18- VERDADES QUE DUELEN
KARA
29 de Octubre de 2019
Nos levantamos temprano, cogimos todos los informes médicos de nuestra estancia en Irlanda y fuimos al hospital de los Luthor. Una vez allí, nos informaron que la doctora que me atendió después de lo ocurrido con Maxwell y Mike ya no trabajaba allí, así que Lena se encargó de que fuese atendida por otra de las mejores doctoras del hospital. La doctora Laurel Lance.
-Laurel: Bien, parece que todo está bien – dijo, revisando los informes – Aun así me gustaría hacerle algunas pruebas para asegurarme.
-Kara: ¿Ahora?
-Laurel: Sólo será un momento. Unos análisis y una ecografía. ¿Ha desayunado?
-Lena: No. Pensamos que era posible que quisieran realizarle algunas pruebas.
-Laurel: Bien.
Tras unos análisis rápidos, la doctora me pidió que me tumbase para la ecografía. Lena cogía mi mano, sonriéndome.
-Lena: ¿Está todo bien?
-Laurel: Perfectamente.
-Lena: ¿Ya podemos saber qué son?
-Laurel: Vamos a probar... - dijo – Sí, ahí parece que se dejan ver un poco. Son...
-Kara: Lena, amor, dijimos que esperaríamos a que nacieran para saberlo.
-Lena: Sí, tienes razón. – dijo sonriéndome.
-Kara: Pero si tú quieres saberlo... Puedo salir fuera unos minutos y...
-Lena: No. Lo sabremos a la vez – dijo besándome.
-Laurel: Guardaremos el secreto entonces... - dijo imprimiendo un par de fotos de la ecografía y dándonos un dvd con el video.
Nos dio cita para dos meses más tarde y fuimos a desayunar a una cafetería cercana. Noté a Lena más callada de lo normal y algo ausente. Cogí su mano, acariciándola.
-Kara: ¿Estás bien, amor?
-Lena: ¿Qué...? – dijo mirándome – Sí, sí estoy bien.
-Kara: ¿Segura? ¿Estás enfadada porque he pedido que no nos digan el sexo de los bebés? – pregunté preocupada.
-Lena: ¡¿Qué?! No, claro que no, cariño... ¿Por qué piensas eso?
-Kara: Estás muy callada. ¿Es por lo de esta tarde?
-Lena: Sí. ¿Y si ella no viene?
-Kara: Vendrá.
-Lena: ¿Tú crees...?
-Kara: ¿Qué te preocupa realmente?
-Lena: ¿Y si me dice que me abandonó por... ser como soy?
-Kara: ¿Qué? No te entiendo.
-Lena: Ya sabes, por tener un...
-Kara: ¿Crees que es por eso?
-Lena: No lo sé... - dijo suspirando – Cuando era pequeña, mi ma... la mujer que yo pensaba que era mi madre, no dejaba de repetirme que tuviera cuidado de que nadie me viera cuando fuera al baño. Yo pensaba que lo decía para protegerme, para que los demás niños y niñas no se burlasen de mí. Pero... Algunos años después de que ella muriera, entendí que no era por protegerme. Le daba asco.
-Kara: No creo que...
-Lena: Nunca fue cariñosa conmigo, Kara. No me abrazaba, no me contaba cuentos, me dejaba sola cuando me bañaba, no me llevaba al parque a jugar con otros niños... Aun así, yo la quería. Pensaba que era mi madre, y yo sólo tenía cuatro años.
-Kara: Lena...
-Lena: Le daba asco, Kara. ¿Y si a mi verdadera madre también le daba asco tener una hija así? ¿Saber que había llevado dentro durante nueve meses a un...?
-Kara: Ni se te ocurra decir monstruo, o engendro, ni nada parecido. Porque no lo eres, ¿me oyes? – dije, apretando su mano y mirándola a los ojos. Entonces entendí algo – Por eso querías saber el sexo de los bebés. Quieres saber si alguno de ellos puede ser como tú.
-Lena: Sí... ¿Y si fuese así? ¿Y si uno de los bebés...?
-Kara: No me importaría, Lena. Es más, sería imposible que un hijo se pareciese más a su madre en ese caso.
-Lena: Kara, cariño, sé que aún te está costando aceptar tu embarazo. No quiero que...
-Kara: No podría odiar a nuestros hijos, Lena. Nunca. – dije sonriéndola - ¿Sabes qué? Es pronto aún. ¿Qué te parece si terminamos de desayunar y vamos a ver nuestra casa? – dije, sacando unas llaves de mi bolso.
-Lena: ¿Son las llaves de la casa que te dejaron tus padres?
-Kara: Me gustaría ir a verla. ¿Vienes conmigo?
-Lena: Claro...
Terminamos de desayunar, y Lena condujo hasta la dirección que le di. La casa quedaba casi a las afueras.
-Kara: ¿Es esa? – pregunté, cuando nos acercábamos – Es enorme...
-Lena: Sí que lo es...
-Kara: Debe ser un error. No puede ser tan grande.
Cuando Lena detuvo el coche, salí y me quedé mirando la enorme casa que tenía delante.
-Lena: Es bonita... - dijo abrazándome por detrás. - ¿Entramos?
-Kara: Sí... - dije caminando hacia la entrada.
Una vez dentro, miré a mi alrededor. Avancé lentamente hacia el salón y los recuerdos empezaron a agolparse en mi cabeza. Tuve que apoyarme en Lena.
-Lena: Kara, ¿estás bien...?
-Kara: ¿Hueles eso...?
-Lena: ¿El qué...?
-Kara: ¿No lo hueles...? – dije, con los ojos empezando a llenarse de lágrimas.
-Lena: Kara, cariño... - dijo preocupada.
-Kara: Huele a Vainilla...
En ese momento, alguien habló a nuestras espaldas, haciendo que pegásemos un bote.
-Hombre: ¿Puedo ayudarlas?
-Kara: Perdón, creí que la casa estaría vacía, soy...
-Hombre: Kara... Quiero decir, la señorita Zor-el...
-Kara: ¿Me conoce?
-Hombre: Claro que sí... Trabajé para sus padres cuando ellos vivían y me quedé cuidando de la casa tras su muerte. Igual que el resto del servicio. Estábamos esperando con ganas el día en que usted regresara.
-Kara: J'onn... - dije de pronto – Me... Me acuerdo de ti... Pero eras más joven.
-J'onn: Usted también lo era... - dijo mirándome y sonriéndome – Por lo que veo, ha crecido más rápido de lo que esperaba... ¿De cuánto...?
-Kara: Casi cinco meses. Por cierto, ella es Lena Luthor, mi esposa.
-J'onn: Encantado, señora Luthor...
-Lena: Igualmente.
-J'onn: La señora Grant nos dijo que podrían venir en cualquier momento. De haber sabido que sería hoy, les habríamos preparado un recibimiento en condiciones.
-Kara: No, está... Está bien.
-J'onn: ¿Van a mudarse aquí?
-Kara: Pues... Tenemos que pensarlo – dije, mirando a Lena - ¿Puedo echar un vistazo?
-J'onn: Puede hacer lo que quiera, señorita Zor-el. Es su casa.
-Kara: Luthor. Señora Luthor. O mejor aún, Kara. Por favor.
-J'onn: Por supuesto, señora Luthor. Miren lo que quieran. Iré a reunir al resto del servicio. – dijo alejándose.
-Lena: Vaya...
-Kara: Sí, vaya... - dije acercándome a la chimenea y acariciándola – Dios, recuerdo que una vez casi le prendo fuego a la casa en este mismo lugar...
-Lena: ¿Qué hiciste?
-Kara: Pues... Quería matar a un dragón.
-Lena: ¿La chimenea era el malvado dragón? – preguntó, riéndose.
-Kara: Sí... Estaban podando los árboles del jardín. Cogí un trozo de rama que utilicé como espada y... Traté de "Pinchar" a la chimenea. El palo empezó a arder, me asusté y lo tiré sobre la alfombra... - dije acercándome y viendo la marca aún ahí – Mi padre lo apagó enseguida. Estaba justo ahí, leyendo el periódico.
-Lena: ¿Te acuerdas de algo más? – preguntó, abrazándome de nuevo.
-Kara: yo... Creo que no. Era muy pequeña, apenas pasé tiempo en esta casa. – dije, caminando hacia las escaleras y acariciando la barandilla.
De pronto, otra voz nos asustó.
-Mujer: Una vez intentaste bajar las escaleras deslizándote por esa barandilla.
Nos giramos y vimos a una mujer rubia.
-Kara: ¿Quién...?
-Mujer: ¿Te acuerdas de J'onn, pero no de mí?
-Kara: Lo siento, no... - dije mirándola.
-Mujer: Soy Martha Kent. Te hacía esas galletas de chocolate que tanto te gustaban.
-Kara: No me acuerdo...
-Martha: No importa, es normal, eras muy pequeña. – dijo acercándose – Mírate, estás preciosa. Te pareces muchísimo a ellos...
Miré a la mujer, confusa. Era curioso que recordase a J'onn, y no a ella.
-Kara: Ella es mi esposa, Lena.
-Martha: Lena Luthor.... J'onn nos ha puesto al día. Es un placer.
-Lena: Igualmente. ¿Así que Kara quiso bajar por la barandilla?
-Martha: Oh, sí, tenía poco más de dos años. Lo había visto en los dibujos y quiso hacer lo mismo. Se rompió un brazo, pero eso no la detuvo en sus travesuras.
-Lena: Kara... - dijo divertida – Espero que nuestros hijos sean más tranquilos que tú.
-Martha: Suerte con eso. Durante los tres años que Kara estuvo aquí, era una travesura tras otra – me miró, con los ojos llorosos.
-Kara: Yo... Vamos a subir arriba a...
-Martha: No tiene que dar explicaciones – dijo cogiendo mis manos – Es su casa. Todo está igual que lo dejaron sus padres. No hemos cambiado nada. Pero si se mudan aquí, podrá cambiar lo que quiera.
-Kara: Sí, gracias... Lena, amor, ven... - dije alargando una mano hacia ella.
-Martha: Si necesitan algo, llamen.
-Kara: Lo haremos... - dije mientras subíamos.
Abrí la primera puerta y encontré un enorme despacho.
-Lena: ¿De tu padre?
-Kara: De mi madre... - dije entrando – Recuerdo que solía quedarme jugando en esa alfombra mientras ella estaba rodeada de papeles.
-Lena: ¿Era abogada?
-Kara: No... Médico. Cirujana, creo... - dije, mirando los cuadros que había en el despacho y los títulos enmarcados. Lena me miraba desde la puerta.
Salimos y fuimos a la siguiente habitación. Era un enorme cuarto lleno de juguetes, una televisión...
-Lena: Parece un cuarto de juegos.
-Kara: Sí... - dije sin entrar – Sigamos.
La siguiente habitación era el cuarto de mis padres. No tenía mucho. Una enorme cama, un armario, una cómoda, dos mesillas y un enorme espejo.
-Lena: ¿Estás bien? – preguntó, cogiendo mi mano.
-Kara: Sí... - dije acercándome a la cómoda. Algo había llamado mi atención. Me acerqué y cogí una foto de mis padres el día de su boda.
-Lena: Sí que te pareces a ellos. A los dos. Pero más a tu padre.
-Kara: Sí... - dije dejando la foto en su sitio.
Fuimos a la siguiente habitación.
-Lena: Esta debía ser la tuya... - dijo sonriendo - ¿Te gustaba el amarillo?
-Kara: Eso parece... - dije entrando. Lena entró y se acercó a mirar algo que había en una pequeña mesa al fondo.
-Lena: Ya te gustaba dibujar... - dijo, mostrándome algunos papeles garabateados. – Y mira, estabas aprendiendo a escribir tu nombre.
En ese momento, y sin saber por qué, me senté en la pequeña cama y empecé a llorar con fuerza.
-Lena: Kara, cariño... - dijo, dejando los papeles y sentándose a mi lado, abrazándome – Quizás deberíamos irnos. Esto está siendo demasiado para ti...
-Kara: Lo siento, es que...
-Lena: Puede que pasaras poco tiempo aquí, pero era tu hogar, y te trae recuerdos, aunque pensaras que habías olvidado todo. Venga, vamos a casa. Será mejor que descanses un poco si quieres estar conmigo esta tarde.
-Kara: Sí... - dije secándome las lágrimas. Salimos del cuarto y bajamos las escaleras, acercándonos a la puerta.
-Martha: ¿Ya se van?
-Lena: Sí. Kara no se encuentra muy bien, debe descansar.
-Martha: Pero, el resto del servicio está esperando para..
-Lena: Quizá otro día. Hoy no. Está siendo demasiado para ella.
-Martha: Entiendo – dijo sonriéndonos – Les diré que no se encontraba bien. Vuelvan cuando quieran.
-Kara: Gracias, Martha.
Salimos de la casa y Lena me ayudó a entrar en el coche, agachándose delante de mí.
-Lena: ¿Estás bien? Sé que te lo pregunto demasiado, pero...
-Kara: Sí, lo estoy... Volveremos para terminar de verla otro día.
-Lena: Claro... - dijo besándome.
Media hora después, llegamos a nuestra casa. Lena preparó un baño caliente mientras yo miraba por la ventana de nuestro cuarto. Después del baño comimos y me tumbé un rato hasta que Lionel y la madre de Lena llegaran.
LENA
Eran las cuatro y media. Había quedado con mi padre y mi madre biológica dentro de media hora y estaba muy nerviosa.
Estaba tomándome una copa para ver si así conseguía calmar un poco mis nervios cuando sentí a Kara abrazándome por detrás.
-Kara: No creo que esto sea buena idea, amor... - dijo, quitándome el vaso de la mano.
-Lena: Estoy nerviosa, Kara. Necesito... - dije, girándome para quedar frente a ella.
-Kara: Tranquilizarte, lo sé... - dijo besándome con suavidad. – Pero el alcohol no es buena idea.
-Lena: ¿Has podido descansar?
-Kara: Sí... - dijo acariciando mi pelo – No voy a dejarte sola, ¿vale? Estaré a tu lado.
-Lena: Gracias.
Kara consiguió que me calmara con besos, caricias y palabras cariñosas. A las cinco en punto, sonó el timbre y fui a abrir.
-Lionel: Hola, Hija.
-Lena: Papá... pasa.
-Kara: Hola Lionel.
-Lionel: Hola Kara.... – dijo sonriéndola y mirando a su alrededor - ¿No ha llegado aún?
-Lena: No creo que venga.
-Kara: Vendrá... – dijo cogiendo mi mano y besándome en la mejilla.
-Lena: No estoy tan segu... - dije, justo cuando sonó el timbre.
-Kara: ¿Quieres que abra yo?
-Lena: Por favor... - dije temblando.
-Kara: Tranquila, amor.... – dijo soltándome y abriendo la puerta – Hola.
-Helena: Hola.
-Kara: Pase.
Cuando vi a esa mujer de nuevo frente a mí, me quedé totalmente inmóvil, sin saber qué hacer.
-Helena: Hola Lena... - dijo abrazándome y apartándose rápidamente – Lo siento. Demasiado pronto para un abrazo, ¿verdad?
-Lena: O demasiado tarde... - dije, intentando recuperar el control – Sentaos... ¿Queréis beber algo o...?
-Lionel: No. Será mejor que hablemos de esto sin beber nada que pueda hacernos decir cosas de las que podamos arrepentirnos.
-Lena: Yo necesito una copa...
-Kara: Lena, eh, no... - dijo sujetándome por los brazos – Tu padre tiene razón. Tranquila. Ven, vamos a sentarnos... - dijo, llevándome hasta el sofá y sentándose conmigo. Mi padre y... Helena se sentaron en las sillas que había frente a nosotras.
Hubo un largo silencio y muchas miradas entre nosotros. La situación empezaba a ser insoportable.
-Kara: Bueno, ¿quién quiere empezar? – dijo.
-Lena: ¿Por qué me dejaste? – pregunté, mirando a mi madre. La vi tensarse y suspirar.
-Helena: Yo no... No te abandoné. No de la manera que piensas al menos, Lena. Yo...
-Lena: Me dejaste, nunca te conocí. Me crié con una mujer que no me quería y a la que le daba asco durante cuatro años. Tú me abandonaste.
-Helena: Eso no es...
-Lena: ¿Es por cómo soy?
-Helena: ¿Qué?
-Lena: ¿Es porque tengo un...?
-Helena: ¡No! No es por eso, cariño.
-Lena: No me llames así.
-Helena: No me importa lo que tengas o no tengas, Lena. Eres mi hija. Cuando naciste, eras lo único que daba sentido a mi vida, eras lo mejor que me había pasado nunca y...
-Lena: ¿Entonces por qué me dejaste?
Sentí a Kara acariciando mi brazo. Sabía que me estaba pidiendo sin palabras que me calmara. Cogí su mano, sintiendo una gran tranquilidad en ese momento.
-Helena: Porque estabas en peligro...
-Lena: ¿En peligro?
-Helena: Mi... familia me había obligado a comprometerme con un hombre al que no amaba. Un hombre peligroso, nada cariñoso... Entonces conocí a tu padre. Estaba en Irlanda por un viaje de negocios.
-Lena: ¿Ya estabas casado con Lillian?
-Lionel: Sí. Llevaba dos meses en el país. Me pasaba los días de la oficina al hotel, y del hotel a la oficina. Ese día salí a dar un paseo y vi a tu madre en un parque. Estaba llorando en un banco y me acerqué a ver si estaba bien. Cuando la vi... Bueno, mírala. No hace falta que te diga lo hermosa que me pareció y...
-Lena: Ahórrate los detalles románticos, papá.- dije, molesta. Quería acabar pronto con esto.
-Lionel: La invité a tomar algo esa noche y ella aceptó. Pasamos un par de semanas conociéndonos y...
-Helena: Lionel. Creo que Lena quiere que vayamos directos a lo importante. – dijo, mirándome. Yo estaba seria, con los labios apretados, sujetando aún la mano de Kara. – Tu padre y yo nos dejamos llevar en un par de ocasiones y... él tuvo que irse. Un tiempo después, descubrí que estaba embarazada. No me costó encontrarle. Lionel Luthor era el hombre más conocido de Estados Unidos, así que... le envié una carta contándole lo ocurrido.
-Lena: ¿Volviste para apoyarla?
-Lionel: No. Lillian se enteró y se enfadó muchísimo. Nuestro matrimonio estuvo a punto de romperse.
-Lena: ¿La dejaste sola?
-Lionel: No del todo. Me puse en contacto con ella, la llamé, le ofrecí mi ayuda para lo que necesitara y...
-Helena: ¿Llamas ayuda a pedirme que...?
-Lionel: Basta, no sigas.
-Helena: ¿Qué no siga? ¿Qué pasa, Lionel, tienes miedo de que derrumbe tu fachada de padre perfecto?
-Lena: No es un padre perfecto... - dije, nerviosa, mirándole - ¿Qué le pediste?
-Lionel: Simplemente que lo mantuviera en secreto.
-Helena: ¿Qué lo mantuviera en secreto? Ni siquiera querías a tu hija. Para ti era más importante tu matrimonio con Lillian que el bebé que estaba en camino.
-Lionel: Helena, ya basta.
-Helena: No, no basta. No querías a tu hija, Lionel.
-Lena: ¿Le ofreciste dinero para que abortara? – pregunté, entendiéndolo todo de golpe.
-Lionel: No.
-Helena: Sí. – Dijo mirándole – Basta de mentiras, Lionel. Lena merece saber toda la verdad. Ya ha sufrido bastante. – me miró a mí de nuevo – Sí, lo hizo. Pero mi familia ya se había enterado y estaban en contra del aborto...
-Lionel: ¡Helena, basta ya!
Sentí que empezaba a faltarme el aire y me escocían los ojos. Cuando quise darme cuenta, varias lágrimas resbalaban por mis mejillas. Había dejado de escuchar. Sólo podía pensar en que mi padre le había pedido a mi madre que se deshiciera de mí.
-Kara: ¡BASTA YA! – Gritó de pronto, levantándose de golpe, pero sin soltar mi mano - ¡¿Es que no ven cómo está?! ¡Acaba de enterarse de algo horrible y lo único que hacen es discutir uno contra el otro sin darle una explicación! ¡Lena merece saber la verdad, aunque duela! ¡Merece saber qué pasó realmente con ella. Así que señor Luthor, cierre la boca y deje que esta mujer – dijo, señalando a mi madre – termine de contar lo que estaba contando!
-Lena: Kara... - dije sorprendida – Cariño, no deberías alterarte así.
-Kara: Y tú no deberías estar sufriendo como lo estás haciendo. – dijo, sentándose de nuevo a mi lado y mirando a mi madre. – Por favor, siga.
-Helena: Claro... Como estaba diciendo, mi familia no iba a permitirme abortar. Pero mi prometido me amenazó con matar al bebé si me lo quedaba, ya que no quería hacerse cargo de la hija de otro hombre. No sabía qué hacer, así que le pedí a Lionel que se quedase contigo. Creí que te había llevado con él a National City. No sabía que te había dejado con otra mujer. ¿Por qué no la llevaste contigo, Lionel?
-Lionel: Eso no importa.
-Kara: Sí, sí importa. Basta de mentir a su hija, señor Luthor. – dijo, muy seria. Parecía realmente enfadada y nunca la había visto así.
-Lionel: Le dije a Lillian que Helena había perdido al bebé y que no tenía de qué preocuparse.
-Lena: ¿Y me dejaste con una desconocida?
-Lionel: No era una desconocida. Era una antigua secretaria. Aceptó porque le pagaba bien por cuidarte. Cuando te vio. Cuando vio... cómo eras.... Al principio dijo que había cambiado de opinión. Pero cuando le ofrecí el doble de dinero, volvió a aceptar.
-Lena: Esa mujer me odiaba... - dije, apretando los dientes – Me hacía sentir fatal cada día. Me decía que nadie debía ver cómo era porque les daría asco. Que yo no era normal, que ningún chico podría quererme nunca... Yo sólo tenía tres años. ¿sabes lo que es para una niña de tres años que su madre... o la mujer que ella pensaba que era su madre, le dijera esas cosas? ¿Qué no quisiera ayudarme a bañarme porque no quería verme desnuda?
-Lionel: Lo siento, Lena. Ella siempre parecía dulce y cariñosa contigo cuando iba a veros.
-Lena: Sólo cuando venías a vernos. Un día cada seis meses.- tragué saliva, sin poder dejar de temblar. Noté que Kara empezaba a mirarme con preocupación y traté de controlarme, pero no podía - ¿Por qué viniste a buscarme cuatro años después?
-Lionel: Lillian se enteró de que existías. Un día, la mujer que te cuidaba llamó a casa. Pensó que hablaba con una de nuestras criadas que estaba al tanto de la situación, pero era Lillian quien había respondido al teléfono. Tu ma... La mujer que se ocupó de ti le pidió que me diese un recado. Le dijo que estaba gravemente enferma y que no iba a poder hacerse cargo de la niña por más tiempo. Lillian me echó en cara que te hubiese dejado con esa mujer en lugar de ocuparme de ti y me pidió que fuera a buscarte y te trajese aquí. Que debías crecer con tu familia.
-Lena: No me querías...
-Lionel: Te quería, Lena. Y te quiero.
-Lena: ¿Por qué me dijiste que mi madre estaba muerta?
-Lionel: Porque nadie de su familia debía saber dónde estabas. Y mucho menos su marido. Aunque no se quedó contigo, pensaban que podrías ser un problema cuando crecieras.
-Lena: ¿Un problema?
-Helena: Mi familia pensaba que si descubrías quién era yo, darías problemas en el futuro.
-Lena: ¿Por qué nunca me buscaste? – miré a la mujer – Si me querías, ¿por qué no has aparecido hasta ahora?
-Helena: Al principio, por tu seguridad. Tenía miedo de que si te buscaba, si me acercaba a ti, mi marido te hiciera daño. Cuando él murió, diez años después de que tú nacieras, me mudé aquí. Y seguí tus pasos de cerca. Siempre te observaba desde una distancia prudente. Quise decirte quién era varias veces. Pero tenía miedo a que me rechazaras. El que tu padre me viera un día y me pidiera que no me acercase a ti, también tuvo mucho que ver.
-Lionel: Tú ya eras feliz, hija. Habías dejado de preguntar por tu madre hacía muchos años y no quería que volvieras a...
-Lena: ¿A sufrir? ¿Y qué piensas que estoy haciendo ahora?
-Lionel: Hija... - dijo cogiendo mi mano. La aparté rápidamente.
-Lena: No quiero seguir hablando de esto. No... Marchaos.
-Helena: ¿Estás bien, cariño?
-Lena: Quiero que os vayáis. Los dos. Ahora.
-Helena: Lena, siento haber tardado tanto en aparecer. Pero me gustaría recuperar el tiempo perdido, que sepas que puedes contar conmigo para lo que sea, y...
-Lena: ¡¿Queréis largaros de una vez?!
-Kara: Será mejor que se marchen – dijo, abrazándome con fuerza – Lena les llamará cuando esté mejor. Si es que quiere hacerlo. Hasta entonces, les pido que la dejen tranquila. No la llamen, no la agobien. Necesita asimilar todo esto.
Cuando escuché la puerta cerrarse, me derrumbé del todo, llorando con fuerza entre los brazos de Kara hasta que me quedé dormida.
KARA
Abracé a Lena hasta que se durmió. No soportaba verla así. Siempre la había visto como un apoyo, alguien fuerte. Y ahora estaba totalmente rota, destrozada, confundida. Me quedé un rato más con ella, hasta que tuve que levantarme para ir al baño. Cuando volví al salón, la tapé con una manta y me quedé allí, mirándola.
-Kara: Hola amor... - dije cuando abrió los ojos, y aparté un mechón de pelo de su cara - ¿Estás mejor?
-Lena: Kara... - dijo cogiendo mi mano.
-Kara: ¿Quieres comer algo? ¿Helado? Puedo bajar a comprar un poco.
-Lena: No. Sólo quiero que me abraces, ven aquí... - dijo sentándose en el sofá y haciéndome sitio.
Me senté a su lado y la abracé. Lena apoyó su cabeza sobre mi pecho y suspiró.
-Kara: Tranquila... - dije besando su cabeza - ¿En qué piensas?
-Lena: En mi padre... Él no me quería, Kara. Intentó que mi madre...
-Kara: Por suerte para mí, tu madre no hizo caso y ahora estás aquí, conmigo.
-Lena: Lo sé, pero...
-Kara: No pretendo defenderle Lena. Pero... ¿has pensado que tal vez tu padre se asustó y lo que hizo fue tomar una decisión movido por el miedo?
-Lena: ¿Miedo...? ¿A perder a Lillian?
-Kara: A eso. Y a ser padre.
-Lena: Ya era padre. Tenía a Lex.
-Kara: Pero quizás no se sentía preparado para tenerte a ti. Además, luego no te trató tan mal, ¿verdad? Y te ha demostrado que te quiere.
-Lena: ¿Y mi madre...?
-Kara: Quiso protegerte. La amenazaron con hacerte daño.
-Lena: Pero cuando ese hombre murió, pudo...
-Kara: Ya la escuchaste, amor. Tu padre le prohibió acercarse a ti.
-Lena: ¿Les estás justificando? – preguntó, mirándome.
-Kara: No. Sólo quiero recordarte todo lo que se ha dicho aquí esta tarde. Estabas muy nerviosa y creo que muchas cosas ni siquiera las escuchaste. ¿Me equivoco?
-Lena: No, no te equivocas... Pero es que... Dolía tanto, Kara. – dijo, tumbándose y apoyando su cabeza sobre mis piernas.
-Kara: Lo sé... - dije acariciando su pelo.
-Lena: Aún duele...
-Kara: Y lo hará por algún tiempo... Pero yo estaré a tu lado para ayudarte a que duela menos. O para intentarlo al menos.
-Lena: ¿De verdad?
-Kara: Siempre... - dije sonriéndola, sin dejar de jugar con su pelo - ¿Sabes? Mientras dormías, he estado pensando en algo.
-Lena: ¿En qué?
-Kara: Sé que te encanta este apartamento, que acabas de redecorarlo, de mudarte a él, prácticamente. Y a mí me encanta compartirlo contigo. Pero... Se nos va a quedar muy pequeño cuando nazcan los bebés. Así que... ¿por qué no nos mudamos a la casa de mis padres? Perdón, a nuestra casa. Porque estamos casadas. Y ahora todo lo mío es también tuyo.
-Lena: ¿Quieres que vivamos allí?
-Kara: Bueno, sé que no hemos visto toda la casa. Pero parece un lugar perfecto para criar a nuestros hijos. Tiene un montón de habitaciones y, cuando crezcan, cada uno podrá tener una habitación propia. Además, desde mi antiguo cuarto pude ver que en la parte de atrás hay un enorme jardín con piscina. Tendrán mucho sitio para jugar. El despacho de mi madre puede ser para ti y...
-Lena: Kara, cariño...
-Kara: Quiero que vuelvas a la universidad, Lena. Quiero que acabes tus estudios.
-Lena: ¿Acabarlos? Falta mucho para eso.
-Kara: Y por mi culpa, lo estás retrasando más. No. En cuanto puedas, te reincorporas. Eres muy inteligente y estoy segura de que no te pondrán pegas para volver. Sobre todo cuando tu familia es uno de los mayores inversores de la universidad.
-Lena: ¿Por qué quieres que haga eso?
-Kara: Porque yo no tengo ni idea de llevar una empresa. Y tú estás aprendiendo de tu padre. Y porque... Quiero que dirijas los laboratorios que mis padres me dejaron. Quiero que sean tuyos, que tengas control total sobre ellos.
-Lena: ¿Estás hablando en serio? – preguntó, sentándose.
-Kara: Totalmente.
-Lena: Con una condición. Tú también acabarás los tuyos.
-Kara: No creo que pueda, Lena. Mírame. Parezco un globo a punto de explotar, y aún me faltan cuatro meses. Y cuando los bebés nazcan, no tendré tiempo para nada.
-Lena: Encontraremos la forma. Te gusta el periodismo, tus padres te dejaron una de las revistas más importantes de National City. Y estoy segura, de que tú conseguirías hacerla crecer aún más. Acabarás tu carrera y dirigirás Catco.
-Kara: Lena...
-Lena: O lo hacemos las dos, o ninguna. Estamos juntas en esto. Estamos juntas en todo.
-Kara: ¿Crees que podré estudiar en casa y presentarme sólo para los exámenes?
-Lena: Veré qué se puede hacer... - dijo besándome. La miré embobada, sonriendo. - ¿Qué?
-Kara: Así es como quiero verte. Ilusionada, contenta...
-Lena: Sólo tú eres capaz de que me sienta así, incluso cuando tengo el alma hecha pedazos. Haces que olvide todo lo malo – besó mi vientre. Te quiero tanto, Kara...
-Kara: Yo también te quiero, amor. Más de lo que jamás pensé que podría llegar a amar a alguien. Mañana volveremos a la casa, terminaremos de verla. Buscaremos decoración nueva. No es por nada, pero mis padres tenían un gusto horrible.
-Lena: ¿Cuándo quieres mudarte?
-Kara: Lo antes posible. Le pediré a Nia que empaquete mis cosas y nos las mande allí.
-Lena: Dime una cosa, Kara. Y sé totalmente sincera, ¿vale? Te prometo que no voy a enfadarme. – dijo, cogiendo mi rostro entre sus manos y mirándome a los ojos. – Ya no te sientes segura aquí, ¿verdad?
-Kara: Yo... No, ya no. Lo siento. Sé que adoras este sitio y....
-Lena: Sólo es un lugar, Kara. Tú me importas más. Y quiero que te sientas segura y bien. Nos mudaremos, pero instalaremos sistemas de seguridad en toda la casa.
-Kara: Me parece bien...
-Lena: Entonces vale, mañana terminaremos de verla.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro