28- HASTA SIEMPRE
Aquí os dejo otro capítulo. Si quereis el siguiente, voy a ponerme en plan caprichosa esta vez. jejeje. Quiero al menos 100 votos y 100 comentarios. Pero comentarios con sentido jejeje, que os veo venir. Si lo conseguís antes de las 12 de la anoche (hora española. Teneis 7 horas y media), os daré capítulo nuevo el lunes ¿Qué os parece?
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KARA
26 de Diciembre de 2019
Llevaba tres días en el hospital. Lena no se había separado de mí. Nia le había traído algo de ropa para que pudiera cambiarse. Incluso se duchaba en el mismo hospital. Y aunque aprovechaba para ir al baño, ducharse o ir a comer algo, cuando Alex o alguien estaba conmigo, cada vez que se alejaba de mí, sentía miedo, me sentía sola, como si algo me faltara.
El doctor Kent incluso había pasado a verme al día siguiente de ingresar en el hospital, aconsejándome retomar nuestras sesiones, las cuales había dejado hacía algún tiempo.
*****FLASHBACK****
Entramos a la consulta del Dr. Kent. Hacía algunas semanas que ya no las hacíamos tras la pantalla de un ordenador. Lena solía acompañarme y yo me sentía segura con ella al lado. Ese día, iba con la intención de pedirle que las sesiones no fueran tan seguidas, sino más espaciadas.
-Kara: ¿Puedo hacerle una pregunta?
-Clark: Claro, Kara.
-Kara: Yo... Bueno. Quería saber si sería posible ir espaciando más las consultas – dije – Lena y mi familia me están ayudando mucho, me siento mejor, y creo que no necesito tantas seguidas.
-Clark: Sí, es cierto que desde que Lena y tú os casasteis, estás mejor. – dijo, mirando la carpeta que tenía en las manos – Creo que... podríamos probar a hacer una consulta cada quince días, ¿qué te parece?
-Kara: Sí, está bien.
-Lena: ¿Cada quince días? ¿Eso le irá bien?
-Clark: Sí. Veo a Kara algo más centrada, aunque el miedo aún tardará en desaparecer. Pero si ella se siente mejor, y cree que no me necesita tan a menudo.. Bueno, podemos probar. Si la cosa no va bien, podemos retomar la misma rutina que hasta ahora, o ampliarlas si fuera necesario.
-Lena: Está bien.
-Kara: Gracias... - dije sonriendo.
Salimos poco después, y, tras tres consultas más con el Dr. Kent, le pedí dejarlo por un tiempo. Quería probar si estaba preparada para superarlo yo sola, sin su ayuda. Sólo con la ayuda de mi familia, mis amigos , y Lena.
*****FIN FLASHBACK*****
Eso fue hace poco más de un mes.
Ahora, quedamos en que volveríamos a retomarlas, en principio, tres veces a la semana.
Lo cierto era que no quería la compañía de nadie que no fuera Lena o Alex. Aunque las dos parecían realmente agotadas. Según Lena, Alex se pasaba los días enteros y las noches entre mi habitación y la de Eliza. Sabía que irse a casa y dormir unas cuantas horas en sus camas les iría bien, pero no quería que se fueran, así que me limitaba a no decir nada y acurrucarme, en silencio.
-Alex: Kara... - dijo, cuando me desperté.
-Kara: ¿Y Lena? – pregunté al no verla.
-Alex: Vendrá enseguida, ha ido a comer algo y a hablar con los médicos. Con suerte, hoy podrás irte a casa – dijo, acariciando mi pelo.
-Kara: Hoy.
-Alex: Sí... - dijo mirándome – Kara, eh... ¿Qué pasa?
-Kara: Nada.
-Alex: Mientes. Apenas has hablado desde que despertaste aquí. Todo está bien, Kara. Tú, los bebés...
-Kara: Eliza no.
-Alex: No puedes culparte por eso, ¿me oyes? No ha sido culpa tuya. Kara, mírame. Kara...
-Lena: No insistas, no lo hará.– dijo entrando. Se acercó y me besó en la frente. - ¿Tienes hambre, pido que te traigan la merienda?
Me encogí de hombros, mirando a Lena. ¿Estaba enfadada conmigo? ¿Por qué me había besado en la frente?
-Lena: He hablado con los médicos. Todo está bien, y en un par de horas podremos irnos a casa.
-Kara: ¿Estás enfadada?
-Lena: ¿Enfadada?
-Kara: Conmigo.
-Lena: ¿Contigo? No. Cariño, ¿qué...? ¿Por qué piensas eso?
-Kara: No lo sé. Sólo... Me lo parecía.
-Lena: No cielo, no estoy enfadada. Sólo cansada. He llamado a mi madre para que te traiga algo de ropa. Luego nos iremos a casa y allí podremos descansar las dos.
-Kara: ¿Seguro que no estás enfadada?
-Lena: No estoy enfadada, ¿qué te pasa?
-Kara: ¿Por qué no me besas?
-Lena: Acabo de hacerlo, cielo.
-Kara: En la frente. Como si fueras mi madre. O mi abuela.
-Alex: Yo mejor os dejo solas. Parece que mi hermana necesita atención... - dijo riéndose – Pasaré a verte antes de que te vayas.
-Lena: Kara... - dijo cogiendo mi mano.
-Kara: No importa....
-Lena: Eh, cielo... No te he besado porque... Apenas has hablado conmigo estos días. No sé cómo te sientes, qué piensas. Maxwell intentó violarte de nuevo, y no sé si eso te ha... afectado. No quiero hacerte recordar nada malo. No sé qué te hizo, qué te pasó. Y me da miedo hacerte revivir algo horrible. No estoy enfadada, mi vida. Estoy preocupada, y asustada porque... Necesito que hables conmigo, Kara. Necesito saber qué pasó en ese edificio, qué te hizo. La policía necesita saberlo para...
-Kara: No quiero hablar de eso ahora.
-Lena: Está bien, no quiero obligarte. Lo harás cuando estés preparada, lo sé. Pero.... Me duele verte así. Que estés tan callada, es peor que verte llorar, y sabes que no soporto verte llorar, ¿verdad?
-Kara: Lo sé...
-Lena: ¿En qué piensas?
-Kara: En nada.
-Lena: Prométemelo. Prométeme que no estás pensando hacer ninguna estupidez, por favor. Kara, necesito saber que puedo dejarte sola cinco minutos mientras me doy una ducha sin miedo a que hagas... algo.
-Kara: No haré nada.
-Lena: Está bien... - dijo cogiendo mi rostro entre sus manos con cuidado y besándome – Confío en ti, mi vida.
Tres horas después, ya estaba vestida con la ropa que me había traído Helena, y esperábamos a que trajeran el alta para poder salir de ese lugar. Cuando el médico le entregó los papeles a Lena, ella cogió las bolsas con su ropa y la mía y salimos de la habitación.
-Kara: Espera...
-Lena: ¿Qué pasa?
-Kara: Quiero ver a Eliza.
-Lena: No sé si es buena idea.
-Kara: Por favor...
-Helena: Dame las bolsas, las llevaré al coche. Os espero allí.
-Lena: Gracias... - dijo tendiéndole las bolsas – Está bien, iremos a verla. Pero sólo cinco minutos.
-Kara: Sí...
Caminamos hacia la uci, donde estaba Eliza. Vi a Alex sentada a su lado, dormida.
-Lena: Espera aquí... - dijo alejándose para hablar con un médico y volviendo poco después – Vamos. Cuando llegamos junto a ella, Lena tocó la espalda de mi hermana con cuidado – Alex...
-Alex: Lena... Y Kara... - dijo mirándome – hola.
Me quedé mirando a Eliza, en silencio. Fui incapaz de moverme, estaba paralizada. Ella estaba así por mi culpa.
-Lena: ¿Kara?
Di un paso, luego otro... hasta que estuve lo bastante cerca como para coger la mano de la mujer que se había convertido en mi madre cuando yo tenía sólo tres años.
-Kara: Lo siento... - dije, empezando a llorar con fuerza. Algo que no había podido hacer en esos días – Tú no deberías estar aquí... No así...
-Lena: Kara... - dijo abrazándome por detrás. Me aparté bruscamente.
-Kara: No hagas eso.
-Lena: ¿El qué...?
-Kara: Lo que acabas de hacer.
-Lena: Sólo te he abrazado, cariño.
-Kara: No vuelvas a acercarte a mí así.... – dije, temblando.
-Alex: Kara... Eh...
En ese momento, sólo pude pensar en cómo Maxwell me sacó de la casa, sujetándome desde atrás y apuntándome en el vientre con la pistola. Luego hizo lo mismo en aquel edificio abandonado.
-Kara: Estoy bien. Sólo... Por favor, Lena, no vuelvas a hacer eso.
-Lena: Está bien, no lo haré – dijo acercándose y abrazándome con fuerza – Tranquila... ¿Mejor así?
-Kara: Sí...
-Alex: Kara, deberías irte a casa. Mira a Lena, está agotada, necesita descansar. ¿Sí? Podrás venir a ver a mamá cuando las dos hayáis descansado un poco y tú estés más tranquila. Sé que impresiona verla así. Pero sé que ella no va a dejarnos, ¿vale? Vamos, ve con Lena. Te mantendré informada de todo.
-Kara: Vale...
-Alex: Llévatela ya de aquí.
-Lena: Tú también deberías descansar.
-Alex: Sam vendrá a buscarme en una hora. Tu madre Lillian se ha ofrecido para quedarse con ella. – dijo, mirando Eliza.
-Kara: ¿Vas a dejarla sola?
-Alex: No, no estará sola, estará con Lillian.
-Lena: Kara, Alex también necesita descansar, mírala. Lleva tres días enteros aquí, con sus noches, quedándose con Eliza y contigo. Lillian la cuidará bien, lo sabes.
-Kara: Yo me quedaré.
-Lena: No, tú te vienes a casa conmigo – dijo, cogiéndome del brazo. De nuevo, volví a apartarme – Tampoco debo hacer eso, ¿verdad? Vale, tranquila, lo entiendo. – dijo, con un tono suave –Kara, por favor, cariño, estoy muy cansada...
-Kara: Vale... - dije finalmente. Alex y Lena tenían razón. Me despedí de Alex y fuimos hacia el coche, donde Helena nos esperaba, con J'onn. Entré y Lena lo hizo después, sentándose a mi lado.
-Lena: Ven... Deja que te abrace – dijo, pasando su brazo por detrás de mí y pegándome a ella - ¿Estás bien?
-Kara: Sí...
5 de Enero de 2020
LENA
Había pasado más de una semana desde que Kara salió del hospital. Y en vez de mejorar, yo la veía cada vez más deprimida. Hablaba lo justo, comía casi obligada... No dejaba que nadie se le acercase por detrás. Tenía pesadillas que le hacían gritar cada noche. Estaba más asustada que la otra vez. Podía verlo en sus ojos. Ni siquiera las tres sesiones que había tenido con el Dr. Kent en ese tiempo, parecían servir.
Kara no quería ir a la consulta, y yo no quería que fueran de nuevo tras una pantalla, así que el Dr. Kent venía a casa. Incluso solía quedarse algo más de tiempo, para ver si conseguía algún avance, pero Kara no soltaba prenda. Esta vez, no iba a ser tan fácil.
Me habían dicho que las navidades eran las fiestas favoritas de Kara, pero ella no quiso celebrarlas. No celebramos la nochebuena por razones obvias. Pero al volver a casa, traté de convencerla de celebrarla al día siguiente, o hacer una cena de nochevieja, pero no quiso. Ni siquiera abrimos los regalos. Incluso me pidió que quitase la decoración de toda la casa. No lo hice, no iba a dejar que se hundiera, que se encerrase en sí misma. Intenté que saliera, que no pensara... Pero el único sitio al que quería ir era a ver a Eliza. Fuimos dos veces. Y las dos veces se puso tan mal, que decidí que no volveríamos hasta que Eliza mejorase. Porque todos teníamos la esperanza de que lo haría. Todos, menos Kara. Ni siquiera Krypto era capaz de arrancarle una sonrisa. Y eso que se pasaba el día haciendo monerías delante de Kara, le llevaba la pelota para que se la tirase, o le quitaba las mantas, tirando de ella para que se levantara. Lo único que Kara quería de Krypto, era abrazarlo cuando se tumbaba a su lado.
Kara debía entender que necesitaba tranquilizarse, que eso no le hacía ningún bien ni a ella, ni a los bebés. Pero no quería escuchar. Incluso llegó a decirme que si Eliza moría y ella no estaba allí para poder despedirse, sería sólo culpa mía.
Sí, dolió. Pero sabía que era la rabia, el dolor y la impotencia que estaba sintiendo lo que le hacían hablar así. Así que no se lo tuve en cuenta. Como tampoco le tenía en cuenta que se apartase de mí en algunas ocasiones, que se apartara corriendo de mí, aterrada, cuando me acercaba a ella por detrás para abrazarla o decirle algo, sin acordarme que últimamente no soportaba eso. O como la noche que estábamos durmiendo y de repente Kara casi saltó de la cama, me tiró un cojín a la cabeza y empezó a gritarme que mantuviera "mi cosa" lejos de ella. Que aprendía a mantenerla controlada o lo controlaría ella con unas tijeras.
Pero lo que más me dolía, lo que más me aterraba, eran esos momentos en los que la veía sentada en el sofá, o asomada a la ventana, con la mirada perdida, ausente, pensativa...
-Lena: Kara... Cariño – dije, acercándome a ella desde atrás. Entonces recordé que lo odiaba y me moví hacia la derecha, intentando mantenerme en su campo de visión – cielo...
Kara estaba de nuevo asomada a la ventana de nuestro cuarto, mirando hacia la calle, apoyada contra la pared y acariciando su vientre. Volví a llamarla, pero ella no respondía.
Iba a llamarla de nuevo cuando llamaron a la puerta. Suspiré y salí del cuarto para ir a recibir a nuestros invitados. Le había preparado una sorpresa a Kara, algo que esperaba que consiguiera animarla un poco.
-Martha: Señorita Lena, sus invitados han llegado.
-Lena: Gracias Martha.
-Winn: ¡¿Preparada para una tarde de juegos que se alargará hasta la madrugada?! – gritó, mirando alrededor – Eh, un momento... ¿y Kara? – dijo, dejando una enorme bolsa en el suelo.
-Lena: Arriba.
-Nia: ¿No sabe que veníamos?
-Lena: Hoy ha sido imposible hablar con ella, no sé qué le pasa. Está más cerrada que nunca.
-Lillian: ¿Quieres que tu madre y yo intentemos hablar con ella?
-Lena: No. Iré a buscarla y le diré que baje.
-Helena: ¿Vamos preparando algo?
-Lena: Sí, id... despejando la zona de juegos y... Alex y Sam no tardarán en venir.
-Lillian: ¿Alex va a venir?
-Lena: Sí. No puede estar todos los días encerrada en ese hospital, también necesita salir. Le dije que habría una enfermera con Eliza en todo momento y que avisaría si había alguna novedad. Me costó convencerla, pero finalmente accedió.
-Helena: Le vendrá bien.
-Lena: Además, Kara necesita a su hermana. Apenas ha estado con ella desde que volvimos y... Sé que eso la está destrozando.
-Winn: Iré a buscarla. ¡Eh, Kara, traje juegos nuevos! – dijo, subiendo la escalera.
-Lena: ¡Winn, espera! ¡No! ¡Ni se te ocurra acercarte a ella por de...! – dije, subiendo corriendo tras él.
-Winn: ¡¡Auuuu!! ¡Joder, Kara, ¿se puede saber qué te pasa?!
Cuando entré en el cuarto vi a Kara apoyada en la pared, asustada y a Winn con las manos en la cabeza.
-Lena: ¿Qué ha pasado?
-Winn: ¡Me ha estampado la cabeza contra la pared!
-Lena: ¿Estás bien, te ha hecho daño?
-Winn: Sólo un chichón del tamaño de Júpiter, creo. No hay sangre, ¿verdad? – dijo apartando las manos.
-Lena: No, no hay... No debes acercarte a Kara por detrás, no lo soporta desde que Maxwell ...
-Winn: Lo sé, lo olvidé.
-Lena: Kara... - dije, acercándome a ella con cuidado – Kara, cielo... Mira, es Winn. Él y todos los demás han venido para una tarde de juegos. Alex también vendrá.
-Kara: Winn... - dijo mirándole – Lo siento... Yo...
-Winn: No importa, ha sido culpa mía. No debí hacer eso, lo olvidé. – dijo sonriendo.
-Kara: ¿Estás bien...? – dijo acercándose y abrazándole.
-Winn: Sí, tranquila... No es nada. Sólo que puede que me crezca un cuerno y me parezca a un rinoceronte, pero nada más. – bromeó. Pero Kara no sonrió.
-Lena: Vamos abajo, cielo, hemos preparado una tarde de juegos.
-Kara: No quiero jugar.
-Winn: Pero si he traído juegos nuevos. Te van a encantar. Nia y yo los estuvimos probando y..
-Kara: No quiero jugar...
-Winn: ¿Sólo a uno?
-Kara: ¡He dicho que no, Winn! ¡Mi madre está en un hospital, debatiéndose entre la vida y la muerte, ¿y me pedís que olvide que está así por mi culpa y me ponga a jugar con vosotros a unos estúpidos juegos?!
-Winn: Yo sólo...
-Lena: ¡Kara, basta! – grité - ¿No quieres jugar? Bien, no juegues. Pero ahí abajo hay un montón de gente que está preocupada por ti y ha venido a verte. No voy a permitir que seas una maleducada y te quedes aquí, dejándoles plantados, ¿me oyes? Vas a quitarte ese pijama, vas a ducharte, a ponerte algo de ropa adecuada para recibir visitas y vas a bajar al salón.
-Kara: No quiero bajar.
-Lena: ¡Vas a bajar, Kara! Y vas a hablar con ellos, y vas a dejar que te abracen, que te consientan y que te... - dije, empezando a llorar – Mira, ¿sabes qué? Haz lo que quieras, yo no puedo más, Kara. Lo estoy intentando todo, te estoy dejando ir a tu ritmo, estoy aguantando tus desplantes, tus gritos... Estoy intentando ser fuerte, por ti. Pero no puedo más. Yo voy a bajar y voy a pasar una tarde divertida con nuestra familia y amigos. Sí tú quieres quedarte aquí, muriéndote de asco, hazlo. Pero déjame decirte una cosa. Si no bajas, les estarás defraudando a todos. Vamos, Winn.
-Winn: ¿Vas a dejarla así, en serio?
-Lena: Kara ya no es ninguna niña. Puede decidir por sí sola. – dije saliendo, apretando los puños.
Cuando bajé, Alex y Sam ya estaban allí.
-Alex: Hola, perdonar por el retraso, pero estaba esperando al médico para.... Espera... ¿Y Kara?
-Lena: Arriba, en la habitación. – dije, caminando hacia el sofá.
-Alex: ¿No va a bajar?
-Lena: No lo sé, Alex. Ya es mayorcita para decidir por sí sola lo que quiere o no hacer – dije sentándome.
-Alex: Iré a buscarla.
-Lena: No. Si no quiere bajar, que no lo haga. Pero me decepcionará mucho si toma esa decisión. Sentaros, por favor.
-Alex: Pero...
-Lena: Alex, por favor. Acabo de discutir con Kara porque no es capaz de hacer ni siquiera un esfuerzo por bajar para que la gente que la quiere la vea. No subas a buscarla. Debe darse cuenta por sí sola de que así lo único que conseguirá es que nadie vuelva a preocuparse por ella.
-Alex: Lena, es mi hermana.
-Lena: Y también es mi esposa y la madre de mis hijos. O hijas. Por favor, Alex. No subas. No aún.- Dije, suavizando un poco el tono – No es que no quiera que veas a tu hermana. Sé que Kara te necesita y estar contigo le hará más bien que otra cosa. Pero no puede ser tan egoísta y esperar que los demás vayan a ella. Tiene que poner de su parte, ser ella quien se acerque y pida ayuda.
-Sam: Lena tiene razón, cariño... Espera un rato, y veamos si baja.
-Lena: Está bien. –dijo sentándose, junto con Sam, en el suelo - ¿a qué jugamos?
-Winn: Empecemos con el trivial.
-Alex y Lena: No, es el que más le gusta a Kara.
-Alex: Nos matará si decide bajar y ve que estamos jugando sin ella – dijo riéndose, al ver que las dos habíamos dicho lo mismo - ¿Al tres en raya?
-Winn: Perfecto. Para los demás juegos, ¿las parejas de siempre? Bueno, incluyendo una nueva: Helena y Lillian.
-Helena: No somos pares. Lena no tiene pareja... - dijo – Pero no me importa ir sola y que Lena vaya con Lillian.
-Lillian: No cielo, es tu hija, tú deberías ir con ella.
-Lena: Kara debería ir conmigo – dije, en voz baja – Iré sola, no importa. Voy a daros una paliza igualmente – bromeé.
La partida de tres en raya se jugaría por eliminatoria. Winn jugaría primero contra Sam. Quien ganara, jugaría contra Alex. Quien ganara, contra el siguiente. Y así todo el rato.
Llevábamos media hora jugando y Winn ya se había quitado de en medio a Sam, Alex, Helena y Nia. Ahora jugaba contra Lillian.
En ese momento, un movimiento cerca de la puerta llamó mi atención. Levanté la mirada y vi a Kara allí de pie, mirándonos, como si le diera miedo o vergüenza acercarse. Le hice un gesto a Alex, que miró hacia donde estaba su hermana y se levantó, corriendo hacia ella para abrazarla.
-Alex: Eh, Kara... Por fin. Ven aquí y enséñale a Winn lo que es perder a lo grande.
-Kara: Sólo miraré...
-Alex: Vale, en este juego, sólo mirarás... - dijo, caminando con Kara hacia el sofá. Me aparté un poco, dejando que las dos se sentaran. Kara estaba entre Alex y yo. Kara me miró, pero no dijo nada. Luego miró a su hermana y se acurrucó entre sus brazos.- Lena, ¿te importa ser la pareja de juegos de Sam por esta noche?
-Lena: Si Sam está de acuerdo...
-Sam: Va bien cambiar de pareja de vez en cuando. –dijo, mirando a Alex, que la miró abriendo mucho los ojos – Me refiero a la pareja de juegos, cariño.
-Alex: Más te vale... - dijo, mientras acariciaba el pelo de Kara.
Pasamos toda la tarde riéndonos, gastando bromas, y tratando de convencer a Kara para que participara en algún juego. Pero no hubo manera. Ella se limitó a mirar y quedarse en brazos de su hermana, mientras Alex participaba en los juegos sin soltar a Kara. A la hora de cenar, pedimos algunas pizzas y Kara apenas comió un par de trozos. A medianoche, todos se marcharon, excepto Alex y Sam, que se quedaron media hora más, porque Kara no quería apartarse de Alex.
-Alex: Ten paciencia con ella, Lena – susurró en la puerta, antes de salir.
-Lena: Créeme, Alex, la tengo. Pero ya no puedo soportar verla así por más tiempo. No sé qué hacer por animarla. Alex, quiero a tu hermana más que a nada en mi vida, lo sabes. Y sabes que, si pudiera, me cambiaría por ella ahora mismo. Que aceptaría pasar por lo que está pasando ella ahora no una, sino un millón de veces si con eso consiguiera hacerla sonreír, aunque sólo fuera por dos segundos. Dos segundos, Alex. No pido más. Una simple sonrisa.
-Alex: Dormiré en casa esta noche. Si necesitas algo, avísame. Adiós Kara – dijo saliendo.
-Lena: Me voy a la cama. – dije, tras cerrar la puerta.
-Kara: ¿Estás enfadada? – preguntó, mirándome.
-Lena: Sí.
-Kara: Pero he bajado...
-Lena: Pero no te has esforzado si quiera en intentar pasártelo bien. Kara, tu hermana está tan preocupada por Eliza como tú y ya la has visto...
-Kara: Alex siempre ha sido la más fuerte.
-Lena: No, Kara. Tú también eres fuerte. Lo que pasa es que te da miedo admitirlo y mostrárselo a los demás. Mira todo por lo que has pasado y sigues aquí, luchando por nuestros bebés. Pero te culpas de algo que no debes, y te castigas a ti misma por ello, auto compadeciéndote. Y eso no está bien, cariño. No me gusta enfadarme contigo. Esto me está doliendo a mí más que a ti, puedo asegurártelo. ¿crees que para mí ha sido fácil hablarte como lo hice en el cuarto? No, Kara, no lo es. Pero es necesario. –dije, mirándola a los ojos – Soy tu mujer... Y me importa todo lo que tenga que ver contigo. Quiero que hables conmigo, Kara, que me cuenten qué te pasa, qué piensas, cómo te sientes... Quiero saberlo todo, aunque a ti te parezca que me estás contando la cosa más estúpida y ridícula del mundo. Pero nada es estúpido ni ridículo si es capaz de tenerte así – dije señalándola – Y no quiero seguir viéndote más así. Me siento impotente, cariño. Quiero ayudarte, pero no sé cómo, no me lo estás poniendo nada fácil.
-Kara: Lo siento...
-Lena: No quiero que me digas que lo sientes... Quiero que me lo demuestres. Quiero que te esfuerces, que hagas por salir de esto, que hables con la gente que te quiere, que dejes que te abracen, que te hagan reír. Sólo te pido eso. ¿Es mucho?
-Kara: Supongo que no... - dijo, mirando al suelo.
Me acerqué a ella y cogí sus manos. Ella las miró y luego me miró a mí.
-Lena: No te equivoques, Kara. Sigo enfadada. Pero me necesitas. Y no voy a rendirme, no voy a parar hasta verte bien. Ahora nos iremos a dormir y mañana, tú y yo nos sentaremos a hablar. Y no te moverás de este sofá hasta que me hayas contado todo lo que pasa por tu cabeza. ¿entendido?
-Kara: Sí.
-Lena: Entonces vamos, debes estar agotada.
Subimos al cuarto, nos pusimos los pijamas y nos metimos en la cama. Yo me tumbé de espaldas a Kara y poco después, noté su mano cogiendo la mía. No hice ni dije nada. Sabía que ella lo necesitaba. Igual que sabía que si me daba la vuelta y veía esos ojos tristes mirándome, acabaría cediendo, besándola y rodeándola con mis brazos. Y no. Kara debía entender que la gente tiene un límite. Incluida yo.
Pasaron dos semanas y Kara no parecía estar mucho mejor. Ni siquiera las sesiones con el Dr. Kent ayudaban, y eso que la última semana había estado viniendo todos los días a verla. Pero Kara ya se negaba a hablar. Ese día, estábamos en el hospital. Los médicos querían hablar con Alex y Kara. El estado de Eliza había empeorado y los médicos confirmaron que no despertaría, así que les pidieron que decidían si querían seguir manteniéndola con vida, conectada a esas máquinas, o desconectarla y dejar que se fuera.
-Kara: Deberíamos esperar un poco más, a lo mejor...
-Alex: Kara, ya les has oído. No va a despertarse.
-Kara: ¡Tú dijiste que lo haría, Alex!
-Alex: Me equivoqué, ¿vale? – dijo llorando – Lo siento, no debí prometerte algo así.
-Kara: No vamos a dejarla morir...
-Alex: Kara...
-Kara: ¡No! No vamos a desconectarla, Alex.
-Alex: Es lo mejor...
-Kara: Necesitan el permiso de las dos para hacerlo, ¿verdad? – preguntó, mirando al médico, que asintió - Entonces el mío no lo tienen... - dijo alejándose.
-Lena: ¡Kara, ¿dónde vas?!
-Kara: Al baño...
-Lena: Te acompaño.
-Kara: No. Puedo ir sola.
La vi alejarse y miré a Alex. Podía entenderla perfectamente, no quería que su madre siguiera sufriendo. Pero también entendía a Kara. Se sentía culpable por el estado de Eliza y seguía esperando un milagro que la hiciera sentir mejor.
Quince minutos después, al ver que Kara no volvía fui a buscarla.
-Lena: ¿Kara...? Cariño, ¿estás bien? – pregunté, entrando al baño. Pero Kara no estaba allí - ¿Kara...?
Empecé a buscarla por todas partes y, veinte minutos después, la encontré sentada en las escaleras de emergencia, llorando.
-Lena: Cariño... ¿qué haces aquí?
-Kara: Vete, Lena, quiero estar sola.
-Lena: No voy a irme, y lo sabes. – dije acercándome y sentándome a su lado.
-Kara: Por favor, Lena...
-Lena: No... - dije abrazándola.
-Kara: No quiero hacerlo. Eliza aún puede...
-Lena: Ya has oído a los médicos, Kara. No va a despertarse.
-Kara: Sólo quiero esperar un poco más.
-Lena: ¿Qué querrías tú en su situación? – pregunté. Kara me miró.
-Kara: ¿Qué...?
-Lena: Si tú estuvieras en coma y nunca fueras a despertar, ¿querrías seguir "viviendo" así?
-Kara: Lo que querría es que no os rindierais tan pronto y me dejarais un poco más de tiempo para intentar volver.
-Lena: Kara...
-Kara: ¿Piensas igual que Alex...? – preguntó, levantándose - ¿Me desconectarías en cuanto un médico te dijese que ya no voy a despertar?
-Lena: No lo sé. Te quiero demasiado, Kara. Y no soportaría perderte. Pero tampoco podría soportar verte así cada día. No sé lo que haría. Entiendo a Alex, y te entiendo a ti. Pero es vuestra madre, es algo que tenéis que decidir vosotras, yo no puedo meterme en esto.
Estuvimos hablando un rato más y nos fuimos a casa. Durante la semana siguiente, Alex y Kara ni siquiera se hablaron. Cuando íbamos a ver a Eliza, Alex se marchaba, echando una mirada de odio a Kara. Y ella se hundía cada vez más en la culpa y la tristeza, pero no quería dejar ir a Eliza. No estaba preparada para ello.
Ese día, estábamos en el salón, viendo una película. Bueno, yo veía la película. Kara se había acurrucado entre mis brazos y lloraba en silencio.
Escuchamos el timbre de la puerta y que Martha abría. Segundos después, vimos a Alex entrar hecha una furia en el salón, con unos papeles en la mano que le tiró a Kara.
-Alex: Fírmalos, Kara.
-Kara: ¿Qué es esto?
-Alex: La autorización para desconectar a mamá. Fírmala.
-Kara: ¿Qué...? ¡NO!
-Alex: Kara... Firma esos papeles. - Amenazó.
-Kara: No pienso firmar nada, Alex. Quiero esperar un poco más – dijo levantándose.
-Alex: ¡¿Esperar a qué, Kara?! ¡No va a despertarse, maldita sea! ¡¿Es que te gusta ver cómo sigue sufriendo, es eso?!
-Kara: ¡No digas estupideces, Alex, sólo quiero esperar un poco más, es todo!
-Alex: ¿Es que no tienes suficiente...?
-Kara: ¿Qué?
-Alex: ¿Sabes? Tienes razón. Ella está así por tu culpa. Si hubieses dejado que Maxwell acabra lo que empezó...
-Kara: Espera, ¿qué...? ¡¿Te estás escuchando, Alex?!
-Lena: ¡Alex, es tu hermana! – dije levantándome yo también - ¡¿cómo puedes decirle eso?!
-Alex: No... Ella no es mi hermana.
-Kara: Sí lo soy. Alex, soy tu hermana y Eliza es...
-Alex: ¡No, no es tu madre, Kara, ES LA MÍA! ¡Y tú sólo eres una.... Pobre niña rubia con una enorme y horrible cicatriz en el pecho a la que recogimos de un hospital! ¡Una niña, que lo único que ha traído a esta familia son desgracias.! ¡Mi padre está muerto por tu culpa, y ahora mi madre también! ¡O lo estaría si al menos la dejases morir en paz!
-Lena: ¡Alex, basta!
-Kara: ¿Preferirías que fuera yo la que estuviera muerta?
-Alex: ¡SÍ!
-Kara: Bien. Eso tiene fácil solución... - dijo, alejándose.
-Lena: Kara, ¿dónde vas?
-Kara: A acabar con esto...
-Lena: ¡¿Se puede saber qué demonios te pasa?! – rugí, volviéndome hacia Alex - ¿Es que quieres terminar de hundirla?! ¡Alex, está embarazada, maldita sea, ¿cómo se te ocurre decirle esas cosas?!
-Alex: Sólo quiero que mi madre deje de sufrir.
-Lena: ¡¿A cambio de hacer sufrir a Kara?! Escúchame Alex, si a los bebés o a Kara les pasa algo por tu culpa, te juro que...
En ese momento, escuchamos un fuerte golpe fuera. Ambas nos giramos, mirando hacia el jardín y viendo a alguien en el suelo.
-Alex: ¿Es Kara?
-Lena: No.... – dije, corriendo hacia fuera – ¡Kara, no! – me arrodillé a su lado - ¡Martha!
-Alex: ¡Kara! – dijo acercándose.
-Lena: ¡No te acerques a ella, ¿me oyes?! – dije, acariciando el rostro de Kara – Cariño...
-Alex: ¿Está...?
-Lena: ¡Muerta, Alex, está muerta! – dije, mirando hacia arriba – Ha debido tirarse desde la terraza de arriba.
-Alex: No... ¿Qué he hecho...?
-Lena: Kara, cariño... - dije, acariciando su vientre y viendo un montón de sangre en el suelo - ¡MARTHA!
-Alex: Lena, lo siento, yo...
-Lena: Ya tienes lo que querías. Alex. Vete de mi casa.
-Alex: Yo no quería esto, Lena.
-Lena: ¡FUERA!- grité, acunando el cuerpo sin vida de Kara entre mis brazos – Maldita sea, Kara, me prometiste que no harías ninguna estupidez.... ¡Me lo prometiste, Kara!
-Martha: ¿Ocurre algo señorita Le...? Oh, dios. Pediré una ambulancia.
-Lena: Es tarde. Está muerta, Martha.. – dije, mirando a Alex, que seguía mirándome, inmóvil. Dejé a Kara con cuidado en el suelo y me acerqué a Alex, abofeteándola con fuerza – Vete de mi casa. Ahora ya nadie te impide desconectar a tu madre. Largo.
-Alex: Lena....
-Lena: ¡LARGO!- Rugí.
Alex se marchó, llorando, aunque no me importó. La ambulancia llegó unos minutos después, pero lo único que pudieron hacer fue confirmar la muerte de Kara y de los bebés. Martha había llamado a mis madres, que en ese momento entraban por la puerta.
-Helena: Lena, cariño, ¿qué ha pasado?
-Lena: Están muertos...
-Lillian: ¿Qué?
-Lena: Kara y los bebés... Los he perdido...
-Helena: Lena... Lena, mírame-dijo, intentando que la mirase. Pero yo sólo podía mirar cómo subían a Kara a la camilla, cerraban la bolsa en la que la habían metido y se la llevaban. - ¡Lena!
-Lena: Mamá... - dije, dejándome caer sobre ella y llorando. Noté cómo me rodeaba con sus brazos y Lillian hacía lo mismo. – Tengo que ir con ella...
-Lillian: No te van a dejar, cielo.
-Lena: No puedo dejarla sola...
