Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Quince

Era una noche normal de evento en mi vida, de esos que odiaba con toda mi alma ir, pero disfrutaba una vez que estaba ahí. Se festejaba el cambio de la editorial y mi libro tenía una gigantografía en medio del evento, junto a otros autores. La editorial estaba de fiesta y todos teníamos copas en nuestras manos mientras sonaba música que a mí me parecía aburrida. Yo estaba atrapada en un vestido color esmeralda, de esos que me gustaba llevar para resaltar mi cabello, pero que era imposible moverme. Las fajas eran la salvación al mundo, pero eran lo más incómodo del mundo. A veces sentía que al hablar iba a escupir mis órganos y luego los iban a comer (o robar).

Yo pasé la noche con Suni, que estaba bella en su vestido carísimo pero sin dejar de ser muy ella, y traté de ignorar a todo el mundo. Odiaba por completo esos eventos con autores aburridos, que solamente querían demostrarme que no tenía por qué estar ahí. En Nueva York me había costado encontrar mi lugar en el mundo y me parecía terriblemente aburrido tener que pelear nuevamente por un espacio en ese mundo. Yo no quería tener que demostrar algo una vez más, mis números ya hablaban por mí, pero aun así ahí estaba tratando de recordarles quien era.

Yo había empezado a tomar desde que había llegado y no podía evitar comenzar a sentirme mareada, cómo también un poco lengua larga. Ya hablaba sobre cómo odiaba el tiempo en la ciudad, que me había depilado para la ocasión y cuanto me gustaba Marcus en traje. Eso último solo con Suni y Laura, no me animaba a decirle eso a otros autores.

—¿Y a qué te dedicas ahora mismo, Elizabeth? ¿De qué trata tu libro? —me preguntó uno de esos autores que solamente escriben para vender y tienen un séquito de chicas a su alrededor. Las mujeres se pegaban a él y yo solamente pensaba que feo grano tenía en la nariz. Claudia, mi agente, me había dicho que me comportara porque era un hombre que atraía mucho a la gente.

—Sobre como quiero arruinar la boda de mi ex, lo difícil que es ser soltera con treinta años y lo mucho que necesito sexo...

Todos me miraron en ese momento y los miré como si fuera rebelde por haber dicho lo que pensaba, sin embargo, todos se empezaron a reír como si hubiera dicho un chiste buenísimo. Puse los ojos en blanco alejándome de la gente y entendiendo que por muchos años había sido una persona que no decía nada en serio, ahora había pasado tiempo de eso. Estaba lejos de los treinta, pero a la vez muy cerca y no seguía siendo la misma chica que se había desmayado en ese lugar. Aunque no perdía del todo quién era.

Mis ojos fueron directo a Marcus que se estaba acercando a mí con su copa en mano y por un momento sentí que mi ropa interior se caía lista para él. Sin embargo, me comporté como una señorita que no buscaba saltarle encima a un hombre comprometido. ¿A quién mentía? Mi mente estaba fantaseando como le quitaría la corbata con un rápido movimiento mientras lo atraía hacia mí y como mi boca...

—Estos eventos nunca han sido lo mío —me habló como si nada y dejé de fantasear como montaba a Marcus en pleno evento. Necesitaba sexo pronto si no iba a terminar cometiendo una locura—. ¿Te sientes bien? Estás roja...

—Ya sabes como me pongo en estos eventos, tomó mucho y empiezo a desvariar...

Me regaló una pequeña sonrisa, casi tímida y yo le devolví el gesto porque parecía que en ese momento estábamos flameando las banderas blancas frente a nosotros. Lo último que habíamos vivido había sido intenso y nada había cambiado. Sin embargo, yo no podía sacarme de la cabeza su boca sobre la mía y estaba con esperanza al creer que él tampoco. Me miró la mano que sostenía la copa y alzó una de sus cejas rubias, porque era obvio lo que estaba haciendo falta ahí.

—¿Podemos hablar, Marcus?

—¿Ahora? —me preguntó y asentí, porque había tomado valentía y no quería perderla. Lo noté nervioso cuando insistí con la mirada, pero él imitó mi gesto al asentir y comenzó a caminar hasta su despacho.

Dejó su copa en la bandeja de un camarero y caminamos en silencio hasta su despacho. Me había dado cuenta de que había cambiado, ya no estaba en la sala principal con vidrios que se veía todo. Si no que estaba en la última sala y no había vidrios, era un misterio lo que podría pasar en ese lugar. Y obviamente me incentivó. ¿Ya dije que necesitaba sexo? Bueno, era una necesidad prioritaria.

—¿De qué quieres...? —comenzó a decir Marcus y se detuvo en seco al comprender lo que estaba sucediendo en su despacho. Abrí la boca sin poder creer como todo lo que había tratado de construir se había arruinado en minutos.

Declan estaba besando a una chica random sobre el escritorio de Marcus y estaba semidesnudo, a diferencia de ella que estaba en ropa interior. Me quedé de piedra, porque no sabía qué decir en ese momento y cómo reaccionar ante todo. Morir era una buena opción entre tanto desastre.



—¿Qué mierda estás haciendo, Declan? ¿No puedes ser digno por un segundo?

Ay, no, no, no.

—Espera, Marcus...

La chica salió casi corriendo mientras se acomodaba el vestido y Declan miró a su hermano comprendiendo que pensaba. ¡Él seguía pensando que nosotros éramos algo! Miré a Declan desesperada, esperando que él siguiera fingiendo, pero luego vi en sus ojos que no iba a hacerlo, que estaba cansado de recibir enojos de su hermano por mi culpa. Se acomodó el traje y se acercó a nosotros mientras se peinaba, en vano porque su cabello era un caos.

—No voy a seguir participando de esto, Lizzie...

—¿Esa es tu manera de dejarla? —le preguntó Marcus yendo al choque, dispuesto a empezar una nueva pelea que yo no estaba preparada para vivir—. Te dije que no le hicieras daño, maldita sea. ¿Y lo primero que haces es lastimarla? Eres un niñito que no sabe lo que tiene.

Marcus empujó a Declan y este se mantuvo firme, soportando el golpe, pero sin devolverle lo mismo a su hermano. De mi boca no lograban salir palabras porque lo que decía Marcus me afectaba el doble de lo que debería. Verlo de ese modo me daba esperanza y me hacía creer que me quería, que todavía lo hacía a pesar de todo. A pesar del desastre, a pesar de las muertes, de las obligaciones y de las personas que éramos en medio del caos. Las personas pérdidas que éramos y que tal vez jamás podríamos encontrar el camino a casa.

—Marcus, por favor, no le hagas daño.

—¡Te está engañando, Lizzie! ¿Cómo puedes decirme eso? Nadie debería hacerte daño y mucho menos mi hermano —decía él, enojado, mientras que Declan se mordía el labio como si quisiera guardarse lo que estaba pensando. Sin embargo, también explotó.

—¿Estás enojado conmigo porque engañé a Elizabeth? ¿O por qué no puedes tenerla y te enoja eso? Aquí el único idiota eres tú, no, perdón, son los dos —soltó y lo miré horrorizada, casi rogando que no dijera lo que iba a soltar. Marcus mostraba confusión, aunque por un momento noté en sus ojos que había comprendido todo—. No voy a jugar más a esto. No voy a seguir participando de tus locuras, Lizzie, tienes que entender que no puedes arrastrar a todos en tus cosas. Quieres conseguir algo y obligas a todos a seguirte porque crees que es lo correcto. No es lo correcto mentirle a mi hermano.

—¿Me mintieron?

No podía hablar. ¿Alguna vez han vivido algo como eso? ¿Alguna vez han tratado de hablar y de su boca no salían palabras? Temblaba como una niña asustada, como si mis padres hubieran encontrado mis notas de matemática luego de tanto tiempo, lloraba como cuando Marisa de The OC murió. Casi no podía hablar y miré a Marcus temblorosa, sintiéndome pequeña cuando en realidad había creado una mentira más grande que yo. Una mentira que había hecho daño, no iba a negarlo.

—La conocí el día de la iglesia, no tengo nada con ella. Simplemente, la ayudé porque odio que seas el muñeco de papá y que quieras casarte con Portia para pagar sus deudas. Pero te subestimé, no eres un muñeco... eres idéntico —le escupió Declan sin pensar, directamente como una persona que está cansada de todo.

—Y tú no eres nada, Declan. Lo que eres es gracias a mí, porque te doy la oportunidad de seguir existiendo. Tienes fortuna porque te lo permito, tienes trabajo porque me das pena ajena. Eres solamente el error de una relación que nunca tuvo que ser.

—Basta, basta los dos. Esto es mi culpa, no pueden pelearse así por mi culpa —me aventuré a tratar de detener ese desastre y, sin embargo, sentí que nada había logrado. Traté de tocar a Declan, pero este se soltó cuando lo hice y se marchó dejándonos solos. Solos y con mi culpa.

—Siempre me has parecido una chica impresionante, Lizzie —comenzó a decir y si bien quise detenerlo, hablar o tratar de expresar mis sentimientos, me detuvo extendiendo una mano—. Pero solamente eres un caos y quieres que todos lo seamos contigo. No sabes lo qué quieres y cuando te encaprichas con algo arrastrabas todos. No te importa nada. No te importa que Declan sea mi hermano y que obviamente nos íbamos a pelear, no te importa besarme cuando tengo novia, no te importa arruinar un casamiento... no puedo creer que alguna vez estuve enamorado de ti.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro