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Capítulo 9: La venganza de un nakama

Luffy se sentía muy inquieto. Ya habían pasado varios minutos desde que Anais había subido al barco, pero todavía no sabían nada de ella. En apenas unos minutos habían derrotado a todos los piratas que habían bajado para atacar la playa, pues todos los Sombrero de Paja y los guardianes de la isla lucharon juntos contra ellos. Tras derrotar a los piratas, Luffy había estado a punto de lanzarse al barco con sus poderes de goma, pero Zoro no se lo había permitido.

- Recuerda que es su batalla, Luffy -le recordó, mientras le agarraba del brazo-. Se enfadaría contigo si te metieras en su lucha. 

- De acuerdo -asintió Luffy-, pero a la mínima que vea o escuche algo que signifique que Anais está en peligro, me voy al barco. 

Después de eso había estado dando vueltas y echándole miradas nerviosas al barco, pero todavía no sabían nada de Anais. Los demás también parecían nerviosos, sobre todo su primo Nick, que había sido herido por un pirata y estaba siendo tratado por Chopper. 

De pronto, el sonido de un disparo los puso a todos alerta. No eran buenas noticias, pues Anais no tenía ninguna pistola, así que solo significaba que Anais estaba en peligro. Sin decir nada, Luffy estiró sus brazos hasta el barco y se impulso a él. Cuando llegó, descubrió que la cubierta estaba llena de cadáveres, y Anais estaba protegiendo a una chica con su cuerpo, delante de un hombre rubio que debía de ser Didrieg. Anais se sujetaba el hombro, y entre los dedos le salía sangre. A pesar de que la herida le dolía tanto que apenas podía mantenerse en pie, miraba desafiante a Didrieg. 

Anais no se dio cuenta de que Luffy estaba en la cubierta. Los ojos empezaban a ponérsele vidriosos, y parecía tener que esforzarse mucho para enfocar. Luffy se quedó mirando mientras Anais y Didrieg discutían sobre la libertad, sin mover un músculo. No intenvendría a menos que Anais estuviera en peligro de muerte. Aún recordaba como había utilizado la excusa de haber intervenido en su pelea con Joe para que le debiera un favor, aunque la habría ayudado aunque no le hubiese debido nada. Desde que la conoció había decidido que quería que fuera su nakama. 

Entonces, Didrieg apuntó directamente a Anais, dispuesta a matarla. Anais empezó a gritar algo, pero Luffy no lo escuchaba bien. Los latidos de su corazón le impedían escuchar bien. ¿Por qué no se movía? ¿Por qué no trataba de esquivar la bala? De todas las cosas que dijo, solo una se quedó clavada en su mente. 

- ¡Mis nakamas me vengarán, y terminarán la misión que yo no pude terminar por ser demasiado débil!

Y entonces comenzó a reír. Luffy escuchó su risa con una mezcla de felicidad y preocupación. Le alegraba poder escuchar la risa de la chica, pero Anais había dicho que volvería a reír cuando terminase su misión. Si lo estaba haciendo antes de tiempo, era sin duda alguna porque creía que su vida iba a terminar en ese momento, ahí mismo. Didrieg se preparó para disparar, y Anais dejó de reír, para mirarlo con una amplia sonrisa. A Luffy casi se le paró el corazón. Su rostro se iluminaba cuando sonreía y los ojos le brillaban con fuerza. 

No podía dejar que esa fuera la última vez que sonriese. 

Antes de que Didrieg pudiera disparar, Luffy estiró su brazo, pegándole un puñetazo en la mandíbula al esclavista. Didrieg se tambaleó hacia atrás y se llevó una mano a la mandíbula enrojecida, pero no soltó la pistola. Por puro instinto, descargó todo el cargador en Luffy, pero éste aguantó los impactos sin inmutarse. Apenas le hacían cosquillas. 

Vio como Anais se derrumbaba en el suelo, aún sonriendo, y la chica a la que había protegido la sujetaba sobre su regazo. La chica miraba a Luffy con una mezcla de admiración, esperanza y terror, pero Luffy no le hizo caso. Tenía cosas más importantes de las que preocuparse. 

Por el rabillo del ojo vio como el resto de su banda subía a la cubierta desde el mar. La mayoría estaban empapados, excepto Robin que había llegado haciendo una cadena de manos. Zoro había llevado a Chopper en brazos. 

- Chopper, cuida de Anais -ordenó Luffy, muy serio-. Los demás, liberad a los esclavos. Están bajo cubierta. 

Todos se apresuraron a cumplir las órdenes. Por una vez que Luffy se comportaba como un capitán, nadie quería desobedecerlo. 

- ¿Quién eres tú? Y aún más importante, ¿qué eres tú?- Didrieg parecía enfadado y confundido. Había gastado todas sus balas en él y no le habían hecho ni un rasguño. 

- Mi nombre es Luffy y soy una hombre de goma -respondió lentamente, mientras se acercaba a Anais, a Chopper y a la chica y depositaba su sombrero sobre la cabeza de la casi inconsciente Anais-. Y, ahora mismo, ¡voy a vengar a mi nakama! -se hizo crujir los nudillos, preparado para pelear contra aquel hombre al que Anais tanto odiaba. 

- Así que tú eres uno de los nakamas de los que esa niñata hablaba con tanto orgullo, ¿eh? -rió Didrieg, tirando la pistola al suelo y poniéndose unos puños de hierro con pinchos sobre los nudillos-. Veamos si tenía razones para estar orgullosa. 

Didrieg fue el primero en atacar. A pesar de ser corpulento, era muy ágil, y consiguió rozar a Luffy con uno de los pinchos de sus puños de hierro, que inmediatamente se clavó en la piel de Luffy. Luffy lo ignoró, al fin y al cabo, era solo un minúsculo pincho, apenas una astilla. Luffy fue el siguiente en pegar, y consiguió lanzar a Didrieg un par de metros hacia atrás con sus puñetazos. Didrieg se secó la sangre que le caía de su labio partido, pero sonreía. 

Siguieron intercambiando golpes, siendo Didrieg el que recibía más, pero era muy resistente y no parecían afectarle mucho los puñetazos que Luffy le daba. Luffy, en cambio, tenía varios pinchos clavados por el cuerpo, y se sentía cada vez más débil, como cuando se caía al mar o lo tocaban con kairouseki. 

- ¡Luffy! -oyó que una voz lo llamaba. Miró y vio que era Anais, que a pesar de que la chica y Chopper trataban de mantenerla quieta se había incorporado ligeramente- ¡Arráncate los pinchos! ¡Son de kairouseki, te están robando la energia!

Inmediatamente Anais se volvió a derrumbar sobre el regazos de la chica, agotada. Sin perder más tiempo, Luffy se arrancó todos los pinchos, haciendo que varios hilos de sangre recorrieran su cuerpo, pero los ignoró. Cuando el último de los pinchos tocó el suelo, comenzó a sentirse mejor, más fuerte, más enérgico. 

- ¡Eso es jugar sucio! -le gritó a Didrieg, pero éste solo rió.

- Nadie le ha puesto normas a esta pelea, chaval.

- Prepárate para perder -le respondió Luffy, con una sonrisa desafiante. 

Echó los brazos hacia atrás y los impulsó hacia adelante, rápido, muy rápido. Inmediatamente, los volvió a echar hacia atrás, a tal velocidad que los puños apenas se veían. Se acercó a Didrieg sin parar de mover los brazos hacia delante y hacia atrás, haciendo que una lluvia de golpes cayeran sobre él. El hombre los recibió todos de golpe, haciendo que le empezarán a sangrar la nariz y la boca. Luffy paró de pegarle y echó los brazos lo más atrás que pudo. Los impulsó de golpe hacia delante, dándole a Didrieg en todo el estómago y haciendo que volara hasta la playa. Vio como los guardianes de la isla lo ataban al descubrir quien era. 

Sin perder más tiempo, se acercó a donde Anais y Chopper. Chopper le estaba vendando la herida para detener la hemorragia, pero la gasa blanca ya estaba completamente roja. Luffy se sentó a su lado, mientras escuchaba varios pasos bajo la cubierta. Al parecer, el resto de la banda ya había liberado a los esclavos. 

- ¿Qué tal está? -preguntó Luffy, inclinándose sobre Anais. Tenía los ojos abiertos, pero los movía sin fijarse en ningún punto fijo, y todavía seguía con una sonrisa, aunque ahora era ausente. 

- Ha perdido mucha sangre y hay que operarla para quitarle la bala que tiene en el hombro, pero es una chica fuerte, sobrevivirá. 

- ¿Lo has oído, Anais? Vas a sobrevivir. Vas a sonreír, y reír, y gritar, y te vas a venir con nosotros al mar. Vas a buscar un sueño que merezca la pena para ti, y lo cumplirás con nosotros. ¿De acuerdo? Lo vas a hacer, y me vas a ver convirtiéndome en el Rey de los Piratas. ¡Prométemelo!

Luffy estaba ansioso. A pesar de que Chopper le había dicho que iba a sobrevivir, estaba muy preocupado. El rostro de Anais se estaba quedando sin color, y sus ojos vidriosos lo asustaban, como si ya estuviera mirando al más allá.

En ese momento, Anais enfocó la mirada en Luffy. Alzó una mano y le acarició levemente la mejilla. El corazón de Luffy pareció detenerse por ese roce.

- Luffy... -susurró con voz débil-. Gracias -su sonrisa se volvió más amplia, pero en ese momento su mano perdió fuerza y cerró los ojos. 

- ¡Anais! -gritó Luffy, preocupado. Una presión horrible se le instaló en el pecho. Ella no podía morir, ella no podía estar muerta- ¡Anais!

- Tranquilo, solo está dormida -respondió Chopper, tras tomarle el pulso-. Está cansada, y han sido muchas emociones fuertes últimamente. 

Luffy se quedó en silencio, sentado a su lado. No pensaba alejarse de ella hasta que se despertase. Tenía que decirle que quería tenerla siempre a su lado, que jamás quería separarse de ella. Tenía que descubrir cuales eran sus sueños. Quería saber qué la preocupaba, y hacer que esas preocupaciones desapareciesen. Simplemente quería que ella fuese feliz. 

De pronto una mujer se sentó de golpe a su lado. Vestía un destrozado vestido azul y marcas hechas por esposas decoraban sus muñecas. Sus ojos eran grandes y castaños, y su rostro, a pesar de ser más mayor y estar surcado por ligeras arrugas alrededor de los ojos, era muy parecido al de Anais, aunque estaba enmarcado por una melena castaña en vez de por una pelirroja. 

La mujer acarició la frente de Anais, con los ojos anegados en lágrimas. 

- Mi niña... mi preciosa niña... -susurró. Miró a Chopper con ansiedad en la mirada-. ¿Se pondrá bien?

- Sí, Lyzbeth-san. El doctor Chopper ha dicho que se pondrá bien -respondió en vez de Chopper la chica que sujetaba a Anais. 

- ¿Eres la madre de Anais? -preguntó Luffy, recordando que Anais le había dicho a Shanks que su madre se llamaba Lyzbeth.

- Sí -respondió ella, mirandolo con curiosidad. La sangre de sus pequeñas heridas aún seguía cayendo por sus brazos y piernas, y empezaban a molestarle las heridas, pero ella las pasó por alto, fijando su mirada en los ojos negros de Luffy-. Vosotros... y los chicos y chicas que nos han sacado de las celdas... ¿sois sus nakamas?

Luffy y Chopper asintieron. Lyzbeth abrazó a Luffy con fuerza, a pesar de sus múltiples heridas. Luffy la abrazó de vuelta con cierta torpeza, sintiendo como un líquido templado le mojaba el hombro. 

- Gracias -susurró Lyzbeth, con la voz temblorosa por las lágrimas-. Gracias por ayudarla y no dejar que muriese. 

Luffy apartó a Lyzbeth con suavidad pero firmeza, y la miró fijamente a los ojos, muy serio. 

- Jamás dejaré que uno de mis nakamas muera. 

Y así termina el noveno capítulo de "La chica de la sonrisa pintada" Todos son libres ¡¡¡bieeeeeeennn!!! Aunque Anais aun no ha salido de la zona de peligro ¡¡¡nooooo!!! Espero que hayais disfrutado del capítulo, aunque sabíais que no mataría a Anais. Lo sabíais, ¿no? Si pensabais que lo haría, os aviso que odio matar a personajes de mis novelas. A veces tengo que hacerlo, pero siempre termino haciendo que vuelvan de una manera u otra XD Buenooo, y la pregunta de esta semana es *redoble de tambores extra largo*:

Si pudierais tener un poder en plan akuma no mi, ¿cual sería? A mi me gustaría ser una mujer kairouseki. Sé que no tiene sentido, que estaría todo el rato en plan saco de patatas porque me tendría "alergia" a mí misma, pero si de alguna manera pudiera luchar bien, sería la bomba. Sería super dura, podría dejar a los usuarios de las frutas en plan esponja de mar y cosas así... ¿No sería genial?

Bueno, espero que hayais disfrutado el cap, además que lo he subido en muy poco tiempo por vosotr@s (un día!!!). También ha habido un poco de Anais x Luffy, como habían pedido en los comentarios. No os olvideis de votar y de comentar, que con cada "A @nosequien le ha gustado tu historia" o "@nosequién ha comentado en tu historia" me pongo hiper extra mega super pandi feliz!!!

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