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<<Él>>
Yo y mí querida boca, siempre que decidía abrirla para decir algo terminabas huyendo. Aunque no entendí porqué te fuiste sin nada más que decir. Caminaste alejándote de mí a paso rápido como si el mismísimo flash se hubiese apoderado de tú cuerpo. ¿Por qué me preocupaba por ti? Eras la chica amante y obsesionada con el helado que había conocido hace una semana y ya estabas introducida en mí cabeza como un piojo de esos que no se quieren despegar de ti. Bueno no con esa comparación ya que siempre que buscaba acercarme tú te esmerabas en alejarte pero parecida. No eras un piojo, era una obsesión. Mi obsesión. Pero tú nombre, ese Paula Durand me sonaba familiar. Maldita cabeza que no me hace recordar. Me fui algo desanimado, si bien sabía había roto mi racha de comer helados seguidos y por mi torpeza tampoco hablé con los dueños sobre el nombre del local. Pero dejando de lado todo esos asuntos que para mí eran menos importantes me concentre en la idea que pude verte. Necesitaba conocerte y saber más de ti. Y no era solo un simple decir se convirtió en una meta desde que me serviste el primer helado aquella tarde amarga.