Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6

Arlene

Las rejas estaban abiertas, fue fácil salir de la mansión.

Fuera, entre el gentío, me pregunté qué debía hacer primero. No debía hacerme notar, eso lo tenía claro. "Arlene" no tenía que existir, estaba muerta.

Caminé con la gente por un rato, buscando una señal o pensando a dónde ir, cuando reconocí a Madame la Verne cotilleando con Madame Dorré. Me acerqué y agarré un periódico para cubrirme y que no me vieran.

—Ay cariño, ya tu sabes que la fiesta del próximo sábado será la fiesta del año, el que no esté invitado no es considerado parte de la sociedad.—Decía la regordeta Madame Dorré.

—Yo ya recibí mi invitación—ostentaba la otra—en esta momento me están preparando el vestido que luciré.

—¡Dame el periódico ladrona!—me tironeó del papel el niño.

—¡Shh! ya te lo doy, un segundo más...—no lo soltaba.

—¡No! ¡suéltalo o llamo a la policía!.—Las señoras se dieron vuelta a mirarme e inmediatamente solté el periódico.

—Estos niños de hoy—digo—¡uno les paga y ya no lo recuerdan!—reí socarronamente y ellas me imitaron, parecieron no reconocerme.

—Estos niños—suspira madame La Verne.

—Soy madame La Rouge—me presenté rápidamente—estoy de viaje en la ciudad.

—Ah—me mira con desagrado madame Dorré.

—No se fíen de mis ropas, mi sirvienta es la culpable de que vista tan deplorable hoy. Yo asistí al gran baile en la mansión de La Rosse.

—¿Estuviste ahí?—dicen al unísono las dos señoras, ni ellas se lo creían con las pintas que yo traía. Me miraban de arriba a abajo y yo cruzaba los dedos porque no me reconocieran, aunque sin todas las galas, el maquillaje y las perlas, sería difícil que lo hicieran.

—Si, soy una amiga de mademoiselle de La Rose. Por cierto, no he podido comunicarme con ella, ¿saben si le pasó algo?—me estaba arriesgando mucho con esta pregunta y asumiendo que era la amiga. Podía imaginar el seño fruncido de Demian cuando se enterara, estaría de todo menos contento.

—Por supuesto, está de viaje, todos lo saben ¿Qué clase de amiga eres?—chistó madame La Verne y sentí la falla, tenía que pensar rápido para compensar el error.

—Estuve ausente este tiempo y ahora quería contactar con ella, y no la encuentro. ¿Saben a dónde se fue?

—Dicen que se fue a vivir con su madre— ¿Con mi madre? ¿en serio? me pregunté cuánto sabían del viaje real que tenía planeado. ¿Acaso alguien me estaba vigilando? Necesitaba tener acceso a mi habitación para verificar si el pasaje seguía en su escondite, pero ¿cómo? Era imposible entrar en mi casa sin ser vista. De todas maneras, quien fuera que orquestó todas estas artimañas, puede que estuviera mirándome ahora mismo,...alce la cabeza y miré a ambos lados con disimulo, trague saliva. La situación me sobrepasaba por momentos y caía en un mar de abatimiento. La duda; el cómo, el cuándo y el quién flotaban sobre mi cual nubes de tormenta a punto de llover.

—¿Estás bien cariño?—me quitó del ensimismamiento madame Dorré tocando con delicadeza mi mano.

—Sí—me apuré a decir—solo pensaba en el viaje de mademoiselle de La Rose, y en que se perderá la fiesta del sábado.—traté de sonar lo más auténtica posible.

—¡¿Estás invitada?!—exclamaron ambas llenas de asombro.

—¡Claro! ¿por quién me toman? toda la sociedad estará allí, no puedo perdérmelo.

Las señoras se miraban entre sí y sonreían sin dejar de verse asombradas. Es como si aún no pudieran aceptar que era algo más que esa ropa que llevaba puesta. Las muy vanidosas se llevarían una sorpresa el próximo sábado cuando me vieran ahí. Aunque me pregunté si Lukyan, quise decir, monsieur Komarov habrá recibido invitación. Y de ser así, aceptarían mi plan. Podía disfrazarme, podría ser otra persona. Necesitaba saber e investigar también, no solo mirar desde una ventana lo que hacían los demás. Estoy segura que Demian lo entendería, porque a él no le importaba mi seguridad, él me retiene por Lukyan, él le obligaba a contenerse de seguro.

Solo debía convencer a uno de los dos y así podría asistir a la fiesta y descubrir quién quería matarme, tal vez también hablar con mi padre en secreto y saber por qué dijo a todos que me fui de viaje.

Me excusé de las señoras y me alejé despacio. Pronto todo se cubrió del color negro azulado de la noche y las estrellas no quisieron aparecer, ocultas tras los nubarrones que no se decidían a explotar en lluvias torrenciales. La gente en las calles comenzó a disminuir, todos se iban a sus casas y entendí la señal. Yo también debía regresar si no quería tener ningún problema. Sin embargo no me apuré, no sabía cuándo sería la próxima vez que saldría de la mansión y quería tomar todo el aire fresco posible, guardarlo en mis pulmones para racionarlo cuando estuviera dentro otra vez.

Mis pies fueron solos, no los tuve que guiar, solitos ellos llegaron y chocaron contra las rejas que estaban cerradas...¿cerradas?. Me alejé para mirar bien el panorama, las sacudí un poco pero no cedieron, estaban bien cerradas. Maldije por lo bajo, ¡si Madame Barrie me hubiera oído! Madame Barrie fue mi institutriz gran parte de mi vida, ella me enseñó todo lo que sé y por cierto estaba muy en contra de lanzar palabrotas.

Si quería entrar tendría que saltar la reja, no me quedaba opción. Me fijé que nadie viniera y arremangándome el vestido intenté trepar por un costado donde me pareció más fácil. Estaba absorta en mi tarea que no advertí al guardia que venía a todo trapo hacia mí.

—¡Mademoiselle! ¡baje ya mismo de ahí!—me ordenó y comprendí que estaba perdida, ¿cómo zafarme de un guardia?—¡venga ya!—me tendió la mano y me ayudó a bajar.

—Lo siento monsieur—fue lo primero que me salió decir—¡cuando salí la dejé abierta y ahora está cerrada!—me dí cuenta de que me estaba delatando pero ya no quedaban opciones, era eso o pasar la noche en una celda y que nadie viniera a por mi.

—¿Usted vive aquí?—su rostro inquisidor no daba espacio a dudas.

—¡Si, si!—hablaba con desespero y creo que se notaba en mi voz, relájate por favor me dije y respiré hondo—si, vivo aquí.

—Esta es la residencia Komarov, ¿usted es?—bueno, estaba enterado de todo el señor y yo me la estaba jugando con todo.

—Soy mademoiselle de La Rouge, la prometida de monsieur Komarov.—Excelente mentira pensé, de seguro una buena razón para que Demian me asesine esta noche.

—¿El más joven?

—Si, si, Demian Komarov—sentí como su nombre quemaba en mi paladar, pensar en él como pareja me producía desagrado. Él era la oscuridad de mi mundo, no lo quería cerca.

—¿Sabe mademoiselle que esta información tengo que constatarla, verdad?—se me vino la mentira abajo, nadie iba a mentir por mí ahora. Empecé a barajar otras posibilidades, como, salir corriendo...por ejemplo.

—Si, por supuesto, haga su trabajo monsieur.—Le dije mientras él se asomaba a las rejas viendo cómo podía llamar para hablar con quien estuviera dentro. Me fui alejando poco a poco, dispuesta a echarme a correr en cualquier momento, aún sabiendo lo difícil que eso sería con un vestido ¿dónde pasaría la noche?.

En medio de todos estos pensamientos una figura emergió de entre la niebla de la noche, me mordí el labio y volteé para el otro lado de la vergüenza.


Demian

Entre la niebla y la quietud de la noche divisé dos figuras frente a la reja de la mansión, un guardia y...Arlene.

Para ser justos ni siquiera pensé en regañarla o enojarme por haberse escapado, en ese momento mi prioridad era que aquel guardia nos hubiera descubierto y tirara a por tierra todo lo que habíamos creado.

—Oficial—dije al acercarme mostrando seguridad en mi tono de voz—soy monsieur Komarov, ¿en qué puedo ayudarle?

El guardia sonrió gratamente al verme y se acercó a mi.

—Monsieur, la dama aquí...—señaló a Arlene—¿puede acercarse mademoiselle?—ella volteó despacio hacia nosotros, tratando de ocultar la verguenza de su rostro y caminó arrastrando los pies, muy pero muy lento.

—Arlene cariño, ¿te puedes apurar?—le dije y el guardia sonrió sorprendido.

—¿La conoce?

—Si, ella es...

—¡Su prometida!—me interrumpió Arlene y no llegué a entender qué fue lo que pasó ni cómo se llegó a esa conclusión.

—Si, mademoiselle, ya me había dicho eso—aclara el guardia—lo tengo que confirmar con monsieur.

Arlene se acerca a mí y se aferró a mi brazo, sonrió tontamente y me miró con ojos risueños. Sentí sus palabras en mi mente "acepta, dí que sí" pero no quería hacerlo, en esos momentos la odié, la odié tanto que deseaba desligarme de ella al completo y dejar que se la llevara el guardia a prisión. ¿Cómo se atrevía? apenas había llegado a nuestras vidas y ya la alborotaba de tal manera que me involucraba junto a ella. No quería, pero sabía que Lukyan me odiaría si algo le pasaba y no me dejó opción.

—Sí, es mi prometida.—Dije secamente para que ella entendiera mi disgusto pero no tanto como para que el guardia sospechara algo.

—Que bueno monsieur Komarov, lo felicito—sonreí falsamente—espero que presenten pronto su compromiso en sociedad, seguro muchos querrán enviarles sus felicitaciones.

—Seguro que sí—dijo ella hecha un sol.

—Si eso es todo—dije sonriendo—nos retiramos.

—Claro, sí, si—dijo él alejándose—los dejo libres, que pasen una buena noche.

—¡Igualmente!—grita ella mientras abro las rejas y la empujo dentro.

Louis nos abre la puerta y la hago entrar del tirón, imagino que se resistirá a la reprimenda pero se la sigue viendo bien risueña.

—¡¿En qué demonios estabas pensando?!—le grito al borde del colapso. Estaba seguro de que no era para tanto, pero en ese momento donde todo parecía complicarse, donde las cartas volvían a aparecer, el hecho de que ella anduviera jugando a las señoritas, me hastiaba y mucho.

—¡No me dejó opción!—se defendió—¿o querías que me llevara a la prisión?

—¡No te hubiera venido mal!—exclame resuelto—a ver si se te aflojan un poco esas ideas locas que tienes en la cabeza.

—No lo dices en serio.—Sonaba un poco más sensible.

—¡Pruébame! yo no quise esto, Arlene ¡solo intento salvarnos de lo que nos amenaza y tú solo insistes en salir de paseo!—me acerco para darle más énfasis a mis palabras y cada una de ellas la golpean.

—¿Tan malo sería actuar como mi prometido?—esa pregunta, ¡esa pregunta! me acerco de golpe y la sujeto por los hombros.

—¡Yo quiero matarte, no ser tu prometido!—la suelto, creo que fui directo, más claro imposible.

—Está bien, entendí—dice con la voz queda, algo en su interior se revuelve y sé que soy culpable pero no me arrepiento—pero aún así necesito que actúes como mi prometido, por más que te repulse o lo que sea que te provoque.

—¿Por qué haría eso? A ver...dime...

—Hay una fiesta...

—La fiesta de las Rosas—dice una voz por detrás. Es Lukyan bajando las escaleras con Astrid. Me pregunto cuánto llevan oyendo.

—¿Están invitados?—Arlene suena entusiasmada.

—Así es, pero cuéntanos a qué viene todo este alboroto por favor—dice Lukyan.

—Pensé que podría reinsertarme en la sociedad, como otra persona. Mademoiselle de la Rouge fue el nombre que di hoy.

—¿Que diste qué...?

—Shh—me calló Lukyan.

—En la fiesta estarán todos, estoy segura de que el asesino también. Podremos averiguar cosas y ademas podría hablar con mi padre, alguien le chantajeó para decir que yo estoy de viaje y quiero saber quién fue.

—No sé si es seguro.

—¡Al fin alguien me escucha!—exclamé.

—Yo creo que suena divertido y además, ¿quién va a sospechar? Arlene está de viaje, ella es mademoiselle de La Rouge—la señala—la prometida de Demian ¿verdad?—me guiñó un ojo la muy víbora.

—Es solo para mostrar a los demás, no te voy a molestar—me dijo mirándome con ojos de ratón asustado—¿puedes hacer un último esfuerzo?

—Puede funcionar—sentencia Lukyan y me siento acorralado.

—¿Tengo opciones? porque parece que ya decidieron por mí—dije y todos me sonríen, menos Arlene que mira al suelo.—Está bien, lo haré.

Sabía que me arrepentiría de mi decisión y estaba seguro de que no era la correcta, pero todos me presionaron y no me dejaron opción. Arlene siguió sin mirarme, creo que se vió afectada con mis anteriores palabras. Tal vez fui muy brusco al decirle que quería matarla, ahora me temerá aún más y eso no es lo que yo buscaba.

—Gracias—dice al fin y se aleja un poco—si me disculpan, estoy un poco cansada, iré a mi cuarto.

—Vé tranquila—dice Lukyan sonriendo y Astrid lo secunda.​​—¿Qué diablos fue eso?—exclama cuando Arlene desapareció en las escaleras—¿pasó algo entre ustedes?.

—No—negué rápidamente—lo que ya vieron y no esperen que esté contento con todo esto, mientras yo intento solucionar las cosas ustedes pretenden que yo juegue a la casita.

—¿Y qué solucionaste?—me preguntó suspicaz Astrid.

—Esto—saqué de mi abrigo la carta.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro