de Fernando se ensanchó.

––No es mala chica, te lo aseguro, aunque no he tenido noticias de ellas desde que se marchó, lo cual hasta cierto punto me parece normal. ¿Ya terminaste aquí?

––Aún me queda una hora ––respondió desalentada.

––Hey, ¿por qué no te tomas esta hora libre? ¡Te prometo que no te descontaremos! ––interrumpió Paty, quien inevitablemente había escuchado parte de la conversación.

––Muchas gracias, pero…

––¡Nada de peros! ––replicó––. Recién me dijiste que estabas cansada, así que me parece estupendo que te tomes esta última hora libre. El ritmo de clientes ha bajado y ya sabes que Jessica siempre llega temprano ––se refería al relevo de Sarah.

––¡Muchas gracias, Paty! ––exclamó la chica despojándose de su mandil.

––¡Gracias! ––dijo Fernando también, como si le hubiesen hecho un favor a él.

Caminaron juntos hasta la residencia, pues en verdad estaban cansados. Subieron a la habitación de Fern y él la invitó a pasar con naturalidad. Sarah no se sintió cohibida, todo lo contrario. Sabía que la habitación de Fern era individual, lo cual le permitía tener mayor privacidad, aunque el costo mensual fuera más alto.

Una cama personal, un escritorio, un librero, un armario… Todo era muy minimalista, pero decorado con colores vivaces y alegres, así que agradable. Sarah se sentó en la silla del escritorio y Fernando se dejó caer sobre la cama, recostándose a los almohadones. Estaba agotado luego de la noche anterior y la joven podía notarlo.

––¿Estás bien?

––Sí, estoy bien. ¿Por qué no tomas lo que quieras en el mini bar y me pasas una soda para mí, por favor?

Sarah así lo hizo. La bebida los animó un poco, y los llevó a iniciar una conversación algo íntima.

––Me he propuesto firmemente dedicarme solamente a estudiar, sin distracciones ––le confesó––. Una fiesta un lunes no es la mejor idea si quieres rendir el resto de la semana…

––No soy tu madre ni voy a regañarte, pero no tienes muy buena cara y lo peor de todo es que tú no eres así.

––¿Y cómo soy? ––preguntó intrigado mirándola con sus ojos azules.

––Te gusta la diversión, pero no los excesos. Tal vez hayas cambiado un poco en estos tres años en Madrid, pero el chico que conozco no es este que parece un zombi.

––Tienes razón y no, no he cambiado tanto, te lo aseguro. Ahora cuéntame de ti, ¿cómo te ha ido en las clases?

––Bastante bien. Me encantan las materias que estoy cursando. Amo la Historia del Derecho, el Derecho Romano y el Constitucional. Tengo varios trabajos para entregar en las próximas semanas, pero no me pesa. Pienso que he elegido bien…

––Me alegro mucho, Sarah. Siempre he admirado de ti tu inteligencia y tu capacidad de trabajo. No me extrañaría que te conviertas en la mejor de tu promoción.

Las mejillas de ella se sonrojaron.

––Apenas voy en primer semestre…

––Pero yo veo más allá… Veo tu futuro.

––¿Y qué ves en mi futuro? ––tenía curiosidad y el corazón acelerado.

––Te veo feliz, con muchos sueños alcanzados y otros nuevos por conquistar ––respondió con voz queda, mirándola.

––No creo que pueda lograr todos mis sueños, al menos uno me parece imposible… ––no pudo creer que le confesara eso.

––¿Y cuál es? ––Fernando no sabía por qué hablar de aquello lo hacía sentir tan agitado.

––No es bueno hablar de imposibles, ¿no crees? ––contestó con una sonrisa triste––. Las utopías es mejor dejarlas en el corazón y pensar con la cabeza, para seguir adelante y no dejarnos abatir por lo que resulta inalcanzable.

––Dudo que pueda existir algo inalcanzable para ti, Sarah y tengo curiosidad por saber qué es eso que consideras imposible.

La típica melodía de las películas de Harry Potter los interrumpió. Era el teléfono de Fernando, quien no dudó en contestarlo cuando vio de quién se trataba.

––¡Hola, Gustavo! ––exclamó––. ¿Cómo está todo? ¡Me harías un tremendo favor si me enviaras esos apuntes! Estoy como loco con Historia de la Arquitectura, sin duda no es lo mío y en la información que me copiaste no había nada de esta materia. Sí, ya sé que tengo que volver a tu casa a copiar el resto, pero si puedes pásame esta guía por el WhatsApp o al correo… ¿No tienes mi Gmail? ¡Es fácil, es mi nombre completo! Sí, ya sé que es poco imaginativo, pero para la escuela es mejor ser serio… ¡Gracias, hermano! ––y cortó.

––Que bueno que Gustavo te presta su ayuda. Creo que no te comenté que lo vi hace uno días en el café luego de muchos años sin encontrármelo…

––No me lo comentaste, pero él a mí sí ––contestó––. Al parecer Gustavo quedó impresionado contigo…

––¿Impresionado? ––estaba desconcertada––. ¿Impresionado en qué sentido?

Fern se rio, aunque el asunto del interés de Gustavo por Sarah no le agradaba en lo más mínimo.

––Impresionado, Sarah ––repitió––. Todo lo impresionado que se puede estar de una mujer hermosa e inteligente.

Aquellas palabras aumentaron aún más el asombro de Sarah, aunque no podía olvidar que estaba hablando de su amigo y no de sí mismo.

––Me sorprende que digas eso. Y que Gustavo… ––escondió el rostro entre sus manos, ruborizada––. ¡Qué vergüenza siento al hablar esto!

––¿Por qué? Es la verdad… Yo también lo pienso así.

Aquella última confesión terminó por derrumbar la calma que había intentado reunir.

––¿Te gusta Gustavo? ––preguntó con seriedad.

––No pienso en Gustavo de esa manera, si es lo que quieres saber. Siempre me ha caído bien, es guapo, pero…

––¿Qué?

––Para mí no basta con eso, tiene que existir algo más. Una conexión, un… ––se interrumpió, estaría revelando demasiados detalles sobre su pobre corazón.

––Una conexión ––repitió Fernando en voz baja, pensativo.

––No me hagas caso ––Sarah se levantó de la cama y se encogió de hombros––. Iré a mi habitación, con fortuna mi escurridiza compañera de cuarto no habrá llegado aún y podré estar a mis anchas y adelantar la tarea.

Fern le dio par de besos en la mejilla y la dejó marchar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro