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Capítulo 35

Sarah supo que algo andaba mal en cuanto los vio entrar. Pilar tenía lágrimas en los ojos, los mellizos estaban callados y cabizbajos y Fernando se notaba disgustado. Antonia fue la primera que se acercó a ellos:

—¿Qué sucedió?

—Todo está bien —respondió Fernando—, fue solo un susto. Pilar bajó del coche cuando estaba detenido en un semáforo y salió corriendo.

—¡Oh! —exclamó Antonia—. ¿Por qué hiciste eso? ¡Es muy peligroso, hija!

Pilar sollozó una vez más. Sarah se mantenía a distancia, no sabía bien qué hacer o decir.

—Ya Pilar sabe que no puede a volver a hacer eso, ¿verdad? —la niña asintió.

—Venga los tres, suban a la habitación de Pilar y jueguen un poco hasta que la comida esté lista —le aconsejó Antonia.

Los niños obedecieron de inmediato y en fila india subieron la escalera. Los ánimos no eran los mejores para jugar. Sarah se acercó a Fernando y le dio un abrazo en silencio, él se sentó en el sofá y lanzó sobre la mesa de centro la revista.

—Vio la portada en un puesto y salió corriendo. Nunca había hecho algo así...

—Está creciendo, y le pesa la ausencia de su madre, aunque no lo creas. Ya sé que Vivi no forma parte de su rutina, de su día a día, pero es su madre y hace mucho tiempo que no la ve —comentó Sarah.

—Ella tiene razón —concordó Antonia.

—Necesitas cambiar de coche —añadió Alberto, quien se había mantenido todo el tiempo en silencio—. Sé que le tienes cariño al Seat, pero necesitas uno más moderno con controles para niños y seguros que funcionen adecuadamente.

—Sí, ya lo sé, pero el problema es más grande que eso —dijo Fern—. Incluso pensé en ponerle un castigo, pero creo que no serviría de nada, porque lo que sucedió es consecuencia del abandono de Vivi y de como se siente, no me había dado cuenta antes de cuánto daño le hacía.

—Haces bien en no castigarla, Fern —apoyó Sarah—, creo que ella comprendió que lo que hizo fue grave y peligroso y no lo volverá a hacer. Tu abuelo tiene razón: debes cambiar de coche, pero más que nada tienes que hablar con Pilar.

—Iré a ver a los niños y ver que tal están —se ofreció Alberto y subió las escaleras.

—Yo iré a la cocina a apagar la estufa, los raviolis ya deben estar —dijo Antonia.

—Muchas gracias.

Sarah y Fernando se quedaron a solas. Él tomó la revista, se veía a Vivi acompañada de un hombre: "Vivi: la nueva rubia de Pacey Smith. Fotos de su relación". Fernando frunció el ceño y abrió la revista, se veían varias fotos de la pareja: él, un director de cine norteamericano de mediana edad que estaba en Madrid haciendo una película, y Vivi, su nueva conquista, veinte años menor que él. En el interior de la revista se veían fotos de ellos dos dando un paseo, tomando un helado, y en la playa. Fernando cerró la revista de golpe y la lanzó al suelo.

—¿Crees que Pilar la haya visto?

—Sí, la vio en el coche. Estaba tan ofuscado que lo único que atiné a hacer fue a comprar la revista. Por supuesto, ella aún no sabe leer, pero se habrá percatado de que su madre tiene una relación... Hay fotos muy sugerentes.

—¿Te molesta que tenga una relación? —Sarah estaba un poco preocupada. Nunca lo había visto así...

Fernando la miró a los ojos.

—Cariño, por supuesto que no. No es por mí, es por Pilar. En lugar de venir a ver a su hija invierte su tiempo con este hombre... No es la primera relación que tiene Vivi, aunque tampoco dedico mucho tiempo a ojear los tabloides. Sin embargo, siempre que veo algo así me alarmo.

—¿Por qué?

—Porque le temo a la relación que la haga pedir el divorcio y que, como consecuencia, se discuta la custodia de Pilar.

Sarah suspiró, lo entendía hasta cierto punto.

—Creo que tal vez eso sea bueno, Fern. Es evidente que Viviana no tiene interés alguno por Pilar. ¿Te imaginas entonces si legalmente se le asignara la obligación de cuidar de ella? Por lo que he visto no hay riesgo alguno de perder a tu hija. Tal vez lo mejor sea hablar con ella de una vez, plantearle el divorcio y llegar a un acuerdo. El Tribunal debe aprobar el convenio y habiendo un menor de por medio el Ministerio Fiscal deberá velar por el bienestar del infante. En este caso dudo mucho que un dictamen se decante a favor de Vivi y no de ti.

—Sé que tienes razón, y que lo más justo para nosotros dos es que me divorcie, pero...

—No estoy hablando de nosotros, Fern —le dijo Sarah tomándole de la mano—. Yo puedo vivir contigo sin ser tu esposa. Lo más bonito que existe entre nosotros es el amor que nos tenemos, y eso no lo dice ningún papel. Estoy pensando en Pilar y en ti. Un acuerdo puede ser ventajoso para todos. Te quitaría a ti la zozobra de vivir pensando que un día te quiten a Pilar, y por otro lado, le estarás dando seguridad a tu hija. Si se fijan el régimen de visitas entre Vivi y la niña también será bueno, porque Vivi se verá compelida a cumplirlo y Pilar tendrá más de lo que ahora tiene: un régimen de comunicación con su madre establecido legalmente, no cuando a Vivi se le antoje.

—Lo voy a pensar, Sarah, pero no te prometo seguir tu consejo. Sé que tienes razón, pero el riesgo que supone pasar por todo ese proceso me alarma, y como es natural quisiera posponerlo. Nadie conoce mejor a Vivi que yo. No tengo garantía alguna de que prefiera desentenderse de Pilar y no luchar por ella, aunque solo sea por molestarme a mí.

—¿La crees tan egoísta?

Fernando sonrió con amargura.

—¿No te lo parece? ¿Crees que no es egoísta al pensar primero en su carrera y no en su hija? ¿No es egoísta al priorizar a este hombre al que acaba de conocer por encima de Pilar?

—Sí, tienes razón —concordó Sarah—. Es muy egoísta.

Fernando le dio un breve beso en los labios.

—Iré a ver a Pilar, ¿quieres subir conmigo?

—Pienso que es mejor que conversen ustedes dos —le aconsejó Sarah—. Si quieres diles a los mellizos que bajen y yo los cuidaré hasta que terminen su charla. No demoren mucho, la comida está casi lista. Espero que a Pilar le agraden los raviolis.

—Estoy convencido de que sí.

Fernando subió la escalera, pero antes de entrar a la habitación, tomó el teléfono y llamó a Vivi. Tenía mucho coraje, pero intentó serenarse. Creyó que ella no le respondería, pero para su sorpresa sí tomó la llamada.

—Hola, Fern —a él le pareció que había música al fondo.

—Hola, Vivi. Llamo porque Pilar te echa de menos. Hoy vio tu foto en la portada de Hola y...

Vivi se echó a reír.

—No estarás celoso, ¿verdad? —inquirió.

Si hubiese sido una videollamada, la rubia habría visto cómo el rostro de Fernando cambió de color y se puso por completo rojo.

—¡No seas ridícula! He dicho que llamo por Pilar. Hace meses que no vienes a Castellón y ella te echa de menos... Si por mí fuera no te llamaría, pero Pilar no soy yo y tengo que diferenciar mis sentimientos de los de ella. Eres su madre, a pesar de todo.

Se hizo un silencio en la línea.

—Yo también la echo de menos.

—Pues no lo parece, Viviana.

—Fernando, tengo mucho trabajo, no me puedo mover ahora de Madrid. Tengo varios proyectos entre manos y... ¿Por qué no vienen ustedes? Yo asumo los gastos.

—Vivi, yo también tengo trabajo.

—Pero es más flexible que el mío. Piénsalo, puedes traerme a la niña y se pasa unos días conmigo aquí en Madrid...

—¡Ni lo sueñes! No dejaré a mi hija sola contigo luego de meses sin verla.

—Fernando, también es mi hija —le recordó—. El viernes mi novio regresa a Los Ángeles y tendré el fin de semana antes de comenzar a rodar una teleserie. Vengan los dos, Pilar y tú se pueden quedar en mi casa.

—Lo pensaré.

—Luego no digas que no me ocupo de mi hija —se quejó Vivi—. Está en tus manos traerla a Madrid por el fin de semana o no.

—Luego hablamos —no se quiso comprometer de inicio.

—Como quieras.

—Te pondré a Pilar para que hables con ella...

—Mejor más tarde, Fern. He estado mucho tiempo al teléfono y me esperan para unas fotos. ¡Bye!

Y antes de que Fernando pudiera reaccionar, la llamada ya había concluido. No podía creer que Vivi terminara de hablar sin siquiera hablar con Pilar. Lo peor de todo era la invitación a Madrid, la cual no le hacía gracia alguna. Por otra parte, ¿cómo negarse? ¿Aquello no atentaba contra los intereses de su hija? No sabía qué hacer, pero debía tomar una decisión por el bien de todos, sobre todo de Pilar.

Se acercó a la habitación de su hija y se la encontró armando un rompecabezas con los mellizos y su padre.

—Han avanzado mucho —comentó, mientras veía la figura del dinosaurio a medio llenar.

Pilar estaba mejor, pero no se veía muy contenta. Fernando se sentó en el suelo con los niños y le pidió a su abuelo, quien estaba sentado en un pequeño sofá, que fuera llevando a los mellizos al comedor.

—La comida está casi lista, nosotros bajaremos enseguida —apuntó.

Alberto se llevó a sus nietos más pequeños escalera abajo, y Fernando se quedó a solas con Pilar. La niña bajó la cabeza, preocupada de que fueran a reñirle o a ponerle un castigo.

—¿Estás molesto conmigo, papá? —susurró con una pieza del puzzle en la mano.

—No, pero todavía estoy asustado con lo que sucedió. Lo que hiciste fue muy peligroso, ¿lo comprendes?

—Sí —asintió.

—Pudo haber sucedido un accidente, y eso me aterra, hija —le dio un beso en la frente—. Prométeme que no lo vas a hacer nunca más.

—Lo prometo.

—Si quieres algo, solo tienes que decírmelo, ¿de acuerdo? Yo hubiera estacionado con más cuidado y te hubiese llevado al puesto a comprar la revista.

—Es que quería ver a mamá —se excusó—, y no me di cuenta de lo que hacía...

—Pues cuando se está en la vía hay que tener mucho cuidado y pensar todo muy bien. Sabes que no puedes salir sin compañía de alguien de la familia.

—Ya lo sé, papá —se quedó en silencio pensando hasta que se decidió a preguntar—. ¿Mamá tiene novio?

—Parece que sí, corazón.

—¿Eso te pone triste? —quiso saber la niña.

—No, papá tiene novia también, ¿recuerdas? Quiero mucho a Sarah y también a tu madre, pero desde hace mucho tiempo solo somos amigos. En cambio, con Sarah es distinto, somos una familia ahora: los tres.

—Yo también quiero a Sarah, pero no quiero al novio de mamá.

—¿Por qué? —a él tampoco le simpatizaba aquel hombre tan mayor para Vivi, pero quería saber el razonamiento de Pilar al respecto.

—Es feo y además es por él que mamá no viene a vernos... —sollozó.

Fernando le acarició la cabeza y le dio un beso.

—No es por eso, mamá tiene mucho trabajo y vive lejos de nosotros. Su novio no es responsable de eso. Tal vez pronto puedas ver a mamá...

—¿Vendrá? —estaba ilusionada.

—Ya veremos —no quería adelantarle nada aún—. Ahora alégrate un poco y bajemos a comer que Sarah ha preparado una comida estupenda.

Pilar sonrió y bajó con su papá, mucho más animada.

La comida estaba deliciosa, y a los niños les encantó. La pasta era su plato favorito, así que se comieron hasta el último de los raviolis. Pilar le dijo a Sarah que la comida estaba muy rica, así que la chica se alegró mucho con eso. Su esfuerzo había valido para algo, ya que le preocupaba mucho que lo sucedido fuera a ensombrecer la comida.

Sin embargo, Sarah sabía que algo más sucedía, pues Fernando continuaba perdido en sus pensamientos. Cuando los niños se fueron a descansar un poco, la joven no dudó en preguntarle. Sarah estaba lavando la loza en el lavaplatos y Fernando estaba a su lado, aguardando a que el proceso terminara.

—¿Qué sucede, Fern? Siento que hay algo que no me estás diciendo...

—Hice algo de manera impulsiva y ahora no sé qué sea lo mejor.

—¡Me asustas!

—Por favor, siéntate conmigo —Sarah accedió y tomó asiento frente a él.

Fernando se aclaró la garganta y contó con lujo de detalles lo que había sucedido: la llamada que le hizo a Vivi sin pensar, y la respuesta de la joven.

—No pienso dejar a Pilar con ella en Madrid, así que solo tengo dos opciones: o llevo a la niña o me niego y no va a ninguna parte. Esto de llevarla me preocupa porque es crear un precedente, pero creo que no es justo con Pilar que yo me niegue. Sería solo un fin de semana, siempre y cuando Vivi no se retracte.

Sarah se quedó en silencio meditando todo muy bien. Por supuesto que ella no quería que Fernando fuera a Madrid a encontrarse con su ex, pero también había que pensar en Pilar.

—Creo que la niña te ha dejado claro que su madre sí le hace falta, más de lo que tú pensabas. La última palabra la tienes tú, pues es tu hija, pero pienso que deberían ir los dos. No dejes sola a Pilar, pero tampoco la prives de encontrarse con su madre luego de tanto tiempo.

Fernando asintió. Tomó la mano de Sarah por encima de la mesa, ella era muy sensata y agradecía que pensara primero en Pilar.

—Gracias, mi amor, pero iremos los tres a Madrid. No pienso ir sin ti.

—¿Qué? —ella se quedó atónita.

—Como lo oyes, iremos los tres. Nos quedaremos en un hotel.

—Fernando, no creo que deba ir... Por favor, no tengo el menor deseo de ver a Vivi...

—Ya sé —afirmó él—, pero tal vez no necesites verla, y yo sí preciso que estés a mi lado mientras Pilar esté con ella. Además, ¿vas a dejarme estar solito en Madrid con mi ex?

Sarah sonrió, aunque no le hacía ninguna gracia.

—Confío en ti, Fern.

—Y me alegra mucho que lo hagas, porque yo también confío en ti, aunque no quisiera ver al tal Carlos cerca de ti de nuevo...

Sarah se rio, pero luego se puso más seria.

—No es lo mismo, Carlos y yo no tenemos un hijo juntos, eso es un lazo para toda la vida.

—Lo sé, pero nuestro lazo también es para toda la vida, Sarah, y quiero que también tengamos niños juntos. Ve con nosotros, por favor.

—Tengo que hablar con abuela, no quisiera dejarla sola, recuerda que pars esa fecha mis padres estarán en Barcelona ya de regreso.

—Hablaré con mi mamá y mis abuelos para que estén pendientes de ellos. Será solo un fin de semana —repitió él.

—Está bien —Sarah se inclinó sobre él y le dio un beso en los labios.

Sería el primer viaje de los tres juntos, pero también un viaje difícil y lleno de retos. Sarah estaba un poco nerviosa, pero confiaba en que todo saliera bien.

¡Hola! Tenemos el viaje a Madrid pendiente, espero que les guste. Por cierto, para los que han leído Andar a tu lado, no sé si se percataron que el novio de Vivi, Pacey Smith, es el director de El hilo escarlata y amigo de Thomas.
Un beso a todos!!!

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