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9. La llamada.

Luz:

Mi vida pasada siempre era algo que me gustaba tener en el pasado, no servía de nada recordarlo, pero eso no quería decir que se borrara o simplemente dejaba de existir. Era obvio que yo había tenido un pasado, un pasado del que nunca hablaba, con nadie. Luke solo sabía lo necesario, que me había peleado con papá y me fui de casa, viví una época con el dónde estaba descontrolada, era una persona que el no conocía hasta que decidí que quería algo mejor que eso. Serena sabía exactamente lo mismo, con excepción que ella no sabía de la época que sufrió Luke, solo vio el proceso de mi recuperación hasta que surgió esa nueva yo.

Esa nueva yo que se guardaba todo y sonreía diciendo que estába bien, que se enfrascada en el trabajo para evitar pensar en algo más que no fuera trabajo, que nunca contaba nada a sus amigos, que evitaba sentir a toda costa, que no profundizaba en sus pensamientos y no se apegaba a nadie porque lo sentia innecesario.

La vida para mí siempre había sido un panel en blanco y negro, no existían un gris o colores para mí, era uno o lo otro nunca los dos. Nunca había una tercera opción. Y de pronto había conocido a alguien que era color amarillo y resaltaba en un panel sin color.

Una sonrisa se dibujo en mis labios, una auténtica, esas que habían desaparecido con los años, de las que pensé nunca más volver a sentir, el cosquilleo en mi estómago me decía que era real, que estaba viva, algo extraño porque vivía en automático todo el tiempo. Era como si todo el tiempo esperaba la muerte impacientemente y luego una chispa de vida resurgió.

—¿Paso algo?— Luke puso su brazo sobre mis hombros.

— Una llamada importante— le sonreí.

—¿Eran buenas noticias?— caminamos hacia la salida.

— Algo así.

— Estas de buen humor, no es normal.

— Estoy igual que siempre— voltee los ojos.

—Te equivocas, hoy tienes brillo— puntualizó.

—¿Brillo? ¿Qué significa eso?— alce una ceja confundida.

—Que hoy no estás fingiendo— se encogió de hombros, me quedé helada en mi lugar al escuchar eso.

Era normal que se hubiera dado cuenta, nos conocíamos desde niños, tuvo un enamoramiento por mi cuando teníamos doce, conocía mis caprichos, lo que no me gustaba y hasta la forma en que arrugaba la nariz cuando probaba el té porque lo odiaba, era obvio que iba a saber que mis sonrisas no eran reales. Quise decir algo más pero me interrumpió.

—No estoy reclamando— me acaricio la mejilla con gentileza—. Me alegra que de vez en cuando sonrías de esta manera, por favor síguelo haciendo.

Dió un beso en mi cabello y continuamos caminando, mi corazón se sentía pesado y un enorme nudo estaba atravesado en mi garganta, las manos me temblaban así que las escondí en mi abrigo, respire profundo como siempre y volví a fingir que nada pasaba. Parpadee enfocandomi vista hacia enfrente donde se encontraba Serena esperándonos, sus brazos estaban cruzados, sus ojos estaban perdidos viendo fijamente sin un punto en concreto, algo le habia sucedido se notaba en su rostro, arrugue las cejas preocupada.

Llegamos hasta ella, parecía inmersa en sus pensamientos, Luke comenzó a mover la mano frente a su rostro cuando no respondió a su saludo.

—¿Serena?— toque su hombro llamando su atención.

—¡Oh! — dió un respingo en su lugar —. ¿Cuando llegaron?

— Hace un minuto— respondió Luke, luego se cruzó de brazos—. Algo no está bien con ustedes, estan actuando diferente, ¿Hay algo que deban contarme?

—Solo estoy pensando en Sean y la escuela, nada importante— hizo un gesto con la mano para restarle importancia.

—Bueno, algún día me lo dirán, por hoy puedo fingir que me dicen la verdad.

Serena y yo compartimos una mirada, ninguna sabía lo que la otra ocultaba aún así no hacíamos preguntas. Forcé una sonrisa en mi rostro dejando de lado el tema de las mentiras para otro día, suspiré y mire de uno a otro.

—¿Dónde iremos a almorzar?— la comida era una buena opción para distraerlos.

—Cualquier lugar es perfecto para mi— se encogió de hombros Serena.

Ambas volteamos a ver a Luke, la decisión era suya.

—Todo yo, ¿Por qué no nací mujer?— se quejo.

—No lo soportarias, amigo— Serena le guiñó un ojo—. Solo decide.

—Tengo una idea— sonrió ampliamente —. Cada uno propone un lugar y luego lo decidimos jugando piedra, papel o tijeras.

Ambas aceptamos.

—Yo digo un puesto callejero— comenzó Luke.

—Sabíamos que dirías eso.

— Yo digo Mcdonalds— le siguió Serena.

—Yo digo — lo pensé un momento—. Un restaurante de comida Japonesa.

Nos colocamos en un mini círculo, el conteo comenzó y la primera en perder fue Serena quien sacó tijeras mientras Luke y yo sacamos piedra,  me sigue frente a frente con mi amigo, el alzó una ceja desafiante, yo solté una risita, se trataba de un simple juego para decidir el almuerzo pero eso no evitaba que el fuera competitivo. Termino ganando el con un papel porque saque piedra.

—¡Sí!— se emociono por haber ganado—. En sus caras, jah, vámonos, hoy invito yo.

—Creo que no somos las únicas que ocultamos algo— susurro Serena.

Estaba completamente de acuerdo con ella.

****

El ascensor abrio sus puertas dejándome a la vista el pasillo completamente solo como todas noches, acababa de llegar del trabajo y Serena se había quedado dos pisos abajo para pasar por Sean quien estaba con su niñera. Mi teléfono del trabajo sono en mi bolso así que lo saqué para revisarlo, tenia está costumbre de caminar sin ver hacia enfrente mientras respondo correos y mensajes del trabajo, mi celular personal casi no lo utlizaba por lo que siempre estaba en el bolso.

Camine fuera del ascensor, mis pasos resonaban por el pasillo gracias a mi tacones, con el teléfono en las manos sin prestar atención a lo que tenía enfrenté, aún así logré llegar a la puerta del departamento. Me quedé un momento enfrente de la puerta del apartamento hasta que termine de responder, no me gustaba dejar las cosas para después y menos si era mi trabajo, eso era mi vida.

Termine de responder y busque la llaves en mi bolso, incruste la llave pero el pomo cedió fácilmente, eso se me hizo extraño, arrugue el entrecejo y abrí despacio la puerta hasta que quedó de par en par, adentro todo estaba completamente oscuro y silencioso, di dos pasos adentro y encendi la luz del pasillo. Mi corazón bombeaba de manera frenética, tenía un mal presentimiento y no sabía por qué.

El lugar estaba vacío, no había nadie allí aún así sentía la necesidad de salir corriendo, el vibrar de mi teléfono me hizo dar un brinco liberando la tensión que había retenido en mi cuerpo, llevo una mano a mi pecho temiendo que el corazón se me saliera, la manos me temblaban cuando saque mi celular personal y no reconocí el número en la pantalla. Rechace la llamada y vi la hora, luego lo metí en mi abrigo, eran las seis así que aún tenía tiempo de arreglarme para la cita que tendría con Absalon.

Recordar la llamada siempre me hacía tener una sonrisa en el rostro, cerré la puerta olvidando cualquier mal presentimiento y me fui al armario a guardar mi abrigo y mi bolso, me quité los botines y los guarde en la zapatera. Camine por el pasillo hasta llegar a la sala, encendi las luces y me encamine a la cocina por un vaso de agua para pasar el susto del teléfono.

Luego fui directo a mi habitación, al encender la luz me di cuenta que una de las lámparas no funcionaba, se había quemado la bombilla de nuevo, esta había durado menos que el anterior, no le di importancia y camine hacia mi ropero para elegir que vestido usaría, me aterraba un poco la idea de salir con alguien a quien apenas conocia, no sabía que tipo de vestimenta vestir para una cita, ¿Había una código de etiqueta que debía seguir para estás situaciones?

Esperaba que no. Observé todos mis vestidos colgados, no había un solo pantalón en mi armario, aparte de las pijamas que eran pantalones cortos de seda o los buso para hacer ejercicio, aunque hace un tiempo que no hacía.

Me debatía entre tres opciones, el primero era un vestido de gasa floral rosado con volantes de corte recto y mangas, me llegaba hasta los tobillos, el segundo era un vestido negro de mangas largas con falda plisada que llegaba hasta mitad de mi pantorrilla y un cinturón dorado en la cintura, estaba a punto de tomar el tercero cuando escuche la puerta de mi baños abrirse.

Me di la vuelta rápidamente topandome con la silueta de un tipo que media al menos dos metros de alto, era musculoso y vestía por completo de negro, el corazón se me aceleró como loco en el pecho, me quedé helada por un momento sin saber que estaba sucediendo ¿Quien era? ¿Cómo había entrado al departamento? ¿Quería asesinarme? ¿Por qué? Busque algo con lo que defenderme, no tenía nada a mi alcance más que uno de los vestidos.

Mi habitación era reducida, con una cama matrimonial, mesita de noche con una lámpara,el escritorio, una silla, el armario y la puerta del baño por dónde el hombre había salido, el se interpuso entre la salida y yo. Di varios pasos hacia atrás temblorosa, el ladeo la cabeza y luego en grandes zancadas vino hacia mi, corrí hacia el escritorio, tome la silla y la tire a la cabeza, hice lo mismo con la lámpara que estaba sobre el escritorio.

Eso lo desestabilizo por un momento por lo que me subí a la cama para llegar a la puerta sin pasar por su lado, se tiró sobre la cama y logro tomar uno de mis pies, caí con un golpe seco en el suelo que me hizo perder el aliento, di patadas y trate de soltarme mientras me arrastraba para alejarme de él, todo fue inútil porque era más fuerte.

Se trepó sobre mi hasta quedar sobre mi regazo, jale el cable de la lámpara de la mesita de noche que cayó a mi lado, así que la tomé y volví a ir contra su cabeza, la lámpara estalló en pedazos mientras el apenas se tambaleó, pero me dió espacio suficiente para sacar una pierna y patear su estómago y luego su ingle, soltó un gruñido hasta que finalmente me soltó. No perdí tiempo y salí corriendo, me dolía el pie por dónde me había tomado, las costillas y un lado de la cara. Había recibido más de un golpe en apenas unos minutos.

Escuche os pasos del hombre venir tras de mi, llegué hasta la sala y estaba por salir al pasillo hacia la puerta para salir del departamento cuando  me tomo de la cintura y me tiró contra el suelo, eso me hizo soltar un jadeo, me arrastre lejos tratando de recuperar el aliento, mi espalda choco con la mesita de centro en la sala.

El se acuclillo frente a mí, era rubio y ojos negro, con rasgos marcados y una cicatriz en su pómulo izquierdo, tenía un corte en el labio y varias astillas en la frente, respiraba de forma agitada, se limpio la sangre del labio y luego escupió hacia un lado, sus manos jugaban con algo que no me interese en identificar. Estaba aterrada, temblaba y aún me costaba respirar.

—No pensé que fuera tan difícil atraparte— sonrió de lado.

No dije nada, busque algo con lo que defenderme porque ni loca moriría a manos de este psicópata, una idea me llegó a la cabeza, así que me llene de valor y con una fuerza que no sabía que tenía patie sus pies, rodee hacia un lado evitando que cayera sobre mí, su cara impacto con la mesita de vidrio formando un charco de sangre, no estaba muerto porque soltó un gruñido y se movió.

Tropecé con mis propios pies al intentar ponerme de pie, maldije para mis adentros, luego de otro intento logre ponerme de pie y salir corriendo hacia la puerta, el canalla logro alcanzarme, me tomo del pelo y me arrastró de nuevo hacia la sala, patalee para intentar soltarme pero fue en vano, con un movimiento bruscome tiro sobre el sofá y me dio una bofeteda que me volteo la cara, me pitaron los oidos y se me desenfoco la vista por un momento.

— Maldita sea — se quejo.

Esperaba que Serena no regresará en ese momento, no soportaría que la lastimaran, a ella o a Sean, rogaba para mis adentro que estuviera a salvo. El tipo tomo mis manos aprovechando mi aturdimiento y las amarro al igual que los pies, inmovilizandome por completo.

—Eres una perra difícil— busco en su bolsillo y saco un teléfono, marco un número  y lo llevo a su oreja—. Está hecho, te pondré en alta voz.

Se apartó del teléfono y puso el altavoz, la voz que hablo desde el otro lado me dejó helada, pero solo el haría algo como esto, cerré los ojos esperando que fuera una pesadilla pero al abrirlos allí seguí el gorila con el teléfono en la mano.

—Privet, moy lyubimyy— resonó la voz de Alessandro, rechine los dientes, temblaba de cólera.

—¿Estás demente? ¿Qué demonios te pasa?— mi voz tembló, estaba a punto de llorar y no porque me sentía indefensa, sino por la rabia que hervía en mi pecho.

—Veo que ya conociste a Edward — se rió —. Es mi mano derecha, se amable con el.

—Me reventó la nariz, muy cordial mi bienvenida no fue— se quejo él tal Edward.

Y tambié las pelotas— pensé.

—¿Por qué haces esto?

—Olvide mencionar que volvería a contactarte la última vez que te ví — una nota de fingido pesar se escuchó en su voz—. Llame a tu teléfono pero como lo supuse no respondiste, por lo que envié a mi amigo para darte un pequeño mensaje pero mejor te lo doy yo mismo.

—No me interesa escucharte— una sonrisa amarga se forma en mis labios—. Puedes pudrirte en el infierno y no me interesará lo que te pase.

—это было захватывающе— cerré los ojos asqueada.

—Deja de irte con rodeos y di lo que tengas que decir— ladre molesta, harta de todo esto.

—La próxima semana celebraremos nuestro compromiso — informo dejándome helada en mi lugar.

No. No. No y no. Ni loca.

—No, yo no me casare contigo, sabes lo que haré si te acercas a mi no le temo a muerte— no era una amenaza vacía pero comenzaba a perder efecto.

Chasqueo la tengo fastidiado.

—Eso ya no sirve querida, ¿Cuántas veces lo has intentado?— mi cuerpo se tenso al escucharlo—. ¿Seis? ¿Siete veces?, puedes intentarlo las veces que quieras no te dejare morir, no es tu decisión acabar con tu vida.

—¿Tuya sí?— inquiri.

—Me perteneces, te gustó o no, firme un contrato con tu padre, cada maldito centímetro de cuerpo me pertenece, fuiste vendida y lo sabes, te he dejado ser libre por un tiempo, pero es hora de reclamar lo que es mío— espero furiosos, ensarte las uñas en la palmas de mi manos furiosa—. Así que en dos días llegará tu vestido de compromiso y en una semana lo usarás para mí o tu queridísima prima y tu sobrino pueden tener un fatídico accidente.

—No te atrevas a tocarlos, maldito demente— un nudo se formó en mi garganta.

—No me pongas a prueba y no pasará nada, obedece como el objeto que eres— un sollozo salió de mi sin poder evitarlo—. Estoy esperando una respuesta.

—Allí estaré—respondí con resignación, lágrimas bajaban por mis mejillas borrando todo rastro de felicidad momentánea que había sentido hace unos minutos.

—¿Ves lo fácil que fue? Todo este show para nada, te veo en unos días, Lyubov— pensé que ya había terminado la llamada pero su voz volvió a resonar —. Tu padre te manda saludos, Lutza Dmitriev.

Luego el tal Edward corto la llamada, me quedé helada en mi lugar, apenas respirando y con las mejillas húmeda por las lágrimas, el hombre se acuclillo frente a mí, saco una navaja y corto las sogas que el mismo había atado, una mirada de pesar cruzó su rostro, en el momento que fui libre me levanté incrustando algunos trozos de vidrios en los pies, puse una mueca y me abrace a mi misma.

—Deverias revisar tus golpes y tener cuidado dónde pisas— Edward se levantó sin voltear—. Lamento que seas una víctima más.

No le respondí y solo lo ví irse de nuestro departamento como si fuera suyo, deje caer mis brazos a los costados, sintiéndome completamente derrotada, mi cuerpo se sacudía por lo sollozos que salían de mí, mire la sala hecha un desastre, mi habitación debia estar igual, quise desaparecer.

Camine hacia la salida ignorando el ardor por cada paso que daba, luego tome el primer abrigo que pude y salí del departamento, quería desaparecer y eso iba a hacer, con los ojos empañados, el cuerpo temblando y adolorido camine hacia las escaleras, me sentía una extraña en mi cuerpo, me sentía vacia y ultrajada, crucé la salida ignorando al guardia de turno, camine por las calles sin un objetivo en mente.

El pavimento estaba frio y una leve llovizna caía desde el cielo, los faroles alumbraban las calles y yo me encontraba deambulando entre ellas congelandome, camine por media hora hasta que fui conciente de donde estaba, mire la edificación frente a mí, debia estar muy jodida para ir hasta allí.

Me adentre y fui directo a la recepción, el chico detrás del mostrador me dió una mirada extrañada cargada de lastima.

—Puede por favor decirle a Mike Ferris que Lutza Dmitr...— me quedé callada al utilizar mi verdadero apellido. Williams. Me recordé, tu apellido ahora es Williams—. Lutza Williams, dígale que los busca.

Williams, Williams, Williams—repetia en mi cabeza.

—En un momento bajara, puede tomar asiento señorita— señalo un punto a mi espalda.

—Gracias— me fui hacia un sillón y espere con la cabeza gacha jugando con mis manos, completamente nerviosa.

Luego de unos minutos el elevador emitió un sonido, sus pasos se escucharon cerca y tome un suspiro antes de ponerme de pie y ver su rostro, sus ojos esmeraldas tan parecidos a los de su hermano estaban bañados de preocupación, su ceño fruncido, iba vestido con un buso negro y un sueter del mismo color. Se quedó a unos pocos pasos de mí escrutando cada parte de mi cara, debía dar lastima mi aspecto.

—Luz...— susurró — ¿Que paso?

Mi labio tembló y mis ojos se llenaron de lágrimas, estar frente a el me hacía sentir frágil pero a salvo, así que acorte los pocos pasos que había de distancia y envolví mis brazos al rededor de su cintura, el me devolvió el abrazo apretándome contra su pecho con fuerza, olía a jabón y de alguna extraña manera se sentía como si estuviera en una fortaleza a la que nadie podría entrar.

Perdí la fuerza de las piernas y el mundo comenzó a darme vueltas, sabiendo que pronto perdería el conocimiento pero al menos estaba a salvo, no podía creer que luego de tanto tiempo de nuevo me sentia segura con él, y con ese pensamiento todo se esfumó.

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