Capítulo 35
Dedicado a LizyCreis238
***
La cuenta regresiva comenzó.
Extrañaba mucho a Nick y me sentía desolada en ocasiones, pero ni siquiera tenía tiempo para pensar en eso. Primero, estuvo la partida de Jesser que, como había imaginado, dejó a Jojo hecha pedazos. Sentía su dolor en lo más profundo, pues sabía que en muy pocos días decidirían el destino de Jimmy.
Ella no paraba de llorar, no se parecía en lo absoluto a la Jojo que había conocido al entrar en la clínica. Era como si todo su alegría y su entusiasmo hubieran cruzado la reja junto a Jesser para nunca volver.
Dos días después de que él se marchara, ella ni siquiera se levantó de la cama en la mañana. El despertador sonó una y otra vez hasta que yo lo apagué. Fui al baño y terminé de vestirme sin que se moviera. Ya estaba preocupada por su comportamiento, así que me senté a su lado en la cama y acaricié su brazo.
—Jojo, tienes que bajar —susurré. Su única respuesta fue un pequeño gruñido—. Venga, Jojo, ya debes levantarte. Acostada aquí te sentirás peor.
—No quiero ir.
Debía tratar de convencerla. Suspiré profundo y volví a intentarlo:
—Sé que estás pasando por un momento muy difícil. Él te quiere mucho y sé que muere de ganas de verte. Buscándote problemas aquí solo retrasarás tu salida y el encuentro entre ambos.
—Tú no lo entiendes —dijo y comenzó a sollozar una vez más—. Jesser es una de las únicas cosas buenas que me han pasado en la vida. Yo no quiero estar aquí sin él, Bessie, él es lo único que se ha sentido real desde que entré a este lugar. ¿Cómo voy a estar sin él? Era el único que me ayudaba a lidiar con el dolor de la pérdida de mi hermano, y ahora también se ha ido.
No tuve muchos más argumentos para darle.
En cualquier otra ocasión, hubiera hecho hasta lo imposible por levantarla de ahí y hacerla bajar, pero me sentía casi tan triste como ella. Quizás por eso decidí permanecer a su lado. Cuando Jimmy fue a recogerme, le dije que le avisara a Stella que me quedaría con Jojo. Él asintió y se marchó, y yo volví a sentarme al lado de mi compañera y tomé su mano.
Ninguna de las dos habló en un largo rato. No era necesario decir nada, ambas sabíamos que lo que sentíamos no cambiaría las circunstancias. Tal vez éramos solo un par de tontas que se habían esperanzado en vano desde el principio.
***
Los días comenzaron a escaparse casi sin que lo notara, aunque las cosas estaban más tensas que nunca para mí. Después del último incidente con Natalia, nadie me dirigía la palabra o era medianamente amistoso conmigo. Parecía que nunca lo olvidarían.
No me atacaban de manera directa, pero podía sentir el peso de sus miradas en ocasiones, miradas llenas de odio y de cierto temor. Para ellos, no era más que una asesina, como mismo lo era para la gente de mi pueblo.
Algunas veces, pensaba en Víctor y me dolía lo que estaba ocurriendo. Sin dudas, hubiera sido capaz de perdonarlo y de recuperar nuestra amistad luego del beso, pero él había decidido ponerse del lado de los que me juzgaban. La decisión ya no recaía sobre mí, él la había tomado por ambos sin darme siquiera la posibilidad de contarle mi versión de la historia.
No obstante, trataba de ignorar todo a mi alrededor y de concentrarme en las únicas dos personas que apreciaban mi presencia: Jimmy y Jojo.
Jojo no había experimentado ninguna mejoría. Después de una charla que había tenido con Stella, al menos no se negaba a asistir al salón de clases.
Por otro lado, no podía evitar sentir que Jimmy cada vez se alejaba más de mí y del mundo. Estaba más taciturno que nunca y las ojeras eran una añadidura permanente en su rostro. Aunque no me lo dijera, sabía que estaba teniendo problemas para dormir. No podía arriesgarme a colarme en su habitación por las noches. Si me pillaban me castigarían, y no sería capaz de lidiar con nada más en ese momento.
Yo también estaba muy ansiosa, incluso comencé a morder mis uñas, algo que jamás había hecho. Pero ¿qué más podía hacer? Se negaba rotundamente a hablar de su cumpleaños número dieciocho y sus posibles consecuencias. Se estaba ahogando en sus miedos y no aceptaba mi mano para ayudarlo a salir.
La noche anterior a su reunión, no bajó a recogerme para ir a cenar. Pensé subir a buscarlo, pero no podía dejar sola a Jojo en el estado emocional en el que se encontraba, así que fui al comedor solo con ella. Bajábamos a cenar siempre los tres, no podía darle de lado a ninguno. Nuestra mesa siempre se mantenía en un silencio total, ninguno tenía ganas de fingir que todo marchaba bien.
La preocupación no permitió que tocara mi comida y, apenas dejé a Jojo en nuestra habitación, subí por él. Toqué una y otra vez hasta que desistí; no estaba allí. Me quedaba una única opción para buscarlo: nuestro árbol.
Corrí escaleras abajo y salí al jardín. Ya era de noche, pero la iluminación artificial me permitió verlo sentado justo donde había imaginado. Desde la distancia, me pareció más frágil que nunca. Estaba solo y perdido en algún lugar dentro de su cabeza.
Me acerqué despacio y me senté a su lado. Él fue el primero en romper el silencio:
—Estaba hablando con Ana... —susurró sin pensarlo. De inmediato, reaccionó ante sus palabras y trató de enmendarlo—: Es decir, estaba—
—Entiendo —lo interrumpí en un tono de voz dulce y bajo. No necesitaba sentirse más avergonzado de lo que ya estaba—. En ocasiones también hablo con Beth. Creo que puede escucharme en cualquier lugar que esté ahora... La extraño mucho, seguro te ocurre lo mismo con Ana.
—A veces me pregunto si ella me extraña a mí —susurró.
Sonrió con tristeza.
—Sé que es algo estúpido porque ella está... —La sonrisa se borró de su rostro y rectificó—: Ella ya no está.
—Sí está —respondí—, en las estrellas, ¿recuerdas?
Asintió y luego miró al cielo.
—Jason viene mañana, ¿no? —volví a hablarle.
—Sí... él y Stella entrarán conmigo.
—Jimmy... —Tomé una enorme bocanada de aire antes de hablar. No estaba segura de si sería bueno seguir adentrándome en ese tema—. ¿Sabes que nada entre nosotros va a cambiar sin importar lo que pase mañana, cierto?
No respondió. Después de un momento, asintió, aún con la vista fija en el cielo. Supe entonces que ese era su modo de hacerme callar.
Besé con suavidad su fría y sonrosada mejilla —a causa del viento que la golpeaba— y apoyé mi rostro en su hombro. En ese instante, era capaz de sufrir por ambos con tal de borrar ese dolor de su corazón. Pero no había forma de hacerlo. De hecho, no había nada que yo pudiera hacer más que permanecer a su lado.
Sentí una lágrima correr por mi mejilla y también miré hacia arriba. La noche estaba tan nublada que ni siquiera podían verse las estrellas.
***
Los nervios no me permitían controlar mis pies mientras esperaba fuera de la sala de reuniones. Dentro estaban Jimmy, Jason, Stella, Melissa, Gibson y todos nuestros profesores. Llevaban casi una hora allí.
Finalmente, la puerta se abrió y salió Stella. La llamé y corrí hasta alcanzarla. La expresión de su rostro me indicó que mi peor miedo se había hecho realidad.
—Lo siento —dijo y negó despacio con la cabeza. Sus ojos se llenaron de lágrimas y yo sentí que iba a vomitar en ese instante—. Estará solo hasta finales de esta semana. Será transferido a otra escuela, Bessie, al menos estará cerca de Jason.
Al escuchar sus palabras, mis piernas flaquearon. Mi pequeña esperanza de que cambiaran de idea y le permitieran terminar el año en la clínica se esfumó por completo.
¿Qué haría, entonces? ¿Cómo podríamos estar separados tanto tiempo? Tenía un millón de preocupaciones, sobre todo, porque no tenía idea de cómo lograría mantenerlo controlado y estable estando tan lejos de él.
—Tiene que haber otra manera —dije con desesperación—. No pueden llevárselo. Tú sabes que él nos necesita. Necesita estar cerca de nosotras, Stella.
—Ojalá hubiera otra manera, pequeña. Sé mejor que nadie cuán terrible han acabado todas las veces que ha estado fuera de aquí, y también sé que será muy difícil cuidarlo estando tan lejos. Pero esas son las normas, la escuela es para menores de edad. No hay ningún modo de cambiar eso, y en este caso no tengo voto. Solo figuro como familiar.
—¿Y Nick? —repliqué—. Tú lo sabes, ¿verdad? Él no tiene diecisiete, estaba aquí con veinte años. ¡Tiene que haber alguna manera de convencer a Gibson!
—Mi niña, hay una única manera de convencer a Gibson. Ni Jason ni yo tenemos cómo llegar a esa cantidad de dinero, aunque diera mi vida por eso. Además, nadie aquí conocía a Nicholas. Jimmy ha crecido en este lugar, todos saben su edad y no creo que Gibson se exponga de esa forma. Debemos regocijarnos de que no fue enviado a otra clínica, ese era mi mayor temor. Él está hecho trizas, Bessie, y a eso le temo más que a cualquier otra cosa, a lo que pueda hacer.
Me miró a los ojos y luego bajó la mirada con una enorme tristeza reflejada en el rostro.
—Tenemos que ser fuertes y apoyarlo más que nunca; hacerle entender que viviendo con Jason y asistiendo a otra escuela estará bien, que las cosas ya no son como cuando era pequeño y que no volverá a estar solo.
Asentí con desgano.
Se marchó hacia la enfermería y no la seguí. Quizás quería escapar y estar sola.
Todo eso no podía estar ocurriendo, tenía que ser una terrible pesadilla. Me costaba creer que él fuera a salir de la clínica antes que yo y que fuéramos a estar separados. No obstante, Stella tenía razón: el problema real era la reacción de Jimmy. Si él estaba bien, todo lo demás podía esperar.
Debía encontrar la manera de convencerlo de que estaríamos bien y de mantenerlo bajo control. No podía permitir que recayera y se hiciera daño una vez más. Eso podía hacer que cambiaran de opinión y lo enviaran a un manicomio real.
Comencé a hiperventilar y mi cabeza quería explotar. Cerré los ojos con fuerza e intenté normalizar mi respiración. Yo era fuerte, no podía tener un ataque de pánico porque de ese modo no sería capaz de ayudar a Jimmy.
El ruido de la puerta me sobresaltó. Todos los demás comenzaron a salir, excepto él y Jason.
Caminé hasta la entrada de la habitación y pude verlos. Discutían y Jason trataba de calmarlo. Jimmy estaba muy alterado y su rostro estaba enrojecido. Incluso pude ver que su respiración era un caos.
De pronto, comenzó a caminar en mi dirección y pasó de largo como si no me hubiera visto. ¿Qué diablos hacía?
—¡Jimmy! —lo llamé.
Se detuvo súbitamente con mi grito y se volteó despacio. Sus ojos azules también estaban enrojecidos y llenos de lágrimas. Lucía desesperado y eso aumentaba mi miedo.
—Jimmy, tenemos que hablar de esto. —Comencé a acercármele con cautela y le hablé muy bajo—: Necesitas calmarte, ya verás que no será tan malo como parece. Todo va a estar bien y—
—¿Bien? —me interrumpió. Soltó una risa sarcástica y se pasó la mano por el cabello, descontrolando por completo sus rizos—. ¿En serio te parece que algo vaya a estar bien? Me queda menos de una semana aquí, Bessie, ¡menos de siete días!
—Ya lo sé, pero te irás a vivir con Jason, volverás a casa. Las cosas ya no serán como antes. Te sentirás bien y nos tienes a los tres para apoyarte.
—¿Volveré a casa? —Bajó el tono de voz y comenzó a llorar, rompiendo en pedazos mi corazón. Los sollozos le dificultaban hablar—. ¿Acaso no te das cuenta de que yo ya no tengo una casa? Esta es mi casa, Bessie, tú y Stella son mi casa... Yo no puedo irme de aquí, yo no puedo vivir allá afuera sin ustedes.
—Jimmy...
Por mucho que intenté evitarlo, mis lágrimas comenzaron a brotar. Me le acerqué una vez más y tomé su rostro entre mis manos, mirándolo a los ojos.
—Sé que estás aterrado, yo también, pero este no es el fin. Yo seguiré queriéndote cada día más, aunque no estemos juntos todo el tiempo. Hablaremos por teléfono y vendrás a visitarme los fines de semana, no vives demasiado lejos de aquí. Será difícil, lo sé, pero no es imposible. En unos meses yo saldré de aquí y—
—¿Y qué? —me interrumpió de nuevo—. ¿Y qué pasará cuando salgas de aquí, Bessie? Tú ni siquiera vives en la ciudad, estaremos más lejos todavía y no le agrado a tu padre. ¿Cuándo nos veremos, entonces?
—Ahora mismo no lo sé, ya encontraremos algún modo. Yo vendré estudiar a la universidad, viviremos cerca cuando eso pase. Será solo un tiempo. Resistiremos, lo prometo. Yo te quiero, Jimmy, mi padre tendrá que comprender eso, y sé que valdrá la pena esperar.
La expresión de su rostro se endureció y retiró mis manos con suavidad.
—¿Aún no lo entiendes, Bessie? Luego de que esta semana pase ya no estaremos más juntos. Tú seguirás aquí por mucho más tiempo y cuando salgas regresarás a tu pueblo. Y, aunque vengas a la universidad, para eso falta como mínimo un año o dos. No hay manera, Bessie, yo ya no formaré parte de tu vida. No podemos posponer lo inevitable, será incluso peor.
—¿De qué hablas, Jimmy? —exclamé con incredulidad—. ¡Por supuesto que siempre estarás en mi vida! ¿Qué parte de que yo te quiero no entiendes? ¡Te quiero, Jimmy! Por favor no hagas esto. No nos hagas esto, ¡nosotros valemos la pena!
Permaneció en silencio con la vista fija al suelo por unos minutos que me parecieron eternos. Mientras tanto, yo me ahogaba entre sollozos y rezaba porque comprendiera de una vez que yo solo quería estar con él y que lo nuestro era algo por lo que valía la pena luchar.
Finalmente, me miró. La seriedad en su rostro hizo que el aire abandonara mis pulmones y que me preparara para lo peor.
—No hay otra manera —dijo, tajante—. Lo siento, pero este es el fin. Todo esto fue un error, ya no hay un «nosotros».
Y se marchó, dejándome sola y rota en medio del pasillo.
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