Epílogo.
[Seis meses después]
Un muchacho caminaba por las calles, llevaba puesto un pantalón de mezclilla y una camisa a cuadros color blanco. El color se le veía bien, ahora se había vuelto su favorito. Pasó por una florería, se detuvo ahí.
¿Cuales eran?, esbozó una triste sonrisa de lado.
Compró un ramo de Dalias, color rosa. Se fue dejandole el cambio a la señora. No debía estar triste, jamás. Se lo había prometido desde aquel día. Tomó un autobús, hacia el panteón. El transporte se tardó alrededor de cuarenta y cinco minutos en llegar, ya que estaba a las orillas de la cuidad, pero él no llevaba prisa. Miró por las ventanas el paisaje, las personas paseando a sus mascotas, el ambiente se sentía diferente, o al menos para él. Se bajó a unas cuadras, el resto le caminó.
Entró y buscó con la mirada, la lápida de ella. No fue difícil ya que ésta era fácil de reconocer.
Estaba hecha de cemento cómo todas las demás, pero en la lápida estaban grabados los Cuatro Elementos a color, en la manera en que estaban acomodados daban la forma de un rombo y en el centro, su nombre.
Sara Lee Walker.
Colocó las rosas en un florero que él mismo había comprado y que llenaba de agua cada que iba. Cambió las marchitas por las nuevas. Con la mano limpió el poco polvo que se había ido asentado al pasar los días.
-Tal vez odies todo este rollo, pero me siento mejor si vengo a hablarte ¿Sabes? -dijo para ella -Son Dalias -le explicó mirando las rosas -Jamás pude entregártelas en persona, cómo me hubiera gustado. Y también haberte invitado a salir.
Tragó saliva para deshacer el nudo en su garganta.
Miró al cielo, las nubes no se movían. Lo mismo había pasado en él. Desde aquel día el tiempo se había detenido para el joven, los días pasaban, pero su mente seguía allí, recordándolo siempre cada que despertaba. Una brisa fresca movió sus cabellos. No la vio hasta que escuchó su voz, hablándole.
-¿William?
El muchacho volteó. Era Alba, por un segundo, creyó que era ella, pero no. La gemela había cambiado en ese pequeño lapso de tiempo, se cortó el cabello un poco más abajo de la barbilla con la parte de enfrente más larga de que la de atrás, había adelgazado, se le notaba claramente. Traía un ramo de claveles rojos.
-También viniste -dijo ella. Dejó las rosas junto a las de William.
Ella llevaba puesto un vestido corto color durazno con el corsé en forma de corazón, una pequeña bolsa color negro y unas balerinas del mismo color.
-¿Cómo no vendría? Hoy es su cumpleaños
-le respondió Will.
-Y el mío también -le recordó Alba.
-Lo siento, felicidades -se levantó y puso las manos en sus bolsillos -Gracias, por decirme cuales eran sus favoritas.
-¿Favoritas? ¡Ah, las flores! -asintió -De nada.
-¿Has sabido algo de los demás? -le preguntó al cabo de un rato.
La muchacha miró sus zapatos, les había caído algo de tierra.
-Cuando dices "los demás" suenan muchos -hizo dibujos con el pie en el suelo.
Alba no se había dado cuenta, pero él trataba de no mirarla a la cara, también le resultaba doloroso verla. Pero eso no se lo diría, la haría sentir mal y al parecer ella se sentía cómoda estando junto a él.
-¿Y tú? ¿Que has hecho? -la miró y luego regresó su vista al frente.
-¿Yo? -preguntó, algo sorprendida.
-Sí, no he sabido de ti, en seis meses. Quiera saber, lo que ha pasado en este tiempo.
-Casi nada. Date cuenta, sólo Monserrat, tú y yo salimos vivos de ésa. ¿Qué crees que ha sucedido? ¿Que alguien ha revivido? No, nadie lo hará -replicó, pero al último su voz sonó algo ronca.
-Oye, yo.. lo siento... no era esa mi-
-¡Ya sé que no! -replicó, había empezado a llorar -Sólo que, cada que me encuentro con algún otro Alterado que estuvo con nosotros ese día, me pregunta lo mismo. Es difícil, hablar de ello como si fuese algo normal. Pero no lo es ¡No lo es!
William se quedó quieto, algo incómodo ante el hecho de que Alba llorara. Ambos habían perdido a alguien, sentían el mismo dolor, pero él sabía que nadie, jamás, ni siquiera su hermana se parecería a ella.
-Lo siento, es sólo... Me quedé a lado de muchas personas cuando murieron... mientras salvaban mi vida. Todas ellas me dijeron sus deseos o que les dijera algo a quienes ellos amaron. Es... Duro pasear por las calles, cuando estoy ahí gracias a ellos -dijo en voz baja la joven.
-Las personas hacen eso antes de morir ¿Sabes? Lo único que uno quiere es decir todo lo que siente -le respondió -Debes saberlo.
-Si, ahora que yo tengo una vida por delante y mi hermana no -replicó -Pero supongo que debo darle las gracias.
William la miró por un segundo. Sí, ella había cambiado.
Ahora con Alba como la nueva Cuatro Elementos, las cosas parecían haber vuelto a la normalidad.
Los sismos se detuvieron, los volcanes pararon sus erupciones, los hurcanes disminuyeron su intensidad hasta desaparecer. El clima esta a bajo control nuevamente.
Pero claro está, esa tranquilidad costó muchas vidas humanas, los medios no dejaban de comunicar la gran muertes que hubo alrededor del mundo debido a las catástrofes climáticas que hubo.
Incluso en el presente, había personas que seguían sin encontrar a sus familiares perdidos entre los escombros o perdidos en el mar. Por supuesto que eso no estaba entre sus planes y aunque fue poco el tiempo en que estuvieron las dos con los Cuatro Elementos, fue suficiente para cobrarse muchas vidas.
Alba era consciente de eso. Por eso, ahora, portaba por Cuatro Elementos con algo de orgullo, de valor. Debía de hacer valer esas vidas que se perdieron, debía hacer que sus muertes valieran la pena.
-Las gracias por haberme dado la oportunidad de vivir, cuando ella ya no lo hizo. Y esto era lo que pasaría, aunque no como yo pensaba -se puso un corto mechón detrás de su oreja.
-Nadie esperaba esto. Nadie quería que aquello pasara -le dijo en voz baja -... Quiero saber algo.
-Si yo sé, te lo diré -respondió el muchacho.
-¿Cómo fue que murió?
Aquella pregunta lo tomó con la guardia baja, pero a pesar de ello, trató de responder de la manera más tranquila posible.
-Le hicieron autopsia, no me enteré hasta después. Porque de haberlo sabido, me hubiera negado a algo así. En fin, descubrieron que... -tragó saliva -Ella, ya no tenía su corazón -suspiró y continuó -Los científicos que sobrevivieron, dijeron que fue debido a lo que hizo. El Quinto Elemento, el cuarzo, de alguna manera estaba conectado con ella, por lo tanto al colocarlo en el centro de la energía pura, destruyó su corazón, lo convirtió en polvo, pero no su cuerpo.
Alba asintió lentamente con la cabeza. Miró al suelo y una lágrima cayó en la tierra.
-Mira esto, estoy llorando de nuevo -se las volvió a limpiar con el dorso de la mano -Contigo no se puede, en serio -eso hizo que Will sonriera un poco -¡Ahí está! -lo señaló -El William que conozco.
-Está por ahí, en alguna parte -movió la mano, sin darle importancia.
Alba colocó su mano en el hombro del muchacho. Le sonrió.
-Ella querría que fueras feliz, sin importar que hubiera sucedido -sacó algo de su bolso, una pequeña cajita color café -Toma, lo encontré ese día. Debe ser para ti. Ella lo hubiera querido así.
-¿Que es? -preguntó cuando la tomó.
-Ábrelo. Yo tengo que irme. Nos veremos luego -le dijo.
-Hasta luego -la despidió y ella comenzó a alejarse.
Cuando se quedó solo, abrió la caja. Lo vio y lo que quiso hacer era lanzarlo lejos. Pero no haría algo así.
Era el Quinto Elemento. Ese pequeño cuarzo transparente, reluciente. Tenía atado un cordón, era un collar.
-Para que estés siempre conmigo ¿Verdad? -le dijo a ella -Gracias, Alba -aunque la gemela ya se encontraba lejos para poder escucharlo.
Miró al cielo, se lo puso y una a una, comenzaron a salir las lágrimas.
Cerró los ojos y con tristeza, pudo recordar lo que ella había querido decirle aquel día, cuando le salvó la vida.
Te quiero. Perdóname.
-Tonta, claro que te perdono -le dijo -Pero yo te quiero aún más... Creo, que debo dejarte ir.
El viento sopló fuerte y las nubes comenzaron a moverse. Para su sorpresa, comenzaron a caer los primeros copos de nieve. Sintió felicidad cuando cayeron sobre él, era cómo si ella hubiera mandando esa pequeña nevada para agradecerle.
A partir de ese día, el tiempo de William comenzó a avanzar.
Y los elementos continuaron su curso común, así como los Alterados ahora estaban más tranquilos ya que no había nadie que los capturara o hiciera daño.
El laboratorio estaba destruido, el enemigo acabado.
Lo que seguía ahora, era la aceptación de la humanidad ante su existencia.
-karimodelarosa.
Fin.
¿O no?
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