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Capítulo 48


Dedicado a IngridA24

***

Tenía que ser un sueño. Esa que aguardaba en nuestra puerta no podía ser mi madre. No podía ser la misma mujer que me había abandonado antes de que aprendiera a atarme los zapatos por mi cuenta o a escribir mi nombre.

—Eh... —comenzó a decir Nick, obligándome a salir de mi hipnosis momentánea y mirarlo—. Bessie Boop, Aurora y yo iremos a comprar un par de cosas al centro. Volvemos en un rato.

Asentí, aunque no estaba muy segura de haber comprendido del todo lo que decía. Aurora estaba incluso más embobecido que yo y ni siquiera lo escuchó.

—¡Andrew! —le gritó Nick y el rubio dio un brinco.

—Sí... eh... volvemos en un rato.

Dudaron un instante, pero luego rodearon a la figura femenina y desaparecieron por el pasillo. Ella entró y cerró la puerta. De manera inconsciente, retrocedí ante su invasión a mi espacio.

—Harriet...

Al escuchar su voz todo mi cuerpo se tensó. Sentí mis piernas flaquear, así que me apoyé en el extremo más alejado de la encimera.

—¿Q-quién eres tú?

—Soy yo, mi niña... Soy tu mamá...

—No, no lo eres —repetí mientras negaba con la cabeza—. No lo eres, tú no eres mi mamá. Yo dejé de tener mamá a los cinco años.

Pero sí que lo era. Y yo lo sabía sin importar cuánto lo negara.

Un pequeño rastro de dolor se dibujó en su expresión al escucharme. ¿Le dolía? ¿Cómo diablos podía dolerle? Si no le había dolido abandonarme con solo cinco años no tenía derecho a sentir nada por mí. Sentí todo mi rostro arder.

—Harriet, yo... muchas cosas han pasado. Creo que ya es hora de que hablemos, pero no sé por dónde comenzar.

—Comienza por irte —dije con voz mecánica. Caminé hacia la puerta y la abrí de un tirón—. Vete de aquí.

—Por favor, déjame hablarte —suplicó—. Concédeme unos minutos. Sé que no lo merezco, pero permíteme explicarte.

Mi respiración se aceleró. No sabía qué hacer. Quería que se fuera, solo eso. Cerré de un sonoro portazo y volví a la encimera sin mirarla siquiera. Me apoyé nuevamente para lograr mantenerme en pie y oculté el rostro entre mis manos. Nada parecía funcionar; no había forma de organizar mis ideas.

De repente sentí que puso su mano en mi hombro.

—¡No me toques! —grité y me aparté violentamente.

—Harriet—

—¡Deja de llamarme Harriet, maldita sea! ¡Mi nombre es Elizabeth! ¡Elizabeth!

—D-de acuerdo, Elizabeth... Las cosas no son como crees, en aquel tiempo fue muy difícil para mí. Estaba muy débil emocionalmente y no era feliz... Tenía que tratar de buscar mi paz y solucionar mis propios problemas, ¡solo así llegaría a ser una buena madre y esposa! Pensaba volver, lo juro. Solo que... luego no todo salió como quería.

Por algún motivo comencé a reír sin control. No podía creer que acabara de decirme eso.

—Claro... tiene sentido —dije en tono irónico—. «Solucionar tus propios problemas y encontrar tu paz». Casi me causa empatía.

—Intenta comprenderme, por favor...

—¿Comprenderte? —repliqué con incredulidad—. ¿Tienes la más mínima idea de todos los problemas que tú me ocasionaste? ¡Mi infancia fue una mierda, mis mejores amigos murieron y me encerraron en un maldito hospital psiquiátrico por tu culpa! ¿Te parece que me interesen tus problemas o tu paz? ¿Por qué no volviste entonces? ¿Por qué te tomó trece jodidos años regresar?

—Porque las cosas no siempre son como uno las planea. Y-yo... me enamoré... Conocí a otra persona que me hizo sentir como nunca antes, que me devolvió a la vida. Yo sentí miedo de perderlo, por eso no volví. Pero seguía pensando en ti, me preocupaba por ti y te extrañaba, Ha-Elizabeth. ¡Es difícil de entender algo que no has vivido!

—¿Algo que no he vivido? ¿Y tú qué diablos sabes sobre lo que yo he vivido? No tienes ni la más mínima idea de cuánto he sufrido ni tampoco te importa... Eres la persona más malditamente egoísta que he visto en la vida.

Tenía un nudo enorme en la garganta y mis ojos quemaban. Pero no iba a llorar. No lo haría.

—Sí me importa, ¡por eso regresé!

—¿Sabes qué creo? —exclamé y la encaré—. Creo que simplemente regresaste porque quieres convencerte a ti misma de que eres una buena persona y tratas de limpiar tu retorcida conciencia. No sé cómo diablos me encontraste, pero puedes largarte por donde mismo viniste.

—No, cariño... juro que es porque en serio estoy arrepentida... —Dio un paso hacia mí, pero me alejé incluso más que antes. Suspiró, derrotada—. He seguido tus pasos últimamente, averiguando en nuestro pueblo. Supe que te mudaste y un viejo amigo de la familia me ayudó a obtener tu dirección. Lo que más quiero es que empecemos de nuevo. Sé que no puedo reparar lo que hice en el pasado, pero aún podemos tener una... relación. Dame una oportunidad de reparar todo el dolor que sientes por mi causa.

—¿Dolor? —dije con una frialdad irreconocible—. No, Louisa, yo no siento dolor por tu causa, ni odio, ni tristeza. Yo no siento nada por ti... Aprendí a vivir sin ti y ya no te necesito, ni tampoco te quiero de regreso. No quiero ningún tipo de relación contigo, ni ahora ni nunca. Para ti siempre será tarde en mi vida. Nos hiciste un gran favor a mí y a papá al marcharte. Lárgate, eso es lo mejor que sabes hacer.

Lucía conmocionada con mis palabras. Abrió la boca para decir algo, pero no lo hizo. Un par de lágrimas brotaron de sus ojos claros y rodaron por sus mejillas. Mi ira aumentó. No me interesaba su llanto; no quería verlo.

—No me daré por vencida contigo. Volveré a verte y te daré todo el tiempo que—

—¡Lárgate de una vez! —grité, sin mirarla—. ¡Lárgate ya!

Caminó hacia la salida y solo supe que se había ido cuando escuché la puerta cerrarse.

Entonces me rompí.

Comencé a llorar sin consuelo, tanto que me costaba respirar. ¿Por qué había vuelto luego de trece años? ¿Por qué se empeñaba en destruir mi vida una vez más?

Mis piernas fallaron y terminé sentada en el suelo con la cabeza entre las rodillas. Mi corazón latía demasiado rápido y tenía la vista nublada. ¿Cómo alguien así se atrevía a llamarse mi madre?

Comencé a escuchar un pitido en los oídos. No, no podía pasarme de nuevo.

—¡Bessie!

Escuché la voz de Nick a lo lejos y luego sentí que unos brazos me envolvieron. Me aferré a ellos con fuerza, intentando mantener el control. Me estaba asfixiando.

—Respira —susurró en mi oído—. Todo va a estar bien.

—¿Qué le ocurre? —exclamó Aurora. Sonaba aterrado—. ¿Llamo a emergencias? ¿Qué hago? ¡Dime qué hago!

—Es un ataque de pánico —dijo Nick, sin perder la calma. Luego volvió a hablarme con mucha seguridad—: Tienes que respirar, tú puedes hacerlo.

Hundí el rostro en su pecho e intenté concentrarme en su voz, justo como me había enseñado Melissa en la clínica. Pensé en él, solo en él.

—Estoy contigo y no te dejaré sola. —Sus manos acariciaban mi espalda y mi cabello mientras yo luchaba para que el oxígeno llegara a mis pulmones—. Todo estará bien, lo prometo.

Mi respiración se fue normalizando poco a poco y solo quedó el llanto.

Volví a ser la Bessie de cinco años que corría aterrada a los brazos de su padre cada noche. Pero esa vez no era él quien me consolaba y el motivo no era la partida de mi madre. Era su regreso.

***

—¿Te sientes mejor? —me preguntó Aurora mientras me alcanzaba un vaso con agua, aunque él estaba más pálido que yo, en realidad.

Asentí ligeramente y tomé un sorbo. Había logrado calmarme y sentarme en el sofá. Nick estaba a mi lado con una expresión de preocupación. Aurora se nos unió.

—Desde que vimos a esa mujer en la puerta supimos que no sería para nada agradable —dijo Nick—. Tú... te pareces mucho a ella.

Todos en mi familia siempre lo decían. De mi padre solo había heredado el color de los ojos y el cabello ondulado.

—Es de locos, ¿no? Se marcha toda la vida y luego viene como si nada. Dios, y yo que pensaba que mi madre estaba un poco desquiciada.

—Cállate, Aurora, lo menos que ella necesita ahora es seguir hablando de eso.

—Cierto —se disculpó el rubio—. Lo siento.

—Está bien —dije con voz apagada—. No te preocupes.

Se hizo un silencio momentáneo.

—¿Llamarás a tu padre? —preguntó Nick.

—No, eso lo destruiría. Él no necesita más preocupaciones.

—¿Entonces qué harás? Ella puede volver.

—Lo hará, estoy segura —respondí a la pregunta de Aurora—. Pero la respuesta será la misma: la única madre que conozco es Elisa, la mía murió cuando yo tenía cinco años. No permitiré que vuelva a destruirme de ese modo.

Y ciertamente no lo haría.

***

—Volveré en menos de una hora, ¿crees que estarás bien?

—Sí, Nick, no te preocupes —respondí por tercera vez en menos de treinta minutos.

—Trabajé todo el día y se me pasó la hora, pero puedo ir mañana si quieres.

—Que no, ve ahora. Mañana seguramente vendrá Aurora y entonces no podrás deshacerte de él para ir al centro. Creo que si él va contigo a comprar su regalo de cumpleaños deja de ser una sorpresa.

—Aún faltan dos días, tengo tiempo. Además, cada año le doy videojuegos y golosinas. Si va conmigo me ahorrará el tiempo de escogerlos.

Se encogió de hombros y suspiré profundo.

—¿Quieres largarte de una jodida vez, Nicholas?

Soltó una risa al escucharme.

—Guau, ¡qué hostil eres, Elizabeth!

—Puedo ser incluso peor —dije y sonreí con picardía.

—No tengo dudas al respecto.

Me guiñó un ojo y finalmente se fue.

En realidad, no estaba demasiado bien desde la visita de Louisa el día anterior, pero había decidido continuar el curso de mi vida como si no hubiera ocurrido. Hablar con Stella la noche anterior había sido de gran ayuda, aunque ella me había aconsejado tener calma e intentar ser receptiva. Y yo había obviado esa parte de la conversación; nada iba a cambiar así mi madre viniera de rodillas ante mí.

Estaba exhausta del trabajo, pero estar todo el día en la cafetería me había ayudado a no pensar. Mi único plan era cocinar algo, tomar un baño y ver películas hasta que el sueño me venciera. No le daría vueltas a más nada, así de sencillo.

Alguien llamó a la puerta y me quedé inmóvil. ¿Acaso sería ella de nuevo? No, no se atrevería a volver tan pronto. Sin embargo, fui a abrir con mucha cautela.

Y deseé cerrar apenas lo hice.

—Hola, Bessie —dijo Bárbara con su sonrisa más fingida—. Cuánto tiempo sin verte.

Quizás otro día hubiera lidiado con mi expresión de desagrado mucho mejor, pero en ese momento no tenía fuerzas para seguirle la corriente.

—Los chicos no están, ¿quieres algo?

Bufó al escucharme. Mi tono había sido un poco más rudo de lo que pretendía.

—En fin —dijo con falsa conmoción—. Necesito acordar algunas cosas con Nick y no ha contestado el teléfono en todo el día.

—Quizás ha estado ocupado —señalé, como si fuera lo más obvio del mundo.

—Eso imagino, por eso me tomé la molestia de venir hasta aquí.

—Pues lamento decirte que has perdido el viaje, él no está.

Pensé que se marcharía e intenté cerrar la puerta, pero la detuvo con uno de sus zapatos de tacón.

—Está bien —contestó y entró como si se tratara de su propia casa—. Puedo esperar.

Puse los ojos en blanco y deseé con todas mis fuerzas que recordara algún otro compromiso pendiente. Pero, al ver que eso no pasaría, decidí volver a lo que estaba haciendo e ignorar su presencia.

—De acuerdo —dije, intentando que no sonara tan irónico—. Siéntete como en casa.

«Maldita hipócrita», añadí mentalmente y caminé hasta la cocina.

—Este lugar está un poco triste para vivir —dijo un par de minutos después mientras caminaba lentamente alrededor de la sala—. La decoración es algo... rústica. No entiendo cómo a Aurora le gusta pasar tanto tiempo aquí.

Levanté la vista de los vegetales que estaba cortando para mirarla.

—Este lugar está bien, Barbie. Y, si no te gusta, ya sabes dónde queda la puerta. —Señalé en dirección a la salida.

—Honestamente, no me queda muy claro por qué viniste a vivir aquí —arremetió—, pero supongo que tu vida debía ser muy miserable, ¿no es cierto?

Puse el cuchillo con fuerza sobre la encimera y la atravesé con la mirada.

—Y a mí honestamente no me queda muy claro por qué te interesaría algo de mi vida.

—Me interesa desde que estás molestando a mi prima, cariño. Aunque... mirándote bien de cerca no entiendo cuáles son sus preocupaciones.

—¿Cuál es tu problema conmigo, Bárbara? —exclamé—. Ni siquiera me conoces, así que mejor déjame en paz.

Avanzó hasta el otro lado de la encimera y me sonrió de una manera retorcida.

—¿Ya te cogió?

—¿Qué? —pregunté con incredulidad y sentí mi rostro arder.

—Cuando lo haga dejará de tratarte como alguien especial y te regresará al agujero del que saliste.

—¿De qué mierda estás hablando, Bárbara?

—Solo tómalo como un consejo, «Bessie Boop». —Enfatizó la forma en la que Nick solía llamarme y añadió—: Se lo he advertido a mi prima desde que lo conoció. Él no vale la pena, es solo un cabrón que sabe exactamente qué hacer y decir para conseguir lo que quiere.

—Gracias por tu consejo, pero ¿sabes qué? Puedes irte al carajo con él. Nick y yo solo somos amigos, y él es una de las mejores personas que conozco. Es una lástima que seas tan prejuiciosa y solo digas eso guiándote por las apariencias.

Soltó una risa burlona que me desconcertó por completo.

—Sí que eres ingenua, ¿eh? ¿Realmente crees eso? —Me miró directo a los ojos y soltó todo su veneno—: Pues déjame decirte algo, querida. Conozco a Nicholas mejor de lo que te imaginas, y mucho antes que tú o incluso Tiff supieran de su existencia. Y también sé perfectamente cuáles son sus «mejores virtudes»...

—E-eso no es cierto —dije, sin mucha convicción.

—¿No? Pregúntale, entonces. Dile que te cuente cómo conoció a Tiffany.

Mi estómago dio un vuelco al escucharla.

—Vete de aquí, Bárbara —fue lo único que logré responder.

—De acuerdo, creo que ya se me quitaron las ganas de esperarlo. Luego hablaré con él, de cualquier modo.

Quedé inmóvil, observándola mientras recogía su bolso del sofá y caminaba hacia la salida.

—Hasta luego, Bessie. Como siempre, fue un placer.

Apenas se fue, me limpié las manos y me senté en una de las sillas del comedor. No podía creer nada de lo que había dicho, Nick no era capaz de hacerle eso a Aurora sabiendo lo mucho que quería a esa chica... ¿o sí?

Me sentía molesta, incluso más que antes, y traicionada, aunque eso no tenía sentido alguno. Una imagen de ellos dos juntos cruzó mi mente y sentí ganas de vomitar. ¿Había realmente tanto sobre él que yo no conocía?

Alrededor de veinte minutos después sentí la puerta abrirse. No me había movido aún de la silla.

—Deja que ese tonto vea lo que le compré —dijo Nick con entusiasmo y colocó un par de bolsas sobre la encimera.

—Barbie estuvo aquí —dije, sin mostrar ninguna emoción.

—Ah, sí. Estuvo llamando todo el día, pero silencié su número. ¿Dijo qué quería?

—No. Te buscaba a ti.

—Seguro tiene algo que ver con una cena que Tina está preparando para el cumpleaños de Aurora. Se supone que es una sorpresa. ¿Qué haces ahí, por cierto?

Se me acercó y sacó la silla a mi lado para sentarse.

—¿Está todo bien? ¿Sigues así por lo de tu madre?

Negué con la cabeza.

—Nick... —comencé a decir, aunque no estaba muy segura de si debía hacerlo—. ¿Cómo conociste a Tiffany?

Pero lo solté, y su expresión se modificó por completo. Parecía incrédulo ante mi pregunta.

—¿Por qué quieres saber eso? —evadió la respuesta—. ¿Qué diablos te dijo Bárbara, Bessie Boop?

—Lo suficiente...

«Niégalo al menos», imploré mentalmente, pero lo único que hizo fue enderezarse en la silla y suspirar profundo. Sentí una punzada en el pecho, porque eso explicaba muchas cosas, como su supuesto desagrado hacia ella.

—¿Fuiste capaz de hacer algo así? —pregunté, decepcionada—. ¿Realmente te has revolcado con Bárbara?

Lo miré a los ojos con el corazón en la garganta, esperando que hablara. Pero yo ya sabía la respuesta.

—Bessie Boop, las cosas no son como crees —dijo. Su angustia era palpable, pero esa era la confirmación que había deseado con todas mis fuerzas no escuchar.

—¿Y cómo son entonces? Ella es la novia de tu mejor amigo y la prima de tu novia... ¿Cómo diablos puedes explicar que te la has cogido, Nicholas? Jamás pensé que fueras esa clase de persona...

Me levanté y caminé hasta la cocina para recostarme a la encimera. No me cabía en la cabeza que hubiese sido capaz de hacer algo así.

—Bessie Boop, tienes que creerme —suplicó y me siguió—. No sé qué carajos te dijo Bárbara, pero lo que pasó entre nosotros fue hace años. Lo juro.

—¿Lo juras? —Me volteé hacia él para enfrentarlo—. Pues ella parecía bastante segura de que no fue hace tanto tiempo.

—¿Y vas a creerle a ella y no a mí? Aurora es como mi hermano pequeño, ¡jamás sería capaz de hacerle algo así! Conocí a Bárbara hace casi tres años, incluso antes de hacerme el trasplante, y a ninguno de los dos nos interesaba tener algo serio. En aquel entonces Aurora no tenía idea de su existencia ni yo de la de Tiff.

—¿Me dices entonces cómo diablos es que todo cambió tanto?

—Aurora la conoció en el tiempo que yo pasé en la clínica, fue una coincidencia.

Me costaba creerle, a pesar de que realmente parecía sincero. ¿Por qué me estaba guiando por las palabras de Bárbara y no por la explicación de mi mejor amigo? Y, sobre todo, ¿por qué me molestaba tanto la situación?

—¿Ellos lo saben? ¿Aurora y Tiffany?

Suspiró profundo y miró al techo un instante. Luego se volvió hacia mí.

—Tiff sí... sabe que lo que pasó entre su prima y yo fue solo sexo casual, nunca le importó realmente...

—Pero Aurora no —terminé por él.

Negó lentamente con la cabeza. La culpa lo estaba consumiendo.

—Cuando me presentó a su nueva novia no podía creerlo. Iba a contárselo todo, pero ella habló conmigo y me dijo que no lo hiciera. Dijo que no quería que Aurora pensara que era una chica fácil, y realmente yo no era nadie para juzgarla por lo que había hecho con su vida en el pasado. Pensé que de cualquier modo sería solo otro de los enamoramientos pasajeros de Aurora, que se le pasaría muy pronto.

—No lo fue —susurré.

—No, las cosas cada vez se pusieron más serias entre ellos y se me hizo más y más imposible contárselo. Luego Tiff también comenzó la universidad y se mudó con Bárbara. Ella nos presentó y comenzamos a salir los cuatro juntos, no podía negarme cada vez que Aurora me lo pedía... Poco después nosotros también comenzamos a salir...

Asentí. La idea ya no me parecía tan descabellada y retorcida.

—Entonces todos menos él saben que conocías a su novia desde mucho antes y que tuviste algo con ella.

—Él la quiere, Bessie Boop, más de lo que lo había visto querer a alguien alguna vez, y no le importa que ella lo manipule a su antojo. De algún modo logra hacerlo feliz. Yo no puedo quitarle eso por mucho que quiera abrirle los ojos, y sé que si llega a saber algo así a esta altura no me lo perdonará jamás, ¿lo entiendes, verdad?

—Nick... lo siento —dije y bajé la cabeza—. Ese no es mi problema, no sé por qué diablos me metí en algo que no me corresponde. Solo... me sentí mal por Aurora.

Y no estaba mintiendo... del todo. Me sentía culpable por haberme enojado por algo que no tenía nada que ver conmigo, pero ya no podía cambiar todo lo que había pensado o dicho.

Me sorprendió al tomarme con suavidad por la barbilla y hacerme mirarlo a los ojos.

—Bessie Boop... —susurró—. Sí he sido un idiota y lo sigo siendo, por muchos motivos, pero yo no soy esa clase de chico que solo piensa en coger por encima de todo lo demás.

—Lo sé —admití—. No sé realmente qué me ocurrió.

—No sabes lo importante que es para mí que tú me creas —dijo y su expresión se tornó algo triste—. Solo espero nunca tener que hablar con Aurora sobre este tema...

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