10
***
P.O.V.
[ELLA]
A veces una palabra puede herir a quien menos se espera.
Con tan solo abrir la boca y hablar sin saberlo pueden escaparse balas perdidas que impacten contra alguien más.
Muchas veces la herida no sangra al momento en que es abierta, sino que es lenta y tortuosa y ataca cuando piensas que no dolerá.
El dolor te toma desprevenido, sin ningún escudo con el cual puedas protegerte. Haciéndole así más fácil el trabajo de hacerte pedazos y dejarte tirado a un lado.
Por eso quizás reaccionemos de maneras distintas a las que creemos, porque esperamos el dolor para recibirlo con fuerzas y al ver que no llega bajamos las barreras cuando en primer lugar nunca debieron tener un botón de derrumbe.
Las torres se construyen por pilares. Cada pilar es un momento de pie.
Si uno de ellos llega a fallar los demás intentarán refugiarse, no podrán hacer nada por el pilar caído porque estarán más ocupados en mantener la torre de pie que por un peón que no supo jugar con astucia en el tablón.
Sin embargo, al hacerlo... No solo se pierde un pilar que desequilibra a los demás, se pierden fuerzas porque si uno cae todos poco a poco lo harán.
Así es como funciona una reacción.
¿Quieres conocer como funcionan mis reacciones? Yo sé que si. Pero mejor iniciemos con el primer efecto colateral que él sin darse cuenta ocasionó.
Desequilibrando el primer pilar de mi torre.
Primero lo primero
¿Has escuchado eso de "Toda publicación tiene un efecto domino"?
¡Si! No te estás confundiendo, me refiero a lo mismo que tú pensaste. Te hablo de ese juego en el cual si una ficha se mantiene en pie todas se sostendrán. O si alguna cae todas le seguirán.
Un cambio que origina una cadena de otros arrastrando todo a su paso.
Así pasa con lo que se publica en redes sociales.
Todos los usuarios siempre caen por el efecto domino. Ya sea compartiendo, dando likes o comentando
Pero siempre caen
De una u otra forma pero terminan igual que el resto
Aunque el efecto domino varia dependiendo del par de ojos y oídos que sean testigos de la publicación y del contenido que está contenga en su interior.
Ahora bien. Te explico lo siguiente.
Las redes sociales son muy útiles —nunca he dicho lo contrario —incluso yo las usaba para mi distracción o diversión—eso mucho antes del 12 de septiembre. —-cabe mencionar.
Después de ahí borré contacto con cualquier medio que me recordase porque seguía de pie intentando limpiar la mierda que yo misma eché.
Pero que sean útiles no le quita el grado perjudicial que contienen.
Hace ocho años atrás perjudicó a dos niños, en la actualidad perjudica a las mismas personas. Y en una época futura también perjudica
Así como las redes pueden conectar con el amor de tu vida, también pueden separarlos y destruirlos.
Aunque este comentario ni viene al caso ¿Un spoilers de mi participación en esta trama?
El amor de mi vida no me lo quitaron las redes sociales.
El amor de mi vida lo perdí una vez, lo volví a encontrar después de mucho tiempo y lo destruí en el momento en que los recuerdos de un pasado atormentado atacó.
Si bien se sabe, las redes son solo una aplicación con fines de lucro y fama. No se suben solas, no se publican solas, no lastiman solas.
Ellas al igual que muchos objetos son controlados por los seres humanos.
Es decir, tu, yo, nosotros, el mundo
El efecto domino es desatado por todas aquellas personas que hacen público cualquier publicación en la red que sea.
Si bien, un comentario puede ser motivo para sonreír, enamorarse y tener esperanzas. O simplemente poder reír o recodar algún momento especial.
De igual forma un simple comentario puede herir, causar dolor, decepción, ira, desconfianza y en situaciones extremas ha causado la muerte.
Y esto no es culpa de las redes, es culpa de aquellos que no han medido la magnitud de su estupidez. Aunque viéndolo desde mi punto de vista aquella publicación no poseía ni un pequeño grano de estupidez
No te dramatizaré por que quizás ese día no morí como tal a lo literal de la palabra. Pero lo que sí te puedo decir es que algo dentro de mi si falleció aquel día. Con aquel video que se reproducía frente a mis ojos.
—-Porque para mi una relación amerita tiempo, dedicación, comunicación, respeto, confianza y una serie de conceptos—
Strike uno
—- ¿Serie de conceptos? —comentó Sarahy frunciendo ligeramente el entrecejo. Mordisqueo su piercing mientras que, al igual que yo era testigo de aquella publicación. — ¿Qué cojones quiere este? ¿Un prototipo de Barbie o qué? —-me encogí de hombros sin responder.
Conoces el lema de las Barbies ¿cierto? Eso de "Puedo ser lo que quiera ser" De hecho en eso se basa prácticamente su marca, en muñecas que escogen diferentes oficios, profesión, trabajos, sueños o deseos que más les agrade.
Un poco cliché pero debo admitir que igual que muchas niñas, de pequeña coleccionaba aquel tipo de muñecas y más cuando eran de cabellera rubia.
Las Barbies podían ser lo que quisieran ser.
Sin límites
Sin restricciones
Sin cohibirse
Sin miedos
En cambio yo tenía límites, restricciones, cohibiciones y miedos que me impedían ser lo que deseaba ser. Así que me conformaba con ser una sombra
Y déjame decirte que hasta ahora no han promocionado una Barbie que pueda ser una sombra.
¿Serie de Conceptos? Lo que para mí tenía un representado para él significaba algo distinto.
Tiempo = Esconder mi pasado, no manchar mi presente, soñando un futuro diferente
Dedicación= Esmerarme en no cometer otro fatídico error y llevar a cabo mi plan de helado
Comunicación = Huir de las palabras, ocultar mi voz
Respeto = No provocar a las bestias, salvar mi pellejo
Confianza = Mentira tras mentira para tapar una mancha
¿Quién le garantizaba cumplir con esos conceptos que deseaba? En definitiva yo no. Y aún conociendo eso me embarque en un plan que terminó peor de lo que espere.
Recargue mi cabeza en la palma de mi mano y suspire. Estaba más que claro las diferencias entre ambos pero siempre las ignore hasta que ya no pude hacerlo.
El video continúo su curso
—Pero en este momento no ando en eso. Me he dedicado a evitar que los dragones de mi pasado regresen a atormentarme, he intentado pasar la página y superar la trama—
La misma mueca que él hizo en el video, la repetí yo al instante en el que escuché esas palabras.
En algo concordamos esos dragones del pasado de los que él hablaba eran los mismos que yo cargaba día tras día.
Diferenciando que él no los recordaba a todos y yo no podía olvidar a ninguno.
Te diré que en primera instancia quien se encargó de darles carnada fresca a esos dragones para quedarse fui yo.
Y solo hubo una manera de ahuyentarlos.
Pero la descubrí un poco tarde.
Strike dos
Sin darme tiempo a procesarlo mi mente recopiló todos los acontecimientos que sucedieron antes del 12 de septiembre y luego de ello.
Uno por uno reproduciéndose como una película de terror en mi cabeza.
Una pesadilla que se repetía una y otra vez sin un botón para pausarla.
Yo provoqué el sufrimiento de él
¿Y te digo algo?
Ese era uno de los dragones que viajaban a mi lado.
—-Este chico está inspirado ¿no lo crees? —apremió la pelinegra mirándome curiosa. Asentí pero no dije nada.
No encontraba mi voz
Porque en un primer momento recordé porque la escondí
Aunque para no dejarte en blanco a ti que me lees quizás si estaba inspirado en aquel entonces.
Pero lo que yo llamaba inspiración se defendía como el deseo de buscar la felicidad que yo le había arrebatado de las manos siendo un niño indefenso.
Y por lo visto aún no la había conseguido.
Eso hasta que llegue yo con mi plan. No es por presumir pero varias cositas buenas sucedieron con ese plancito mío.
Pero también sucedieron cosas malas y luego peores.
—No digo que una relación me vaya a desviar —fruncí el ceño irritada—-
El amar no es un desvío
Solo que yo no aplicaba mis teorías en la práctica, y si terminó desviándose
—-Pero como les digo amerita una serie de cosas que pienso hay que estar dispuesto a brindar de manera completa, y no me siento en el momento de dar toda mi energía a una persona—-
Yo no podía ofrecerme de manera completa porque primero no lo estaba y segundo había mucha suciedad como para mostrar un monstruo.
—Como para no sólo sentirme estable yo, también brindar estabilidad a la otra persona. Yo no sé qué piensen, pero es por esta razón por la que no tengo una relación, ademas que desde mi perspectiva una relación no es una necesidad es algo valioso, y por ende debe ser real, verdadera, honesta—
Y así como terminó el video
Terminó por llegarme el tercer Strike
Yo no era real porque él no recordaba mi existencia pasada
Yo no era verdadera porque ocultaba una parte de la historia que no debía contarse
Yo no era honesta porque a cada vez que me sentía vulnerable mi escudo eran protegerme con mentiras para salvar mi vida.
Yo no era nada y a la vez era todo
Porque aún así corrimos el riesgo y terminamos peor que como empezamos
Tres golpes en simples palabras.
Tres bofetadas a la realidad
Impulse mis brazos contra el borde de la mesa para retroceder la silla y ponerme de pie, tirando al piso mi asiento debido al impulso. Toque levemente mi frente y descubrí que estaba sudando.
Sarahy me observó frunciendo el ceño.
—- ¿Eh? ¿Azulada? ¿Todo bien contigo? —escuché a lo lejos la voz de Sarahy.
Pestañeé varias veces y como pude logré asentirle a la chica.
—- ¿Me prestas tu teléfono? —-la pregunta le tomo por sorpresa a la chica. Me observo de nuevo pero esta vez entrecerrando sus ojos hacia mi.
—- ¿Para qué querrías tu mi teléfono? —-rodé los ojos.
Para ser masoquista reproduciendo el video que acabamos de ver
Claro que yo no iba a ser sincera de buenas a primeras con ella.
Yo no iba a dejar tan fácil mis mentiras para reemplazarlas por verdades.
—-Quiero crearme un usuario en Instagram—-me encogí de hombros.
Sin embargo no obtuve una respuesta inmediata.
A cambio llegó el silencio a invadirnos el espacio
¿Qué? ¡No me mires de esa manera! ¿Acaso no puedo mentir en mi parte de la historia? Yo creo que si. Y así no lo fuese igual te seguiría engañando.
Tampoco te voy a dejar fácil la trama
Pero Sarahy no se había quedado muda solo porque posiblemente captó mi mentira. Al contrario. Ella estaba callada por otra situación.
—- ¿Por qué carajos no tienes usuario?—-exclamó exaltada, agitando sus manos de un lado para otro —- ¿No tienes redes sociales? —-negué—- ¿En qué siglo vives? —bufé enterrando los ojos hacia ella—-¿Utilizas una vela para alumbrarte las noches? —-hice un mohín. —-
Y tú tampoco me quieras tratar de ermitaña porque no lo soy aunque lo parezca.
Aunque no me hace falta mucho para serlo.
Me crucé de brazos levemente irritada —-Vivo en el mismo siglo que vives tú —-utilicé la defensiva —-No tiene nada malo no tener redes sociales —-me exasperé, ahora era yo quien movía sus manos de un lado para otro exaltada—- ¡No es un crimen! —-
Sarahy abrió y cerró la boca sin saber que decir
Sin embargo yo continué —-Me gusta llevar mi vida privada, bajo perfil. No todos me conocen, no ha todos trato, no todos saben de mí. —-
Y no deseo que todos me conozcan y recuerden
—- ¡Ya! Azulada. Solo fue una puta pregunta ¡No tienes porque alterarte! —gruñó —
Suspiré varias veces y frote mi cien.
Necesitaba calmarme
Necesitaba alejar la tempestad que se avecinaba sobre mi
El problema era que no sabía como espantar tormentas ni dragones
Inhale hondo —-Solo dame tu teléfono, te prometo que será rápido —-supliqué
A todas estas yo ni siquiera comprendía esa necesidad de obtener el celular de Sarahy. Bien sabía que el video podía encontrarlo en cualquier dispositivo solo tenía que entrar a Instagram
Pero yo quería ser masoquista
O quizás quería recordarme a mi misma que no podía cruzar esa línea que me plante no pasar si mi plan tomaba otro curso.
La dark asintió y me extendió el iPhone.
—-Clave: CabezaDeCoco —-mencionó distraída limpiando la mesa.
—- ¿CabezaDeCoco? —-repetí. Ella dirigió su vista hacia mí y sonrió —una pequeña sonrisa —-pero lo hizo
—-No fue mi idea. Así lo quizo una amiga—-se encogió de hombros
—- ¿La chica con quién compartes departamento? —-pregunte desbloqueando el celular. Ella negó.
—-No he vuelto a verla hace mucho tiempo. —-y sin más paso a ignorarme.
Sabía que no comentaría nada al respecto porque ninguna de nosotras nos conocíamos. Y tal pareciese que a ella ni a mi nos importaba hacerlo.
Yo no quería amigos porque sabía que todo lo que tocaba terminaba siendo polvo o manchado por mis actitudes y decisiones.
Por eso huí.
Salí de la cafetería para respirar un poco. Necesitaba aire. Mis pulmones reclamaban un mejor oxígeno que el que yo les estaba ofreciendo inmersa en aquel ambiente donde yo era la causante de mis lesiones y sabotajes.
Quizás pienses que estaba errada en aquel entonces, pero yo no conocía otro método para sobrevivir mis días.
Yo tenía dos opciones
Vivir entre las sombras que eran las únicas capaces de protegerme o exponerme y retomar algo que hace mucho tiempo enterré muchos metros bajo tierra.
Y yo elegía la primera opción porque ya había hecho la segunda
No sabía como vivir si no era siguiendo mis limitaciones.
Hasta que volví a reencontrarme con mi pasado.
Él era mi pasado.
Y ya que tocamos el tema de haber pasado una época del tiempo.
Otro se avecinaba y no podía esquivarlo.
—- ¡Dichosos los ojos que te ven! —-rodé los míos por inercia —-Aunque es ilógico pensar que no volvería a verte considerando el tamaño que tiene esta ciudad —-
—-Una pulga en el cuerpo de un perro —-murmuré cruzándome de brazos. El rubio carcajeó por lo bajo y procedió a quitarse las gafas de sol.
—- ¡Hola Zanahoria! —-
—- ¡Hola Cenicienta! —-asintió a la vez que procesaba el sonido de mi voz.
—-No lo olvidaste—-negué —-
—-Hay cosas que no se pueden olvidar por más que te esfuerces. Es una especie de tormento. Vivirás con esa carga hasta que decidas dejarla ir o entregársela a alguien más. —-
El chico carraspeó su garganta levemente incómodo rascando su nuca.
—- ¿No se supone que debes estar trabajando? —-prosiguió
—- ¿No se supone que debes estar estudiando? —-imite su voz.
Una mala imitación déjame decirte.
El chico volvió a reír —-Buen punto. Ambos no hacemos lo que deberíamos hacer—-
—-Pero si hacemos lo que no deberíamos —-musité entre dientes. El chico avanzó unos cuantos pasos hacia mi.
Esos mismos pasos que yo retrocedí.
—-Se que no es fácil...—-lo interrumpí —-
—- ¡No! —negué con mi cabeza —No, tú no sabes lo que es o no es fácil en mi vida. Deja de hacerte suposiciones de lo que debería sentir porque no lo sabes. ¡No lo sientes y no lo vives!. —-el chico pestañeó atónito y volvió a avanzar.
Volví a retroceder.
—-Tienes razón. No lo sé y quizás nunca lo sepa pero quiero que estés consciente que me importas —-
—- ¿Por qué ahora? —-alce mi mirada encontrándome con dos luceros oscuros observándome.
—- ¿Por qué que? —-frunció el ceño
—- Porque ahora soy importante para ti. —-mencione irritada colocando mis manos en su pecho para que dejase de avanzar hacia mi. —- ¡Éramos unos niños!. El significado de importarte alguien ni siquiera era algo que manejáramos con facilidad. Solo era jugar, hacer las tareas para que nos dejaran jugar, no causar problemas jugando para que no nos castigaran porque queríamos jugar. ¡Nuestra vida se definía a un juego! —
—- ¿La muerte fue un juego para ti? —-soltó de repente. Retrocedí más paso aunque él no avanzara. Tragué saliva, me abrace a mi misma intentando protegerme de las balas perdidas que él lanzaba.
Falle.
Las balas perdidas terminaron impactándome.
Y él no fue el único en disparalas.
—- ¿El 12 de septiembre también fue un juego para ti? —-exclamó endureciendo su rostro.
De repente el aire que inhalaba se volvió escaso, me vi en la necesidad de abrir mi boca y jadear repetidas veces sin conseguir lo requería. Inhale profundamente una bocanada de aire qué pasó desapercibida.
Empecé a buscar el oxígeno que a mis pulmones no entraba.
Él volvió a avanzar. Lo empuje y retrocedí aún más.
Esa debía ser una señal para no quererlo cerca ¿no es así?
Menos mal él captaba las señales.
Inhale de nuevo y está vez conseguí llenar mis pulmones.
—-Hay cosas que no sabes de mí —fue lo único que logré decir incapaz de mirarle la cara.
Bombardeada por el recuerdo de un pasado manchado por mis propias manos.
—-Quisiera conocer esas cosas que no sé de ti —-
—-¡Tarde!. —-grité sin darme cuenta del tono de mi voz —-Ocho años tarde para hacerlo—-miré mis pies y luego a el rubio.
Quise huir, pero como siempre yo jamás salía ilesa cuando intentaba escapar de mis tormentas
Un toque suave pero firme se posó en mi codo, impidiéndome el paso. Apremió los suyos y acortó la distancia, colisionando mi pecho con el suyo.
—-Te recuerdo que yo no me aleje. ¡Tú lo hiciste!. ¡Jugaste y perdiste! Quisiste armar algo y a la final lo destrozaste y huiste. Siempre estuve aquí y no me viste. —-bajo la mirada y al volverla a alzar note como sus ojos azabaches se volvían cristalinos.
Aunque ambos sabíamos que él no iba a llorar porque ya bastante lo había hecho tiempo atrás.
—-Ni tú ni él me vieron. Ambos se alejaron y en el camino me destrozaron y abandonaron —-
Si él no lloraba. Yo si lo hacía y con bastante ganas.
Zarandeé mi cuerpo repetidas veces insistiéndole con mis movimientos que me dejase ir.
Y lo hizo.
Soltó mi codo produciendo un leve empujón.
Me aferré a mi misma y sin dirigir palabra o alguna última mirada caminé lejos de él.
No te puedo asegurar que volví a destruirlo porque no conocía a ese chico que se esmeraba en acercarse mientras yo lo alejaba.
A pasos apresurados llegue, abrí la puerta y maldije al darme cuenta la dirección a dónde mis pasos me había llevado.
—- ¿Por qué llegas a esta hora? —-cerré mis ojos con fuerza al escuchar aquella voz dirigirse a mi.
Me aferré a la manija de la puerta como si eso fuese a salvarme. Como si fuera mi única salida
Y lo era.
—-Tú padre os hizo una pregunta. —-le siguió ella. Abrí mis ojos y la observé sentada en el mismo sofá, sosteniendo la misma taza y observándome de la misma manera en que lo había hecho durante ocho años. —- ¡Contestad! —-elevó la voz.
—- ¿Acaso eres muda o te comió la lengua el ratón? —-negué —-
A mi me arrebataron la voz a los 8 años.
Pero esa no era la única razón por la que no encontraba mi voz.
—-¿Qué mierdas haces aquí? —-a paso rápido se acercó el hombre, apartándome varios pasos de la puerta con un empujón—-No se supone que nos tendremos que calar tu presencia hasta después de las 7 de la noche. ¿Qué cajeros hiciste? —-gritó mi padre sosteniéndome por la muñeca. Ahogue un leve chillido debido a la presión que ejercía con sus dedos en mis venas.
—-V-vine a b-buscar a-algo— tartamudeé. Mi madre se levantó del sofá, dejó la taza en la mesita de centro y camino hacia donde me encontraba junto a mi padre.
—- ¡Suéltala! —-pestañee atónita por la orden dirigida a su esposo — ¡Suéltala Javier! —-mi padre obedeció.
La mujer que estaba frente a mi tomo mi rostro entre sus manos y clavó sus ojos. Los mismos que ella decía que había heredado cuando estaba pequeña.
En mucho tiempo ella me observaba a los ojos. Podía ver lo que ocultaba mi mirada. Ella podía ver a través de mi.
Tanto como yo podía hacerlo.
Lo último que sentí fue un ardor recorrer mi mejilla derecha mientras mi rostro era arrebato de sus manos y yéndose a un lado.
Esta vez la bofetada a la realidad de la que te hable si era de verdad.
Mi madre la hizo llegar.
—-Vos no tenéis nada que buscad aquí —-expulsó su veneno —-Vos lo perdiste todo por asesina —-de nuevo otra bofetada. —- ¡Largáis! No regreséis hasta que os toque.
Sostuve mi mejilla, humedeciendo mis dedos con las gotas de sangre que se esparcían de mi labio inferior.
—-Regresaos cuando no pueda verte —-
Observé a mi madre regresar a su asiento e ignorar mi presencia. En cambio mi padre volvió a sostenerme, enderezando mi cuerpo.
—-¡Obedece! —-jaló mi brazo con fuerza, arrastrándome de nuevo a la puerta. Al abrirla me dejó caer en los peldaños de entrada y al ver que no reaccionaba. Observó hacia ambos lados secciorandose que no pasará nadie.
Y así fue como mi padre pateó mi cuerpo, haciéndome rodar por los peldaños. Cerró la puerta y pasó seguro.
No entraría ahí hasta que ellos lo permitieran. Escuché a Cocco ladrar pero no duro mucho porque luego de los ladridos le siguieron chillidos.
Ellos no solo me lastimaban a mi.
Ellos lastimaban todo lo que tenía relación conmigo.
Me levanté, sacudí y limpié la sangre que desprendía de los raspones en mis codos y brazos con un trozo de servilleta de la cafetería.
Lugar a donde me dirigí luego de ser desechada como un perrito sin hogar.
La diferencia era que yo tenía un hogar pero este no era como los demás.
Limpie las lágrimas que cayeron libremente por mi rostro. Si bien era cierto que a pesar del tiempo yo debía estar acostumbrada a aquel trato por parte de ellos.
Pero la verdad era que dolía como si fuese la primera vez que lo hicieran. Porque aún estaba escondida aquella pequeña de ocho años en mi interior.
Y aunque ella antes los veía como súper héroes. Ahora los veía como una pesadilla de la cual si despertaba no había consuelo porque no era un sueño sino la realidad.
Al pisar un pie en la cafetería Sarahy se agilizaba por las mesas, tomando las órdenes de los clientes. Cuando escuchó el tintineo de la puerta abrirse. Me observó entrecerrando los ojos.
Sabía lo que veía. Porque muchas veces yo misma me observé frente al espejo después de aquellos encuentros.
Finalizó con un cliente y pasó a mi lado. Me sostuvo del hombro y me miró de reojo.
—-Tenemos que hablar—-susurró. De cerca ella podía notar el carmesí de mi mejilla y la humedad de las lágrimas secas que está tenía. Palmeó mi hombro y prosiguió su camino.
Hice una mueca y observé a cierto niño pelirrojo sentado con la misma señora de la última vez que lo vi. Esa vez en donde nuestro encuentro se resumió a dedos groseros.
El pequeño pelirrojo ladeando su cabeza, me sonrió y agitó entusiasta su pequeña mano. Mire hacia ambos lados incrédula.
El pequeño ensanchó su sonrisa de una manera pícara y señaló con su manita hacia la derecha repetidas veces.
Dirigí mi mirada hacia donde el pequeño me indicaba y comprendí sus señales.
Le saqué la lengua porque él no lo hacía por caridad. Lo hacía porque quería ver un espectáculo de una yo haciendo el ridículo con aquel cliente.
Lastima para el pelirrojo que no encontrase espectáculo para carcajearse.
Di media vuelta y caminé hasta la cocina. Me coloqué mi uniforme y tomé una cucharada de helado de uva.
Esta vez las bandejas querían que las encontraran porque todas relucían en la repisa.
Suspiré... Con una pequeña servilleta rosácea apunte lo que esa tarde le diría. La guardé en mi mano echa un puño y tomé lo necesario para salir al encuentro con el chico de la mesa de la esquina.
Recordé como debía verse mi rostro por lo que baje la mirada hacia la bandeja con la intención de ocultarme.
No quería que me viese de esa forma. Porque era una de las maneras en las que se mostraba el monstruo.
Camine lento. Meditando si debía seguir avanzando o no. Cada paso que daba significaba un dilema mental.
¿Estaba haciendo lo correcto o no?
<<Me he dedicado a evitar que los dragones de mi pasado regresen a atormentarme, he intentado pasar la página y superar la trama>>
Yo quería ayudar a alejar sus dragones.
Siendo yo uno de ellos.
<<No me siento en el momento de dar toda mi energía a una persona>>
Y aún así ahí estaba yo avanzando hacia él para darle lo que me quedaba de energía.
Incline mi cabeza un poco más a medida que la distancia se volvía más corta.
No sonreí. No había motivos para hacerlo —y no busque motivos—-
Cuando no existía más espacio que la mesa que nos dividía extendí mi mano, tomando el recipiente con el helado para dejarlo sobre la mesa.
Evité mirarlo
Me cohibí de sonreír
Él no quería darle toda su energía a una persona.
Yo no tenía
Esa vez no preste atención a sus gestos. Me concentré en no dejarme ver que en el proceso no lo vi a él.
Deje la servilleta rosácea al lado del recipiente y cuando supe que bajo la mirada para leerla
Huí de su cercanía.
Pase a esconderme detrás del mostrador, me deje caer en el piso apoyada contra la estructura.
Abrace mis rodillas y oculte mi rostro en ellas.
La verdadera intención era ocultarme a mi por la tormenta que se desataba.
Pasaron los minutos y para cuando abrí los ojos me percaté que me había quedado dormida.
Frote mis ojos para aclarar mi visión y me reincorpore sobre mis piernas. Dirigí mi mirada hacia la mesa de la esquina y él ya no estaba.
Pero si una pequeña servilleta rosácea.
<<No puedo odiarte>>
Él no era un egoísta y quizás debía empezar a serlo.
Ni siquiera sabía que me lastimaba porque era un dolor justo. Era el pago a mis deudas.
O al menos un porcentaje de lo que que debía pagar por mi pasado.
Él no quería verme mal —jamás lo quiso—y nunca lo hizo. A pesar de que la olla se destapó y todo lo que contenía terminó arrasando con dos almas.
La suya y la mía.
Cerré mis ojos con fuerza conteniendo las lágrimas que sabía podían caer en cualquier momento.
Volví a releer la servilleta
Tres palabras para recompensar tres strikes
Titubee pero mis labios se elevaron para sonreír.
Quise aferrarme a esa esperanza de jamás ser odiada por él. Quise creer que el día en que recordase quien era él cumplirá lo que había escrito.
Y tal vez por aferrarme a esa ilusión fue que no dolió como debía hacerlo.
Suspiré...
Sin darse cuenta había probado cinco helados en lo que cursábamos de semana.
Ahora si sonreí con ganas, dejando escapar pequeñas risitas.
Que se comiera cinco helados era un logro.
Para él y para mi.
Eso significaba que no todo estaba perdido. Que mi plan tenía un salvavidas y podía resistir a las tormentas.
Guarde la servilleta y para cuando la jornada de trabajo acabó, me ocultaba de Sarahy para que no le diese por querer hablar sobre mi rostro al momento de llegar a la cafetería.
Y si, obviamente le deje su celular. Tampoco me lo iba a quedar. De hecho lo deje en la mesa que utilizamos esa mañana.
Mesa en donde fuimos testigos del video del chico anti-relaciones
Vague un rato por las calles hasta considerar oportuno mi regreso.
Para mi suerte las bestias ya se encontraban durmiendo para cuando volví a casa.
Aunque nada me garantizara que hubiese una rosa marchitándose esperando por la Bella dama para romper el hechizo y recuperar lo podrido.
¡No! Yo no fui convocada para participar en ese cuento de hadas.
Pero agradecía las horas de sueño para prepararme una cena decente a las noches anteriores.
Encontré a Cocco encadenado, me acerqué, lamió mi mano pidiendo rescate y por lo menos a él si podían salvarlo.
Le quité la cadena y subí a mi escondite junto a Cocco
Las bestias no irían a ese lugar.
Era mi refugio.
Pero no era solo mío aquel espacio.
Me deslicé contra la puerta y leí la nota otra vez
<<No puedo odiarte>>
No podía porque no me recordaba
No podía porque no sabía la verdad
No podía odiarme porque no se odia lo que algún día se ama.
Él amaría el helado
El problema era evitar que se enamorara de algo más
¿Te digo un secreto?
Ninguno de los dos objetivos se cumplió.
Al contrario, lo que no se debía ocurrió. Y lo que debía nunca paso.
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