Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 46

Dedicado a ncaoelle

***

Esa noche me encerré en mi habitación y no paré de llorar. Él tardó mucho en dejar de insistir que abriera la puerta y lo escuchara, pero yo no estaba lista para enfrentarlo después de lo que me había dicho. Fue como si todo el mundo me cayera encima.

A la mañana siguiente pensé no ir a trabajar. Pero decidí levantarme a pesar de mi pésimo aspecto y no faltar. Era apenas mi segundo día.

Temí tropezarme con él en la casa. Sin embargo, se había marchado muy temprano, justo como el día anterior. Y realmente lo agradecí.

En la cafetería me moví todo el día por inercia, haciendo lo mejor que podía —o lo mejor que el sueño y la tristeza me lo permitían— por no cometer ningún error. Lynn y Noah notaron mi actitud, era imposible no hacerlo, pero ninguno de los dos dijo nada al respecto.

—¿Qué vas a hacer esta tarde, Bessie, tienes planes? —me dijo Lynn cuando terminábamos de lavar los platos.

—Eh... de hecho no, ¿por qué?

—Pues mis padres decidieron darse una escapada romántica esta noche y no me apetece cocinar para mi sola. ¿Quieres ir a cenar conmigo?

Aún no la conocía demasiado, y luego de lo que me había ocurrido con Jojo me costaba mucho confiar en las personas. Sin embargo, Lynn era muy amable y parecía una buena persona. Además de que salir con ella era una buena opción para llegar mucho más tarde a casa y no encontrarme con Nick.

—De acuerdo —respondí y traté de sonreírle—. Me parece bien.

La cena con Lynn fue bastante divertida y me ayudó a olvidar por un rato todo lo que me estaba ocurriendo. Ella era muy espontánea y se dedicaba a mirar a todos los chicos guapos que pasaban cerca de nosotros. Yo no era tan extrovertida, pero se sintió muy bien fingir que mi vida era normal, al menos por un par de horas.

De regreso al apartamento no dejaba de repetir en mi cabeza la escena de la noche anterior. ¿Acaso había sido mi culpa? Nick jamás me había tratado de ese modo, ni a nadie. ¿Cómo habíamos llegado a discutir de esa forma?

Mis ojos escocían solo de pensarlo. Él era mi mejor amigo, una de las pocas personas en las que podía confiar y que siempre me habían demostrado su cariño hacia mí. Quizás por eso sus palabras, más que doler, quemaban.

Sin embargo, todavía no había rastros de él.

Tomé un baño con rapidez y volví a encerrarme. Presentía que esa noche también sería muy larga.

***

Hora tras hora fue pasando mientras daba vueltas en la cama. Me odiaba a mí misma por no lograr conciliar el sueño a pesar de que estaba exhausta. Finalmente decidí levantarme e ir a la cocina por un té o algo caliente que me ayudara a dormir.

No obstante, apenas abrí la puerta deseé no haberlo hecho.

Nick estaba sentado en el suelo de la cocina, con la cabeza apoyada en la encimera. Tenía una botella de agua en las manos. Apenas me vio, se incorporó un poco y permaneció mirándome, como si esperara por mi reacción.

Quise retroceder y encerrarme una vez más, pero no podía evitarlo por siempre. Caminé hasta la cocina muy despacio y me detuve a su lado.

—Hola, Bessie Boop... —susurró.

—Hola. —Bajó la mirada hasta sus pies descalzos y permanecimos así un instante. No creía tener mucho para decirle, pero decidí romper el silencio de cualquier modo—: ¿Quieres té?

—¿Tú tampoco puedes dormir? —respondió en un tono muy bajo, aún sin mirarme.

Negué con la cabeza y suspiré profundo. Él no pudo ver mi gesto, así que contesté:

—No.

—Sí quiero.

Asentí y comencé a preparar las bebidas. Con excepción de la luz de la cocina, el resto de la enorme habitación estaba apagado. En medio del silencio y la semioscuridad me parecía que él podía escuchar mis agitados pensamientos.

Cuando terminé, tomé ambas tazas y me senté a su lado en el suelo. Le pasé la suya. La bebida estaba muy caliente, por lo que me limité a jugar con la taza entre mis manos mientras esperaba que se enfriara.

—Tienes derecho a odiarme —dijo, después de unos minutos. Su voz sonaba angustiada.

—No te odio. No creo poder odiarte, aunque quisiera.

—Pues yo sí me odio a mí mismo. Te lastimé mucho.

Asentí de un modo casi imperceptible.

—Lo que le ocurrió no fue tu culpa... —volvió a decir—. Y soy un jodido idiota por haberte dicho algo así... Y también por hablar mal de Noah sin conocerlo.

—Lo eres.

Entonces me miró y sonrió con tristeza.

—Tú tenías razón. Siempre trato de mantenerlo todo bajo control y finjo que nada me duele o me preocupa. Pero a veces necesito un abrazo y que alguien me diga que todo va a estar bien, aunque yo sepa que es mentira...

Me pareció sentir un dolor desgarrador tras sus palabras, algo que nunca había estado ahí. Él era una persona tan fuerte que costaba imaginarlo rompiéndose por algo. Pero ya lo había visto hecho pedazos una vez, cuando se había drogado en la clínica. Sabía muy bien que su aparente invulnerabilidad era solo su máscara ante el mundo. Me gustaba pensar que conmigo no tenía que usarla, aunque desde nuestra discusión eso no me quedaba demasiado claro.

—Espero que algún día puedas perdonarme —me dijo finalmente y se levantó del suelo—. Aunque no me lo merezco.

Luego colocó la taza en la encimera y se dirigió hacia su cuarto. Iba a dejarlo marcharse, pero algo dentro de mí no me permitió hacerlo.

—Nick —lo llamé y se detuvo justo antes de entrar a su habitación. No se volteó.

—Yo ya te perdoné... —susurré y sentí mis ojos escocer. Me levanté, coloqué la taza junto a la suya sin haber probado el té y di un par de pasos hacia él—. Aún no puedo creer que me dijeras algo así, pero sé que ese que me gritó no eres tú. No sé qué te ocurre ni por qué no quieres contarme, pero estaré aquí para cuando quieras hablar. Tú siempre has estado ahí para mí y no pienso marcharme ahora que me necesitas.

Pensé que continuaría su camino y que me dejaría sola. Sin embargo, se giró y caminó hacia mí con rapidez. Sus brazos me envolvieron con fuerza y su rostro se hundió en mi cabello. Me congelé por completo al escucharlo sollozar.

—Lo siento tanto... —susurró sin soltarme—. Jamás quise herirte, Bessie Boop, no sé qué sería mi vida sin ti... Soy un imbécil, tú no mereces que nadie te trate de ese modo, y yo no merezco que sigas a mi lado. Prometí protegerte y en lugar de eso te hice sufrir. Lo siento...

—Está bien —respondí y acaricié su espalda—. Todo estará bien, no pienso irme a ningún lugar. Cuéntame qué te ocurre, quizás yo pueda ayudarte.

Su llanto aumentó al escucharme y me sostuvo con más fuerza.

—Es mi papá, Bessie Boop... Mi papá se está muriendo...

—¿Qué...? —Me separé un poco de él para verle el rostro. Asintió entre lágrimas.

—Su corazón ya no resiste... Puede ser en cualquier momento... Ahora mismo o en unos días, pero no más que eso...

—Espera —dije con desesperación—. ¿No hay nada que puedan hacer? ¿No pueden hacerle un trasplante como a ti?

Negó con la cabeza.

—Su organismo está demasiado deteriorado por luchar tantos años contra la enfermedad... Es algo irreversible...

—Dios, Nick. —Lo abracé nuevamente y sentí mis mejillas humedecerse. Sentía su dolor como si fuera mío propio.

—Todos en la familia sabíamos que estaba cada día más débil, pero hace un par de días que fue internado en el hospital... No saldrá de ahí, esta vez no lo superará...

—¿Y por qué no estás allí? —pregunté—. Tu madre debe necesitarte mucho ahora.

—Lo sé, por eso me pasé todo el día con ellos, y ayer también... Pero ambos dicen que no puedo detener mi vida por eso, que siempre supimos que tarde o temprano sucedería... Mi padre me hizo prometerle que seguiré cuidándome y que no dejaré que su muerte me ponga en riesgo... Pero lo quiero demasiado, no estoy preparado para perderlo aún...

—Eso es algo para lo que nunca podemos estar preparados, Nick —dije con sinceridad. No podía dejar de pensar en Beth y en Jimmy—. Pero no puedes dejar que te destruya, por ellos y por ti...

Me separé y tomé su rostro entre mis manos.

—Yo tampoco sé qué sería mi vida sin ti... —le dije—. Vamos a salir juntos de esta, lo prometo...

No supe cuánto tiempo permanecimos abrazándonos antes de irnos a dormir. Tal vez algunos minutos. Tal vez una casi una hora. Solo podía pensar que Nick me necesitaba y que, sin importar lo que hubiera ocurrido, no me iría de su lado.

***

Los toques en la puerta me hicieron despertar un poco desorientada. Aún faltaba un poco más de media hora para que mi alarma sonara.

—¿Sí...? —respondí con voz adormilada.

—¿Puedo pasar? —preguntó Nick al otro lado.

Me restregué un poco los ojos y me pasé los dedos por el cabello antes de responder.

—Pasa...

Entró muy despacio y se sentó en el borde de mi cama. Estaba vestido como para salir y que llevara el cubrebocas en la mano lo confirmaba. Seguramente iba al hospital.

—Buenos días —me dijo y me regaló una pequeña sonrisa. Sus ojos estaban ojerosos y aún tenía la marca del golpe en el labio inferior.

—Buenos días... ¿Vas a ver a tus padres?

Asintió.

—Pasaré el día con ellos y en la tarde veré a Tiff. No me esperes para cenar.

—De acuerdo.

—Pero estate lista a las diez.

—¿Qué? —pregunté sin comprender a qué se refería.

—He sido un idiota contigo, así que se me ocurrió una forma genial de compensártelo.

—¿De qué hablas, Nick?

—Shhh... No protestes ni preguntes. Solo espera por mí.

—¿Hablas en serio? —Se levantó y caminó hasta la puerta. Luego se giró hacia mí y me guiñó un ojo.

—Pues sí, como en los viejos tiempos...

***

Justo como había prometido, Nick llegó por mí cerca de las diez. Pude notar que seguía algo decaído, pero eso no evitó que saliéramos de casa y viajáramos durante unos veinte minutos. No tenía idea de hacia dónde íbamos.

Sin embargo, todo me quedó demasiado claro cuando comencé a escuchar una música alta y los gritos eufóricos de la gente.

—Nick, ¿estás loco? —exclamé, sin tener dudas al respecto, mientras aparcábamos la moto—. ¡Tú no puedes meterte ahí!

—Pues ya está decidido —dijo y se encogió de hombros—. Lo haré de cualquier modo. Depende de ti si te unes.

—¡Vas a enfermarte! ¡Eso es una locura!

—Traigo seguridad. —Agitó el cubrebocas en mi rostro mientras sonreía.

—Pero—

—¡Pero nada! —me interrumpió—. Tú nunca has estado en un concierto y voy a ser yo quien te lleve al primero. Punto. Además, yo también necesito algo de distracción.

Comenzó a caminar en dirección a la música.

—Y... ¿Y Tiffany? —pregunté. Me estaba quedando sin «peros» para disimular mi miedo de estar rodeada de tanta gente—. ¿Qué pensará si se entera que llevaste a otra chica a un concierto?

Me miró y una sonrisa ladeada se formó en su rostro.

—¿Por qué, Bessie Boop? ¿Acaso planeas hacer algo inmoral conmigo?

—¿Qué? —exclamé—. ¡Claro que no! Es solo que no... ¡no es correcto!

No se detuvo, seguía mostrando su indiferencia ante mis palabras. Me veía obligada a seguirlo y eso me exasperaba.

—Primero, Bessie Boop, a Tiff no le agradan en lo absoluto este tipo de lugares. Segundo, si tú no lo cuentas no tiene por qué saberlo.

«Ugh», pensé. ¿Por qué le contaría algo a esa idiota?

Ya no tenía más argumentos para largarnos de ahí, así que permanecí en silencio hasta que llegamos al lugar. Era un concierto al aire libre, pero en un terreno cercado.

—Ups —dije con una tristeza fingida—. Qué pena, ya ha comenzado. —Di media vuelta—. Nos vamos.

Me detuvo tomándome por la capucha del abrigo.

—Ya sé que ha comenzado, vinimos a ver la segunda banda. —Solté un bufido y me volteé nuevamente—. Son aficionados, pero suenan jodidamente bien. Te gustarán las versiones de los clásicos que hacen.

Emprendimos la marcha de nuevo y me di por vencida.

—¿Me puedes decir por qué cada vez nos alejamos más de la entrada? —pregunté al ver que íbamos en dirección contraria.

—Porque tendremos nuestra propia entrada...

De repente se detuvo y comenzó a analizar la valla alambrada que rodeaba el terreno. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando miró hacia ambos lados.

—No puedes estar hablando en serio —musité, incrédula—. ¿Piensas saltarte la verja? Nick, tú trabajas y ganas un montón de dinero, ¿por qué diablos te arriesgas a que alguien te pille colándote en lugar de pagar?

—¿Pagar? —bufó—. ¿Dónde está la diversión en eso? Venga, o te pillarán a ti.

—Dios, ¡te odio!

Con los nervios a flor de piel, me acerqué a la valla y me pregunté cómo diablos iba a saltarla. Puse lentamente un pie en ella, pero me tomó por la cintura y me empujó hacia arriba.

—Lamento desanimarte, Bessie Boop, pero no tenemos toda la jodida noche.

Me dio un empujón tan fuerte que estuve a punto de caer revolcada del otro lado. Luego se la saltó con una facilidad envidiable mientras yo solo podía pensar en formas dolorosas de torturarlo.

—¡Voy a matarte! ¿Me oyes?

—Shhh... nos van a oír...

—¡Por supuesto que no, la música está altísima!

Me tomó de la mano y comenzamos a movernos sigilosamente entre unas caravanas, al parecer de los artistas. Había personal de seguridad entre donde estábamos y el área del público, en caso de que inconscientes —como nosotros— decidieran colarse.

—No hay forma de que pasemos —dije mientras me mordía las uñas—. Sabía que esto sería un error.

—¿Estás dudando de mi acaso, Bessie Boop? —respondió con una sonrisa arrogante—. Te dije que te metería en ese concierto, y eso es lo que pienso hacer...

—Nick, ni siquiera sé si me gustará estar entre toda esa gente, sabes que odio los espacios tan congestionados y—

Acortó repentinamente la distancia entre ambos y colocó una de sus manos en mi boca. Me miró fijo a los ojos y yo sentí mi estómago revolverse a causa de los nervios.

—Bessie Boop, vamos a entrar ahí y la vamos a pasar genial. Ambos lo necesitamos. Confía en mí y solo sígueme la corriente. Juro que nunca olvidarás este día.

Asentí y retiró su mano, para luego volver a tomar la mía. Nos quedamos detrás de una de las caravanas, y vi que se subió el cubrebocas y que tomó una roca del suelo.

«Dios, no —imploré—. Esto de nuevo no».

La lanzó rápidamente y la roca golpeó una caravana en el lado contrario a nosotros. El estruendo se escuchó por encima de la música y distrajo a los guardias más cercanos. Sin darme tiempo a pensar, me haló y comenzamos a correr.

—¡Ey! ¡Deténganse ahí!

«Mierda. Mierda. Mierda».

Mi corazón latía tan rápido que pensé que moriría en ese instante. Ni siquiera lograba sentir mis pies mientras nos acercábamos a la multitud. No nos podían atrapar o pasaríamos un muy mal rato.

Él apretó el agarre y aumentó la velocidad. Por un momento pensé que no lo lograríamos... pero lo hicimos.

Llegamos hasta el público y nos adentramos entre la gente para despistar a los guardias. Tropecé con varias personas, pero solo quería seguir avanzando hasta estar totalmente fuera de peligro. Mi idea de diversión estaba a años luz de parecerse a la suya.

Cuando nos detuvimos, el aire apenas llegaba a mis pulmones. Estaba aterrada, pero sentía tanta adrenalina a la vez que creía que iba a explotar. Él me miró, y ambos rompimos en una carcajada nerviosa. Lo había hecho de nuevo.

No supe realmente el momento exacto en que todo a mi alrededor comenzó a esfumarse. No tenía idea de si era la música, el ambiente o la compañía de Nick. Pero ya no me importaba estar afuera de noche o rodeada de gente desconocida.

Él me compró un trago en uno de los tantos bares improvisados que había alrededor del terreno. No estaba muy bueno, pero fue suficiente para que unos minutos después comenzara a reír y a cantar como una loca eufórica. Quizás era el hecho de que solo había probado el alcohol dos veces en mi vida. La primera había sido el día del incendio, y no podía reprimir ese pequeño temor que tenía de que todo terminara igual de trágico.

Sin embargo, verlo divertirse luego de haber llorado sin consuelo la noche anterior era suficiente para que todo miedo se disipara.

Me detuve a observarlo mientras él tenía la vista fija en el escenario. Lucía muy hermoso bajo el reflejo de las luces de colores. Su piel pálida brillaba y sus ojos negros reflejaban todo lo que ocurría alrededor.

Su mano no soltaba la mía y, en ese momento, me pareció como si ambos nos perteneciéramos uno al otro. Y lo hacíamos, de algún modo. Éramos mejores amigos... ¿no?

La última canción de la noche fue una sumamente especial: Always, de Bon Jovi. Esa era una de sus canciones favoritas y también se había convertido en una de las mías. Se bajó el cubrebocas y sonrió de un modo genuino por primera vez en toda la noche y comenzó a cantarla. Sentí un cosquilleo intenso en el estómago.

Estaba algo borracha. Tenía que ser eso.

Cuando la canción y los aplausos de la gente terminaron, acercó sus labios a mi oído, haciendo que mi piel se erizara.

—Gracias... —me susurró—. Por perdonarme a pesar de que soy un idiota... y por haber llegado a mi vida...

«No, Nick —me dije y cerré los ojos—, gracias a ti por haber llegado a la mía».

Lo miré y le sonreí. Luego hundí mi rostro en su pecho y me perdí en la mezcla de su perfume con el alcohol y el humo a cigarro del lugar.

***

—Dios... mis pies me están matando... —me quejé y me detuve. Él soltó una risa.

—¿Los pies? Yo diría que es la cantidad de alcohol que te has metido.

—No fue tanto...

Hice un puchero y doblé mi torso hacia abajo para masajear un poco mis piernas. Los oídos aún me zumbaban un poco, aunque ya estábamos muy lejos de la multitud. Estaba algo atontada aún por la combinación entre la música alta y las luces parpadeantes. Y por el alcohol, que no había sido mucho, pero era más que suficiente para mí.

—Ven aquí —me dijo y se colocó frente a mí. Me subió a su espalda sosteniéndome por los muslos. Enrosqué mis brazos en su cuello y mis piernas en su cintura. Por un momento me sentí como una niña pequeña.

—Me estás ahorcando. —Volvió a reír.

—Lo siento...

Aflojé mis brazos y recosté la cabeza en su hombro. Él comenzó a caminar muy despacio. Una parte de mí me decía que él no debía hacer todo ese esfuerzo físico, pero la otra —más fuerte, al parecer— me gritaba que siguiera abrazándolo. Él ya era un irresponsable sin mi ayuda y cargarme un ratito no sería tan grave en comparación con todas las locuras que había cada día.

—Bessie Boop... deja de respirarme en el cuello.

Enderecé la cabeza y miré hacia el frente.

—¿Por qué, te da cosquillas?

—Sep... algo así...

Asentí y permanecí muy quieta, casi dormida, hasta que volvió a hablarme:

—Ey, despierta.

Me devolvió despacio al suelo. Estábamos frente a un local pequeño y alumbrado. Un olor delicioso salía de su interior.

—¿Dónde estamos?

—En un puesto de perritos calientes. Te daré algo de azúcar para que pases ese subidón que tienes.

No tenía ganas de refutar sus palabras, así que me senté en el borde de la acera mientras él comparaba. Regresó con dos panes, una botella de agua y una Coca cola. Se sentó a mi lado y abrió la bebida gaseosa para llevármela a los labios.

—Ey, puedo hacerlo sola —me quejé.

Sostuve la bebida en mis manos y bebí un gran sorbo.

—Eso te hará bien, tómatelo todo y come algo.

Al terminar de comer me sentía bastante mejor y el sueño se me había quitado. Retomamos nuestro camino.

—¿Ya nos vamos a casa? —pregunté.

—Casi.

—Creía que la moto estaba del otro lado.

—Así es, pero primero quiero que veas algo.

Avanzamos un par de cuadras antes de detenernos frente a un edificio enorme. Me quedé asombrada al mirar hacia arriba. Nunca había visto uno tan alto.

—¿Qué es este lugar?

—Es un hotel de lujo, el edificio más alto de toda la ciudad.

—¿Y qué hacemos aquí?

—Esta noche vas a ver la ciudad, verla de veras, Bessie Boop... Solo dame un segundo y no abras la boca.

Me guiñó un ojo y volvió a subirse el cubrebocas mientras entraba al recibidor del edificio. Desde donde estaba podía ver al portero. Nick se acercó y comenzó a hablar con él. Era muy poco probable que nos dejaran subir, pero no dudaba de su ingenio para burlar las normas. De hecho, me extrañaba que no supiera algún modo de colarse sin ser visto.

Después de una breve charla, vi que el hombre miró hacia mí y asintió. Nick me hizo un gesto para que también entrara. Estaba algo insegura, pero lo hice. El portero me sonrió con algo de compasión en la mirada y me sentí algo desconcertada. ¿Qué diablos se había inventado en esa ocasión?

Le devolví el gesto y seguí a Nick hacia el ascensor. Había muchos otros trabajadores ahí en la planta baja, pero ninguno hizo preguntas el ver que el portero nos había dejado entrar. Él pasó su brazo sobre mis hombros.

Apenas la puerta se cerró, me zafé y lo miré expectante.

—¿Qué mierda le has dicho? —cuestioné—. Me ha mirado como si me quedaran horas de vida.

Soltó una carcajada de diversión.

—Juro que esta vez no dije que quería coger contigo. Solo dije la verdad, ¿por qué no puedes creerme nunca?

—¿Por qué? Porque no sé qué diablos pasa por tu cabeza. ¿Qué le has dicho?

—Nada importante, solo que me he hecho un trasplante que puede fallar en cualquier momento y que quiero darle a mi novia todos los momentos lindos que pueda, para que me recuerde cuando ya no esté.

Quedé pasmada al escucharlo.

—Nick, eso no es verdad...

—Bessie Boop, mi corazón sí puede volver a fallar. Que me cuide no garantiza que el trasplante sea efectivo para siempre. De hecho, no lo será.

—Eso lo sé... —respondí—. Me refiero a que yo no soy tu novia.

Me miró un instante, pero la puerta del ascensor se abrió.

Entramos a una habitación que solo contenía una enorme puerta de cristal. La abrió y salimos entonces a la azotea. Era muy espaciosa y estaba decorada con luces tenues. A un lado había una cafetería con varios clientes y una música baja. Pasamos de largo y nos acercamos hasta el balcón de cristal. Era incluso más alto que él para evitar accidentes, pero los cristales estaban tan relucientes que parecía que no había barrera alguna entre nosotros y el abismo a nuestros pies. Incluso sentí miedo y algo de vértigo, a pesar de que no le temía a las alturas.

El aire era muy frío allí arriba, pero la deslumbrante vista no me permitía pensar en nada más. Desde allí podía ver casi toda la ciudad, con todas sus luces y calles que lucían minúsculas. A diferencia del pequeño pueblo donde yo había crecido, la ciudad nunca dormía. Sin embargo, desde allí parecía estar totalmente en paz.

Me sentí diminuta.

Él se apoyó en el cristal a mi lado, pero yo no me atreví a tocarlo. Me parecía que podía caer si lo hacía.

Entonces miré al cielo.

Había miles de estrellas allí arriba y por algún motivo me sentí más cerca de ellas que nunca. Noté esa que siempre brillaba más que las demás y le sonreí de un modo imperceptible.

Estaba en ese punto intermedio en el que no lograba descifrar si era nostalgia o alegría lo que sentía. Pensé en Stella y recordé sus palabras. ¿Acaso se refería a eso cuando me había dicho que fuera feliz?

De una forma u otra, me sentía en paz con el mundo y conmigo misma. Y llevaba mucho tiempo necesitándolo.

Pero toda mi tranquilidad se esfumó cuando el teléfono de Nick sonó. Pude sentir su miedo al sacarlo de su bolsillo y descolgarlo, y vi sus manos comenzar a temblar mientras escuchaba lo que le decían al otro lado de la línea.

No respondió ni una palabra, solo se volteó hacia mi con el rostro más pálido que nunca antes y con los ojos vidriosos.

No necesité que hablara para saber lo que le habían dicho: su papá había muerto. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro