14
Arlene
Necesitaba un poco de calma y Demian supo dármela.
—Aquí tienes— me da una taza de humeante té caliente— esto te ayudará a calmarte.
—No creo que un té solucione mis problemas pero...
—"Nuestros" problemas— enfatizó en la palabra nuestros y me hizo sonreír. Se sentó a mi lado y besó mi hombro mientras bebía mi té.
—Me vas a hacer volcar— me quejé.
—Es la idea—. Sonrió y se incorporó a mi lado, me hizo sentir incómoda la forma en que me miró.—Arlene, ¿qué ocultas? ¿Por qué no eres sincera y me dejas ayudarte?
No estoy lista para abrirme a él, no aún. Mi mente es aún un lio, hasta para mí.
—Soy sincera, solo necesito tiempo, todo esto es muy difícil— espero que me comprenda, él me pasa el brazo por los hombros.
—No tienes de qué preocuparte, somos tres vampiros poderosos, perdón— carraspea— soy un vampiro poderoso y Lukyan y su esposa son dos buenos vampiros, que te protegeremos. Que no te quepa duda.
—Si, te creo, pero yo no quiero esa vida, de encierro y oscuridad, oculta en las sombras. Me enferma.
Las penumbras de la noche eran suficientes como para que tambien lo fueran de día. Me sentía asfixiada tras esas cortinas, cortando el sol que tanto amaba, alejándolo poco a poco de mí hasta que casi no lo recordara más.
—Tal vez deberías descansar un poco para aclarar esas ideas —volteé a verlo de frente.
—¿De qué hablas?— admito que puede que mi voz sonara un tanto exagerada.
—Todo lo que hacemos es por tu bien, ni bien todo se aclare podrás salir libre a correr por tu preciado sol— se pone de pie— no vengas ahora a echarme culpas, nadie te tiene prisionera —levanta los brazos exasperado.
—Eso no es justo, tú no entiendes...
—¡Claro que lo entiendo! Llevo casi un siglo escondiendome del sol. Y no porque sea bonito, sino porque es lo que me conviene si no quiero acabar como una fritura.
Nunca se me hubiera ocurrido que él anhelara estar bajo el sol, últimamente me sorprendo a mí misma en lo egoísta que soy.
Miro hacia la ventana, puedo ver las estrellas. Este es el panorama que ha visto él en el último siglo, una y otra vez. Las noches pueden ser hermosas, pero son frías y las sombras de las dudas y viejos recuerdos florecen en ellas. Me pregunto cuantas veces se sintió abatido por su propia existencia, por ser algo con lo que no contaba.
—¿Tú querías ser..., ser esto?— le pregunté despacio. Él giró hacia mi, su mirada lo dijo todo. Entre sorprendido y abatido por la situación, sus ojos buscaron en los míos un refugio. Se lo dí y esperé una respuesta.
—Me dieron a elegir, era esto o morir y... yo era joven, no quería morir.— Baja la mirada.— Probablemente morir habría sido lo más honroso.
—¿Por qué cambias ahora de opinión?
—¿De qué hablas?— me dirige una mirada inquietante.
—Hasta hace no mucho estabas orgulloso de ser lo que eras, ¿qué cambió ahora?
—Arlene — se acerca a mi—, nunca estuve orgulloso de ser quien soy. El tiempo fue haciendo mella en mí, quitó poco a poco pedazos de mi humanidad. Esto que ves, no es nada en comparación con lo que fue. Soy un animal, domesticado. Limpio mis asperezas cada día, pero no puedo negar lo que soy y lo que siento.
—Creí que... — se inclinó de costado hacia mí, yo miré el suelo.
—¿Qué creíste?— acarició mi cabello.
—Creí que ya estaba superado eso, que... estabas de mi lado.
—Claro que estoy de tu lado— me da un beso en el pelo—, haré a un lado todo y te protegeré. Eso no me salva a mi mismo ni me hace más bueno. Ya sabes quien soy,...
Volteé hacia él y sujeté su rostro entre mis manos. Me perdí en sus ojos de aguas cristalinas, navegué en ellos y me impuse detenerme para hablar.
—Eres bueno conmigo, ¿eso no te convierte en buena persona si es que eres "persona" o lo que sea que eres?— estalló a reír como nunca.
—Lo siento.— Dijo entre risas— Arlene, no seas ingenua, no me hagas reir— rio un poco más.
—No entiendo la gracia.
—Es muy fácil— ya más calmado—, yo soy el malo para muchos. Y me parece bien que se quede así, me agrada el poder. Contigo trato de ser diferente, eres la única que me ha hecho frente. Que es lo suficientemente fuerte para plantarme cara y ha sobrevivido. Tienes una luz diferente, todo en tí es especial. Me siento obligado a protegerte y quiero además, saber qué pasa contigo, por qué tu sangre es así.
Imaginé que diría algo así, puras formalidades. Nada nacido del corazón. ¿Corazón? ¿Él tiene corazón? Yo estoy perdiendo el mío. Una parte la dejé en la mansión, se fue en las cenizas que volaron con el viento. Otra parte se debate si entregarse a Demian, quiere hacerlo pero tiene miedo a caer y no volver a levantarse. Y el resto, se pudre de a poquito en mi propia oscuridad. De un tiempo a esta parte me perdí, me perdí a mi misma y no he vuelto a encontrarme.
¿Quién soy? ¿A dónde voy? Son preguntas que tenía bien definidas y ahora ya no puedo responder.
Me recosté en la cama de la posada dejé que mi mente se liberara. Demian no se acercó, me dejó tranquila. Tal vez intuyó que necesitaba un momento a solas.
La ventana estaba abierta, el aire fresco ayudaba a refrescar mi mente de todo lo malo de los últimos días.
Un loco me quiere matar.
Estoy con un vampiro asesino.
Maté a una criada.
La historia claramente iba de mal en peor. Soy un desastre como persona y no lo voy a enmendar de hoy para mañana, es más, creo que nunca lo voy a enmendar. Probablemente quede igual de hundida que Demian. En un pozo sin fondo del que no me interese salir, sin alma, sin vida.
Demian
Espera demasiado, no puedo ser lo que ella quiere.
No tengo mucho que ofrecer.
En el fondo Arlene espera aún al príncipe y a la vida dorada para la que se preparó desde niña, aún cuando lo niegue. Quiere ir a bailes, reuniones de té y picnics bajo el sol. Casarse con toda la pompa y disfrutar del lujo, viajar. No quiere estar sujeta a mi y a la oscuridad que me precede. Conmigo no tendrá nada de eso. Puede gozar de todo el lujo que quiera, pero en las penumbras.
Me temo que nuestro viaje haya terminado casi antes de haber comenzado.
Me senté en la silla junto a la cama y la observé debatirse casi las mismas cosas que yo pensaba, llegar a conclusiones en silencio y pensar y pensar las mismas cosas. Ella no notó que la miraba, no me vió verla sollozar y quedarse dormida un rato después.
Antes del amanecer la desperté, teníamos que regresar, si salía el sol estaríamos varados el resto del día en esa habitación. Le costó levantarse pero comprendió rápidamente el motivo de mi apuro.
Tomamos un carruaje y recorrimos las calles a contratiempo, los pequeños rayos de luz comenzaban a asomar por entre los edificios.
—Ya casi estamos— me dije en voz alta para tranquilizarme a mi mismo. Arlene me miraba preocupada.
Cuando la luz casi nos tocaba, llegamos a la mansión. Las rejas estaban cerradas, como era de esperar. Las sacudí y grité pero Louis no vino a abrir.
—Arlene, ¿confías en mí?
—¿De qué hablas?— su mirada completamente perdida.
—Eso no importa— el sol casi me tocaba— ¿confías en mí o no?
—Sí. Confío— aseguró.
—Muy bien— le di la espalda y me agaché un poco —sujétate de mi cuello, bien fuerte. Si quieres asegúrate con las piernas también.— Ella me hizo caso y yo trepé las rejas que medirían unos dos o tres metros y caí grácilmente del otro lado.
—¿Cómo hiciste eso?
—¿Hacer qué? ¿Trepar?— le contesté mientras corría dentro de la casa.— Tal vez sea un don, uno muy tonto si es asi— río.
Abro las puertas y escucho los gritos de Astrid.
Gritos de dolor.
Y entonces veo la luz, luz en toda la casa.
¿Qué está pasando?
Louis aparece corriendo hacia mi.
—¿Qué está sucediendo Louis?
—En la noche entraron, nadie los vio, y se robaron todas las cortinas. Monsieur por favor, aléjese de ahí.
—¿Dónde está Astrid? ¿Por qué nadie la ayuda?— pregunta Arlene.
— Yo estaba en el sótano con Lukyan, mademoiselle, recién subo.
Corremos hasta la sala, Louis me cubre con su saco.
Los gritos vienen de allí.
Son desgarradores.
—¡Astrid!
—Detrás del piano— la ubica Arlene, ha quedado atrapada y poco a poco la cubre más el sol.
—Yo iré.
—¿Estás mal?
—¿Perdón?— me siento contrariado.
—Te harás polvillo de tan solo entrar ahí, y te necesito entero. Voy a ir yo.— Me hace a un lado y entra en la sala rápidamente. Con Louis miramos inútilmente lo que sucede y luego sale Arlene llevando a cuestas a una maltrecha Astrid.
Su cara está casi destrozada, sus brazos...pinta feo.
—¿Dónde estaban?— dice en un gemido tratando de recobrar el aliento en medio del corredor a oscuras.
—Estamos aquí— le digo.
—Ya sabes de qué hablo— sujeta mi mano fuertemente y hace una mueca de dolor.
—¿Qué no lees la mente? ¿Por qué no lo haces ahora?
—No estoy para bromas Demian, siento mucho dolor— tomó una bocanada de aire y muy de a poquito las heridas comenzaron a regenerarse.— ¿Por qué huyeron? ¿Los estuvimos esperando? Y luego nos atacaron. Fue por ustedes y ni siquiera estaban.
Siento una punzada de culpa, pero no debo dejar que lo note. Nos fuimos por buenos motivos que al final no resultaron ser tan buenos y nos trajeron de regreso.
—Hablaremos de eso más tarde. ¿Dónde está Lukyan?
—Ese desgraciado se ocultó en el sótano y me envió a mi a buscar el abre cartas.—Me eché a reír tan fuerte que hasta a Arlene se le escaparon unas sonrisas.—¿Qué es lo gracioso?
—¿Casi te fríes por un estúpido abre cartas?— casi no puedo contener las lágrimas de la risa— no puedo creer que le hagas caso en todo lo que te dice.
—Ya deja de reirte— se reincorpora casi recuperada—, tú nunca nos entendiste, nunca comprendiste nuestro estilo de vida ni lo respetaste, solo eres un bufón.— Me da un empujón y hace amague de alejarse.
—Ah no, no te vas tan fácil cariño. No soy tu bufón ni el de nadie— trata de soltarse de mi brazo— no podrás hacerlo, soy más fuerte que tú.
—¡Aléjate imbécil!—me empuja sin lograr nada— no tendré fuerza pero veo lo que piensa esa cabecita tan vacía.
—¿Te lo tenías bien guardado no? Una jugada sucia, eso no se hace. No se ocultan esas cosas a los compañeros.
—¿A quién mató Arlene?— su fría voz dejó helada a la chica.—Ah, ¿toqué una fibra sensible? Suéltame— la solté.—Gracias.
—Arlene no mató a nadie— afirmé— no es más que otra víctima mía.
—Bueno —dice acomodándose el vestido—, solo espero que no se te haga costumbre comerte a las criadas porque si se corre la voz, uy, todos saldrán huyendo.— Se aleja a paso seguro rumbo al sótano.
—¿Por qué mentiste? Podrías haber dicho que fue un accidente y ya— cuestiona Arlene.
—Dije lo que se me ocurrió y de todas maneras da lo mismo, ella ya sabe la verdad. Vamos, hay que seguirla. O quédate, como quieras.— Me dí la vuelta encaminado hacia el sótano esperando que ella me siguiera, sin mirar atrás, solo tratando de oír sus pasos siguiéndome, pero no los oí. Solo yo y el silencio.
Traté de hacerme a la idea de que así sería de ahora en más. En un mundo de luz, no había espacio para sombra, por minúscula que fuera.
La Arlene debajo de toda esta desgracia, solo quería dejarme en el pasado y no volver a recordarme. Soy un mal sueño, uno para el olvido. Y no la culpo. Pero duele. ¿Por qué diablos duele? Se suponía que ya tenía superadas todas estas cosas, soy fuerte, soy un monstruo como ella dice, no debería afectarme nada de esto. Ya no soy un débil humano. Contrario a lo que me digo a mi mismo, volteo a ver si viene detrás mío pero no la veo, ya se fue. No sé dónde habrá ido. A disfrutar del sol seguramente, sola, feliz.
Desciendo al sótano y me encuentro de frente a un bien cabreado Lukyan que me enfrenta al instante. Pocas ganas tenía yo de esto.
—Explícame ya qué es esto que está pasando, lo de las cortinas, todo.— Sus finos dedos me empujan.
—Con gusto te lo diría Luky, pero no lo sé. Para que recuerdes, yo no estaba presente...
—¡AAHHH!— tira un jarrón contra la pared y lo hace estallar en pedazos— ¡eso ya lo sé!, Inteligente— me enfrenta— ¿dónde estabas? ¿Por qué se fueron?
—Ella quiso irse— me interrumpe Astrid caminando en círculos— primero mató a la criada y luego quiso huir.
—¡¿Qué?!— los ojos de Lukyan están a punto de salirse del espanto —¿permitiste que matara a una criada? ¿Qué está pasando en esta casa?
—Fue un accidente— me defiendo—, todos tenemos accidentes de vez en cuando.—Tomé asiento y me serví una copa de vino— por cierto, lo de tu mujer y su superpoder me lo tenías bien oculto, Luky.
—Ella prometió no meterse contigo, así que no había necesidad de avisarte.— Suena avergonzado.
—Pues ya ves que no, le encanta buscar detalles sucios en mi mente, ¿verdad cariño?— ella me muestra los dientes y me hace reír.
—Son dos niños ustedes— dice Astrid caminando entre nosotros— siempre peleando por quien tiene el castillo más alto y ninguno mira quien golpea la puerta para derribarlo. Alguien entró en esta mansión anoche, y robó todas las cortinas en tiempo record.
—Vampiros—sentencia Lukyan.
—Yo perseguí dos anoche.
—¿De qué hablas?
—Nos observaban en el andén, la miraban a Arlene y le sonreían. Cuando hice amago de acercarme, huyeron. No pude alcanzarlos.
—Tiene que estar relacionado— Astrid bebió un poco de vino— todos deben trabajar para el que nos está extorsionando.
—¿Nos extorsiona un vampiro? ¿No es un gran Lord?—Lukyan no puede con su asombro.
—¿Podría un humano tener poder sobre los vampiros?
—Como poder...podría —dió otro sorbo al vino— pero es raro.
—Yo creo que hay que continuar con el plan que hemos establecido hasta ahora— es lo mejor que puedo decir.
—Eso si no sale huyendo— la mirada penetrante de Astrid se clava en mí.
—¿De qué hablas?
—Ya lo sabes bien. Ella y sus esperanzas doradas. Es muy volátil. Asegúrala, o todos saldremos heridos de esta.
—Tiene razón— Lukyan se dirige a mí seriamente— tienes que controlarla, estás dejando que todo se desbarate. Manténla en su lugar. ¿Dónde está ahora?
—No lo sabe.— Como odio que sepa lo que pienso, que vea dentro de mí y hurgue mis sentimientos.— Parece ser que al final Demian es más humano de lo que creíamos.
—No me haces ninguna gracia — ladré, ella sonríe satisfecha— cuando sea la noche iré a buscarla y pondré las reglas.
—Espero que puedas. Aquí haremos nuestras apuestas, ¿verdad Lukyan?— él se echó a reír y yo los maldije por lo bajo. —¡Te oí!
—¡Ya deja de meterte en mi cabeza, maldita sea!— me alejé al rincón más lejano del sótano y aunque aún podía oír sus risas cómplices, traté de enfocarme en algo que no fuera Arlene. Así que leí un libro, y lo disfruté.
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