Abre los ojos y la luz la envuelve alegre; el sol está radiante en el alba mientras las flores la abrazan tiernamente con un rico olor a campiña. Las aves trinan alegres, decorando con sus sonidos bellos árboles en flor que expanden sus ramas sobre un espejo de agua inmenso. Un lago cristalino se extiende hasta perderse a la vista; el sol lo hace brillar, y un unicornio rosado bebe en la orilla. El espléndido animal, con sus dos metros de alto y su cuerno blanco, pasta inmune a la mirada de la chica, mientras serpientes de luces saltan del agua a las ramas de los árboles, ofreciendo un magnífico espectáculo de luces, colores, y canciones.

Yace ella entre las plantas, confundida. La chica intenta moverse y no encuentra cómo. Intenta incorporarse y su cuerpo no responde. Su mente y su cuerpo parecen estar desconectados, mientras las plantas se alimentan de su cuerpo sembrando esporas en su piel desnuda. Las raíces penetran todos sus orificios y se esparcen dentro de ella. La desesperación la invade mientras sus ojos son testigos, de cómo las más hermosas plantas florecen en su pecho. Mientras su garganta es perpetrada por filamentos de un árbol cercano, su cuerpo duele en cada fibra y cada hueso, mientras los pelos de las raíces se alimentan de sus jugos. Entonces, su mente pide auxilio, pero su cuerpo es incapaz de proferir sonidos.

El sol juega con las aves mientras prosigue indómito su viaje, su luz calienta la tierra, convirtiendo en nubes al rocío. Las plantas cambian de colores a medida que el sol sube; de verde a azul, de azul a púrpura. Nadan mariposas en el lago alimentándose de pequeños peces, revoloteando junto al unicornio, que pasta con inmutable paz a la orilla del lago. Varios metros al frente, en una pequeña colina y rodeada de árboles, la chica observa inerme a toda esa belleza consumirla. Siente como le absorben las fuerzas y como su vitalidad se vuelve olores y colores. Su cuerpo es aliado de la tierra y se niega a responder a sus necesidades de huir, a sus gritos de auxilio, a sus súplicas de liberación. Cuando por fin un nervio de su cuerpo desencadena un espasmo en un dedo de su mano, el cual salta sin voluntad propia y es atrapado de inmediato por una serpiente de luz. 

Las aves, atraídas por su brillo, se acercan a sus ojos curiosas por sus pupilas. La angustia hace sudar su cuerpo y las hierbas lo agradecen. La expectación de ser cegada por la curiosidad de un pájaro le hace cerrar los ojos, con la esperanza de que todas se marchen. Sin embargo, las intrusas aladas están muy a gusto encima de ella, jugueteando con la serpiente que intenta tragar el dedo, mientras este aun sigue saltando sin voluntad propia.  Ante el revuelo, el unicornio se acerca, la observa con su único y enorme ojo púrpura. Ante el sonido de los pasos que se acercan, que al pisar, el unicornio hace cantar la tierra, ella abre sus ojos y por fin puede verse en un espejo. Todo su cuerpo está cubierto de plantas; solo sus ojos escapan, solo ellos se mueven, y ahora le sirven para ver en el ojo que la mira, a otro unicornio que reposa a lo lejos encima de la colina. Justo debajo del cuerno, el ojo de la bestia sacia su interés en ella y comienza a alimentarse de las flores que consumen el cuerpo de la chica. Ella siente un poco de consuelo en medio de tanta desolación del alma, y se dice a sí misma "al menos para algo hermoso ha servido todo esto".

Justo cuando compartía su mente entre el dolor y la dicha, el sol se apaga de golpe, cae desde la pared sobre los charcos de sangre, la oscuridad la envuelve, y el hedor de sangre putrefacta y excrementos le arde en las fosas nasales. Abre los ojos en el armario y nadie le da la bienvenida; no se inmuta ningún insecto por su presencia, dejándole a su vez un vacío enorme por la ausencia del unicornio, quedando anhelante por los colores y plantas que la consumían. Entonces comprende, que aunque no hay en esa oscuridad ni aves ni plantas, ella no está sola. Se incorpora veloz y se abraza de una esquina, mientras el frío aumenta en el closet, hasta congelar los charcos de sangre en el suelo. La chica abraza su cuerpo desnudo mientras le tiembla de miedo hasta su mente. Arañas se esconden junto a ella mientras el aire se acaba, respirado por alguien silencioso que desde la oscuridad la observa. La chica siente acercarse una presencia, mientras ella está estrecha y sin poder huir. A merced de la desesperación llora desconsolada y el pavor desorbita sus ojos sin sentido o lógica, en una oscuridad absoluta donde a veces no se ven ni los sonidos. 

Ante su cara, el aliento de un ser la absorbe y la repele, dejando su piel sin olor, alimentándose del miedo como un niño hambriento de un paquete de dulces. Una mano extremadamente fría agarra su muslo y ella grita por fin, tan fuerte que el closet tose el polvo de los huesos de sus tablas. Justo entonces, la puerta del armario deja entrar la luz de golpe y con ella una mano enorme que atrapando el espíritu entre las tinieblas, lo sacó entre berridos que le derritieron el cerebro a la chica. La puerta permanece abierta y la luz roja castiga los ojos de la chica, desde afuera se escuchan ruidos incomprensibles para ella. Los chillidos incrementan en ella el terror de su alma, el temblor de su cuerpo y la confusión de su mente. Un olor a huevos podridos supera el hedor del interior del closet, cuando logra ver al frente de la puerta en el fondo, algo similar a una pared desde donde un candelabro de cristal apunta hacia ella. Mientras el silencio llega y la luz deja de pestañear por culpa de las sombras que la atacan, la silueta de un ser frente a la puerta le hace anhelar el sol y los unicornios. Cuando su cuerpo estaba a punto de romperse del miedo, escuchó una voz que le dolió en los oídos -"no es tiempo", y cerrando el armario la dejó en la oscuridad.

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