Capítulo 13 - Duelo de gigantes
Un golpe seco sobre mi cabeza detiene la tortura. Me parece distinguir, muy difícilmente, una especie de daga clavada en la pared. No he visto quién o qué la ha lanzado, solo sé que el monstruo sigue vivo.
Me llega el murmullo de una voz desde la oscuridad del pasillo pero no entiendo lo que dice. El corazón me retumba en los oídos como un tambor y las lágrimas no me permiten ver bien. Mi verdugo se levanta mientras se encara hacia la puerta abierta de la celda. Está hablando con otro individuo pero sigo sin entender una palabra de la conversación. Me duele tanto. Quiero cerrar los ojos y que se acabe...
—Creo que no entiendes la situación en la que te encuentras, discípulo. Puedes apuntarme como si apuntaras a una nube en el cielo. Al final regresará a tí y puede que salgas muy malherido. Ahora da media vuelta y ve a jugar a la familia feliz.
Alguien me coge del cabello de la coronilla y me levanta tirando de él. No puedo sostener mi propio peso, con lo cual el dolor que siento colgando de mi propia cabellera es aún mayor. Aún así no grito, ni me retuerzo. Está empezando a costarme respirar.
—¿No te parece preciosa? Una pena que deba morir ella también. Una verdadera lástima...
—Te equivocas. Solo uno de nosotros dos va a morir aquí y ahora, y no pienso ser yo.
Me tira contra la pared y vuelvo a golpearme la cabeza. Veo dos figuras. Dos hombres encarados uno al otro, preparados para luchar y me siento como un ratón entre los pies de los gigantes temiendo ser aplastado. Entonces el otro hombre, el que acababa de llegar, dio el primer paso. Creo que intentaba asestar una patada en la sien a Mamba, pero este se agacha y le coge por el tobillo. Tira de la pierna y le da la vuelta, aunque no llega a golpearse. En el último momento pone las manos sobre la cabeza, gira sobre sus palmas para volver a propinar una patada. De nuevo al aire. El viejo es jodidamente rápido. Una vez sobre sus dos pies se pone a la defensiva, preparado para recibir el ataque de Mamba. Es tan rápido que apenas veo lo que pasa. Cuando termina de moverse, el otro hombre está apoyado sobre su rodilla y se aguanta las costillas con la mano. Se levanta despacio, seguramente muy dolorido, y saca de su cinturón un arma blanca.
—¿También le has enseñado esto a mi hermana?
—Tu hermana nunca estará a la altura y tú lo sabes mejor que nadie. Oh, príncipe... ¡Hubieras sido un gran rey! Pero tuviste que echarlo a perder.
El príncipe se mueve rápido y por fin logra golpear a Mamba. Noto como se me acaba el tiempo, con mis pulmones al borde del colapdo y seguramente una severa hemorragia interna.
—Eres un sucio traidor condenado a pasar la eternidad en el limbo. Un personaje secundario, desterrado y sin futuro, y te atreves a hablar con esa arrogancia. —Qué extraño... Ahora su voz me parece un eco lejano.
—Me temo, heredero, que aquí el menos indicado para hablar eres tú. Vendiste los secretos de tu escuela por una mujer. Traicionaste a tu padre y a todos tus ancestros por nada.
—¡Cállate! ¡No sabes nada!
Me pesan los párpados y el dolor se está desvaneciendo. ¿Es esto lo que se siente al morir? Tengo miedo, quiero que se vaya. Volver a mí rincón en el cajón. Allí está oscuro y nadie me hará daño. Si cierro los ojos estará oscuro, ¿podré volver?
—¡Muñeca! ¿Me oyes? ¡No te duermas!
¿Ha dicho que no me duerma? Pero estoy cansada de estar aquí. Si me duermo el dolor se irá. Ya no tendré miedo. ¿Por qué no me puedo dormir? Ya no oigo sus voces, ni los golpes, ni los chirridos de las ratas. Ni siquiera oigo ya mi corazón. Debe haberse parado al fin, él también está cansado de mantenerme con vida. Ahora los dos dormiremos por mucho tiempo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro