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11

Arlene

—¡¿Cómo es que recibiste otra carta y no nos lo dijiste?!—Lukyan sonaba exasperadamente enojado con Demian.

—Es más de lo mismo hermanito—su actitud era altanera—léela tú mismo—se la tiró por el aire a lo que Lukyan la atajó y se la puso a leer.

—Eso no importa, estamos todos en esto—dice Astrid.

—Si, pero ¿sabes qué cariño? Esto es demasiado importante como para esperar a que ustedes dos terminen con sus arrumacos—Lukyan se puso de pie enfurecido, creí que empezarían a golpearse. Demian era muy bueno enojando a los demás.—¿Me vas a pegar? porque eso parece.

Lukyan se lo comía con la mirada y él parecía no inmutarse con la situación.

—Nunca nos hemos peleado Demian, me gustaría que eso siguiera así.

—Entonces no actúes como demente—eso disparó la escena y Lukyan se le fue encima cayendo ambos sobre una mesa que tenía botellas de licor, todo se hizo un desastre, las botellas estallaron y Lukyan se puso encima comenzando a golpearlo violentamente.

—¿Quien se ríe ahora?—repetía y Demian por el contrario no paraba de reír, no se defendía tampoco, solo dejaba que su hermano le pegara. Había sangre, bastante sangre en los puños de Lukyan y en la cara de Demian. Empecé a creer que lo mataría, me lancé sobre él y lo agarré del cuello gritando que se detuviera, Astrid solo sonreía desde el otro lado del cuarto, observando la escena. Lukyan se sacudió y me empujó lejos, trastabillé y caí rodando al suelo. Demian lo vió y enfurecido le dió unos golpes que lo hicieron caer a un lado, no lo sabía hasta que me lo dijeron luego, pero él era un vampiro más viejo, era más fuerte que Lukyan. Se enderezó del suelo y lo señaló con el dedo.

—A mi me podés pegar, podemos jugar a los golpes todo lo que quieras, pero a ella—me señaló a mi—no la tocás ¿me oíste?—él asintió con la cabeza tocándose la cara golpeada con las manos.

Demian vino a mi lado y me ayudó a ponerme el pie.

—¿Estás bien?—con un poco de dolor en el tobillo dije que sí, traté de ocultarlo pero mi cara me delató cuando caminé hasta la silla—¿qué te duele?

—Un poco el pie, nada grave, descuida—ni siquiera me miraba, lo veía a Lukyan, quien rehuía su mirada.

—Está bien, luego veremos que estés bien. Quédate en este sillón—tenía la cara ensangrentada, estaba segura de que ya no tenía ninguna herida debajo pero la sangre aún prevalecía.

—Antes éramos hermanos ¿y ahora?

—¿Y ahora qué?

—Ahora ya ni siquiera actuamos en conjunto—escupe Lukyan—haces las cosas a tu manera, por tu lado, sin involucrarme.

—¡Solo apuro las cosas que ustedes no tienen ganas de hacer!

—¿Desde cuándo te importa tanto? ¿cuándo se convirtió en tu prioridad esta chica?—Demian sigue sin mirarme pero noto que titubea.

—No es solo ella, somos nosotros también y nuestro hogar.

—Ay por favor—lo corta Astrid—nunca te interesó este lugar y mucho menos llamarle "hogar", no me hagas reir por favor. Esto lo estás haciendo por ella, solo por ella.

¿Por mi? Sigue sin mirarme, ¿teme que tal vez su mirada lo delate? No puedo imaginarlo, desde el principio lo hizo por mi. Desde el momento en que pisé esta casa, él ha estado viendo por mi. Recuerdo cuando desperté, él estaba aguardando en la oscuridad. ¿Me estaba cuidando?

—No es lo que ustedes creen—dice al fin.

—¿Y cómo es?

—Somos amigos—me apuro a decir para salvarlo de la incomodidad—ya hemos solventado nuestras diferencias y por eso me está ayudando tan enérgicamente, a espaldas de ustedes. No quisimos molestarlos, solo no se dió la ocasión.

Astrid me mira con media sonrisa, no me cree.

—Y ¿cuál es el siguiente paso?—pregunta Lukyan pasando por alto mi respuesta. Demian se acerca un poco.

—Tenemos tres posibles sospechosos, dos la conocen muy bien y un tercero es casi un extraño.

—¿Podemos apostar por el extraño?—habla Astrid.

—No—contesta Demian—con frecuencia el lobo está entre las ovejas. Estos señores irán al baile el sábado, es decir mañana. Tenemos que ir eliminandolos.

—¿Literal?

—¿Estás gracioso?—Lukyan sonríe—¿Qué sugieren?, tres son muchos.

—Secuestrarlos y que luego Astrid les borre la memoria.

—¿Qué?—pregunté escandalizada—¡¿borrar la memoria?!

—Si—dice Demian a mi lado—algunos vampiros tienen alguna habilidad, de acuerdo a como eran en vida, ella elimina tu memoria.

—¿Y leerla?

—Ella dice que no, pero ¿quién sabe?—susurra y ahora me siento expuesta. Ya comprendo porqué me mira de esa manera siempre, está desnudando mi pensamiento. Me pregunto cuántas cosas vio y cuantas cosas está viendo ahora, lo que pasó con Demian...debe de estar riéndose internamente.

—Entonces ¿qué dicen?—Lukyan suena esperanzado, ya se levantó del suelo y se lo ve con el mismo porte de antes.

—Hay que hablar con ellos antes—digo—elegirlo bien y luego llevarnoslo.

—Esa será vuestra tarea—nos señala a nosotros dos—mientras ustedes se la hacen de pareja feliz, nosotros operaremos en la oscuridad.

La oscuridad. Que palabra. Sumida en la oscuridad estaba yo hacía un tiempo y sin pensarlo, lo había estado siempre, con un reloj colgando en mi cabeza, esperando el momento en que moriría. Los buenos eran malos y los malos eran...tal vez buenos. Rehuí de mis pensamientos, no quería que nadie se metiera en mi cabeza, y salimos de la gran sala.

—Me voy a descansar.

—¿No quieres comer algo? no comiste nada en todo el dia.

—No, gracias—se me revolvía el estómago de tan solo pensar en ese muerto desangrado.

—Mañana vas a tener que comer—me mira fijamente—te vas a debilitar.

—¿Y tú? ¿cuándo vas a comer?—pude notar su incomodidad.

—Hoy a la noche planeaba ir de caza—dice despacio tratando de no importunarme— ya sé que tú...

—Entiendo que tienes que alimentarte—lo interrumpo y él sonríe—solo trata de,...no seas cruel.

Se aleja en silencio y yo me retiro a mi cuarto. Aún es un poco temprano para dormir, pero me siento agotada. Exhausta por el dolor de no ser quien yo creía, exhausta por la vida de mentira que llevo, exhausta por luchar sin rumbo y en direcciones que no creía que fuera a ganar.

La vida era cruel, me enseñaba a odiar y luego a querer lo que odiaba. Yo sabía que alguien iba a morir esta noche y no me importaba, Demian me había llevado a eso. El monstruo me había convertido en uno más. Con un par de besos me había hundido en su oscuridad y me había encantado. Con un par de besos todo mi mundo se había vuelto añicos y nada tenía sentido, no había moral, ni bien ni mal. Ahora ya nada podría sacarme de allí, pues ya había visto lo peor y lo había aceptado.

Me dormí con esos pensamientos en mi mente y no soñé nada, solo penumbras, que me consumen como la vida misma me estaba consumiendo.

Me desperté con el ruido de la puerta, abrí los ojos sin moverme y lo ví a él que se acercaba despacio tambaleandose. Estaba mojado, tal vez afuera estaba lloviendo y tenía una expresión incierta. La hoguera lo alumbraba levemente. Tenía sangre en la cara y los colmillos estaban fuera, nunca los había visto. Volteó a verme y yo cerré los ojos. Acarició mi rostro con la mano mojada y descendió por mi cuello. Contuve el aliento, imaginé lo que estaba pensando. Se inclinó hacia mi y sentí su aliento rozar mi piel y la punta de su nariz detrás de mi oreja. Traté de no moverme, ¿qué esperaba para atacar? los segundos se hacían eternos,...de pronto se puso de pie y se alejó, respiré tranquila pero no se fué del cuarto, dió la vuelta a la cama y se acostó detrás mío. Apoyó su cabeza en mi hombro y pasó su brazo por mi cintura.

—Gracias—susurró y caí rendida al sueño.




Demian

Abri los ojos con molestias por la luz...¿la luz? Las cortinas del cuarto de Arlene estaban abiertas, Bettly las estaba descorriendo.

—¡Buenos días monsieur Demian, hora de levantarse!

—¡Bettly ¿qué haces?!—el sol comenzaba a quemar, Arlene a mi lado se despertó sobresaltada por los gritos.

—¿Qué diablos estás haciendo?—se puso de pie tras ella. Yo comencé a sentir el dolor en el rostro, me puse de pie y alcancé las cortinas pero al tocarlas el sol me golpeó las manos deshaciendo la piel al instante y gritando me alejé, tropezando con la cama y cayendo al suelo, la quema era demasiado—¡Demian!—gritó en un intento de ayudarme y yo me retorcí mientras mi piel comenzaba a caer de su lugar y las cuencas de mis ojos quedaban al descubierto. Arlene tironeó una manta de la cama y me cubrió con ella al completo—quédate ahí, correré las cortinas.

Instantes despues me quitó la manta, ya en completa oscuridad. Su cara de espanto hizo notar lo horrible que me veía. Aún temblaba y sufría espasmos por el dolor. Parte de mi cabello se había caido dejando espacios de piel calva y corroida.

—Tranquilo—me dijo tratando de no mostrarse asustada aunque podía notar su terror. Yo respiraba jadeando, mi garganta quemaba, iba a tardar un buen rato en reponerme. Apoyó mi cabeza en su pecho y me abrazó en silencio acariciando mi pelo hasta que cada trozo de piel se hubo regenerado. Me quedé junto a ella. ¿Por qué lo hacía? podría haber huído y dejado allí, no tenía porqué quedarse.

—¿Qué le pasa a tu criada?—dije despacio.

—Nada, de ella no te preocupes.— Su tono de voz era determinante.

—¿Piensas matarla y yo no me estoy enterando?

—Algo así—se carcajeó y me sacó una sonrisa. Me sentía protegido junto a ella, así juntos, recostado sobre ella en el suelo. Me abrazaba y me miraba con su hermosa sonrisa.

—¿Qué miras?—mordió su labio inferior de vergüenza, sonrió otra vez y luego contestó.

—Tienes un rostro muy hermoso—me dice y me sorprende.

—Bueno, gracias, eres la primera en decirmelo.

—¡Mentiroso!—empieza a reír y me empuja—¡seguro has tenido cientos de amoríos!

Reí a carcajadas con la situación, estaba celosa y me pareció muy tierno. Nunca me hubiera imaginado verla así, tan libre junto a mi, sin temor. Me veía como a un igual, o eso me parecía.

—Honestamente—aclaro—no, mi vida no ha sido lo que tú crees.

—¿Y cómo ha sido?—se muestra interesada y no sé si sea prudente contarle, demasiada sangre, demasiados recuerdos, demasiado dolor. Yo no pienso en el pasado. Solo voy al futuro, lo que me toca, allí voy. Contarle algo a ella es abrir una puerta que no quiero que esté abierta y no sé si pueda cerrar luego.

—Sabes que puedes contar conmigo—insiste—lo que me cuentes no lo contaré a nadie. Tú me conoces, pero yo no te conozco.— Y tiene razón, pero lo que diga me tirará de cabeza a un abismo al que no quiero caer.

—¿Qué quieres saber?—la miro esperando el golpe.

—¿Cuándo naciste?—no esperaba que fuera tan lejos en el tiempo.

—Mil setecientos cinco en Noruega—se cubrió la boca con las manos, presa del asombro.

—¿Y tus padres?

—Preferiría no hablar de ellos si es posible—ella captó el tono de mi voz y no insistió. El recuerdo de ellos avivó la llama interna. Nunca he vuelto a hablar de ellos, nadie sabe nada, siquiera Lukyan. Mis inicios son un misterio para todos los que me conocieron. No fue fácil para mí superar la pérdida, los ojos vacíos de mi padre me persiguieron por mucho tiempo.

—¿Qué edad tenías cuando...?

—Veinte, tal vez más, no lo recuerdo con precisión.—Algunas cosas se olvidan, no son realmente importantes.

—Está bien y ¿qué estuviste haciendo todos estos años?

—No te va a gustar mi respuesta, pero solo he estado matando personas y huyendo de los cazadores—y no es poca cosa, siempre estuvieron pisándome los talones. Se necesitó bastante esfuerzo para sobrevivir.

—¿Matabas por placer?

—A tí iba a matarte por placer—su rostro se tensó, no se esperaba esa respuesta. Creo que fueron muchas preguntas por un día. Me acerco despacio a ella—tu sangre huele espectacularmente bien y no te imaginas cómo sabe—me mira de reojo.— Pero tranquila, ya no tengo intenciones de matarte.

—¿Y lo de anoche que fue?—se pone de pie. ¿Lo de anoche? ¿de qué habla? La miro desconcertado —entraste a mi habitación todo mojado y acariciaste mi cuello, hasta acercaste tus colmillos a él.

Claro, a ese momento se refería. Yo creía que estaba dormida.

—Estaba, extasiado—dije poniendome de pie y yendo tras ella—había bebido mucho y vine a ponerme a prueba con tu delicioso aroma. Fue solo eso, una prueba, nada más—me acerqué y sostuve su rostro en mis manos—de verdad no sabes lo bien que hueles—sonreí ante la fragancia que invadía mis fosas nasales, besé su cuello, mis colmillos aparecieron y se prepararon, los mantuve a raya. Ella agarró mi saco entre sus manos y me acercó, cuerpo con cuerpo, pegados como uno solo. Besé sus labios en un arrebato de placer, jugueteé con ellos, los hice míos y al separarnos de golpe, les saqué sangre.

—Hola—dijo Astrid asomándose en la habitación que tenía la puerta abierta—lamento interrumpir pero hoy es el dia del baile y quería que ultimáramos algunos detalles. ¿Podrían vestirse y bajar a desayunar? Gracias.—Cerró la puerta tras de sí.

—¿Estás bien?—pregunté viendo la sangre que enjugaba sus labios.

—Puedes tomarla— dijo y la miré con los ojos bien abiertos, sin embargo sólo pasé un dedo por ellos y me relamí.

—Sabes que no puedo, no me tientes Arlene.—Sujeto sus manos y las beso—vístete, te espero abajo—salí por la puerta y bajé al comedor. Estaba seguro de recibir la primera reprimenda de parte de Lukyan, pero poco me preocupaba. Yo sabía lo que estaba haciendo y si alguien se interponía en mi camino, con gusto lo eliminaría.

Mi vida con Lukyan siempre habían sido reglas, no hagas esto, no hagas lo otro. Y había funcionado. Nos mantuvo ocultos, pudimos prosperar y nadie sospechó nunca de nosotros. Pero si había algo que yo odiaba, eran las reglas. No me gusta que me aten, que me obligen. A Veces y cada tanto atacaba a alguna persona mas interesante, mas apetitosa. Ellos no se enteraban, no tenían porqué hacerlo. Rompía las reglas, lo sé. Era mi pequeño secreto. Nadie me descubrió, nadie dijo nada.

—¿Qué estás haciendo?—fue lo primero que oí al entrar al comedor.

—Entrando al comedor, ¿y tú?

—Basta de juegos Demian—Lukyan tenía muy poca paciencia para todo.

—Explícate—le dije sentándome con una sonrisa.

—Arlene...¿a qué estás jugando?

—A nada.

—Eras el primero en querer desangrarla ¿y ahora duermes en su cuarto?—dice consternada Astrid, me quedo pensativo.

—Fue una vez, ¡ah! no, fueron dos veces que me quedé a dormir. A dormir eh.—Aclaré.—Por cierto, hay que hacer algo con Bettly, esta mañana casi me mata. Descorrió todas las cortinas.

—Bueno—aporta Lukyan—estabas en la habitación equivocada.

—Sigo sin encontrar el problema de todo esto...

—Que eres una bomba de tiempo, un día de estos te levantas torcido y la matas.

Eso fue un golpe bajo. Puede que tuviera razón pero sé controlarme y no voy a caer solo porque ellos creen que lo haré. Hubo épocas en las cuales yo bordeaba el precipicio y necesité mucha ayuda para no resbalar. Reaccionaba muy fuerte, atacaba, era violento, irascible. Me llevé muchos a la tumba. No tuve piedad con nadie, no convertí ni a uno solo. Dejaba puros muertos en el camino. Pero ya no soy el mismo, aunque mi reputación me precede.

—Sabes Lukyan, a veces me pregunto si estás de mi lado.

—Ya sabes que si, hermano.—Dice tragando saliva.

—Entonces me apoyarás en esta—mira abajo, carraspea y dice que si con la cabeza. Que fácil es ganarle la carrera a la bruja de Astrid, que me mira emponzoñada. Siempre trata de separarnos, no sé el porqué, no sé que ganaría ella con eso. Esta vez, al igual que siempre, su batalla está perdida.

Y hablando de Arlene...¿dónde está?   

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