Capítulo 46
Todos en casa de Fern estaban consternados con lo que había sucedido. No podían creer que Viviana solicitara la custodia para ella, cuando por tanto tiempo no le importó el no cuidar de su hija. Sin embargo, cuando supieron que Sarah sería su abogada, se sintieron todos un poco más tranquilos. Fernando les explicó con detalle la estrategia de Sarah, y confiaban en que la decisión del juez para con Pilar fuera la más justa.
La niña por supuesto que estaba ajena al asunto, pues Fernando no podía preocuparla con algo como eso ni tampoco quería hablar mal de Vivi, aunque se lo mereciera. La felicidad de Pilar era prioritaria, por lo que ante ella debía mantener la mejor de las sonrisas.
Al día siguiente en la mañana, sus amigos: Gustavo y Lucas aparecieron en el estudio en Castellón para hablar con él.
—Ya sabemos lo que está sucediendo, amigo —le dijo Gustavo sin preámbulos, luego de darle un abrazo.
—Puedes contar con nosotros para lo que necesites —Lucas le ofreció su apoyo también.
Fernando les pidió que tomaran asiento, para charlar un poco. Al parecer no era el trabajo lo que los hacía ir a verlo, sino la preocupación natural que sentían por él.
—¿Cómo lo supieron?
Gustavo frunció el ceño.
—No te va a gustar esto —Gustavo le tendió su teléfono donde aparecía un video—. Es la conferencia de prensa que ofreció Vivi y parte del elenco de la película esta mañana. Le hacen algunas preguntas sobre ustedes y mira lo que dice... Adelanta hasta el minuto siete.
La voz en off de un periodista se escuchó:
—Vivi, recientemente hemos sabido que tiene una hija y que continúa legalmente casada con un arquitecto de Castellón. ¿Podría hablarme de su relación? ¿Se mantiene su matrimonio? ¿Por qué su hija no está con usted?
—Mi esposo y yo estamos separados desde hace un tiempo —respondió— y como deben conocer, Pacey y yo mantenemos una relación que no es un secreto para nadie. He presentado la demanda de divorcio y estoy solicitando la custodia exclusiva de mi hija. Reconozco que Fernando es un buen padre, pero lo mejor para Pilar es estar conmigo.
Fernando soltó el teléfono, sentía que lo quemaba. Viviana lo había contado a la prensa, así que a partir de ese momento el asunto se mediatizaría, lo cual era pésimo.
—Debes mantener la calma, Fern —le aconsejó Lucas—. La verdad se sabrá, tarde o temprano y ganarás el proceso. ¿Ya tienes abogado?
Él miró un instante la fotografía de Sarah y él en el Castillo de Morella. Ella le daba fuerzas para mantener la ecuanimidad en estas circunstancias.
—Sarah será mi abogada. De hecho he quedado con ella en verla esta tarde para ajustar algunas cosas. Tiene que contestar la demanda de Vivi, y queremos que quede muy bien.
—Ella es brillante, sabrá muy bien velar por los intereses de ustedes —Gustavo no pudo evitar pensar con nostalgia en su antiguo crush, pero dejó aquellos pensamientos de lado—. Puedes contar con nosotros para lo que necesites. Si precisas de testigos, aquí estaremos para apoyarte y si quieres que te echemos una mano con el estudio, no dudes en llamarnos.
—Muchas gracias a los dos, sé que puedo contar con ustedes. Son grandes amigos, y en tiempos como estos se agradece mucho el apoyo que me brindan —Fernando se despidió de ellos con un apretado abrazo.
En la tarde salió de su estudio para ir al bufete. Antes de llegar a su coche una periodista de Castellón lo interceptó, preguntándole si tenía algo que alegar luego de lo dicho por Vivi en la rueda de prensa. Fernando lo pensó un instante, y aunque era mejor no avivar el fuego que la propia noticia generaba, dijo unas breves palabras:
—Viviana está en su derecho de solicitar la custodia exclusiva, yo también lo estoy al pretender lo mismo y eso haré. Sin embargo, lo importante aquí no somos nosotros, sino lo que es mejor para nuestra hija. Pilar lleva una vida en Castellón, ha nacido aquí, tiene un hogar, familia, amigos, va al colegio aquí... Su vida ha sido conmigo, y debe continuar de esa manera por el bien de la niña. ¿Hasta qué punto el egoísmo de una madre que ha estado ausente por tanto tiempo será más grande que el bienestar de su hija? Esperemos que el juez o jueza valore muy bien el caso y falle a favor de Pilar, no de nosotros. Hasta entonces, suplico a la prensa que nos dejen en paz —pidió de corazón—. Es un asunto privado, no somos adversarios ni esto es una guerra, tan solo somos padres.
Dicho esto, Fernando dio la espalda y subió a su coche. Una vez dentro, respiró hondo y condujo hasta el bufete.
Sarah lo estaba esperando, le dio par de besos en la mejilla cuando entró a su oficina, imaginaba que lo necesitaba. Él se desplomó en una silla, tenía las emociones a flor de piel.
—Vivi ha hablado del caso frente a la prensa —susurró.
—Lo sé, lo acabo de ver. Mi consejo es que intentes mantenerte lejos de los periodistas.
—Tienes razón, pero fuera del bufete me han estado esperando y no he podido evitar decir unas palabras.
Fernando le contó lo que había dicho, y Sarah asintió.
—Pienso que has hablado muy bien y es una manera de responder a lo dicho por Viviana. Supiste hablar con objetividad, sin agredirla; sin embargo, creo que en lo adelante es mejor no ceder a los reclamos de la prensa. Mediatizar esto no es bueno.
—Tienes razón, te prometo que no actuaré por impulso —le aseguró él.
—He leído la demanda —prosiguió Sarah—. Los términos son los que ya nos imaginábamos. El principal argumento es la edad de Pilar, lo que haría más conveniente que estuviera bajo el cuidado de su madre. También alegan que Vivi tiene casa propia y tú no, y que tiene mayores ingresos con lo cual puede brindarle más comodidad.
—¡Santo Dios! —exclamó.
—No te preocupes, aquí el dinero no será un factor determinante. Puede ser cierto que ella ingrese más que tú, pero eres un profesional, tienes un estudio propio y no tienes dificultades económicas. Sobre la casa, alegaremos que eres el heredero de tus abuelos, que es un hogar amplio y confortable donde Pilar goza del apoyo de su familia. Respecto al argumento de la edad, haremos lo que te comenté ayer: demostrar que el mayor apego de Pilar es hacia ti, no hacia Viviana.
—Me parece bien, lo has pensado todo con detalle —respondió Fern.
—Es mi deber.
—Creo que Vivi me ha tendido una trampa.
—Así es, Fern. Pienso que cuando se descubrió la existencia de Pilar se hizo el firme propósito de recuperarla y evitar así ser tildada como mala madre. Tal vez Pacey la haya criticado por su conducta. Viviana debe haber viajado a Castellón con la idea de pedir la custodia exclusiva para ella desde el comienzo. Fue por eso que te pedía tiempo, para ganarlo ella. Nunca pretendió dejar su trabajo ni mudarse a Castellón. Siempre supo muy bien lo que iba a hacer.
—¡Ha sido muy habilidosa! ¡Y yo me he comportado como un estúpido! —se recriminó.
—No has sido estúpido, has sido honorable, algo que Viviana jamás entenderá. Confiemos en que todo salga bien, Fern, pero sí te aseguro que esto fue algo premeditado. Son muchos los documentos que se deben aportar para una demanda: certificación de inscripción del matrimonio, certificación de nacimiento de Pilar, en fin... Ella vino a Castellón a preparar todo eso, y nos vio la cara todo el tiempo.
—Si no fuera porque Pilar existe, jamás me perdonaría haberme involucrado con Viviana alguna vez.
Sarah no contestó, no le correspondía.
—Por cierto, a qué no sabes quién es la abogada de Vivi.
—¿La conozco? —Fernando no tenía idea, no conocía a muchos abogados.
—La demanda está firmada por la letrada Mercedes Bonilla. Tal vez ese nombre no te diga nada, pero lo recuerdo bien. Merecedes Bonilla es Mercy, mi antigua compañera de habitación del Colegio Ausias March.
Fernando se sorprendió mucho. La recordaba bien, no le simpatizaba en lo más mínimo.
—¡Sé que bien quién es! La amiga de Ruth...
—No me hables de ella —Sarah sonrió, para aligerar el ambiente—, esa chica con la que salías y que creías era Pilar Hernández.
Fernando también sonrió. ¡Qué recuerdos aquellos!
—No tuve nada con ella, te lo recuerdo —rio—, lo que nunca esperé es que Mercy fuera la abogada de Vivi.
—Yo tampoco, son casualidades de la vida. Recuerda que me mudé a Barcelona, así que no supe nada más de ella ni imaginaba que también se hubiera vuelto abogada.
—Espero que no sea muy buena —reflexionó él—. Al menos en su primer año iba a muchas fiestas.
—Y faltaba mucho también —asintió Sarah—, pero no podemos demeritar al contrario. Si ha llegado a ejercer como abogada es porque se ha labrado un camino, con esfuerzo, así que confiemos en nuestras propias armas, porque no conocemos las suyas.
—Tienes razón, como siempre, Sarah.
—Hablemos ahora de los documentos que necesitamos para la contestación y de los puntos que desarrollaremos en ella.
—Muy bien, manos a la obra entonces —respondió Fern.
Los siguientes días, la prensa se hizo eco de la noticia sobre Viviana, la nueva película y el proceso de divorcio. Algunos veían con acierto que Viviana solicitara la custodia de su hija; otros cuestionaban el hecho de que la hubiese abandonado por algunos años y apostaban por Fernando. La pequeña declaración que él le había brindado a la prensa se esparció como pólvora, pero Viviana había optado por no decir más de lo que ya había dicho.
Esa tarde, cuando recogió a Pilar en la escuela la notó algo callada, pero no dijo nada. Nanda y Froilán, en cambio, hablaban mucho como de costumbre, así que se preocupó porque a su hija le sucediera algo. Llegaron a la casa, su madre se llevó a los mellizos y el subió con Pilar.
—¿Cariño, te sientes bien? —preguntó mientras la sentaba sobre sus rodillas.
Se hallaban en la habitación de Pilar, en un ambiente más relajado, así que esperaba que su hija le dijera lo que en realidad estaba sucediendo.
—Rita me dijo que mamá y tú se estaban peleando, que su mamá lo vio en la tele —lloriqueó—. Rita dice que se están peleando por mí...
Fernando sintió como si su corazón se rompiera en mil pedazos.
—Cariño, eso no es así —intentó que su voz sonara lo más calmada posible—. Mamá y papá se están divorciando, eso ya lo sabías. Como mamá sale en la tele y va a hacer una película, pues se ha hablado del divorcio, pero no estamos peleando, mucho menos por tu causa. ¡No puedes pensar eso!
—¿Y voy a tener que ir a vivir con mamá? ¡Yo no quiero vivir con mamá! Yo la quiero, pero me gusta vivir aquí. Rita dice que si mi mamá gana la pelea, tendré que irme con ella.
Fernando estaba muy disgustado. Tendría una conversación bastante seria con la madre de Rita, pues aquellos eran asuntos de adultos que no podía hablar con una pequeña como su hija para que luego le contara a la suya.
—Mamá y papá te quieren mucho —respondió al fin—. Mamá quiere que vivas con ella, y yo que te quedes aquí, pero no se ha decidido nada todavía y tú no tienes por qué preocuparte en lo más mínimo. Se hará lo mejor para ti.
—Yo quiero estar contigo, papá —continuaba llorando.
—Te quedarás conmigo, Pilar. Te lo prometo —la decisión no estaba en sus manos, pero rogaba al cielo no tener que quebrar la promesa que recién le había hecho a su hija.
Pilar sonrió, más tranquila y Fernando agradeció su sonrisa. Ojalá su hija tuviera doce años para que pudiera ser escuchada por el juez. Lamentablemente no era así, pero su única esperanza era que el informe psicosocial estuviera de su parte y arrojara que Fernando era la figura de apego de Pilar y el más adecuado para ostentar la custodia.
Al día siguiente, luego de hablar concienzudamente con la madre de Rita y con la profesora de Pilar, Fernando se sintió más tranquilo. La madre de Rita aseguró, muy apenada, que no se lo había dicho a su hija y que era probable que la pequeña hubiese escuchado una conversación entre ella y su marido. Cierto o no, estaba ya advertida y Fernando se dio por satisfecho. Una vez concluida la plática, Fernando se marchó a su estudio, con la promesa de que una indiscreción de ese tipo no se volvería a repetir.
Una vez en el trabajo, Gustavo le envió el link de un diario valenciano, con una pequeña nota: "Gigi ha escrito esto pensando en ti. Un abrazo". Fernando lo abrió con curiosidad, la chica colaboraba con el diario con frecuencia, a la par que perseguía sus sueños como escritora. El título rezaba: "El interés superior del menor y el amor de padre".
El artículo comenzaba con un estudio general sobre el interés superior del menor, las particularidades del proceso contencioso de divorcio con hijos, y los elementos que se tomaban en cuenta para determinar a cuál de los progenitores otorgarla. También se refirió a las bondades de la custodia compartida, y en los casos en los que esta no era posible. Al finalizar, agregó:
"Aunque la ley ha reconocido que tanto el padre como a la madre puede obtener la custodia exclusiva de su hijo, no son pocos los que consideran aún que es la madre la más capacitada para asumir tal función, máxime si se trata de un niño pequeño. Es momento de despejar esos prejuicios. Si bien es cierto que los niños suelen tener un apego mayor con la madre, tal principio no aplica a todos los casos.
Si una madre ha estado ausente del cuidado del pequeño al que debió brindarle amor y protección, esa madre no está, por su sexo, en posición privilegiada sobre el padre que cumplió con su deber y suplió su ausencia. La custodia es una labor de amor y protección, no tiene nada que ver con el género, sino con el corazón. Un padre amoroso, responsable y sobre todo presente puede ser el mejor guardián de un hijo o una hija".
Fernando terminó de leer con lágrimas en los ojos y llamó a Gigi. Ella le contestó enseguida.
—Gracias —le dijo a Gigi.
—No las merece, Fern —le respondió ella con cariño—. Era un artículo que hacía falta. Tu nombre no aparece por ninguna parte, pero más de uno sabrá que estamos hablado de ese caso o de cualquiera en el que el padre merezca la custodia de su hijo.
—Con amigos como ustedes me siento el más afortunado de los mortales. Gracias por todo, Gigi, de corazón.
—No fue solo obra mía, Sarah me brindó su experiencia jurídica y entre las dos pensamos en escribir algo como esto. Ella me aconsejó no entrar en particularidades sobre el caso, y eso hice. Sin embargo, cada palabra estuvo pensada para ustedes.
—Siempre les estaré agradecido, a las dos. Un abrazo.
—¡Otro para ti!
Fernando estaba conmovido por el cariño que recibía de sus amigos, de Sarah. No demoraría en llamarla y darle las gracias también; se lo merecía. Y aunque hacía mucho tiempo que ninguna palabra de amor existía entre ellos, en cada acción de la joven, en cada pensamiento, sabía que ese amor estaba presente.
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