40- EL REGRESO DE LA TIRANOSAURIA
KARA
22de Noviembre de 2024
Cuando llegamos a la clínica, nos sentamos en la sala de Espera. Lena parecía tranquila, pero yo estaba bastante nerviosa.
No dejaba de darle vueltas a lo que nos había dicho la doctora tras nuestra primera visita. La observaba a todas horas, pendiente de cualquier gesto o señal que pudiera indicar que le dolía o que algo iba mal. Quise enfrentarme a los médicos, gritarles que si algo le pasaba a Lena, sería sólo culpa de ellos. De haber sabido que Lena podría correr peligro, nunca habría permitido que se quedase embarazada, ni la habría animado a ello. Yo ya había perdido mucho, y no me importaba si ahora perdía todo el dinero que me dejaron mis padres, las empresas... Podría perderlo todo y me importaría una mierda. Pero no soportaría perder a Lena o a uno de nuestros hijos.
Pero Lena no me dejó. Los encargados de su caso, al parecer, pensaron que nosotras ya conocíamos los riesgos, que los habíamos estudiado y aceptado y decidimos hacerlo igualmente. Cuando Lena se lo comentó a su doctora, ella debería habérselo dicho, pero no fue así.
Empecé a mover la pierna rápidamente, mirando al techo. Poco después, noté la mano de Lena sobre mi rodilla.
-Lena: Cielo...
-Kara: ¿Qué? – pregunté, mirándola.
-Lena: Tranquila... - dijo sonriéndome.
-Kara: Lo siento...
Cuando nos hicieron pasar, nos sentamos frente a la doctora, que miró a Lena.
-Doctora: ¿Cómo se encuentra?
-Lena: Bien. – dijo.
-Doctora: ¿Come bien?
-Lena: Sí. Pero si quiere, puede preguntarle a mi esposa. Me tiene tan controlada, que conoce todos mis hábitos, síntomas y horarios mejor que yo.
-Kara: Sólo me preocupo por ti... No creo que ese antojo tuyo de comer ajo crudo sea sano, amor.
-Lena: A ti te dio por las ostras y los dulces.
-Kara: ¿Pero ajo...?
-Doctora: Pues al contrario de lo que pueda pensar, señora Zor-el – dijo mirándome- El ajo es bastante bueno durante el embarazo.
-Kara: ¿En serio? – pregunté sorprendida, mientras Lena me miraba con una cara de "chúpate esa, Zor-el"
-Lena: ¿Lo ves cielo?
-Doctora: De hecho, es mucho mejor que comer ostras y dulces. ¿Se puede saber qué médico la seguía a usted?
-Kara: Pues... Uno... y otro... Fue complicado. Pero bueno, la embarazada ahora es ella. ¿Entonces puede comer ajo?
-Doctora: Todo el que quiera.
-Lena: Lo siento, cielo.... – dijo riéndose.
-Kara: No pienso volver a besarte cuando comas eso.
-Doctora: ¿Por lo demás...? ¿Náuseas, mareos?
-Lena: Náuseas sí, a todas horas. Mareos de vez en cuando.
-Doctora: Bien... ¿Algo más? ¿Dolores?
-Lena: No. Mi esposa ya me ha obligado a reducir mi jornada de trabajo a la mitad. Si tuviera dolores, sería capaz de atarme a la cama, cerrar la puerta del cuarto con llave, y poner a un dragón como vigilante.
-Kara: Sólo quiero que estés tranquila. El estrés no es bueno. Y nuestro trabajo conlleva mucho, muchísimo estrés, y lo sabes. Ambas dirigimos varias compañías cada una, además de tener que lidiar con tres pequeños demonios en casa.
-Lena: Eres un poquito exagerada, cielo.
-Kara: Perdona por preocuparme por ti – dije, molesta – Será mejor que nos centremos. La doctora es ginecóloga, no psicóloga. No tiene por qué escuchas nuestros problemas.
-Lena: No, pero sí sobre mi embarazo y es de lo que estamos hablando. Cielo, me gusta que te preocupes por mí y que estés ilusionada con esto, pero a veces te pasas de sobreprotectora. El otro día casi sacas a Krypto a patadas porque se acercó a saludarme y apoyó sus patas sobre mi vientre.
-Kara: ¡Podría hacerte daño, no sabe medir su fuerza, ya lo sabes!
-Doctora: ¿Está nerviosa, señora Zor-el? – preguntó, mirándome.
-Kara: ¿Nerviosa...? Sí. Desde que nos dijo los riesgos que podría correr Lena...
-Doctora: Bien. ¿Si hacemos hoy una revisión y todo está bien, promete relajarse un poco y disfrutar de todo esto junto con su esposa?
-Kara: Si me asegura que todo estará bien... Es posible.
-Doctora: De acuerdo... -miró a Lena – Por favor, túmbese y deje su vientre al descubierto.
Lena se tumbó y yo me senté a su lado. La doctora echó el gel sobre el vientre de Lena y empezó a mover el aparatito sobre él.
-Lena: Ahí está... - dijo sonriendo y cogiendo mi mano.
-Kara: Ha crecido mucho... - dije.
-Doctora: Sí. Como ven, ya va teniendo forma de bebé. Pesa unos cinco gramos y es del tamaño de una ciruela pasa. Se ven sus manos y sus pies y ya podríamos escuchar sus latidos.
-Kara: ¿Podemos? – pregunté emocionada.
-Doctora: Claro... Un segundo – dijo. Miré a Lena y acaricié su pelo, besándola.
-Kara: Vamos a escucharle...
Poco después, empezamos a escuchar el latido del bebé.
-Doctora: Ahí lo tienen.
-Lena: Vaya... - dijo, llorando.
-Kara: ¿Amor?
-Lena: Tranquila, cielo. Es por la emoción.
-Kara: ¿Está todo bien? – pregunté a la doctora.
-Doctora: Perfectamente. – dio, imprimiéndonos un par de imágenes de le ecografía y dándonos después un cd con el video de la misma. –Así que ya puede relajarse, señora Zor-el. – dijo, limpiando a Lena – Puede levantarse.
Lena se levantó y luego volvimos a sentarnos.
-Kara: ¿Seguro que todo está bien? ¿No hay peligro?
-Doctora: No. Por el momento, todo es normal. Les citaré para dentro de dos semanas.
-Kara: ¿Dos semanas? ¿Tan pronto?
-Lena: Kara, cielo, ¿puedes relajarte un poco?
-Doctora: Su esposa habrá terminado con su primer trimestre y quiero ver cómo van las cosas. ¿Le parece mal? – preguntó, aunque su tono no era agresivo.
-Kara: No. Me parece perfecto.
-Doctora: Entonces nos vemos en dos semanas.
Cuando salimos, tras varios consejos y una pequeña charla, Lena me dio un puñetazo en el hombro con todas sus fuerzas.
-Kara: ¡Au! – grité, mirándola.
-Lena: ¿Se puede saber qué narices te ha pasado?
-Kara: Yo... No lo sé. Estaba nerviosa. Desde que nos dijo las complicaciones que podría haber, yo... - agaché la cabeza, algo avergonzada. Parecía una paranoica.
-Lena: Eh... Mírame – dijo, levantando mi cabeza con suavidad. – Todo está bien. ¿Vale? – puso una de mis manos sobre su vientre – Relájate y disfruta de esto. ¿Me oyes? No voy a permitirte tener miedo. Ya sufriste demasiado durante tu embarazo. Esta vez te toca disfrutarlo. ¿Me oyes? No pienses en que pueda pasar algo malo. ¿Quieres que sólo trabaje cuatro horas? Lo haré. ¿Qué esas cuatro horas las pase en una oficina encerrada? Bien, podré soportarlo. Pero lo que no puedo soportar, Kara, es ver cómo le das vueltas a las cosas en esa cabeza tan dura que tienes a veces y te preocupas. Porque no quiero verte así. No quiero volver a ver esa mirada triste y preocupada en tus ojos, ¿vale? ¿Quieres que todo vaya bien? Entonces YO necesito que TÚ estés bien. ¿Sí?
-Kara: Sí... Lo siento... - dije besándola.
-Lena: Bien. Ahora vamos a comer algo, me muero de hambre.
-Kara: Pero que no tenga ajo, por favor.
-Lena: Creo que me conformaré con un poco de leche y unas tostadas.
Sonreí, mirándola. Fuimos a comer a uno de los restaurantes favoritos de Lena. Pedimos agua para beber. Desde que supimos que Lena estaba embarazada, ella había dejado de beber. Le gustaba comer con vino, y tomarse algún whisky de vez en cuando. Y no poder hacerlo, a veces le ponía de mal humor. Así que, para que no se sintiera tan mal, yo también decidí hacer lo mismo y adaptarme a su nueva "dieta"
Tras la comida, subimos al coche
-Kara: A casa, J'onn.
-J'onn: Sí, señorita Kara.
-Lena: No. A L-Corp, por favor.
-Kara: ¿Vas a ir a trabajar?
-Lena: Tengo una reunión con un inversor, Kara.
-Kara: Pero...
-Lena: Kara... - dijo en un tono amenazante. – Oye, voy a estar sentada en mi despacho, hablando. Nada más. Volveré a casa en cuanto acabe.
Suspiré.
-Kara: Está bien. Mándame un mensaje cuando acabes.
-Lena: ¿Tú qué harás?
-Kara: Había despejado toda mi agenda para pasar todo el día contigo – dije – Pero supongo que... Iré a recoger a los niños y te esperaré en casa.
-Lena: Estaré bien.
-Kara: Lo sé... A L-Corp, J'onn – dije, mirando por la ventana.
Tras dejar a Lena, le pedí a J'onn que me llevase a varios sitios antes de ir a recoger a los niños a la guardería.
Después de recogerlos, fuimos a casa y jugué un rato con ellos hasta que se quedaron dormidos. Cerca de las seis de la tarde, recibí el mensaje de Lena de que ya estaba de camino. Me aseguré de que los niños seguían dormidos y fui a preparar varias cosas.
Cuando Lena llegó, yo estaba de pie en el salón, tras pedirle a Martha que fuese llenando la bañera de nuestro baño.
-Lena: ¿Qué haces ahí?
-Kara: Esperarte... - dije acercándome a besarla y cogiendo su bolso - ¿Cómo fue la reunión?
-Lena: Aburrida... - dijo, llevándose la mano a la cabeza.
-Kara: ¿Te duele la cabeza?
-Lena: Un poco, sí...
-Kara: Tengo la solución para eso. Ven... - dije cogiendo su mano y tendiéndole una copa.
-Lena: Cielo, sabes que no puedo beber.
-Kara: Es champán para niños, no tiene alcohol... - dije sonriéndola – Siéntate...
Se sentó y le quité los zapatos, dándole un rápido masaje en sus pies.
-Lena: Oh, dios, esto es una maravilla, cielo...
-Kara: Pues aún queda lo mejor... ¿Qué tal tu cabeza?
-Lena: Soportable...
-Kara: Entonces ven... - dije ayudándola a levantarse. Fuimos a la habitación y sonreí al ver la cara de Lena al encontrar la cama llena de sus flores favoritas. Cerré por dentro para que nadie nos molestase.
-Lena: Kara...
-Kara: ¿No te gusta? – pregunté, abrazándola por detrás y besando su cuello.
-Lena: Me encanta...
-Kara: Me alegro... - dije poniéndome frente a ella y empezando a quitarle la blusa.
Cuando su blusa cayó al suelo, acaricié sus pechos con cuidado.
-Lena: Kara... - jadeó.
-Kara: ¿Te duelen?
-Lena: Un poco...
-Kara: Entonces tendré cuidado... - susurré.
-Lena: Espera... Los niños.
-Kara: Están durmiendo – dije, terminando de desnudarla lentamente.
-Lena: ¿Tú no te quitas la ropa?
-Kara: Prefiero que me la quites tú.
Lena empezó a desnudarme muy despacio, en silencio. Una vez que las dos estuvimos completamente libres de ropa, la llevé hacia el baño de nuestra habitación.
-Lena: oh, dios, Kara...
Sonreí al ver su cara de sorpresa. Le había pedido a Martha que llenase la bañera y echara pétalos de rosa en el agua.
-Kara: Ven... - dije ayudándola a entrar en la bañera. Iba a meterme con ella, cuando algo llamó mi atención.
-Sarah: ¡¡Mamáaaa!! – gritó, golpeando la puerta de la habitación.
-Kara: ¿En serio? – protesté.
-Lena: Creo que te reclaman, cielo.
-Kara: Pues que espere un poco. Voy a...
-Sarah: ¡¡Mamáaaa!!
-Lena: Será mejor que vayas.
-Kara: ¿Puedo matarla? – pregunté, mientras me ponía un albornoz por encima.
-Lena: No, no puedes.
-Kara: Disfruta de tu baño... - dije saliendo y abriendo la puerta.
-Sarah: ¡¡Ma...!!
-Kara: ¡¿QUÉ?!
Sarah dio un brinco y me miró, haciendo un puchero.
-Sarah: Collin ha tirado mi muñeca al váter...