-Helena: Hija....
Intenté apartarme, pero ellas no me dejaron. Cuando sacaron a Kara de la casa, me puse más nerviosa y empecé a gritar.
-Lena: ¡No! ¡Dejadme ir con ella, soltadme!
-Helena: Lena, cariño, tranquilízate.
-Lillian: ¡Por favor, ¿no pueden darle algo?! – gritó a uno de los médicos.
-Médico: Puedo darle un calmante.
-Lillian: ¡Pues hágalo!
-Lena: ¡NO! ¡KARA! ¡Cariño!- dije, revolviéndome. Noté un pinchazo y seguí revolviéndome unos segundos hasta que noté que me fallaban las fuerzas.
-Helena: Ven, cielo... - dijo, llevándome al sofá.
-Lena: Quiero ir con ella... - susurré – Kara, mi amor....
Dos días después, estábamos en el cementerio. Mis madres, Helena y Lillian, me sostenían cada una de un brazo. Apenas había podido dormir y me pasaba el tiempo mirando fotos de Kara en el cuarto de los bebés. Estaba agotada, pero no quería irme. La gente ya empezaba a marcharse. En ese momento, Alex se acercó a mí, con los ojos enrojecidos.
-Alex: Lena...
-Lena: ¿Qué haces aquí? – dije, furiosa.
-Alex: Es mi hermana.
-Lena: ¡¿Ahora sí es tu hermana?! ¡¿Después de las cosas horribles que le dijiste, ahora sí es tu hermana, Alex?! ¡Sabías lo mal que estaba Kara, que se culpaba por lo de Eliza...! ¡Sólo te estaba pidiendo un poco más de tiempo para hacerse a la idea de que no volvería a ver a su madre! ¡Tiempo para encontrar la forma y las fuerzas para despedirse de ella! ¡Pero no, tú tuviste que decirle todo eso!
-Alex: Yo... - dijo llorando – No sé por qué dije... ¡Estaba nerviosa, asustada y cansada, Lena!
-Lena: ¡No son razones suficientes para hablarle como lo hiciste!
-Lillian: Lena, cielo, tranquila.
-Lena: Deberías estar preparando el funeral de tu madre, ¿no? Igual si les dices que acabas de enterrar también a tu hermana te hagan un descuento.
-Alex: Eso es muy cruel, Lena.
-Lena: ¡¿Cruel?! ¡¿Te estoy pareciendo cruel?! ¡¿Recordarle a tu hermana lo de su cicatriz no te pareció cruel?! ¡¿Echarle en cara y recordarle cómo llegó a vuestra familia no te parece cruel?! ¡Por favor, Alex, no me vengas con esas!
-Alex: Lena...
-Lena: No quiero volver a verte, Alex. Ya no nos une nada. Kara se llevó a nuestros hijos con ella, así que...
-Alex: Sólo quería decir que... Debí escuchar a Kara, ella tenía razón, debíamos esperar un poco... - dijo, llorando con más fuerza – Mi madre despertó anoche y....
-Lena: Espera... ¿Me estás diciendo... que la muerte de Kara, ha sido ¡POR NADA?! ¡¿Que he perdido a mi esposa y mis hijos, por nada, Alex?! Dios, esto es... Es demasiado, es...
-Helena: Lena... - dijo sujetándome. Estaba a punto de irme al suelo. Notaba que me faltaba el aire.
-Lillian: Será mejor que te vayas, Alex.
-Alex: Me gustaría quedarme hasta que...
-Lena: ¡NO! No vas a quedarte. Vete. Con mi mujer ya me quedo yo hasta que ese agujero esté completamente tapado. Largo.
La vi alejarse, mientras yo me apoyaba en mis madres. Me ayudaron a sentarme en una silla y me quedé allí, como dije, hasta que el agujero donde habían metido el ataúd de Kara estuvo completamente tapado. Luego, dejé una rosa blanca y un girasol sobre la tierra y dejé que me llevaran a casa.
Tres meses después, seguía sin poder superar la pérdida de Kara y los bebés. Mis madres habían venido a vivir conmigo. Me despertaba de madrugada, con horribles gritos, intentando salvar a Kara y fallando una y otra y otra y otra vez... Incluso el Dr. Kent venía tres veces por semana para hablar conmigo, pero yo no quería hablar. Sólo quería que Kara entrase por la puerta. Ahora mismo, las dos deberíamos estar con nuestros bebés en brazos, dándoles de comer, cambiándolos... Pero eso no iba a ser posible.
Podría tener todo el dinero del mundo, pero eso no me importaba. Sólo quería a Kara. Ese día, mientras desayunábamos, hablaron de Maxwell Lord en las noticias. La policía lo seguía buscando. En ese momento, sentí tal rabia, que lancé mi taza de café contra el televisor.
-Helena: ¡Lena!
-Lena: Él tiene la culpa de todo.... Tiene que pagar por lo que ha hecho.
-Lillian: Cariño...
-Lena: Voy a matar a ese hijo de puta. Voy a encontrarle y voy a hacerle pagar por todo.
-Helena: No hagas ninguna estupidez, cielo. Deja que se encargue la policía.
-Lena: ¡¿Encargarse de qué?! ¡Si no lo han encontrado todavía!
-Lillian: ¿Y qué te hace pensar que tú si lo encontrarás?
-Lena: Porque yo sí tengo razones para buscarle hasta en la última estrella del universo si hace falta. – dije mirándolas – Ahora marchaos. Llegáis tarde a la firma del divorcio con papá.
-Lillian: No queremos dejarte sola.
-Lex: No estará sola – dijo entrando en ese momento.
Mi hermano había estado de viaje, pero cuando supo de la muerte de Kara, volvió para estar conmigo. Aunque al principio, no quería verle, no quería ver a nadie. La presencia de otra persona que no fuera Kara, cerca de mí, empezaba a ser algo más soportable ahora.
-Lillian: Gracias, hijo.
-Lex: Marcharos tranquilas.
Cuando se fueron, miré a mi hermano.
-Lena: Lex, necesito que me hagas un favor.
-Lex: Claro. Tú dirás.
-Lena: Necesito que me ayudes a encontrar a Maxwell Lord.
-Lex: Claro, conozco a un par de personas que podrían ayudarnos. Pero habrá que pagarles. Y no son baratos, Lena.
-Lena: Pueden quedarse con todo: El dinero, la casa... No me importa, mientras me digan dónde se esconde esa rata.
-Lex: Déjame hacer un par de llamadas. – dijo, sacando el móvil. Se alejó un poco, aunque no me perdió de vista. Cuando volvió a mi lado, me sonrió. – Listo. Empezarán a buscarlo ahora mismo. Nos llamarán cuando tengan algo.
-Lena: Bien.
-Lex: Y dime, ¿qué harás cuando sepas dónde está Maxwell?
-Lena: Voy a matarlo – dije con frialdad.
-Lex: ¿Matarlo? Lena, tú no eres capaz de algo tan horrible.
-Lena: Sólo espera que lo tenga enfrente y verás.
Pasaron casi otros dos meses hasta que tuvimos noticias de los amigos de Lex. Al parecer, Maxwell había conseguido salir de National City y se ocultaba en Nueva York, con un nombre nuevo y una vida nueva. Una vida nueva, mientras los cuerpos de mi mujer y mis hijos se pudrían en un agujero a dos metros bajo tierra.
En cuanto nos dieron la dirección, cogimos un avión y salimos hacia allí. Estaba dispuesta a todo.
-Lex: ¿Estás segura de esto, Lena? – dijo, mientras entrábamos en el edificio en el que vivía Maxwell y recorríamos el pasillo hasta su puerta.
-Lena: ¿Me ves dudar acaso?
-Lex: No. Y eso es lo que me da miedo.
-Lena: Déjame sola. Vuelve al aeropuerto. Te llamaré cuando haya terminado con él y nos veremos allí.
-Lex: Lena....
-Lena: No. No voy a implicarte en esto. Esto es algo entre Maxwell y yo, Lex.
-Lex: Te matará.
-Lena: No si yo le mato a él primero. Y si me mata, entonces asegúrate de que me entierran junto a Kara. Estaré donde debo de estar, junto a ella.
-Lex: ¿Tienes algo para...?
-Lena: Tengo esto.. – dije, abriendo mi bolso y mostrándole el arma que llevaba dentro.
-Lex: Ten cuidado, ¿vale? Le prometí a mamá que este viaje te iría bien y volveríamos pronto a casa.
-Lena: No incumplirás tu promesa.
Cuando Lex se marchó, tras protestar varias veces más, me acerqué a la puerta de Maxwell y llamé al timbre. Maxwell no tardó demasiado en abrir. Iba sólo con un pantalón, descalzo y sin camisa, con una copa en la mano.
-Maxwell: ¿Has olvidado algo, Monique...? Espera... tú no eres Mo...
-Lena: No, no lo soy... - dije, golpeándole con la puerta en la cara, haciéndole retroceder lo justo para que entrase en la casa y yo entrar detrás de él, cerrando la puerta y echando el cerrojo.
-Maxwell: Vaya... Lena Luthor... ¿A qué debo esta agradable visita? – dijo, riéndose.
-Lena: Esta visita será de todo menos agradable. – dije, sacando la pistola de mi bolso y apuntándole – Ve al salón.
-Maxwell: Vaya... Te gusta jugar duro, ¿eh? Por mí vale... ¿Cómo está Kara, por cierto, ya se la han empezado a comer los gusanos?
-Lena: ¡Cállate! Ni se te ocurra decir su nombre. No tienes derecho...
-Maxwell: Parece que alguien me tiene un poquito de rencor...
-Lena: ¿Rencor....? Vas a terminar como Kara. Pero me encargaré de que antes sufras el mayor dolor posible.
-Maxwell : ¿Tú...? No me hagas reír, niña. No aguantarías ni dos minutos. ¿Sabes? Creo que voy a divertirme mucho contigo. Haré todo lo que quise hacerle a tu mujercita y no pude. Además, lo haré dos veces. Una vez por ti, y otra por ella. ¿qué te parece? Seguro que Kara volvería a morirse del susto cuando vea como te he dejado cuando acabe contigo.
-Lena: Te he dicho... ¡Que no la nombres! – grité, cogiendo dos cojines y disparando a través de ellos a la rodilla de Maxwell, que cayó al suelo, sangrando como el cerdo que era.
-Maxwell: ¡Joder! ¡¿Serás pu...?!
-Lena: Vuelve a nombrarla, si tienes huevos.
-Maxwell: Bueno, parece que tú sí que tienes más de los que yo pensaba... - dijo riéndose – Dime, ¿cómo piensas matarme, eh? Me has disparado una vez, sí, ¿pero volverías a hacerlo? Mírate, estás temblando... ¿O es que piensas matarme de aburrimiento mientras lloriqueas por tu mujercita muerta, cómo se llamaba... ah si... KARA...? –dijo, diciendo el nombre de Kara despacio. Volví a dispararle, esta vez en el hombro.
-Lena: ¡No digas su nombre! – Dije, arrodillándome delante de él y metiéndole la pistola en la boca.- Vamos, dilo ahora si te atreves... ¡DILO!
-Maxwell: Fafa...
-Lena: ¿Qué..? – dije, sacando el arma de su boca.
-Maxwell: He dicho... Kara.. melos. Tengo un montón de caramelos en esa mesa. A las niñas os gustan esas cosas, ¿no? – dijo riéndose.
-Lena: Empiezo a cansarme de tus bobadas – dije dándole con la pistola en la cabeza y dejándole inconsciente.
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Por cierto, como veis, hago caso a lo que pedís (intento de suicidio de kara o similar, varias lo pidieron), pero como veis puedo escribir lo más maravilloso y bonito del mundo, o lo más brutal y cruel. Cuidado con lo que pedís, soy peor que los genios de las lámparas jejejejeej.
Por favor, no seais crueles conmigo, aún queda lo mejor.
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