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<<Él>>
Dejaste de llorar, las lagrimas al fin habian cesado su salida para dar paso a pequeños gemidos tratando de recuperar el oxigeno que perdiste de tanto llorar. Creo que era algo bueno. ¿segun yo? Rompi el abrazo, ese que me hacia sentir lleno de nuevo aunque no queria pero tuve que hacerlo, dirigiste tu mirada encontrandose con la mia. Con tus ojos sin brillo, rojizos y aun con restos de lagrimas que se detuvieron en el proceso.

-Ya no quiero cometer errores-hablaste, tu voz entrecortada y jadeante por recuperar el oxigeno que se había escapado. Volviste a recurrir a las lagrimas. ¿Porque tenia el extraño presentimiento que debía de protegerte?

-Y no los volveras a cometere, porque de hoy en adelante estare contigo. Así que ahora será más difícil deshacerme del asqueroso helado-comente provocando que una no muy linda y fingida sonrisa se asomará en tus finos labios

- ¿Eso es un promesa? -preguntaste, no me quedo de otra que asentir. Te alejaste de mi haciendo que curveara las cejas en total confusión. Volviste a sonreir, está vez era una sonrisa sincera. Amaba esas sonrisas y a pesar del tiempo aun la sigo amando

-Hoy doble especial de helado de ron con pasas-saltaste emocionada. Si ya estaba confundidio ese fue la gota de intriga que reboso el vaso. Me altere y movi mis manos en señal de total confusión y desesperación.

-Espera ¿Vas a embriagarme? -no ese no era yo, no ese no era Yael Fernández. No había tomado ni una sola gota de alcohol desde los 14 años, no podia romper mi racha. Mejor dicho me rehusaba a romper mi racha. No volvería a ese lugar de nuevo no señores no lo hare....

Peeeeeeeeerooooooooo

Al parecer lo que pensé lo dije en voz alta, porque empezaste a reír fuertemente, unas carcajadas que formaron unos hojuelos pequeños en tus cachetes. Eso hojuelos que describian en las historias de Wattpad como hojuelos del demonio. Y tal vez tenían razón.

-No claro que no, -hiciste una pausa para controlar tus risas-De seguro que te encantara. Además el porcentaje de alcohol es 0%. No tienes nada de que preocuparte-tomaste mi mano, entrelazando tus dedos junto los mios. Ese pequeño tacto hizo que una punzada de dolor me agobiara por unos segundos la cabeza, genero una corriente en todo mi cuerpo que termino por acelerar los latidos de mi corazón-Sigueme-sugeriste ayudandome a levantarme del frío suelo cubierto de tierra y húmedad.

-Eso ni dudarlo, te seguíria hasta lo más alto del cielo allá hasta las nubes-señale el pequeño bulto de masa que se asomaba en ese instante. Me provocabas emociones que pense que había olvidado pero que solo tenía retenidos. Y me encantaba que sacaras a la luz lo que estaba en las sombras que revivieras en mi lo que estaba muerto.