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Capítulo 57

Dedicado a sandyr42

***

Un escalofrió me recorrió de pies a cabeza. Mis ojos estaban a punto de rodar fuera de sus cuencas.

—¿N-nick... q-qué estás...?

Mis palabras se cortaron a la vez que mi pecho comenzó a subir y bajar con dificultad.

—Lo siento —dijo y suspiró sin dejar de mirarme a los ojos. Yo tampoco podía apartar la vista—. Siento soltarlo de esta forma.

Aún no lograba reponerme. Abrí la boca para decir algo, pero volví a cerrarla. No asimilaba lo que acababa de decir.

—Yo... —dije finalmente—. Yo...

—Por favor, no —me interrumpió. Su tono fue suplicante—. Quizás esto es un error, pero no lo digas.

—Nick... —susurré—. No sé qué decir... Estoy muy confundida.

—Entonces no digas nada —respondió y sonrió con tristeza.

Volvió a sentarse en el sofá. Se revolvió el cabello y suspiró audiblemente. Luego de dudarlo un momento, me senté a su lado, dejando espacio entre ambos.

—¿Por qué yo? —pregunté, consternada por sus palabras—. ¿Por qué no cualquier otra chica que no esté tan jodida como yo?

—Porque ellas no son tú. Esa es la única respuesta que puedo darte. Esto nunca estuvo en mis planes y ni siquiera sé cómo pasó. Al principio, intenté convencerme de que solo estaba confundido y de que... no lo sé, que no valía la pena que lo supieras.

—¿Y qué cambió? ¿Por qué decírmelo ahora? ¿Qué garantiza que no sigues confundido?

Sentí mis ojos escocer. De repente tenía un millón de dudas sobre su confesión. Solo me habían dicho que me amaban en una ocasión y había sido en una carta de despedida. ¿No podía simplemente aceptar la idea de que alguien más podía quererme? Estaba mucho más rota de lo que él pensaba, y eso dolía demasiado.

—Bessie Boop —acercó su mano con cautela a la mía y la tomó. No me aparté, aunque el roce me causó un cosquilleo muy extraño—, jamás en mi vida he estado tan seguro sobre algo. No soy estúpido, sé que tú aún lo quieres y que no estás lista para enamorarte de alguien más. Y sé que esa herida puede tardar incluso años en cerrar.

Asentí y una lágrima rodó por mi mejilla.

—Pero ¿sabes qué? Aunque me tomó un poco comprenderlo, ahora sé también que no me importa, que estoy dispuesto a esperar una eternidad por ti si es necesario... Que quiero ser quien te ayude a sanar tu corazón incluso si nunca llegas a amarme del mismo modo... Y que no me importaría en lo absoluto tener que compartir tus sentimientos con él con tal de que llegues a quererme al menos un poco.

—Nick... no tenía idea... —susurré y un sollozo me impidió continuar.

—Dios, Bessie Boop, eres la persona más jodidamente ciega que he conocido en la vida.

Soltó una risa nerviosa y yo sonreí entre lágrimas.

—L-lo siento...

Negó con la cabeza y apretó mi mano.

—Yo lo siento. Siento ponerte en esta posición, pero... iba a explotar si me lo callaba por un segundo más. —Bajó la mirada y soltó mi mano—. Ahora estoy aterrado.

—¿Por qué?

—Porque no quiero que nada cambie entre nosotros. No hice nada de esto para presionarte, ni quiero que te cohíbas conmigo tampoco. Sigo siendo tu mejor amigo, eso nunca cambiará sin importar qué. Hemos pasado por demasiado juntos, y ambos seguimos aquí. Pero ya tuve suficiente de ocultar lo que realmente siento, Bessie Boop. No me importa pasar lo que me queda de vida esperando por ti, porque tú eres lo que me hace levantarme cada mañana y me da fuerzas para querer seguir viviendo un millón de años más.

Me estremecí al escucharlo. Una parte de mí se negaba a creer que fuera Nick, mi mejor amigo, quien me hablaba. Pero la otra solo quería lanzarse a sus brazos.

Al ver que permanecí en silencio, se levantó e introdujo las manos en los bolsillos de sus jeans.

—Creo que... mejor voy a cenar con mi madre esta noche —dijo sin mirarme directamente.

Me levanté y di un paso hacia él.

—No tienes que irte... —respondí en un tono muy bajo e inseguro—. Si quieres puedes quedarte y cenamos juntos.

—Mejor no. Necesitas tiempo para estar sola y pensar. No me odies por hacerte esto, por favor. Ya me odio a mí mismo lo suficiente por hacerte llorar. No hay nada que me ponga peor que saber que estás triste.

—¿Y quién dijo que estoy llorando de la tristeza?

Sus ojos negros reflejaron su sorpresa y su desconcierto.

—Pero tú... tú...

—Yo lloro por todo, Nick —dije con ironía mientras mi rostro se humedecía cada vez más—. ¿No te has dado cuenta?

—Entonces, no lo sé. Dime qué piensas.

Estaba impaciente. Sin embargo, me tomé mi tiempo para organizar mis ideas. Me sequé el rostro con el dorso de la mano y suspiré, tratando de volver a respirar a un ritmo normal.

—Tú tienes razón, puede que me tome años dejar atrás todo el dolor que siento aún por lo que ocurrió con Jimmy. Yo lo amé mucho, Nick, y su muerte fue tan injusta y cruel que creo que nunca dejaré de sentirlo por completo, sobre todo, porque siento que en parte fue mi culpa. Jodie fue por él para herirme. —Mi voz se quebró un poco—. Ella lo utilizó para su venganza absurda.

—Fue ella quien lo hizo, Bessie Boop, no tú. No tenías forma de saber que ella era una psicópata desequilibrada.

—Lo sé, pero eso no hace que duela menos... Sin embargo, hace un par de días una conversación que tuve con Halley me hizo comprender que no podemos vivir siempre atormentándonos con qué hubiera pasado si algo hubiera ocurrido de un modo diferente.

Tomé una enorme bocanada de aire. Él se mantuvo expectante.

—Jodie destruyó a Jimmy porque él era vulnerable y de algún modo se lo permitió, y ella también arruinó mi vida en esa ocasión. Yo no puedo controlar lo que ocurre a mi alrededor ni lo que me hará sufrir, pero ya aprendí que sí puedo controlar la forma en la que asumo el dolor. Y decidí que lo superaré, como mismo he superado el dolor de perder a mi mejor amiga y la vida que conocía en mi pueblo. La vida continúa y cada día me doy cuenta de que tengo nuevos motivos para seguir adelante. No le permitiré a esa maldita salirse con la suya y destruirme una vez más. No lo haré.

Di un paso hacia adelante y llevé una de mis manos a su rostro. Lo acaricié con delicadeza y él cerró los ojos.

—Aún estoy aterrada —confesé en un susurró—, y quizás es el miedo lo que me ciega y me hace huirle a todo lo que creo que pueda lastimarme... Como esto, Nick, lo que siento por ti.

Abrió los ojos y me observó.

—No digas nada, no tienes que hacerlo —pidió.

Negué con la cabeza.

—Sí, tengo que hacerlo. Es hora de que lo haga.

Llevé mi otra mano a su rostro y lo tomé por ambas mejillas sin apartar mis ojos de los suyos.

—Soy tal vez el desastre más grande que conoces, y sí, estoy probablemente más rota de lo que te imaginas. Quizás esto es lo más egoísta que he hecho en la vida, pero... hazlo, por favor.

—¿Qué... qué quieres decir? —preguntó, confuso.

Su respiración era un caos. No sabía dónde diablos estaba ese chico siempre tan seguro de sí mismo que conocía.

Sonreí con timidez.

—Espera por mí, Nicholas. Espera a que esté lista para amarte, porque yo no imagino mi vida sin ti a mi lado.

Sonrió tanto al escucharme que sus mejillas dolerían.

—Mierda —dijo y soltó una risa nerviosa—. No estaba listo para escuchar eso, Elizabeth, juro que no.

Sus manos me envolvieron por la cintura y me levantó ligeramente del suelo. Nuestros rostros estaban a la misma altura.

—Voy a hacer que me ames, Bessie Boop —dijo con una seguridad que me causó cosquillas en el estómago—, juro que lo haré.

—No lo dudo, eres demasiado obstinado.

Sonreí, pero la intensidad de su mirada hizo que mi sonrisa se borrara y que fuera remplazada por nervios. Estábamos tan cerca uno del otro y ninguno de los dos sabía si debíamos dejarnos llevar.

Finalmente, él decidió devolverme con cuidado al suelo y se apartó de mí.

—Iré a tomar un baño y luego cenamos, ¿vale? —dijo y se dio media vuelta, aunque no sonaba demasiado convencido.

—Nick —lo llamé.

Se giró hacia mí, pero yo no tenía nada que decirle. En lugar de eso, caminé hasta él, me levanté en puntitas y le di un corto beso en los labios. Fue apenas un roce, pero logró que ambos nos estremeciéramos. No tenía idea de dónde había sacado ese coraje.

Permaneció inmóvil por un segundo, procesando la situación. Luego me tomó el rostro con ambas manos y, sin darme tiempo a reaccionar, juntó de nuevo nuestros labios. El contacto duró apenas unos segundos y ninguno de los dos profundizó el beso. Sin embargo, su intensidad fue suficiente para que mis piernas flaquearan.

—¿Sabes qué? —dije con una sonrisa nerviosa cuando nos separamos—. Creo que sí deberías irte a cenar con tu madre, después de todo.

***

Las manos me sudaban mientras Nick mostraba la invitación y cruzábamos la entrada. Esa tarde estaba hermoso como nunca antes. Llevaba un traje formal de color azul marino y una camisa blanca debajo. Sin embargo, sus mechones rojizos desordenados y el hecho de que ni a la fuerza hubiera aceptado usar una corbata le conferían un aire desenfadado y algo sensual a su apariencia.

Mi vestido era azul pálido para que combinara con su traje. Se ajustaba en mi cintura y la falda de satén se abría hasta mis rodillas. Tenía unos tirantes muy delicados, pero sin escote para que no me sintiera incómoda. Elisa me había ayudado a escogerlo por video llamada, al igual que unos zapatos negros de tacón mediano. Salvo por unos mechoncitos recogidos con unos clips de perlas, llevaba el cabello suelto porque aún estaba demasiado corto para hacerme peinados más rebuscados. Y también me había maquillado un poco para la ocasión. Debía reconocer que me sentía más hermosa que de costumbre.

No obstante, eso no me ayudaba con los nervios. Ni la presencia de Nick tampoco. Habían pasado dos días desde la tarde en que nos sinceramos y nos besamos, y ninguno de los dos había vuelto a mencionar ese tema. Él se había limitado a ser igual de dulce y comprensivo conmigo que de costumbre. Estaba consciente de que prometimos hacerlo todo muy despacio, pero en ocasiones —como en ese momento— me resultaba algo incómodo no saber cómo comportarme a su lado. Éramos más que amigos, pero no sabía cuánto más.

La boda era al aire libre en el jardín trasero de un lujoso hotel. Había ramilletes de flores rosadas y lazos blancos en todas partes. Aún no habían llegado todos los invitados y ya había una veintena de personas allí, de las cuales yo no conocía ni a tres. Nick y yo habíamos ido por nuestra cuenta a petición suya.

Apenas entramos, se colocó su cubrebocas y luego entrelazó su mano con la mía. El gesto me sorprendió, pero me hizo sentir un poco más cómoda. Era su forma de decirme que estábamos juntos en eso y para todo, nunca más me sentiría sola. Sonreí ligeramente y bajé la mirada al pensarlo.

Varias personas se acercaron a saludarlo, supuse que habían sido compañeros de trabajo de su papá. Sin embargo, mi vista se posó de inmediato en una figura lastimosamente conocida que se encontraba muy cerca de nosotros: Tiffany. Él había estado en lo correcto al decir que las dos estarían allí.

Sentí mis nervios aflorar al verla. La última vez que la había visto había sido en el cumpleaños de Aurora, y luego Bárbara había ido a chantajearme a la cafetería. No sabía hasta qué punto Tiffany estaba involucrada en eso, pero no me apetecía tropezarme con ninguna de las dos. Había tenido más que suficiente de ambas.

Mi mirada se cruzó con la suya y, aunque intentó parecer impasible, su expresión la traicionó y dejó ver su desagrado por un instante. Para mi sorpresa, volteó el rostro y se aferró al brazo del chico que la acompañaba, como si no nos conociera. Luego se perdió con él entre los demás invitados.

—¿Acaba de ignorarnos o es solo mi imaginación? —le susurré con desconcierto a Nick. Él también los había visto.

—Supongo que es lo mejor, no tiene motivos para querer saludarme, y mucho menos a ti.

—Es cierto, yo nunca le agradé, pero tú fuiste su novio por un largo tiempo.

—Sí —respondió con pesar—, y también fui el idiota que le rompió el corazón.

—No fue tu intención —dije, tratando de animarlo.

—No, pero lo hice. Créeme que no me siento orgulloso de eso. Puede que ella no sea una santa, Bessie Boop, pero te aseguro que tampoco es como Bárbara. Me alegra que haya encontrado a alguien más.

En el fondo, no estaba segura de cuánto en común tendrían ellas dos. Solo sabía que habían sido despreciables conmigo. Pero no podía permitir que eso arruinara nuestra tarde, estábamos en una celebración, ¿no?

Buscamos nuestra mesa y nos sentamos a esperar que llegaran Aurora, sus padres y Nora. Alice probablemente llegaría un poco tarde porque su vuelo se había retrasado casi dos horas.

—Voy por un par de tragos —dijo Nick y se levantó.

Lo tomé por el brazo y lo observé con cara de pocos amigos.

—Tú no puedes tomar alcohol, Nicholas. Que estemos aquí no será una excepción.

Sonrió con picardía y me guiñó un ojo.

—Tranquila, Bessie Boop, los dos son para ti.

Asentí con una ceja elevada. Haría lo que fuera por mantenerlo saludable, incluso si realmente tenía que beberme dos tragos. Lo vi alejarse camino a la mesa de las bebidas. Supuse que tardaría en regresar porque varias personas lo interceptaron para saludarlo.

—Veo que al final lograste tu objetivo.

La voz de Bárbara me sacó de mis pensamientos y me causó un enorme desagrado. Respiré profundo y decidí que nada arruinaría mi felicidad ese día.

—Hola, Bárbara —respondí con casi el mismo cinismo y me volteé para observarla—. ¿No tienes a más nadie a quien molestar?

Bufó y sonrió de manera sarcástica. Tenía una copa en la mano y estaba de pie casi a mi lado.

—Veo que mi prima y yo te subestimamos, eres incluso peor de lo que imaginamos.

—Pues a mí ustedes nunca me engañaron. Me alegra saber que al final tuviste lo que merecías y Aurora no te permitió jugar con él. Ah, por si te interesa saberlo, él y Nick ya resolvieron los problemas que ocasionaste.

—Sí, ya sé que esos dos imbéciles volvieron a hablarse. Siempre supe que el flojo de Aurora no aguantaría mucho sin ser el perro faldero del cabrón de Nicholas.

Mis mejillas ardieron de la ira al escuchar su comentario. No obstante, conté hasta cien y me limité a sonreírle forzado.

—Lárgate, Bárbara. Estoy segura de que tu prima anda preguntándose dónde estás.

—Bien, Elizabeth, solo te diré alg—

—¡Bessie!

El grito emocionado de Alice nos sobresaltó a las dos. Apenas me dio tiempo a girarme y levantarme antes de que me envolviera en sus brazos con fuerza.

—¡Alice! —exclamé—. ¡Qué alegría volver a verte! Pensé que llegarías más tarde.

—Oh —dijo con dramatismo—, no tienes idea de todo lo que tuve que correr para llegar a tiempo, ¡y tuve que vestirme en el baño del aeropuerto! ¿Puedes creerlo?

Bárbara se aclaró la garganta. Recordé entonces que seguía ahí.

—Hola, Alice, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.

Alice se volteó a mirarla y sonrió con ironía.

—Ah, hola, Bárbara —dijo con simpleza—. Sí que ha pasado tiempo, pero ¿sabes qué? Mejor mantengámoslo así, a ninguna de las dos nos apetece vernos.

Su respuesta me sorprendió, pero estuve a punto de palmearle la espalda como muestra de aprobación.

—Veo que no cambias —respondió la rubia y puso los ojos en blanco.

—Claro que no, en eso radica mi encanto. —Le guiñó un ojo—. Ahora, si nos disculpas, tenemos cosas que hacer.

—Lo imagino... —replicó Bárbara con ironía y alzó su copa en nuestra dirección—. Espero que disfruten la velada.

Nunca antes me sentí tan aliviada como al verla largarse. Nick llegó muy poco después y saludó con efusividad a Alice. El segundo trago terminó por ser para ella, que clamaba que necesitaba alcohol para librarse de todo el estrés del viaje.

—¡Chicos! —nos gritó Aurora y agitó la mano para que lo viéramos.

Me sorprendió verlo con el cabello perfectamente acomodado y usando un traje negro, parecía un joven empresario salido de una revista. Esperaba que Bárbara lo viera, después de todo, y que sufriera por el gran chico que había dejado escapar. Llevaba a Nora del brazo y sus padres venían a su lado. Me alegró mucho volver a verlos a los tres. Habían sido muy gentiles conmigo las veces que nos habíamos visto.

Tuvimos muy poco tiempo para saludarnos y conversar porque alguien nos avisó que fuéramos caminando hacia el área donde se realizaría la ceremonia.

—Vayan adelantándose —dijo Aurora mientras todos nos levantábamos—, iré por una copa y luego me les uno. Muero de ganas de probar eso rosado que tiene una cereza encima.

—También yo... —susurró Nick. Le di un codazo en las costillas con disimulo.

—Ni lo pienses —advertí también en un tono bajo para que su madre no nos escuchara.

—Qué aburrida eres, Bessie Boop.

Le di un segundo codazo y soltó una risilla a modo de respuesta.

—Pues siempre he sido igual y no parecía importarte.

—Sigue sin importarme —susurró con voz ronca y acortó la distancia entre ambos. Los tacones hacían que estuviera casi a su altura y le facilitaron hablarme al oído—. Eres mi abuela favorita.

Sus labios rozaron mi mejilla sin llegar a besarla. Di un paso hacia atrás y me aclaré la garganta. Me avergonzaba su actitud abiertamente seductora en frente de su madre y de los padres de Aurora.

—Eh... mejor vámonos ya. Llegaremos tarde.

—No te preocupes, Bessie —dijo Nora con una sonrisilla en los labios—, las novias suelen tardarse. A veces hay que esperar mucho por ellas, pero siempre vale la pena.

Asentí, aunque no estaba demasiado segura de si se refería a la chica que estaba a punto de casarse. Sentí mis mejillas arder un poco.

—Mejor quédense ustedes tres para esperar a mi bebé —nos dijo Tina a Alice, a Nick y a mí a la vez que tomaba a Nora de un brazo y a su esposo del otro—. Si se demora vayan a buscarlo, no permitan que se entretenga y se pierda la ceremonia.

Quise responderle, pero su rapidez para marcharse no me lo permitió. Parecían tres adolescentes mientras se alejaban de nosotros.

—Eh... yo vine directo aquí y tengo a varias personas que saludar aún —se excusó Alice y también comenzó a alejarse—. ¡Nos vemos en un rato!

Me volteé hacia Nick y noté que estaba reprimiendo una sonrisa.

—¿Qué? —pregunté sin comprenderlo.

—Nada —respondió con simpleza y se encogió de hombros.

Un par de minutos después, vimos a un muy desconcertado Aurora acercarse a nosotros con las manos vacías. ¿Dónde estaba su tan ansiado trago? ¿Y por qué venía sobándose una mejilla?

—¿Ahora qué te ocurre, idiota? —le preguntó Nick con preocupación. Quizás, al igual que yo, temía que su expresión tuviera que ver con algún encuentro con Bárbara.

—¿No ibas por una bebida?

—Eh... —logró articular finalmente, sin dejar de tocarse la cara—. Yo... acabo de conocer a la chica más hermosa que he visto en la vida.

—¿Qué? —preguntamos los dos al unísono y compartimos una mirada de confusión.

—Dios... —susurró el rubio. Era evidente que su cabeza estaba en cualquier lugar menos allí con nosotros—. Parecía un jodido ángel de cabello negro y ojos azules...

Entonces bajó la mano y pudimos ver la palma roja perfectamente marcada en su rostro.

—Mierda, Aurora —preguntó Nick, alarmado—, ¿qué diablos te pasó?

—Tropecé con ella y le lancé la bebida encima. Me abofeteó y me llamó imbécil porque le arruiné el vestido.

Nick soltó una carcajada.

—Pues no creo que tu «ángel de ojos azules» quiera volver a saber de ti después de eso.

Lo miré con hostilidad. Aurora seguía sensible por lo de Bárbara y cualquier indicio de atracción hacia otra chica era una buena señal de que había comenzado a superar la tristeza.

—No creo que sea para tanto —dije, tratando de aplacar la situación—. Fue un accidente.

Asintió, aunque seguía divagando.

—Bien, es hora de que nos vayamos —los agité—, estamos atrasados.

Cuando llegamos al área donde se realizaría la ceremonia religiosa, los invitados aún no se habían terminado de organizar. Debíamos buscar nuestro sitio antes de que todo comenzara. Sin embargo, Nick se detuvo y miró hacia algún punto por encima de mi hombro.

—Bessie Boop —preguntó, dudoso—, ¿esa es acaso quien creo que es?

Al girarme me llevé la sorpresa del siglo. Sí que era quien él creía: nadie más ni menos que la mismísima Natalia.

Y no solo eso, sino que tenía una gran mancha rosada en el frente de su vestido de color amarillo crema, y lucía muy muy enojada.

«Oh. Dios. Santo», exclamé mentalmente. Esa boda no había comenzado y ya prometía ponerse muy interesante.

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