Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Dieciocho

Mis palabras habían tenido tanta verdad que me costaba aceptarlas en mi cabeza, pero si en voz alta. ¿Dónde más iba a estar si no era con Marcus? Había hecho lo que quería, había disfrutado y conocido el mundo de la seguridad que nunca había visto antes. Había sido muy feliz en mis tres largos años en Nueva York, pero ahora quería detener aquello y estar con él. Me había dado la oportunidad de disfrutar, de quererme primero y estaba orgullosa por ese logro. Pero ahora quería crecer en mi relación también y quería que sea con él.

Me acerqué a Marcus y él siguió mis movimientos con la mirada, pero sin atreverse a hacer nada. Lo conocía bastante como para saber que estaba calculando que iba a hacer, pensando sin parar porque yo estaba por acercarme lo suficiente para que todo nuestro mundo se cayera a nuestro alrededor.

—Lizzie... —me quiso detener, pero la realidad era que no quería detenerme. Sentía que era el momento adecuado, que volvíamos a ser lo que habíamos perdido y que deseábamos ser encontrados una vez más. Lo quería, lo quería con desesperación.

Lo escuché suspirar cuando ya estuve lo suficientemente cerca para ver lo largas que eran sus pestañas. Mi corazón latía enloquecido, perdido en mi pecho y sintiéndose finalmente vivo. Quería escapar de mi pecho y por un momento pensé que era lo correcto, lo mejor para ambos. Su mano llegó a mi nuca y eso fue para mí un incentivo para besarlo como quería.

Si bien ya nos habíamos besado en la sala de mi casa, no se había sentido realmente correcto. Había sido una situación extraña y yo no había quedado del todo conforme con mi comportamiento. En ese momento se sentía correcto y luego de un largo tiempo de no sentirse así aquello era único.

Cuando mis labios rozaron los suyos me sentí finalmente en casa, como si todo tuviera sentido y que las piezas de nuestro rompecabezas finalmente tenían sentido para ambos. No había nada en Marcus que no conociera a pesar del poco tiempo que habíamos estado juntos, me gustaba todo de él y disfrutaba de sus movimientos como si fuera esa chica insegura e incomprendida que era antes. Él me había enseñado a quererme y sentía que en ese momento era yo la que tenía que enseñarle lo mismo.

Primero comenzamos con una lentitud digna del momento que habíamos vivido, como si estuviéramos dándonos todo el tiempo del mundo para besarnos de ese modo que todavía me hacía temblar como una niñita. Volví a sentir su calor, su aroma a hombre que me volvía loca y aquella forma de besar que no había vivido con nadie. Todas las personas besaban diferente, pero la realidad es que Marcus lo hacía de un modo que hacía temblar a cualquiera. Por lo menos a mí me volvía loca y caía en sus brazos en segundos.

Pero con el pasar de los segundos, el beso comenzó a profundizarse, perdiendo un poco el eje y simplemente aferrándonos a nuestros sentimientos y sensaciones. Hacía mucho tiempo que no me sentía así, que no deseaba contacto con una persona y algo me decía que Marcus se sentía el mismo modo. Los dos queríamos más, no podíamos negarlo y nuestros cuerpos no estaban para mentiras. Siempre íbamos a tener esa conexión de piel imposible de ocultar.

Mi cuerpo comenzó a inclinarse hacia el sillón y yo misma me dejé caer lentamente para que Marcus me cubriera con su cuerpo. Mi cerebro no pensaba bien, toda mi cabeza gritaba en voz alta MARCUS, MARCUS, MARCUS y no podía ni siquiera ponerme a pensar que estaba en el sillón de su casa, con su hermano en la otra obligación. Pensar no estaba en mis planes y mucho menos con Marcus besándome de ese modo. En la habitación solo se podía escuchar nuestras respiraciones aceleradas y no me importaba en ese momento nada. Marcus alejó su boca de la mía para besar mi cuello con una de sus manos yendo hasta mi cadera para pegarme a su cuerpo. Solté un pequeño quejido de mi boca ante la estimulación y comprendí que el beso dulce que nos habíamos dado antes había quedado totalmente olvidado por aquel instante de pasión.

Su mano se coló por la parte superior del pijama y me temblaron las piernas al poder sentirlo tocando mi piel. Era como agua en un día de extremo calor y le mordí el labio cuando volvió a mi boca, casi como incentivo para que eso no terminara nunca. Sin embargo, hice todo lo contrario y lo noté en su rostro. Me quedé paralizada al notar que en sus ojos había duda y, como esperaba, arrepentimiento. Me miraba desde arriba, con sus cabellos rubios cayendo como cascada y algunos tocando mi rostro.

—No puedo hacerle esto a Portia —susurró y a pesar de todo lo que podía llegar a sentir en ese momento, asentí. No quería ser la segunda chica, no quería que tuviera un momento rápido y que luego se arrepintiera lo suficiente para no verme más. Yo no hacía esas cosas por más que me muriera por él—. Lo siento.

Se alejó de mí y se puso de pie al instante, aunque no se marchó de la sala, sino que fue hasta la mesada que usaba para desayunar. Apoyó sus manos y se inclinó hacia delante, seguramente pensativo y con millones de conflictos mentales. Suspiré, aunque sin ningún tipo de enojo, porque entendía que estaba tocando los botones correctos para lograr llegar a Marcus. Lo había hecho y por más que él se hubiera alejado había vivido lo que deseaba, lo que deseábamos.

Me puse de pie, acomodándome el pijama, y caminé hacia él descalza siendo el único ruido en la sala. Apoyé mi mano sobre la suya y le di un pequeño apretón, casi dando a entender que yo estaba ahí para él. No me miró, pero tampoco me importó cuando me incliné para dejarle un beso en la mejilla.

—Tú sabes que hacer, Marcus —le susurré sincera y él asintió un par de veces, aunque todavía sin mirarme—. Y lo que sea que hagas yo lo voy a aceptar. Pero no voy a esperar por tí si no estás listo para ser el chico del que me enamoré. No voy a esperarte eternamente, eres tú quien elige tu destino y déjame decirte que estoy muy segura que ese destino está conmigo.

Me miró cuando dije eso y me sonrió de lado, casi como si no pudiera evitarlo ante mis palabras. Le regalé una sonrisa segura, demostrando que iba a hacer todo para tenerlo, pero él también tenía que sacrificarse. Yo no iba a estar con un chico que estuviera con otra, él iba a tener que decidir qué era lo que quería en su vida. Si yo estaba en ella o finalmente me dejaba ir. Otra vez.



Abrí los ojos medio dormida y cansada luego de semejante noche cuando escuché voces en la cocina. Me había quedado dormida en el sillón, porque obligue a Marcus e ir a la cama de invitados, y no me di cuenta de que el sol ya estaba en lo más alto casi indicando que era mediodía. No recordaba ni que día era, pero estaba segura de que no tenía ningún evento y decidí dormitar un rato más. El sillón era lo suficientemente cómodo para que pudiera dormir todo un día y no era mi casa, pero lo deseaba con todo mi cuerpo.

—¿A todo le tienes que poner fresas?

Pude interpretar mejor las voces y noté que estaba Declan hablando en voz baja, pero que lentamente comenzaba a subir la voz. Me causó gracia que hiciera aquello porque yo estaba ahí cuando era la casa del hermano, yo era la intrusa.

—¡Porque son ricas las fresas, Declan! —chilló la vocecita de Suni y me di cuenta de que esos dos niños estaban en la cocina tratando de hacer algo—. Tú eres muy amargo, las fresas son buenas para...

—Baja la voz, Minion, no quieres despertar a Elizabeth si no tenemos un desayuno digno. Lo mínimo que puedo hacer es eso.

—¡No soy un Minion!

—Oh, por supuesto que lo eres —empezó a reírse al decir eso y escuché a Suni hacer un sonido de enojo mezclado con tristeza. Abrí un ojo para chusmear que pasaba con esos dos, considerándome la persona más fan de ellos, y vi a Declan pellizcando su mejilla con una sonrisa en la cara—. No hagas expresiones así, no soy inmune.

Uh, eso se ponía bueno.

—¿Inmune? —quise saber ella al instante. Era gracioso porque no me veían ahí acostada, solo el cuerpo enorme de Declan y la pequeña cabeza de Suni. Realmente él era muy alto y ella una enana. Al parecer estaban tratando de hacer un desayuno con tostadas, waffles y fresas por todos lados—. Siempre he hecho esas expresiones y jamás te has quejado.

—No me quejo.

—¿Entonces? ¿Te molestan? ¿Hice algo mal? —cuestionó realmente preocupada y Declan se rio de su expresión preocupada, volviendo a pellizcarle la mejilla—. ¡No me estás respondiendo, Declan!

—Eres un Minion precioso, Sun Sun —bromeó y yo abrí los ojos, emocionada por aquello, deseando saber más, pero Declan me vio desde donde estaba y se puso firme al instante. Suni se dio vuelta ante el movimiento del chico y ambos se tensionaron por mi presencia ahí en plena interacción. Resoplé, maldita sea, necesitaba ser una fan más sigilosa.

Cuando me acerqué para desayunar con ellos me indicaron que Marcus se había ido muy temprano, aunque no tenía que trabajar, pero tampoco sabían adónde. Desayuné junto a ellos hablando de cosas sin importancia, ignorando completamente lo que había sucedido la noche anterior. Declan parecía un poco avergonzado, sin su manera divertida de ser y Suni quería ponerle emoción a todo lo que decía. Nos contó mil cosas sobre su país en media hora y me dolía la cabeza de tanto escucharla, aunque claramente Declan parecía inmune a la vocecita de Suni.

Suspiré cuando terminé de comer, dispuesta a cambiarme para ir a mi casa, y tomé mi teléfono. Tenía un mensaje de Laura y lo abrí con cuidado, porque uno nunca sabía que podía tener esa mujer.


"¿Tienes algo que ver con esto?"


Adjunto traía una captura de una red social de Portia en donde decía que ella y Marcus habían terminado de manera formal su compromiso. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro