Capítulo Cuatro.
—¿Que te acostaste con quien?
Laura me gritaba del otro lado del teléfono y yo quería ponerme a llorar como cuando mi madre me regañaba. Estaba sentada en el pasillo de la casa de los Scott, sin zapatos y luciendo seguramente como una chica que había tenido una mala noche. Había despertado en la cama de Declan Scott y estaba demasiado asustada como para decirle una palabra, directamente escapé. Pero tampoco me podía ir cuando sentía que mi mundo giraba sin parar, moviéndose como si estuviera en una montaña rusa. ¿Qué había hecho?
—¡Te estoy diciendo que no lo sé! —exclamé llevándome las manos al rostro mientras observaba a Laura del otro lado en videollamada, luciendo siempre tan impecable que dolía. Sin embargo, estaba enojada y me daba un poco de pánico mirarla a los ojos—. No recuerdo nada, debo haber tomado mucho o mezclado... casi ni comí en el funeral y tomé vino ahí. Después creo que seguí tomando... no me acuerdo absolutamente nada y me asusta.
—Yo te vi tomando, pero creí que podías soportarlo con la edad que tienes...
—Gracias por llamarme vieja, Laura, te lo agradezco —me quejé todavía con ganar de ponerme a llorar y sin saber que iba a hacer de ahora en más. No podía volver con Declan como si nada, no sabía que había pasado todo ese tiempo y no sabía en dónde había quedado Suni. ¿Y si Marcus iba a la casa de los Scott? Ay, quería morir—. ¿Tienes el teléfono de Suni?
—Sí, pero espera... ¿no sientes... algo?
—¿Algo como qué? —quise saber por qué no iba a negar que había tenido pocas experiencias sexuales y podía contarlas con las manos. No sabía si tenía que sentir algo en especial, casi siempre tenía ganas de dormir y comer—. O sea... estoy muy cansada y me duele el cuerpo, pero puede ser el alcohol. ¿Se supone que tengo que sentir algo? Maldita sea, quiero morirme...
Laura resopló y vi una sombra detrás de ella, asustándome por si era Marcus saliendo de la nada como en las novelas mexicanas. Solo faltaba que dijera algo sobre la lisiada, pero no estaba segura de que tenía que ver con lo que sucedía.
—¿Sucede algo? —preguntó la voz y al instante la reconocí como el chico malo y lleno de tatuajes que antes vivía con Laura. No recordaba que siguieran juntos, los había visto en fotografías en Instagram, pero la rubia prefería subir fotos de ella todo el tiempo.
—No, es solo Lizzie que no recuerda lo que pasó ayer...
—¡Es el bad boy! ¿Siguen juntos? No puedo creerlo —me burlé un poco de Laura porque sabía cuánto le costaba mantener una relación. Tyler me saludó con su sonrisa de chico malo y me reí, había cosas que no habían cambiado. Laura me fulminó con la mirada y recordé que estaba en un aprieto—. ¿Qué fue lo último que te dije?
La vi tratando de hacer memoria y estuvo por unos minutos pensando hasta que finalmente recordó algo. La miré esperanzada, deseando que me dijera que iba a dormir con Declan como dos personas civilizadas y ninguno iba a perder la ropa en el camino. ¿Podría ser eso posible?
—Me dijiste que ibas a detener la boda —me recordó y yo me quedé pensando en eso, porque estaba casi segura que lo había dicho toda la noche—. Que ibas con Suni y Declan a la casa de este último para tratar de pensar como arruinarlo todo. Yo te pregunté por qué ibas a su casa cuando podías ir a la mía o incluso hospedarte en un hotel... pero me dijiste que tus cosas estaban en el auto de Declan y te fuiste cantando la canción de La boda de mi mejor amigo.
Claro, de ahí salía la idea de arruinar la boda.
Tarareé la canción y fue como si el recuerdo llegara a mi mente de la nada, como si activara algo en mí que no pudiera entender. Ahí estaba el recuerdo frente a mí y solo tuve que cerrar los ojos para traerlo de vuelta a la vida.
—¡Voy a detener esa boda! —exclamé en medio de la noche bajando del taxi que nos llevaba a la casa de Declan Scott. Él estaba tan borracho como yo, pero Suni lo ayudaba a mantenerse en pie mientras que yo iba tambaleándome de lado a lado con mis zapatos en mano. Era bastante irrespetuoso lo que estábamos haciendo, pero teníamos esa borrachera feliz que nos hacía saltar y divertirnos a nuestro antojo. El vino del funeral me había hecho realmente mal, ya que nunca tomaba, pero no tenía ganas de pedirme una cerveza en ese lugar.
—Por favor, chicos, necesito que se calmen... —decía Suni mientras buscaba entre sus cosas las llaves. ¿Por qué tenía las llaves de la casa de los Scott? No lo sabía. Declan se iba cayendo cada vez en Suni y teniendo en cuenta que era muchísimo más alto que ella, era algo divertido de ver—. Quédate quieto, Declan, no puedo encontrar las llaves.
—Te bajaré el sueldo si no te mueves más rápido, Sun Sun. Vamos, apurate.
Notaba que Declan le hablaba en un tono burlón todo el tiempo y ella no soltaba ni una palabra cuando él le hacía daño. Por un momento quise regañarlo por ser así, pero me estaba haciendo pis y solo podía pensar en eso. En eso y en Marcus casándose con esa chica. Odiaba que fuera agradable, pero yo estaba segura de que seguramente tenía un pasado oculto que nadie quería decirnos. Yo iba a descubrirlo y Marcus iba a terminar con ella para volver conmigo. Era un plan maestro.
—Es un plan de mierda —me dijo Declan y me di cuenta de que había pensado en voz alta. Resoplé indignada porque no había menos ridículo que yo en ese momento, pero estaba segura de mis intenciones. Decían que si lo querías con mucha fuerza lo ibas a lograr. Eso estaba haciendo yo.
Finalmente, Suni encontró las llaves y abrió la puerta principal. Sabía que esa era la casa de los Scott, la casa de la que Marcus se había ido cuando terminó la universidad. Tampoco vivía la madre de este, pero yo no sabía en dónde estaba esa mujer. ¿Le había pasado algo y yo no estaba enterada? Caminamos por la casa, que tenía pinta de mansión, y mis pies agradecieron la alfombra que decoraba el suelo.
—Bueno, Declan me parece lo mejor que hoy nos quedemos contigo. No sería la primera vez que me quedo aquí —empezó a dar órdenes y Declan puso los ojos en blanco. No entendía muy bien su relación. ¿Ella era su niñera? Porque lo parecía—. Lizzie puedes quedarte por hoy, hay varias habitaciones de invitados...
Asentí y me dejé caer en un sillón al mismo tiempo que Declan lo hacía a mi lado. Los dos estábamos con muchas energías, pero queríamos estar sentados, supongo que así funciona el alcohol a veces. Suni miraba al chico con preocupación en su mirada y noté que algo no estaba del todo bien así que imité su acción. Yo lo vi bien, así que consideré que Suni era una exagerada y metida.
—Iré a buscar agua para ambos, necesitan estar hidratados mañana por la mañana, sino va a ser terrible.
La chica se fue, conociendo el camino, y nos quedamos los dos en ese estado lamentable. No recuerdo qué más sucedió, que pasó por mi mente o que palabras cruzamos que Declan se puso de pie de la nada y me dijo que necesitaba desahogar sus penas. Yo estaba en el mismo estado. La felicidad del alcohol se había marchado y lentamente empezaba a entender que estaba sucediendo. Se puso de pie y me extendió una mano que tomé al instante.
Nos divertimos corriendo por los pasillos de la enorme casa y era divertido sentirme como una niña rebelde después de tanto tiempo. Finalmente, llegamos a la bodega de los Scott y Declan comenzó a buscar entre todos los vinos a nuestro alrededor. Sabía que el padre de Marcus era rico, pero no que tenía tanto dinero como para mantener una bodega como esa.
—Mi padre guardó estos vinos en vano... ahora no podrá disfrutarlos —se quejó mientras tomaba uno luego de mucha búsqueda y lo abría gracias a un destapador que estaba por ahí. Tomé unas copas y me acerqué a él dispuesta a seguir tomando hasta que no recordara nada de lo vivido.
Nos sentamos en el suelo, tomando el vino más caro de su padre y pensando en todo lo sucedido. Declan parecía que estaba empezando a comprender que su padre se había ido para siempre y que no iba a volver. Eso mismo pensaba yo de mi amor por Marcus y si bien eran dos situaciones totalmente diferentes para ambos se sentía igual de mal.
—Lamento lo de tu padre, Declan... ¿se llevaban bien? —quise saber con sinceridad porque ese hombre había sido una persona complicada para mí en su momento—. No era la mejor persona, pero quería a sus hijos...
—Creo que me odiaba. Me trataba mal, me negaba conocer a mi familia, siempre estaba poco orgulloso de mis progresos... pero era mi padre, ¿sabes? No duele menos cuando pienso en esas cosas. No puedo creer que de un día al otro ya no está —confesó y asentí sin comprender sus palabras porque no había vivido eso, pero entendiendo que extraño podía ser todo en ese momento—. Siento que en cualquier momento va a aparecer por esa puerta y me va a gritar por tomarme su mejor vino. Pero no lo hará...
Le di un trago a la botella en vez de al vaso y yo lo imité, aunque tomando como correspondía. Me daba mucha pena que Declan estuviera viviendo algo así y me pregunté que pasaba por la cabeza de Marcus en ese momento. Los Scott eran hombres que vivían fingiendo sus sentimientos y nunca aceptaban sus emociones reales hasta el momento que explotaban en su cara.
—¿Tú quieres a mi hermano, no?
Lo miré sin saber qué decirle por qué no lo sabía. ¿Había sido una persona importante en mi vida? Sí, pero no sabía si estaba enamorada realmente de él y todo aquello había sido una linda historia de amor que había durado treinta días. ¿Y si ya no éramos las mismas personas que hace tres años? Aquello me daba pánico y me hizo tragar del vino horrible, pero lo tomaba en honor del señor Scott.
—Vamos a detener esa boda, Lizzie, te lo prometo. Sea como sea.
Y ahí se detenía el recuerdo.
—Maldita sea —susurré al darme cuenta de que me acordaba hasta que seguramente ya no podía más. Había tomado mucho y cuando más tomaba más empeoraba la situación con mis memorias. ¿Qué había sucedido? ¿Realmente había pasado algo?
Tomé mis cosas, corté con Laura y entré a la habitación que había compartido con Declan esa noche. Él estaba despierto, con la espalda en el respaldo de la cama y miraba su teléfono con un ojo abierto. Me miró entrar y se rio de mi aspecto, o eso esperaba. Le mostré el dedo corazón y me acerqué hasta sentarme en la cama que todavía estaba caliente. Él estaba tapado, pero por su pierna escapando de las sábanas pude comprobar que estaba desnudo o con ropa interior. Yo había despertado con la ropa en perfecto estado, pero eso no significaba que no hubiera sucedido algo.
—¿Pasó algo entre nosotros, Declan?
Él se empezó a reír y me sentí peor, como si fuera una niñita tonta que no sabía qué hacer en ese momento. A él parecía encantarles las desgracias ajenas, como Suni que era una desgracia en persona.
—¿No te acuerdas de nada? Vaya, pensé que era inolvidable.
Iba a abrir la boca buscando explicaciones, casi rogando por un poco de información a mi cabeza y la puerta de la habitación se abrió. Escuché la voz de Suni hablando y me di cuenta de que ella era la que estaba entrando, al principio me tranquilicé creyendo que se trataba solo de ella. Pero a su lado estaba Marcus.
Se busca mi dignidad. Perdida hace tres largos años, por favor llamar si la encuentran.
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