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<<Él>>
Te quedaste paralizada, sin nada que decir. Literal estabas totalmente pálida y con los ojos entornados trasmitían total confusión. Dirigiste tu mirada hacia aquel pequeño dibujo colgado en una de las paredes del local. Estaba puesto sobre un marco de madera lisa con pequeñas letras escritas de manera cursiva que ya no podían leerse debido al descuidado estado de la madera. El dibujo consistía por 3 niños, una niña más pequeña en el centro con una coleta de cabello rojizo pareciéndose mucho a Mérida de la película de Disney, la otra niña estaba a su lado derecho, con cabellera rubia lacia. Al final se encontraba a la izquierda un pequeño niño pelinegro, muy sonriente. A decir verdad los pequeños que conformaban el dibujo se veían realmente felices. Tanto que con tan solo observar aquel dibujo de niños una sonrisa se dibujaba en mis labios. Aquel retrato hecho a mano quizás por una chiquilla de 7 o 8 años, había sido el mismo recuadro encontrado en una de las múltiples cajas que dieron con nuestra visión de entre tanto cachivache guardado en el local. Pero ¿Porque ya no sonreías? De un momento a otro esa elevación de tus labios rosáceos paso a convertirse en una fina línea sin ninguna expresión. ¿Qué tenía aquel retrato que causaba en mi felicidad pero en ti amargura y ansiedad?

Me preocupe, últimamente todo lo que sucedía en torno a ella me generaba una confusión y agonía en mi interior. Tu mirada viva y fugaz se apago, disminuyendo el brillo habitual que tanto me había acostumbrado a su mirar. La curiosidad no perdió su tiempo en recorrer completamente mis venas hasta terminar por impulsar a mi boca para hablar.

_Que lindo retrato el de la pared ¿no es así? _fui sutil, aunque la curiosidad había creado aquel impulso debía controlar la imprudencia. No estaba tan desesperado por conocer la razón de tu comportamiento distante y lejano. Por tal razón acudí a la mención del tema con la intención que supieras que yo también transmitía admiración por las sonrisas de aquel trío de pequeños.

Como si de magia se tratase mi voz, tu sonrisa apareció

_Si, se nota _asentiste_ Aquellos niños eran muy felices_un suspiro pesado y reprimido salió de aquellos labios. ¿Recordaste algo? Volviste a dirigir tu mirada hacia mi. El brillo de nuevo inundó tus ambarinos ojos, llegue a la asustada conclusión de que poseías la capacidad de cegar a cualquier mortal que solo se atreviera a mirara aquellos luceros celestiales.

_ ¿Alguna vez lo habías visto? _insistí. Y tú comparaste

_Si, de hecho lo dibujó una pequeña niña que conozco. Era feliz, muy feliz. _otro suspiro de tu parte, alce una ceja irónica. Bajaste la mirada perdiéndola en el tazón de helado mientras movías la cucharita de un lado a otro sin probar bocado. Yo conocía a esa pequeña, pero no la recordé cuando debía.

_ ¿Era? ¿Por qué lo dices en pasado? _pregunte buscando tu mirada que fríamente encontró la mía.

_Porque ahora ella sufre, está rota, y es obligada a sonreír para ocultar el dolor en su corazón. No todos podemos ser felices sin sufrir. Y ella ya está harta de esconder sus miedos, sus problemas, su dolor. Ella no quiere aferrarse a él porque sabe que un día tarde o temprano la rechazará. Pero es difícil si él no se aleja. Es difícil cuando lo ama y se niega  aceptarlo. _la voz cambió, las palabras salieron con fiereza. Apartaste bruscamente el tazón de helado, sacudiste la silla eufórica para salir de aquella mesa. Y no mirar siquiera atrás.

Pestañee atónito. ¿Qué demonios había sucedido? ¿Donde quedó esa joven sonriente? No comprendía tu actitud. Pensé, y volví a pensar. ¿Qué había dicho mal? ¿Acaso era mi culpa tu mal humor? Una punzada dolorosa se apoderó de mi nuca recorriendo mi cabeza. Cerré los ojos irritado, frotándome la cien. Me espabile, quizás por la presión en mi cerebro o por que  muy en el fondo me enojaba Tu repugnante actitud. Pero salí del asombro, pasando a la frustración.

¿Como podía ser tan impertinente? Imite tu acción, aparte rabioso el helado y todo aquel que se me atravesara en el camino. Observe el retrato pero esta vez la admiración se convirtió en odio y aborrecimiento. Ese pedazo de papel dibujado había borrado cualquier rastro de tu alegría, volviendo a inundar mi vida de disgusto. Lo tome en mis manos sin siquiera volver a mirar, salí del local y tiré lejos en el basurero del parque ese inservible cachivache. El pasado era cruel, lastimaba y te negaba la posibilidad de ser feliz. El pasado debía ser aplastado, porque aún no conocía a ninguna persona que lo hay enfrentado y haya salido ileso. El pasado es eso, una tumba de tiempo desperdiciado. Me limite a caminar con la punzada en la cabeza y el amargo sabor de no saber de ti en todo lo que restaba de tarde. Me reproche. Corregiría mi error. No permitiría que esa sonrisa se esfumara nunca más.

Gracias DearBaepsae  por la hermosa portada
Besos agrios