Capítulo IV
Lou corre por las calles de Berlín
—Ya no más miedo— susurra la pequeña pelirroja mientras corre, dejando escapar humo de su boca el cual se evapora en un santiamén, se evapora como la vida de cada ser humano, como la vida de su madre y como la de la "bestia".
Toca como una loca la puerta
—¿Pero qué haces aquí Lou?, ¿Y mamá?, ¿Acaso viniste sola?— Lou se aferra al cuello de su hermano, después de esto, ella se ha prometido no separarse de su hermano, ya nada podrá causarle daño, lo único que quiere es ser feliz junto a él.
El pelirrojo abraza con más fuerza a su hermanita quien no para de sacar lágrimas, mientras acaricia su cabello con cuidado.
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