Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21

Dedicado a dannia77

***

—No podía dormir —respondió con voz llorosa—, sentía que no podía respirar en mi habitación.

—¿Ah, sí? —dije, pretendiendo que no me importaba—. Qué mal por ti, entonces. No fuiste el único, yo tampoco pude dormir gracias al maldito yeso y al dolor en el brazo.

—Lo siento, de verdad —susurró y bajó la mirada—. Sé que fue mi culpa.

Su rostro reflejaba una enorme tristeza que me hacía dudar, y un nudo se formó en mi garganta. Si pasaba más tiempo con él terminaría por sucumbir.

—Sí, fue tu culpa. Es mejor que te marches y me dejes en paz.

Di un paso hacia atrás y me dispuse a cerrar la puerta. Se levantó con rapidez y me impidió hacerlo.

—Por favor, Bessie —suplicó—. Llevo toda la noche aquí afuera, escúchame al menos.

—¿Que te escuche? —reclamé con enojo—. ¿Me escuchaste tú a mí, acaso? No es mi problema si hiciste guardia afuera de mi cuarto, no te pedí que lo hicieras. Además, dudo que el profesor encargado te lo haya permitido.

—Lo hizo porque le dije que ni siquiera Gibson iba a levantarme de aquí hasta que no hablara contigo. Por favor...

Solté un suspiro de frustración.

No sabía bien por qué le daría una oportunidad, no la merecía. Quizás era por su tono suplicante, o por su rostro infantil lleno de oscuros moretones y ojeras. No podía mentir, me dolía demasiado verlo de ese modo.

Salí despacio al pasillo y cerré la puerta tras de mí, Jojo seguía dormida.

—Vale —cedí—, tienes dos minutos para explicarme de una manera malditamente convincente qué mierda estabas pensando ayer cuando le soltaste ese disparate a Víctor, ¡como si Ana y yo fuéramos un jodido trofeo, Jimmy!

—Lo siento —respondió. Podía percibir la culpa en su tono de voz—. No sé por qué dije eso. Estaba enojado con Víctor y eso fue lo primero que se me ocurrió para molestarlo. Tú sabes lo mucho que me importaba Ana, y en cuanto a ti... yo no tengo a más nadie, solo a ti. Eres la única que me salva de los recuerdos dolorosos.

Se acercó y tomó mi mano, sin que yo pudiera mostrar resistencia alguna. ¿Quién diablos podía resistirse a esos ojos si te miraban de ese modo?

—En serio te quiero, Bessie, más de lo que te imaginas.

—Yo también te quiero, Jimmy —admití—. ¿Cuándo va a quedarte claro eso? Pero no puedes ir por ahí actuando por impulso sin mirar las consecuencias. No. Puedes. Hacerlo.

—Lo sé, lo siento... ¿me perdonas?

Dudé un instante. En el fondo, no le guardaba rencor; no lo conseguía por mucho que lo intentara. No podía aparentar ni un segundo más que era indiferente a su dolor, aunque tampoco le permitiría tratarme como a una pertenencia suya.

—Sí, Jimmy, te perdono. —Su rostro se iluminó y sonrió mostrándome sus lindos hoyuelos. Me mantuve seria y continué hablando con firmeza—: Nunca vuelvas a tratarme como una medalla olímpica, porque te mandaré a volar. Soy tu novia, no un oso de peluche que te ganaste en la feria, no lo olvides.

—Lo sé, jamás cometeré otro error como ese, lo juro.

—Vale, y que conste, además, que eres un idiota —agregué con una pequeña sonrisa.

—Cierto, soy «tu» idiota.

Soltó una risilla. Luego dejó de sonreír y suspiró profundo. Sabía que algo más le molestaba por la forma en que me evitaba con la mirada.

—Hablando de idiotas, ¿qué fue todo eso con Nicholas ayer, por qué te fuiste con él? ¿No se supone que ibas a mantener la distancia?

—No comiences —dije, tajante—. Debes dejar de sentir esos celos absurdos. Soy tu novia, pero eso no implica que vaya a dejar de tener amigos. Nick me agrada. Además, te lo merecías.

Era evidente su molestia ante mi respuesta, pero no dijo nada más. Suspiró de nuevo y después se me acercó para tomar mi rostro entre sus manos. Depositó un pequeño beso en mis labios y me envolvió entre sus brazos. Lo sostuve con todas mis fuerzas y una lágrima corrió por mi mejilla. Nunca imaginé que estar lejos de él fuera tan doloroso.

«No hagas nunca más algo así, Jimmy —supliqué mentalmente—. No te alejes de mí».

—Gracias, Bessie. —Se separó un poco y me habló casi en un susurro—: Gracias por permanecer conmigo.

Me miró a los ojos y vi que su expresión de felicidad comenzó a cambiar por una de tristeza. Me aterraba pensar lo que pasaba por su cabeza.

—¿Qué te ocurre? —pregunté.

—Es que... —dudó un momento—. A veces tengo miedo. Yo... yo destruí a Ana y temo estar haciendo lo mismo contigo...

—¡Deja de decir tonterías, Jimmy! No puedo creer que pienses eso. Ana estaba lo suficientemente rota sin tu ayuda, lo que le ocurrió no fue tu culpa en lo absoluto. —Bajó la cabeza. Levanté su barbilla con un dedo y lo obligué a mirarme a los ojos—. En cuanto a mí, descuida, soy más fuerte de lo que aparento.

Esbozó una pequeña sonrisa triste y lo besé con intensidad. Quería que lo olvidara todo. Se apartó e intentó esconder su mueca de dolor.

—Oh —susurré, avergonzada por mi torpeza—. Disculpa, lo olvidé por completo. ¿Te duele mucho?

Rocé su labio lastimado con la punta de mi dedo y negó con la cabeza.

—No demasiado, es solo una pequeña rasgadura. Siempre se sanan solas, de cualquier modo.

—¿Siempre? ¿Te has roto el labio otras veces?

—Eh... ¿no vas a arreglarte para bajar? —Me miró de arriba abajo sin ocultar su sonrisa burlona—. Sigues en pijama.

Sus palabras me devolvieron a la realidad. Era cierto, parecía un zombi enfermo. Mi primer impulso fue cubrirme la boca con la mano libre.

—¿En serio? —dijo en un tono irónico—. ¿Ahora vas a cubrirte después de haberme besado en esas condiciones?

Rio, recordándome que nunca estaba a salvo de sus bromas pesadas.

—¡Vete al carajo, Jimmy! —respondí sin destaparme la boca—. ¡Tú también luces terrible, creído!

Lo empujé y entré al cuarto tirando la puerta mientras él no paraba de reírse.

—¡En un rato vengo por ti, princesa! —gritó desde afuera.

—¡Vete al carajo, Jim Thomas! ¡En serio!

—¡Te quiero, Harriet Elizabeth! ¡En serio!

Me apoyé tras la puerta y sonreí como una tonta. No podía siquiera explicar el efecto que causaba en mí todo cuanto él hacía. Tal vez lo había perdonado muy pronto, pero ¿a quién quería engañar? Lo adoraba demasiado como para odiarlo. No obstante, esperaba que hubiera aprendido la lección.

***

—¿Por qué me pintas un sombrero? —le pregunté a Jimmy.

Estábamos tirados en la nieve a los pies de nuestro árbol, esperando el atardecer. Él había llevado un marcador y estaba tratando de marcar su territorio. No lo había mencionado, pero sabía que no me perdonaba que Nick hubiera sido el primero en firmarme el yeso y dibujar un pequeño zorrito en él, lo sentía como un acto de alta traición.

—No es un sombrero —se defendió—, es una boa que se tragó un elefante.

Hizo un puchero y no pude evitar que se me escapara una risilla ante su pobre imitación de la ilustración de El Principito.

—Como digas, solo que parece que tu boa tuvo una indigestión.

Reí a carcajadas mientras él seguía tratando de dibujar.

—¿Y ahora qué es eso? —volví a preguntar—. ¿Algún símbolo de invocación demoníaca?

—No, es mi estrella para ti. —Sonrió con timidez—. Para que pienses en mí todo el tiempo.

Al escuchar sus palabras, posé mis labios sobre los suyos. Habían pasado dos días desde el incidente y había sido bastante difícil acostumbrarme a la idea de no poder besarlo sin lastimar su labio inferior. Por suerte, sus heridas ya estaban casi curadas y el moretón de su ojo se había convertido en una mancha amarillenta.

—Yo no necesito una estrella para acordarme de ti, Jimmy. Gracias a ti, tengo el cielo con miles cada noche. Quizás deberías ser tú quien dibuje una estrella cuando pienses en mí, para así saber cuántas veces al día me recuerdas.

—Bessie —susurró—. Si dibujara una estrella cada vez que pienso en ti, ni todas las paredes de la escuela me serían suficientes.

Sonreí mientras se me acercó despacio y me tomó en sus brazos. Luego se acostó en la nieve haciendo que quedara sobre él y me miró a los ojos. Su mirada penetrante y la cercanía de nuestros cuerpos hicieron que mi piel se erizara. Por un momento, agradecí que el árbol no estuviera tan a la vista. Hubiera sido muy embarazoso que alguien nos viera así.

A él nada parecía importarle. Acercó su rostro al mío y unió nuestros labios en un beso apasionado, provocando que olvidara también todo cuanto ocurría a nuestro alrededor. Enredé una de mis manos en sus rizos rubios y lo atraje más hacia mí, intensificando nuestro beso. Nunca antes había sentido ese maratón de sensaciones al mismo tiempo.

Una de sus manos me tomó con firmeza por la cintura; la otra acariciaba mi rostro y mis cabellos. Estaba perdida en su esencia dulce y en sus caricias. Una pequeña parte de mí sabía que estábamos siendo imprudentes, así que decidí separar nuestros labios.

—Jimmy —le recordé en un susurro, tratando de recuperar el aliento—, seguimos en el jardín...

Asintió, sonrojado, y se movió hasta quedar acostado a mi lado. Sostuvo mi mano y me miró a los ojos.

—Eres realmente hermosa, Bessie. No dejes que nunca nadie te haga creer lo contrario.

Sonreí un poco avergonzada. Creía que nunca me acostumbraría del todo a que me hiciera cumplidos.

—Vale... Siempre te tendré a ti para recordármelo, ¿no es cierto?

No respondió, solo apretó mi mano y miró al cielo.

Las estrellas ya habían comenzado a salir. Pensé en cuán triste resultaba el hecho de que nunca había disfrutado de ese único paisaje. Me preguntaba si todos se habrían detenido alguna vez a observar lo mágico que era verlas sonreír desde allí arriba, o si yo lo veía de ese modo por lo novedoso que me resultaba. Quería recuperar de alguna manera todos los atardeceres hermosos que me había perdido en mi vida a causa del miedo.

Pero no le temía a nada en ese instante, y me hubiera gustado gritarlo con todas mis fuerzas. Me limité a observar a Jimmy mientras sus ojos tristes se perdían en la lejanía del firmamento. Si estaba soñando, hubiera querido nunca despertar.

***

Luego de la pelea entre los chicos, el clima en el salón de clases estaba bastante tenso. Víctor me pidió disculpas y me prometió mantenerse lo más lejos posible de Jimmy. Eso implicaba que se mantendría alejado de mí. Me entristecía saberlo.

Pensaba, por otro lado, que era mejor así; que no se acercara demasiado hasta que su ilusión conmigo desapareciera y comprendiera que no pensaba cambiar de parecer respecto a Jimmy. La loca de Natalia también mantuvo distancia y eso me preocupaba. Tanto silencio de su parte era peligroso, me hacía creer que tramaba algo.

Nick, por otro lado, iba por la clínica rompiendo corazones. No era para menos, su atractivo físico y esa aura misteriosa que lo envolvía lo habían convertido en el centro de atención. Era espontáneo y sociable con todos, pero su condición de chico fantasma en el salón de clases hacía que siempre estuviera solo.

Su salud había mejorado y eso me alegraba. Lucía mucho más animado y con mejor semblante. Era una persona despreocupada y optimista, en general. Vivía en su propio mundo lejos de todo tipo de estrés.

Jimmy no me dejaba casi ninguna oportunidad para hablar con él y seguía mirándolo de una forma muy extraña. Estaba segura de que su comportamiento tenía un nombre: celos. Me parecía chistosa su actitud tan infantil cada vez que Nick me llamaba «Bessie Boop» o simplemente hablaba conmigo. Eso hacía que se enojara como un niño pequeño y que evitara dejarme sola a toda costa.

Sin embargo, esa mañana fue la excepción. Las clases se terminaron y Jimmy desapareció sin decirme siquiera a dónde iba. Recogí mis cosas con dificultad a causa del yeso y salí del salón. Todavía no me acostumbraba a llevarlo, era incómodo y doloroso en ocasiones, además de que era muy torpe haciéndolo todo con la mano izquierda. Le había contado a mi familia que era producto a una caída tonta, no por tratar de hacerme la heroína.

Recorrí en vano parte de la clínica, tratando de localizar a Jimmy. Decidí entonces subir para comprobar si estaba en su habitación, no me quedaban muchas más opciones. Cuando estaba a punto de llegar, lo escuché hablar en el pasillo contiguo y apuré mi paso.

Una segunda voz me hizo detenerme. Era Nick. ¿Ellos estaban hablando?

—Mira, hermano, te aseguro que a mí no me importa un carajo tu relación con Bessie Boop. No acostumbro a meterme en relaciones ajenas. Si no quieres contarle, descuida, de mí no saldrá una jodida palabra. Solo fingiré que olvidé todo ese asunto. Ha pasado mucho tiempo, de cualquier modo.

Sentí que mi respiración se cortó por un segundo. Caminé por inercia hasta detenerme frente a ambos sin pensarlo dos veces.

—¿Qué es eso que no quieres contarme, Jimmy?

Se quedaron perplejos al verme.

—Bessie Boop —dijo Nick—, ¿qué haces aquí?

Lo ignoré y caminé hasta estar cara a cara con Jimmy. Me miró aterrado.

—Habla, Jimmy —le reclamé en un tono más duro de lo que pretendía mientras me evitaba con la mirada—. ¿Qué es eso tan importante que no quieres contarme?

—Eh... creo que deberían dejar esa charla para otra ocasión y en un lugar menos... «público».

Nick tenía razón, había varios chicos cerca de nosotros. No quería formar una escena, pero el silencio de Jimmy me exasperaba y aumentaba mi enojo. ¿Por qué diablos me ocultaba tantos secretos? ¿Qué era eso que incluso Nick ya sabía?

—Suficiente, Jimmy —declaré—, estoy harta de toda esta mierda. Cuando decidas ser honesto conmigo, me buscas. De lo contrario, no vuelvas a hablarme ni me molestes más. Ya estoy harta de necesitar una bola de cristal para adivinar lo que te ocurre, ¿me oyes? ¡Harta!

Era evidente que sus nervios estaban a flor de piel, pero se mantuvo callado, como si debatiera consigo mismo qué responderme.

Finalmente, suspiró profundo y habló sin mirarme a los ojos:

—Lo siento... no puedo contarte.

Sus palabras se sintieron como disparos al corazón. Miré el rostro inexpresivo de Nick y traté con todas mis fuerzas de reponerme. No había otra alternativa, no podía lidiar con esa situación ni un minuto más.

—¿Sabes qué? —le grité—. ¡Olvídalo, Jim Thomas!

Di media vuelta y comencé a alejarme de ambos, no quería estar cerca de nadie. Por un segundo, pensé que Jimmy me detendría y sería honesto conmigo de una vez. No lo hizo, y una enorme decepción me invadió. Había tratado de estar todo el tiempo ahí para él y aun así no confiaba en mí. No me quedaba nada por hacer.

Mis ojos comenzaron a escocer y unas lágrimas de impotencia y de tristeza amenazaron con salir mientras bajaba corriendo las escaleras. Al parecer, ese era el final de mi cuento de hadas. Había sido demasiado bueno como para ser real.

Salí al jardín, pero me alejé en sentido contrario a mi árbol de siempre. No quería que Jimmy también fuera hacia allí y que me encontrara. Me senté en la nieve con la mente nublada, tanto que ni siquiera lograba pensar en el frío. Al sentirme tan sola y enojada, no tardé en comenzar a llorar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro