MIEDO DEL SILENCIO
Está desnuda, sola y sumergida en las tinieblas. La chica es incapaz de ver más allá de la oscuridad abismal y opresiva que la envuelve. Tal vez es mejor así, para que no vea los hilos de sangre que escurren lentamente desde el techo. El silencio inquietante de la atmósfera es interrumpido solo por el sonido de su temblorosa respiración o algún insecto antes de ser devorado. Su piel está cubierta de cicatrices y rasguños, que ella no sabe como llegaron allí. Su presencia ha sido el secreto oscuro que acechaba en el armario de esa pequeña habitación, consumiendo la vida de todo aquel que osaba liberarla.
El terror se ha convertido en su compañía. La chica tiembla de frío en la oscuridad, teñida de rojo coagulado. Contiene las ganas de llorar, sin entender por qué llora, pues no recuerda nada anterior a ese sitio. El espacio es muy pequeño y oscuro, el silencio es tan espeso que se asusta al escuchar sus propios pensamientos. No recuerda cómo llegó ahí, cuánto tiempo ha pasado o qué hay fuera de ese espacio. Puede salir, pero no lo sabe, si lo supiera tampoco saldría, al final ella no sabe por qué está ahí o que hay fuera del armario. Los insectos recorren sus brazos y piernas alimentándose de ella, y ella de ellos. Los ratones corretean a su alrededor y las tablas crujen, mientras juegan con sus dedos.
Pasa el tiempo sola yendo del calor extremo al frío terrible. Los ratones se alimentan de las paredes. Es normal que el tiempo esté quieto y en silencio, pero hoy una tormenta azota la casa con furia. Desde su caja oscura, la chica no entiende lo que pasa, sintiéndose muy asustada, sola y vulnerable. La casa es vieja y ruidosa, cada vez que una ráfaga de viento golpea las ventanas, ella se estremece de miedo dentro del armario, atormentándose, aunque el miedo sea la única emoción que conoce desde siempre. La chica no recuerda lo que es ser humana, ser amada, pertenecer a algo o a alguien; tampoco sabe por qué la han abandonado en este lugar, ni quién la ha abandonado, o si está allí por haber sido abandonada. Solo sabe que ese lugar es sucio, que el piso es áspero y crujiente, y que huele a humedad, hierro, y orina. En su pequeño espacio, ella está completamente aislada del mundo exterior, donde las tinieblas la esconden de todas las demás almas, en ese closet del cual ella pudiera salir pero no sabe como.
De repente escucha un ruido extraño, algo que no recuerda haber escuchado, y está segura que ese sonido camina hacia ella. Trata de acurrucarse aún más dentro de sí misma, mientras el miedo la hace temblar. Después de un momento, el sonido desaparece. La chica no sabe qué fue, aunque sigue sintiendo el frío mordiendo su espalda. A pesar de su incertidumbre, se duerme. las paredes sangran más de la cuenta y es agradable para ella lo cálido que se vuelve el suelo.
Mientras dormía, la puerta del armario se abrió lentamente. Un rayo de luz cegador perforó la oscuridad y el chirrido la despertó sobresaltada. No podía ver nada, cegada por la luz se pega del fondo del armario. Una figura oscura, de pie frente a ella, la observa. Ese ser respira tan profundo que ella teme la absorba. Ante esa enorme presencia, el closet le parece aún más pequeño , que con un temblor mudo, agradece que su pelo esconda su cuerpo.
Pasaron varios minutos y ninguna palabra salió de sus bocas. La tormenta arrancaba trozos de la casa, mientras la sangre se enfría dentro y fuera de ella. Finalmente, sus ojos ven por primera vez algo diferente a los ratones o los insectos, una forma inmóvil la observa. Un ser enorme la observa desde un cuadrado de luz al frente del armario, en una atmósfera decorada con los sonidos de los truenos y el olor a heces.
Ella se da cuenta de que hay algo diferente en esa figura, algo antinatural, algo que sabe que no es de su mundo, pero que no recuerda que es. El ser cierra la puerta y el sonido que lo trajo también se marcha. La luz desaparece con la figura, los insectos regresan, y la chica por primera vez se siente a salvo en el armario sangriento. Sus ganas de respuestas desaparecen y se enamora del silencio, de su escaso espacio, y de los olores de su ambiente. La tormenta se fue, pero algo le dice que quien sea que haya sido ese ser, no tardará en volver. De esta forma, ese pensamiento se une a la colección de todas las ideas que la atormentan. Se apoya en el lado de la puerta, mientras las cucarachas cansadas de jugar entre los charcos, van y se esconden en su pelo.
GANADOR EN EL CONCURSO DE LA EDITORIAL SOL2022
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