Capítulo 20
Dedicado a Atardecer_L
***
En la mañana siguiente no vi a Nick, ni siquiera en el comedor. Esperaba que se sintiera mejor, pero prefería que se mantuviera bien lejos de mí. No quería que Jimmy volviera a sentirse mal.
Él había ido a recoger sus libros a su habitación para que hiciéramos los deberes juntos, y Jojo se había quedado con Jesser, por lo que estaba sola. Casi llegaba a mi cuarto cuando Víctor me interceptó. Me sorprendí al encontrarlo en el área de las chicas. Llevábamos días sin vernos frente a frente o hablar.
—Hola —lo saludé y traté de esbozar una sonrisa a la que no correspondió.
—Bessie —respondió con seriedad—, hay algo que necesito decirte.
—¿Decirme? ¿Está todo bien?
—En realidad, no pensaba decirte esto por el momento, las circunstancias no son las mejores. Pero... temo que si no te lo digo ahora quizás nunca tenga la oportunidad de hacerlo.
—¿A qué te refieres? Me tienes preocupada.
—Es que... —inhaló y exhaló audiblemente—. Tú me gustas, Bessie, desde que pusiste un pie en este lugar.
—Tú también me agradas mucho, es que...
Solté una risa nerviosa. Esperaba haber malinterpretado sus palabras. Su mirada me indicó que estaba en lo correcto.
—Espera, ¿te refieres a...?
Asintió y tragué en seco. No tenía la más mínima idea de qué responderle a eso.
—V-Víctor, yo... —tartamudeé—. ¿Y-y qué pasa con Natalia? Pensé que ustedes...
—Ya te lo dije una vez, entre Natalia y yo no ocurre nada, por lo menos de mi parte. Y, descuida, no tienes que decir nada. Yo solo quería que supieras que todavía puedes cambiar de idea respecto a él antes de que sea tarde. Yo estoy y estaré aquí para ti.
—Víctor, eres un chico genial y has sido mi amigo desde que llegué. Pero mi relación con Jimmy es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, y no creo que haya nada que me pueda hacer cambiar de opinión. No esperes por mí, por favor, no hay elección posible cuando se trata de querer a alguien. En mi caso, la única opción es y seguirá siendo él.
Antes de que pudiera responder, la voz que menos deseaba escuchar en ese momento lo interrumpió:
—No sabía que ahora te dedicaras a acosar novias ajenas. ¿Dónde dejaste a tu chiflada? ¿Ya te cansaste de ella?
Víctor se tensó ante el tono sarcástico de Jimmy. Me aterró pensar que las cosas no terminarían nada bien.
—Descuida, Jimmy —traté de intervenir a tiempo para evitar una desgracia—, Víctor no me estaba acosando y ya se iba, no hay ningún problema.
Caminé hasta llegar a él y lo tomé por el brazo. Estaba decidida a llevármelo de ahí. Aunque intentaba parecer impasible ante todo —como siempre—, su mirada me indicó que estaba a punto de explotar.
—Yo no estaba acosando a tu novia, Jim Thomas, le estaba dejando claro que es lo suficientemente especial como para escoger a alguien mejor que tú.
«Mierda», me dije y traté en vano de mover a Jimmy. El desastre era inminente.
—¿Y ese serías tú? —preguntó Jimmy.
—Chicos, basta, ya he dicho todo lo que tenía qu—
—¡De hecho, sí! —me interrumpió Víctor—. Ese podría ser yo, o cualquier otro, ¡tú no vales la pena, no mereces a alguien como ella!
—¡Víctor, detente! —grité—. ¿Qué diablos dices? ¡Páralo ya!
Sus palabras provocaron que me enojara. No le permitiría hablarle de ese modo a Jimmy, que lo miraba lleno de impotencia y de ira.
—¿Por qué, Bessie? ¿Por qué tengo que detenerme? ¿Es que acaso no quieres escuchar la verdad?
Miré a Jimmy y noté que palideció al escucharlo. ¿Qué demonios estaba pasando?
—¿Ves? —exclamó, señalando a Jimmy—. ¿Ves su reacción cuando alguien toca ese tema? ¿Tú crees que yo soy peligroso, que soy agresivo y que estoy jodido? ¿Alguna vez te has preguntado por qué el «Señor Perfecto» lleva más tiempo que cualquiera de nosotros encerrado en este lugar? ¿Quieres saber por qué? ¡Porque él está tan jodido como yo!
Hizo una pausa y soltó una risotada. Después agregó en un tono de voz bajo:
—O no, Bessie. Él está mucho más jodido que yo.
Dio media vuelta y comenzó a alejarse. Respiré con alivio, lo peor había pasado.
No obstante, en cuestión de segundos se desató el caos: la carcajada de Jimmy rompió el silencio momentáneo y Víctor se detuvo súbitamente.
La respiración se me cortó. ¿Qué demonios estaba haciendo?
—¿En serio crees que estoy más jodido que tú? —dijo Jimmy en un tono burlón—. ¡Qué curioso! Aun así, ambas me prefirieron a mí, primero Ana y ahora Bessie.
No tuve manera de detenerlo. Víctor se abalanzó sobre él y comenzó a golpearlo antes de que yo lograra parpadear.
—¡Detente, Víctor! —grité—. ¡No lo hagas! ¡Víctor!
Estaba fuera de control y no soltaba a Jimmy. Me helé por completo al ver sus puños llenos de sangre.
—¡Ayuda! ¡Diablos! ¡Ayúdenme!
A ese paso, terminaría matándolo. Nadie llegaba, así que decidí actuar sin medir las consecuencias. Me acerqué a ellos y traté de detener a Víctor. En el furor del momento, me empujó con fuerza y caí al suelo apoyando mi brazo derecho.
—¡¡Bessie!! —gritaron al unísono y se detuvieron.
Mientras tanto, yo estaba tendida en el suelo con la mente nublada.
«Eres una idiota, Bessie —me dije, apretando mi brazo—. Eres una imbécil».
***
Dos horas habían pasado desde la sesión de boxeo. Estábamos los tres en la enfermería escuchando a Stella gritarnos cuán imprudentes éramos, por séptima vez. Mis pies colgaban desde la camilla donde estaba sentada con mi yeso fresco en el brazo derecho.
Me había fracturado el antebrazo y me dolía un poco aún, aunque Stella me había dado calmantes. No era una fractura grave, por suerte. En unos veinte días podría quitarme ese aditamento tan pesado e incómodo.
Jimmy y Víctor estaban sentados en los sillones frente a mí, a poco más de un metro. No habíamos cruzado ni una sola palabra, pero me encargué con la mirada fija en ellos de que ambos supieran que estaba odiándolos con todo mi ser.
Víctor tenía los puños vendados y la ropa salpicada de sangre.
Jimmy, por otro lado, tenía un ojo morado, un corte vendado en la frente y el labio inferior hecho trizas. Aun así, terminó mejor de lo que esperaba. A pesar de que me rompía el corazón verlo en ese estado, no podía flaquear. A fin de cuentas, era únicamente su culpa. No podía salirse siempre con la suya y esperar que los demás olvidaran lo imbécil que podía llegar a ser.
Ambos me observaban con cara de cachorritos asustados, en especial Jimmy. Por momentos me parecía que comenzaría a llorar, pero sabía que no lo haría frente a Víctor.
A esa hora, todos en la clínica ya debían saber lo ocurrido. La loca de Natalia se había encargado de ir y gritarme que todo había sido mi culpa. Stella la corrió rápido de ahí y lo agradecí. Solo faltaba que Gibson llegara para aclarar la situación. Yo no pretendía quedarme a esperarlo, lo menos que me apetecía era ver su cara. Ambos dijeron que yo solo había tratado de separarlos y que no tenía nada que ver en la discusión, era lo menos que podían hacer.
Stella envió a un chico a buscar a Jojo para que me recogiera y me acompañara a la habitación. Seguía atontada por la tensión y el golpe. Pero se me ocurrió una idea mucho mejor para vengarme.
—¡Bessie! —Jojo entró asustada y me observó de pies a cabeza—. ¡Por Dios! Casi muero cuando me dijeron que estabas en la enfermería por un incidente. ¡Pensé que te había pasado algo grave! ¿Qué le pasó a tu brazo? ¿Vas a estar bien?
—Descuida, Jojo, voy a estar bien. «Ellos» —los señalé—, le pasaron a mi brazo.
Apenas se volteó para verlos, soltó un grito de horror:
—¡Dios! ¿Qué fue lo que ocurrió? ¿De qué me perdí?
—Más tarde te cuento con calma.
Le hice un gesto para que se acercara y le hablé al oído para que los chicos no me escucharan. Abrió los ojos hasta el límite.
—¿Bessie? —susurró—. ¿Es en serio? ¿Estás segura de que quieres que haga eso? No terminará bien, sabes que—
—¡Jojo! —la interrumpí—. Hazlo, por favor.
Se marchó y volvió a reinar el silencio. Stella salió para avisarle a Gibson que ya había terminado de atendernos y que podía hablar con los chicos. Unos cinco minutos pasaron antes de que unos toques en la puerta de la enfermería hicieran que, tanto Jimmy como Víctor, clavaran los ojos en esa dirección.
Sonreí victoriosa. Sabía por las expresiones de sus rostros quién era, sin tener que mirar.
—¡Nick! —exclamé y me bajé de la camilla de un saltito—. ¡Viniste por mí!
Caminé hacia él y me sonrió con extrañeza ante la situación. Lucía mucho mejor que el día anterior, y esperaba que su presencia fuera suficiente para disparar los celos de Jimmy.
Sentía sus miradas quemándome la espalda a cada paso, sobre todo, cuando llegué a la puerta y abracé a Nick. En el fondo, solo rogaba que él no pensara que era muy rara por montar toda esa escena y que me siguiera la corriente sin salir corriendo aterrorizado. Por suerte, me devolvió el abrazo ligeramente mientras miraba a los chicos por encima de mi hombro.
—Tu novio es el rubio, ¿cierto, Bessie Boop? —susurró y yo lo miré asombrada. Pareció adivinar lo que pasaba por mi cabeza, porque agregó—: No es tan difícil de deducir por la manera en que me está mirando ahora mismo. Espero que no tenga ningún arma consigo.
Rio por lo bajo.
—Él es un chico complicado —agregó.
—¿Jimmy? Espera, ¿lo conoces?
—Eh... no, no lo creo, es una suposición. La chica morena me dijo que querías que viniera por ti a la enfermería y que no me preocupara, que no tenías nada serio. No deberías utilizarme para cabrear a tu novio, Bessie Boop.
—Yo no te—
Elevó una ceja y me sentí avergonzada. Sí lo había hecho por ese motivo, a pesar de que apenas nos conocíamos y de que sabía que estaba enfermo. Fue muy atrevido de mi parte, esperaba que no me saliera mal.
—Bueno... —admití—. La verdad es que sí, un poco. Lo siento, no debí molestarte para eso. Ahora debes estar pensando un montón de cosas negativas sobre mí.
Sonrió y volvió a mirar a Jimmy.
—¿Cosas negativas sobre ti? Por supuesto que no. Además, dije que no debes hacerlo, no que me moleste que lo hagas. Algo de diversión es buena de vez en cuando, aunque... a juzgar por su rostro diría que él ya se divirtió bastante por hoy.
—Sip...
Pensé en Jimmy y me sentí culpable. Me dolía lo que estaba haciendo, pero quería que aprendiera la lección, así que salí de la habitación con Nick sin mirar atrás siquiera. Imaginaba cómo estaría sintiéndose Jimmy y solo pensarlo me provocaba náuseas. O tal vez eran simplemente las secuelas del golpe.
—Descuida —dijo—, no me molesta haber venido, te lo debía por ayudarme ayer. Gracias una vez más.
—Vale, no tienes nada que agradecerme. Te sientes mejor hoy, ¿cierto?
Asintió.
—Al menos no he vuelto a tener fiebre o vómitos. Te dije que estaría bien, esta mierda es una molestia pasajera. Vamos, te acompañaré a tu cuarto, ya has tenido suficiente por hoy. No sé qué ocurrió entre ellos, pero creo tener una idea bastante cercana. No son más que unos niños inmaduros si hacen ese tipo de tonterías.
—Entonces, ¿crees que es un sinsentido total pelear por una chica?
—Pues sí. De hecho, creo que es un sinsentido total pelear por cualquier motivo. Además, si una chica te quiere no necesita que le demuestres cuán recíproco es el sentimiento yendo por ahí partiéndole la cara a los demás. Debo confesar que se me ocurren maneras mucho más divertidas de demostrarlo...
Me tomó un momento comprender a lo que se refería. Supuse por su carcajada que me había sonrojado.
—¡Ey! ¡Eso no me interesa!
—Descuida, Bessie Boop, no pensaba describírtelas.
Le di un puñetazo en el hombro con mi brazo libre y ambos reímos. Al parecer, todos los chicos eran igual de pervertidos.
—Después de toda esta locura, Aurora nos invitaría a todos a comer pizza para hacer las paces.
—¿Aurora? —pregunté con curiosidad—. ¿Es tu novia?
—¿Qué? Diablos, ¡no! —Hizo una mueca de desagrado—. Aurora es mi mejor amigo, pero es como si fuera mi hermano pequeño. Algunos incluso piensan que lo es. Eso es jodidamente estúpido, no nos parecemos en nada. Nuestros padres son amigos desde la universidad, por eso nos criamos como hermanos. El muy idiota piensa que todo se resuelve comiendo pizza.
—Suena como un buen plan, de hecho. Solo que... no entiendo por qué tiene nombre de chica.
Soltó una carcajada.
—Oh, no, su nombre real es Andrew, pero todos lo llaman así. Verás, cuando era pequeño era delgado y su madre no ayudaba mucho. Le dejaba crecer su cabello rubio y le hacía una coleta, a veces lo confundían con una niña. También se quedaba dormido en cualquier lugar, aún lo hace.
Era algo raro que compararan a un chico con la Bella Durmiente. A la misma vez, me parecía gracioso.
—Y, bueno —agregó—, también es tonto. Ya sabes lo que dicen de los rubios.
—¡Ey! ¡Los rubios no son tontos! —lo reprendí. No me gustaba que dijeran ese tipo de cosas. Estaba enojada con Jimmy, pero él no era ningún tonto—. En ese caso, los pelirrojos traen mala suerte.
Le saqué la lengua y a él pareció divertirle.
—Pues mantente lejos de ellos. Me alegra no ser pelirrojo.
—¿Ah, no? Síguete mintiendo a ti mismo, no eres más que un pelirrojo renegado.
Ambos reímos y continuamos caminando hacia mi habitación. Se sintió muy bien olvidar todos los problemas que me rodeaban al menos por unos minutos.
***
La noche fue un desastre total. El maldito yeso era incómodo y casi no me permitió dormir, además de que el dolor arreció apenas se me pasó el efecto de los calmantes.
No vi ni a Jimmy ni a Víctor en el resto del día, así que no sabía cómo terminó la charla con Gibson. Estaba segura de que no los habían enviado al ala C. Había sido solo una pelea, a fin de cuentas. Ninguno de los dos había recaído, ni siquiera Víctor. Él reaccionó como cualquier otra persona medianamente violenta ante una provocación de esa magnitud.
Estaba preocupada por Jimmy y no podía dejar de pensar en lo mal que estaría con todos esos golpes y heridas. Sentía unas ganas enormes de llorar desde la noche anterior. No lo había hecho porque Jojo tenía razón: no se merecía que llorara por una situación que él mismo había provocado.
Cuando abrí la puerta para dirigirme al baño en la mañana, me sobresalté al verlo. Estaba sentado en el suelo entorpeciendo la salida y mirándome fijamente, con todo ese azul que lograba derretirme siempre.
Al verlo, olvidé todo y quise inclinarme para sostenerlo en mis brazos. Sus palabras sobre Ana y sobre mí retumbaron en mi cabeza y me hicieron detenerme. Debía ser fuerte, así que di un paso hacia atrás.
—¿Qué diablos haces aquí, Jim Thomas?
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