-Kara: Pues cógela.
-Sarah: No puedo... Ha tirado de la cadena y se ha atrancado. Sale mucha agua.
-Kara: ¡¿Qué?! – grité corriendo hacia el baño que usaban los niños. Al llegar, vi que Collin volvía a tirar de la cadena y el agua salía de nuevo - ¡Deja de hacer eso! ¡¿Porqué tiraste la muñeca de tu hermana por ahí?!
-Collin: Porque por su culpa yo no tengo pelo. Ahora ella no tiene su muñeca.
-Kara: Collin.... – dije, amenazadora, mientras sacaba algunas toallas del armario para recoger el agua – Ve a buscar a J'onn...
-Collin: ¿Estás enfadada?
-Kara: ¡¿Tú qué crees?! ¡¿Tú ves esto normal?! – dije. -¡Vamos, ve a buscarle!
-Collin: Sí...
-Sarah: No te enfades mamá... - dijo acercándose y besándome en la mejilla mientras recogía el agua con las toallas, agachada en el suelo.
-Kara: Vais a acabar conmigo. ¿Y tu hermana?
-Sarah: Pintando....
-Kara: ¿Pintando... dónde?
-Sarah: Pues...
-Kara: No me gusta nada ese pues... - dije levantándome y corriendo hacia la habitación de las niñas. Allí vi a Marley, pintando con la pintura en las paredes - ¡Marley!
-Marley: Hola mamá... - dijo con una enorme sonrisa - ¿Te gusta? Sois mami y tú.
-Kara: ¡¿Se puede saber por qué estás pintando en las paredes?! ¡Tienes un montón de cuadernos para hacerlo! – dije, con ganas de llorar.
Marley sólo se encogió de hombros. La cogí de la mano y fui a buscar a Sarah, cogiéndola también. En ese momento, Collin llegó con J'onn.
-J'onn: ¿Señora...?
-Kara: Por favor, llama al fontanero, que venga lo antes posible y pregúntale a Martha si puede quitar la pintura de la pared del cuarto de las niñas... Collin, ven, no tengo manos para sujetar a nadie más. – dije, caminado hacia mi cuarto – Sentaros en la cama y no os mováis.
-Marley: ¿Por qué está tu ropa y la de mami en el suelo?
-Collin: Y luego nos regañáis por no recoger los juguetes...
-Kara: Silencio... - dije, intentando no gritar – No quiero oír ni una palabra, ¿entendido? Ahí quietos y callados. Al que se mueva, o hable, le castigo hasta que Krypto aprenda a hablar. – sentencié, mientras empezaba a vestirme
-Lena: ¿Kara...? ¿Eres tú, cielo?
-Kara: Sí.. – dije asomándome al baño.
-Lena: ¿Pasa algo? ¿Por qué tienes esa cara...?
-Kara: No es nada, está todo controlado. Sigue disfrutando de tu baño.
-Lena: ¿No vas a meterte conmigo?
-Kara: No puedo, amor. Agradéceselo a los tres pequeños delincuentes que tenemos por hijos.
-Lena: ¿Qué han hecho ahora?
-Kara: Nada, tranquila. Marley y Sarah aún tienen sus melenas. Tú relájate... Yo me ocupo.
-Lena: ¿Segura?
-Kara: Sí...
Cuando terminé de vestirme, me bajé con los tres al salón y les ordené sentarse en el sofá.
-Marley: ¿Podemos ver la tele?
-Kara: No, nada de Tele. ¡Krypto! – Le llamé y él vino corriendo- Vigílalos, si alguno se mueve, me lo dices. Vi que Collin tenía la mano en el bolsillo – Dámela.
-Collin: ¿El qué?
-Kara: La galleta con la que vas a intentar sobornar a Krypto. Dámela, Collin – dije, tendiendo mi mano hacia él.
-Collin: ¿Cómo lo sabes? – preguntó, con cara de fastidio y dándome la galleta de mala gana.
-Kara: Porque tengo superpoderes... - dije – Y porque Krypto no deja de mirarte y mover la cola – Dame la otra... Vamos. – dije cogiéndola – Os quedareis ahí hasta la hora de cenar. Y después de eso, os iréis derechos a la cama. ¿Entendido?
-Marley, Sarah y Collin: Sí, mamá...
Me senté en uno de los sillones cerca de ellos y saqué mi ordenador, abriéndolo y mirando mi correo. Lena bajó poco después, envuelta en su albornoz.
-Kara: ¿Ya has terminado? – pregunté.
-Lena: No puedo relajarme sabiendo que han hecho alguna travesura. Y debe ser de las gordas si están castigados en el sofá y Krypto los está vigilando.
-J'onn: El fontanero vendrá enseguida – dijo entrando en el salón y marchándose rápidamente.
-Lena: ¿Fontanero?
-Kara: Tu querido hijo ha metido la muñeca de Sarah en el váter y ha tirado de la cadena. Repetidas veces. El váter está atascado, y el baño inundado. Y tu hija la artista – dije señalando a Marley – como no tiene cuadernos donde dibujar la pobre, ha decidido que la pared de su cuarto era un lienzo perfecto.
-Lena: ¿En serio? ¿Es que nunca os cansáis de hacer trastadas? – dijo, sentándose sobre mis piernas.
-Kara: Krypto, no... Nada de pelota. Aléjate de Collin, vamos... - dije.
Krypto seguía tan protector como el día en el que nació. Cuando castigábamos a Collin, Krypto siempre iba a tumbarse a su lado. Y si le regañábamos, le llevaba su pelota para que jugase con él y no estuviera desanimado.
-Lena: ¿Qué estás haciendo?
-Kara: Reviso el correo.
-Lena: ¿No dijiste que habías despejado todo el día para estar conmigo?
-Kara: No es trabajo, amor. Es una sorpresa para ti.
-Lena: ¿Una sorpresa? – preguntó, besando mi cuello.
-Kara: Sí...
-Lena: ¿Qué es...?
-Kara: Si te lo digo, ya no sería una sorpresa- dije cerrando el ordenador. Mamá y yo vamos a ver la tele. Tenéis permiso para coger unos cuadernos y unas pinturas y sentaros en la mesa a dibujar hasta la hora de cenar. Nada de tele ni de juguetes.
-Sarah: Jo, mamá...
-Lena: Obedeced a mamá. Ya. Y sin protestar.
LENA
Nos sentamos a ver la tele mientras los niños dibujaban. Kara estaba sentada y yo me recosté, con la cabeza sobre sus piernas. Sabía cuánto odiaba Kara castigarlos. Y sabía que si lo había hecho, era porque habían hecho alguna muy gorda.
-Lena: Apuesto a que no les darás lo que les trajimos para después de cenar.
-Kara: No...
-Lena: ¿Les vas a decir que les trajimos donuts de sabores?
-Kara: No. Sería muy cruel. ¿Qué tal el baño? – preguntó, acariciando mi pelo.
-Lena: Relajante... O al menos intentaste que lo fuera. Gracias, mi vida.
-Kara: Siento que todo haya salido tan mal...
-Lena: Bueno, ya sabemos que no podemos hacer planes con ellos en casa.
-Kara: Sí... ¿Qué quieres ver?
-Lena: Pon lo que quieras... Sólo quiero dormir, estoy cansada.
-Kara: Entonces duerme – dijo, besando mi cabeza – Te despertaré para cenar.
Me desperté bastante después al escuchar algo de jaleo. Abrí los ojos y vi que Kara se había levantado y estaba ordenando a los niños que ayudasen a Martha a poner la mesa para cenar.
Nos gustaba que aprendiesen a colaborar en casa, a hacer cosas. No queríamos que se acostumbraran a que otros les sirvieran. Sobre todo Kara. Ella no se crió así, y quería que nuestros hijos tuvieran una familia como la que ella tuvo.
Como siempre, empezaron a protestar, porque odiaban poner la mesa. Escuché que Kara les decía que si seguían así y me despertaban, también tendrían que quitarla. Decidí cerrar los ojos un par de minutos más para que pensaran que seguía dormida.
-Kara: Amor... - dijo Kara, moviéndome con suavidad – Los niños están poniendo la mesa. ¿Por qué no vas a vestirte y cenamos?
-Lena: Sí... - dije incorporándome. El albornoz se abrió un poco y vi que Kara me miraba fijamente - ¿Qué...?
-Kara: Nada.
-Lena: ¿Por qué me miras así?
-Kara: Porque, así, de lado, ya parece que se quiere empezar a notar.
-Lena: ¿Ya se nota? – pregunté, mirándome – Yo me veo igual.
-Kara: Bueno, he dicho que de lado. Por aquí... - dijo pasando su mano por mi vientre, aún liso.
-Lena: Será mejor que vaya a vestirme... - dije, notando cómo mi miembro empezaba a reaccionar con el contacto de Kara.
-Kara: Sí... Dile a tu amiguito que se controle delante de los niños y que luego le veo.
-Lena: ¡Kara! – grité, riéndome.
-Sarah: ¿Por qué regañas a mamá, mami?
-Lena: No la estoy regañando...
-Sarah: Le has gritado...
-Lena: Es que mamá...
-Kara: Mamá ha pisado a mami sin querer. Seguid poniendo la mesa, vamos.
-Lena: Ahora vengo – dije besándola.
Subí a ponerme el pijama y cuando bajé, Kara ya los tenía sentados en la mesa. Cenamos tranquilamente y los acostamos, dirigiéndonos después a nuestra habitación. Kara empezó a desnudarse y me acerqué a ella, abrazándola por detrás.
-Lena: No te vistas...
-Kara: ¿No?
-Lena: No... – dije, haciendo que se girase y me mirara. La sonreí y tiré de ella hacia la cama, haciendo que se tumbase. Me quité el pijama y me puse sobre ella, besando su cuello.
-Kara: ¿Podemos hacerlo...?
-Lena: Todo está bien, Kara. Podemos hacerlo.
-Kara: Si notas algo raro...
-Lena: Kara, cariño... - dije mirándola – No pasará nada. Relájate... - dije, cogiendo uno de sus pezones entre mis dientes y tirando con suavidad.
-Kara: Joder... - jadeó – Espera... Cierra la puerta...
Me levanté a cerrar y volví a la cama. En ese momento, Kara me giró, haciendo que yo quedase debajo.
-Lena: Mira que te gusta mandar...
-Kara: Ya sabes que es lo que más me gusta – dijo riéndose mientras cogía mi miembro con su mano y empezaba a masajearlo rápidamente.
Luego noté sus dientes en mi cuello. No me hacía daño, pero ella sabía que eso me volvía loca. Jadeé, clavando mis uñas en su espalda. Kara jugó con mis pechos, tocándolos con cuidado y luego fue bajando con besos hasta mi vientre, donde se entretuvo un buen rato hasta llegar a la parte interna de mis muslos. Luego se puso sobre mí, introduciéndose mi miembro lentamente, haciéndome enloquecer aún más. Cuando estuvo completamente acomodada, apoyó sus dos manos a ambos lados de mi cabeza y empezó a moverse con rapidez. Ambas llegamos juntas al orgasmo poco después. Kara se tumbó a mi lado y empezó a hacer círculos sobre mi vientre con su dedo, sonriendo.
-Kara: ¿Qué quieres que sea?
-Lena: Me da igual... ¿Y tú?
-Kara: Yo quiero una mini tú. Con tu pelo y tus ojos.
-Lena: Ya tenemos dos hijas con el pelo y los ojos de cada una.
-Kara: Sí, pero mezclados. Yo quiero una que tenga tu pelo y tus ojos. Como Collin.
-Lena: Lo justo sería una como tú, rubia y con los ojos azules. O Rubio...
-Kara: Deberíamos dormir un poco... - dijo abrazándome y besándome – Buenas noches.
-Lena: Buenas noches...
23 de Noviembre de 2024
Era sábado. Cuando me desperté, vi que Kara ya se había levantado. Fui a la cocina y la vi allí, preparando el desayuno a los niños, mientras ellos daban de comer a Krypto. Se había convertido en tradición que Kara y yo cocinásemos y nos encargásemos de la casa los fines de semana, dejándoles esos dos días libres a Martha, J'onn, y los pocos criados que teníamos.
-Lena: Buenos días... – dije.
-Kara: Buenos días, amor. Espero que tengas hambre. – dijo, mientras terminaba de hacer las tortitas, vestida con el pantalón del pijama y una camiseta de tirantes. Iba a sentarme cuando llamaron a la puerta - ¿Puedes abrir, amor?
-Lena: ¿Esperamos a alguien?
-Kara: No.
Cuando abrí, vi a Alex en la puerta, que se quedó mirándome.
-Alex: Buenos días, cuñadita. ¿Te he despertado? Vaya cara tienes.
-Lena: No, pero sí acabo de levantarme. Pasa. ¿Qué haces aquí?
-Alex: Bueno, fui a comprar algunas cosas y como estaba cerca, me pasé a traeros el desayuno – dijo enseñándome un par de cajas de donuts.
-Lena: Gracias... – dije mientras caminábamos hacia la cocina.-Pero Kara está haciendo tortitas.
-Alex: ¿Tortitas? Me apunto – dijo por el camino. – ¿Qué te ha pasado en el cuello?
-Lena: ¿Eh?
-Alex: En el cuello. Aquí... - dijo tocando mi cuello. Me miré en un espejo, viendo un enorme chupetón. – Me... Picó un mosquito.
-Alex: Claro... - respondió mientras entrábamos en la cocina - ¡Y aquí está el mosquito! ¡Dios mío, Lena, es enorme, vas a necesitar un montón de insecticida para matarlo!
-Kara: ¿Alex?
-Marley, Sarah y Collin: ¡Tía Alex! – gritaron, corriendo a abrazarla.
-Marley: ¿Y la tía Sam y Beth?
-Alex: En casa. – dijo – vine a traeros el desayuno, pero veo que vuestra madre ya se está encargando de eso... - dijo, dejando los donuts sobre la mesa.
-Collin: ¡Donuts!
-Kara: Ni lo penséis. Primero las tortitas. Llevo una hora haciéndolas. Hola Alex... - dijo abrazando a su hermana. Cuando Alex la pegó a ella, Kara hizo un gesto de dolor y Alex le apartó un poco la camiseta por la zona de la espalda, mirando.
-Alex: ¿Y a ti qué...? ¿Te ha atacado un gato?
-Kara: No, yo... - dijo sonrojándose. Alex me miró y se rió, así que deduje que yo también debía estar como un tomate.
-Alex: Ya veo... Una noche salvaje, ¿eh?
-Kara: ¡Alex! Los niños... - dijo.
-Alex: Los niños acaban de robarte una caja de donuts y se la están comiendo en el salón.
-Kara: ¡Qué?! ¡Marley, Sarah, Collin, venid aquí y traed esa caja inmediatamente!
-Lena: Ya voy yo... - dije caminando hacia el salón - ¿Os parece bonito? Vuestra madre ha dicho que esto es para luego... Dejad los donuts de nuevo en la caja.
-Sarah: Pero ya los hemos mordido...
-Lena: Luego termináis de coméroslos. - Los tres me miraron y luego miraron el donut que cada uno de ellos tenía en la mano. Sarah pasó la lengua por todo su donut y lo dejó de nuevo en la caja, igual que sus hermanos. - ¡Pero no hagáis eso! Marley, trae un plato, por favor...
-Collin: Es que si no, luego mamá nos los quita. Y esos son los mejores.
-Lena: Pero eso es una guarrería. ¿Os han criado los lobos o qué? - Marley volvió con el plato y puse los tres donuts en él. – Luego os los coméis...
Cerré la caja y fui con ella y el plato a la cocina. Kara y Alex conversaban, riéndose.
-Kara: Dámelo. Lo pondré donde no alcancen... - dijo cogiendo la caja y besándome.
-Lena: Qué bien huele... - dije al oler el café.
Desde que supimos que estaba embarazada, sólo tomaba café por las mañanas, algo que Kara también hizo, según ella, para que no pasara por eso sola. Había dejado también el Whisky y Kara apenas se tomaba alguna cerveza de vez en cuando delante de mí. Aún no habíamos dicho nada de mi embarazo a nadie. Pero, por suerte, no habíamos recibido demasiadas visitas en estas semanas. Y, si las recibíamos, no se quedaban mucho. A veces, Kara ponía la excusa de que íbamos a salir o a pasar el día entero trabajando, sólo porque me veía cansada y quería dejarme dormir tanto como quisiera, cosa que agradecía.
-Kara: Toma... – dijo dándome mi taza y besándome en la mejilla- Tal y como te gusta.
-Alex: Por favor, parecéis salidas de una película romántica cutre.
-Kara: Tú no te has visto con Sam, ¿verdad? Porque sois iguales... - dio, mirando a Alex que iba a decir algo – Y no digas nada. Sabes que tengo razón.
-Alex: Y odio que tengas razón.
-Lena: ¡Niños, a desayunar! – dije, tras poner tres vasos de leche y sus plato con media docena de tortitas para cada uno. - ¿Quieres, Alex?
-Alex: Claro...
-Lena: Kara, cielo, dale unas pocas de las tuyas.
-Kara: ¿De las mías? ¿Por qué no de las tuyas?
-Lena: Porque yo sólo tengo dos y tú tienes quince.
-Kara: Tengo una idea... - dijo, cogiendo dos tortitas de cada plato de los niños y poniéndolo en uno para Alex.
-Marley, Sarah y Collin: ¡Mamáaaaa!
-Kara: A callar, es vuestro castigo por robar la caja de donuts y chupetear mis favoritos. A desayunar.
Intenté no reírme, pero no pude evitarlo. A veces Kara parecía más niña que nuestros hijos. Pero eso era algo que me encantaba.
-Sarah: Mami... - dijo mirándome y haciendo un puchero.
-Lena: Si mamá lo dice... Debéis respetarlo. Además, si os coméis todas esas tortitas, luego no tendréis sitio para los donuts.
-Collin: ¿Y mamá sí?
-Lena: Hijo, tu madre es como un agujero negro. Se lo traga todo.
En ese momento, Kara y Alex escupieron sus cafés, mirándome.
-Kara y Alex: ¡Lena!
-Lena: ¿Qué... qué he dicho? – pregunté, mirándolas- Oh... Joder.... Yo no tengo la culpa de que tengáis esas mentes tan sucias.
-Alex: Para sucia... La camiseta de Kara. Mira cómo te has puesto... – dijo señalándola.
-Kara: Mierda... - dijo quitándose la camiseta mientras la mirábamos - ¿Qué...?
-Lena: No llevas nada debajo de esa camiseta, cielo.
-Kara: ¿Y...? Eres mi mujer, y ella mi hermana. No tengo nada que no hayáis visto antes... - dijo, caminando hacia la lavadora y metiendo la camiseta sucia.
-Marley: ¿Mamá, qué es eso...? – preguntó, señalando la cicatriz del pecho de Kara. La miré, esperando su reacción. Aunque en estos cuatro años Kara no había vuelto a avergonzarse por sus cicatrices, ella siempre se aseguró de que los niños no la vieran. Cuando les daba el pecho, eran demasiado pequeños y no entendían esas cosas. Pero ahora...
-Kara: ¿Esto...? –Dijo acariciando la cicatriz lentamente. Ese gesto me puso a cien y tuve que revolverme en la silla para que nadie notase mi excitación. – Pues... Me lo hizo un dinosaurio.
-Collin: ¿Un dinosaurio? ¿Grande?
-Kara: Muy grande.
-Sarah: ¿Y te dolió?
-Kara: Mucho...
-Marley: ¿Y cómo te escapaste?
-Kara: Soy más lista que un dinosaurio. – dijo, caminando hacia la habitación y volviendo con una camiseta limpia. Vi que escondía algo detrás.
-Collin: ¿Mamá, todavía te duele?
-Kara: No... – dijo sabiendo que los niños aún no habían olvidado su cicatriz - ¿Pero sabéis qué? Pasó algo después de que ese dinosaurio me mordiera...
-Marley: ¿Qué...?
-Kara: Pues... - dijo, dándose la vuelta para que los niños no pudieran verla. Cuando se giró de nuevo, llevaba puestas unas garras y colmillos de dinosaurio. - ¡Que me convertí en uno! – gritó, lanzándose sobre ellos y "mordiéndolos" mientras les hacía cosquillas.
-Marley: ¡Ay, mamá! ¡Mami, socorro!
-Collin: ¡Tía Alex, sálvanos!
-Alex: No... Yo aprovecharé para robarle alguna tortita más a vuestra madre... - dijo, cogiendo una del plato de Kara. De pronto, Alex tenía una enorme garra de dinosaurio sobre su mano.
-Kara: Fuelta efo... o te la arranco a mordifcof.
-Alex: Sabes que hablando así no das miedo, ¿verdad?
-Lena: Tu hermana tiene razón.
Kara iba a decir algo más cuando tres pequeñas fieras saltaron sobre ella. Collin saltó sobre su espalda, mientras Marley y Sarah se enganchaban a sus piernas, llamando de nuevo su atención.
-Kara: ¿Fabef qué? Cómetelaf todaf. Efto me gufta máf... - dijo, sin dejar de jugar con los niños.
-Alex: Es la más niña de todos...
-Lena: Sí. Pero me encanta. – dije mirándola, cruzada de brazos.
-Alex: Se nota... - dijo mirando el bulto de mis pantalones.
-Lena: ¡Alex!
-Alex: Será mejor que me vaya... Me llevo un par de tortitas para el camino. ¡Adiós cazadores! – gritó, aunque ni Kara ni los niños le prestaron atención - ¿Tú ves eso normal?
-Lena: Normal, no lo sé. Adorable... Mucho.
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