
Capítulo 8
No quiero mirar el mensaje, tengo miedo. Cassiel me entregó mi celular y desde que lo tengo en mis manos no lo he dado vuelta, no quiero saber lo que tiene para decir.
Los gritos que se escuchan por encima de la música me desconcentran. Veo que Cassiel se acerca hasta mí y me mira confundido.
–¿Qué está pasando? –pregunta.
–No lo sé...
Salgo del pasillo donde se encuentran los baños, con Cassiel detrás mío. Hay demasiadas personas alrededor de algo o alguien que no logro ver. La música sigue sonando pero a un volumen más bajo.
–¡¿No saben hacer nada bien?! –es la voz de Lena.
–Lo sentimos, se descontroló... –escucho la voz de un chico que no conozco.
–¡Lo practicamos! –responde Lena a los gritos –Se lo tendría que haber pedido a Aiden...
Logro acercarme a donde se encuentra. En el centro está Lena junto a Naida, gritándole a dos chicos. Busco con la mirada para encontrar a Elliot, pero no lo veo por ningún lado. Me abro paso a empujones para llegar hasta ellas.
Dios...Es fuego, mucho fuego. Al parecer los dos chicos a los que la morena les está gritando intentaron hacer una especie de fénix de fuego sin mucho éxito. Y digo intentaron porque claramente el pájaro se está convirtiendo poco a poco en una pared de fuego hasta tocar el techo.
No puede estar pasando lo mismo, ¿no?. Ellos saben de esto, de sus...poderes. No se va a incendiar la Academia. Es estúpido pensar eso.
¿Y por qué si es estúpido estoy entrando en pánico?. Necesito salir de aquí.
–¡Una figura de fuego pequeña! –grita Lena –Dije que prendieran un fuego pequeño. ¡Esto no es pequeño! ¡Van a incendiar la puta fiesta!
Eso es todo, tengo que salir de aquí.
Empiezo a abrirme paso nuevamente entre la muchedumbre de gente. Oigo los gritos de Cassiel pero sigo caminando hasta la salida. Tendría que buscar a Elliot, pero lo único que quiero hacer es refugiarme en mi nueva habitación.
Logro pasar entre los cuerpos sudados y empiezo a caminar un poco más rápido.
Los gritos de Lena se siguen escuchando y la música apenas se oye. Veo la puerta de salida y aumento el paso. Siento como mis manos sudan y no por todo el calor que hace aquí dentro. Mi garganta está seca y mis ojos a punto de soltar lágrimas.
Ya estoy cerca hasta que choco con alguien y caigo al suelo por los estúpidos tacones que Elena me obligo a usar.
–¿Necesitas una mano? –dice una voz. Veo una mano extendida hacia mí, pero no es hasta que aparto los ojos de esta que localizo a quién pertenece la voz. Aiden.
–¡Luzco como si necesitara tu ayuda! –grito. Estoy nerviosa, cansada y lo único que quiero hacer es llorar.
–¿Enserio quieres que responda eso? –dice en tono de burla –Porque todo el mundo te está mirando en este momento y esos zapatos no se ven muy cómodos.
–¿Por qué estás siendo amable conmigo? –digo un poco más calmada.
–No tenemos por qué ser enemigos, Alyssa.
–Pero tampoco somos amigos. Apenas te conozco.
–Cierto.
–¿Entonces qué somos? -interrogo.
–Creo que las etiquetas están sobrevaloradas –responde –Por qué sólo...somos. Deja que vuele –contesta con una sonrisa arrogante.
Su mano sigue extendida, pero está vez la tomo. Me ayuda a levantarme y me saco los tacones.
–Te veo luego –dice un chico que hasta este momento no me había dado cuenta que presenció el espectáculo entre Aiden y yo.
–Nos vemos, Dyl –contesta el pelirrojo.
Aiden me guía hasta la puerta y comienza a caminar conmigo hasta que finalmente salimos de esa maldita fiesta. Siento como mi respiración se tranquiliza un poco y como mi llanto se echa para atrás.
Giramos varias veces, pasamos por pasillos oscuros y no es hasta que me concentro en el recorrido que me doy cuenta que Aiden me está llevando hasta mi habitación.
Abre la puerta, me deja pasar y luego entra él. Tiro los tacones a penas entro y me siento en la cama. Maldito vestido, sólo puedo tener las piernas extendidas, si las cruzo se vería todo.
Aiden se encuentra con la espalda apoyada contra la puerta, tiene unos jeans oscuros y una camisa blanca que marca sus bíceps. Está inspeccionando la habitación, hasta que sus ojos se encuentran con los míos.
–Lamento que te perdieras el resto de la fiesta –digo, porque me siento un poco culpable, solo un poco.
–No importa, esto es más divertido –responde con esa maldita sonrisa arrogante.
–¿Qué cosa?
–Estar aquí, viendo tu cara. No sé por tu expresión si quieres llorar o gritar.
–¿Así que por eso sigues aquí? –me acomodo mejor en la cama para que no se me levante el vestido –Te estás burlando de mí.
–No me estoy burlando de ti –cruza sus brazos –. Sólo digo que me parece muy divertida tu cara en estos momentos.
–Porque mejor no te vas de una vez y me dejas sola, Aiden –me levanto de la cama –Vuelve a la fiesta.
–¿Se puede saber por qué saliste corriendo de aquel lugar? –ignora lo que le dije.
–Ya te dije que no soy la mayor fan del fuego.
Empieza a dar vueltas por la habitación, mientras yo sigo petrificada en mi lugar delante de la cama. ¿Por qué le estoy dando explicaciones?
–¿Y por qué fuiste en primer lugar a una fiesta que iba a estar rodeada de este? –inquiere con una ceja arqueada.
–Pensé que podría controlarlo, pero al parecer no... –susurro –Aparte, Lena literalmente me arrastró a la fiesta –digo ahora con más seguridad en mi voz.
¿Por qué le sigo dando explicaciones? ¿Y por qué su nivel de idiotez está a un nivel más bajo?
–Pobre princesa, no tiene opinión propia –se burla –Además, yo te dije que en el tema fuego te podía ayudar como más gustes.
Retiro lo dicho, sigue teniendo el mismo nivel de idiotez. Aiden deja de dar vueltas por la habitación y se detiene frente mío, a unos pasos de distancia. Tiene las mejillas sonrosadas, pero no sé si se debe a que bebió o por el ambiente al final de la fiesta.
–¿Siempre eres así? –espeto –Tan arrogante y creído y...
–Es una de mis mejores cualidades –me interrumpe –. Si quieres puedes descubrir las otras cuando quieras.
–No, gracias. No voy a caer en tus tácticas de coqueteo o estrategias de ligue o como sea que lo llames.
Sus ojos adquieren una chispa y su sonrisa se ensancha. No tendría que haber dicho eso.
–¿Mis tácticas? –pregunta –No tengo ninguna táctica o estrategia, ¿cómo dijiste, de ligue? –se burla.
Aiden da un paso acortando la distancia entre nosotros. Mis piernas chocan contra el final de la cama, pero me mantengo firme en mi lugar.
–¡Por favor! –sonrío –Si Lena me dijo que te gustan las rubias sólo porque tengo el pelo oscuro.
–Así que hablas de mí con Elena –no aparta la vista de mis ojos –¿Dijeron algo más que debería saber? –pregunta con un aire arrogante.
Logro salir del encierro que hizo con su cuerpo y mi cama y me dirijo al lado de la ventana que se encuentra un poco abierta. Necesito aire fresco.
Me siento nerviosa o incómoda, pero esta vez no es a causa del fuego en la fiesta, es por él y no quiero sentirme así. Todavía no sé porque no le grité que se fuera a penas entré por la puerta. Luego recuerdo lo que dijo Lena, de que era un mujeriego y Naida tachándolo de peligroso. No me tengo que intimidar por él.
–¿Sabes? –ignoro lo que dijo –Alguien muy sabio decía "cuánto más perfecto uno luzca por fuera, más demonios tiene por dentro"
Se acerca hasta mí y me arrincona contra la pared. Es gracioso pensar que hace unas horas estaba en esta misma posición pero besándome con Elliot, y ahora estoy en una conversación de lo más rara con Aiden.
No me toca, pero con su sola presencia y cuerpo tan cerca del mío hace que mi corazón empiece a latir más rápido de lo normal. Me mira fijo con sus ojos verdes y con una sonrisa que lo hace creer superior.
–Así que crees que soy perfecto –susurra –. Gracias, eso ya lo sabía, pero aumenta mi orgullo.
–No estoy jugando, Aiden –siento como su aliento choca contra mi cara por la proximidad.
–¿Entonces, quién te dijo esa estupidez?
–Sigmund Freud
–Así que eres toda una cerebrito –se burla –No sólo una princesita.
–Eres peligroso, Aiden –se acerca más a mi cuerpo y como reflejo apoyo mis manos en su pecho para apartarlo sin éxito –Y no quiero ese peligro en mi vida en este momento.
Baja su vista a mis manos y la vuelve a subir hasta mis ojos. Mi espalda está pegada contra la pared y siento como el vestido está más corto por estar mal acomodado, pero no aparto las manos de su duro pecho. No sé lo que puede llegar a pasar si las aparto.
No dice nada durante unos minutos. Sin los tacones de Elena vuelve a sacarme más de una cabeza, pero eso no parece importarle. Me inspecciona, pasando por el vestido un poco arrugado en la cintura hasta colocar un mechón de pelo ahora no tan lacio detrás de mi oreja. Contengo la respiración. Sus ojos verdes viajan a mis labios, pero solo por una fracción de segundo, porque vuelve a levantar la vista y a sonreír.
–Si yo soy peligroso ¿Tú qué eres? –interroga –Creo recordar que te dije que esa carita escondía secretos oscuros.
–Entonces si somos enemigos –le recuerdo lo que me dijo en la fiesta.
–Ya te dije que no me gustan las etiquetas –aparta mis manos de su pecho y las lleva a los costados de mi cuerpo. Siento como su mano roza contra mi pierna desnuda y eso hace que una corriente eléctrica me recorra por completo.
–Sí, lo sé. Pero no te quiero cerca –su mano no se aparta, sube despacio hasta el inicio de mi vestido y ahí se detiene.
–Cuidado con lo que dices –susurra a mi oído –Puede acabar siendo lo contrario.
–No lo creo...
–Vas a rogar quemarte conmigo –sus labios tocan mi oreja –Te puedo enseñar lo hermoso que es el fuego.
–Paso –digo con un hilo de voz.
–No por demasiado tiempo, princesa –su vista vuelve al frente.
Nos quedamos mirando a los ojos, él aún con sus manos sobre las mías y rozando mi pierna, nuestras respiraciones se mezclan. Me tiene nublada, no sé qué es lo que estoy haciendo.
La puerta se abre de golpe y como puedo me aparto de Aiden.
–Aly, ¿estás bien? –Es Elliot. Se acerca apresurado hasta donde me encuentro –Te busqué por todos lados, me asustaste.
Lleva sus manos a mis mejillas y luego me abraza. No es hasta que Aiden carraspea que se da cuenta que no estaba sola.
–¿Tú qué haces aquí? –pregunta enfadado.
–Tranquilo, rubia. Cuide bien de tu hermanita –Aiden le responde.
–¿Qué dices, idiota?
–Elliot, tranquilo –trato de calmarlo –me caí cuando pasó todo lo del fuego y él me acompañó hasta acá.
Los ojos de Elliot pasan de mí hasta Aiden. Mi respiración todavía se encuentra alterada por lo que recién pasó, pero él muestra tanta calma que parece que lo único que hizo fue acompañarme hasta mi habitación.
–Vamos, Lena. Ayúdame un poco.
Naida entra con Elena tambaleándose. ¿Está borracha?. Pero sí hace unos minutos le estaba gritando de lo más despierta a esos chicos.
–Me lo prometiste –dice Nai –Estás muy borracha ahora.
–No, no lo estoy –la morena arrastra las palabras –Sólo estás un poco borrosa.
No puedo evitar reírme con lo que dice. Todos los ojos se voltean en donde estoy y el color se sube a mis mejillas. Estoy nerviosa en estos momentos, y se ve que la risa es mi canalizador.
–Lo siento, Aly –se acerca Lena –. Les dije que tenía que ser un fuego pequeño y eso no fue pequeño –se le escapa un hipo –. Esto no hubiera pasado si Aiden lo hubiese hecho. Dios, porque tiene que ser tan bueno, es un creído de mierda... –Lena voltea al costado y ve Aiden parado junto a la ventana –Hola, Aiden...Buena fiesta, ¿no?
Naida vuelve a agarrar a Elena, se disculpa por la fiesta y salen de la habitación.
Elliot hace el amago de volver a abrazarme y veo como Aiden esboza una sonrisa cuando lo detengo.
–Estoy muy cansada, Elliot –digo –Mejor hablamos mañana.
–¿Estás segura? Puedo hacerte compañía...
–No escuchaste a tu hermana –le responde Aiden –dijo que quiere estar sola.
–¿Y tú por qué sigues aquí?
–Porque ella no me ha pedido que me vaya –espeta.
–Fuera los dos –hablo un poco más alto –Quiero estar sola –me giro hacia Aiden –Gracias por ayudarme –me volteo ahora hacia mi hermano –. Y gracias por preocuparte, pero quiero estar sola.
–De acuerdo –Elliot planta un beso en mi mejilla –Mañana hablamos.
–Recuerda lo que te dije –dice Aiden.
Los dos salen por la puerta. Mi hermano con una expresión de confusión por lo que dijo el pelirrojo y este último con una sonrisa arrogante.
Cuando estoy sola, agarro mi celular y me siento en la cama.
No quiero ver el mensaje, pero tengo que hacerlo. Me tengo que armar de valor si quiero saber quién es, porque me advirtió del engaño de Liam y luego me acosa. ¿Será la misma persona que vi en el patio de casa? ¿La misma persona de mis sueños?. Esa noche mis sábanas estaban con una mancha de quemado, ¿habrá sido él o...yo?. No, no tiene sentido. Helen me dijo que soy de Aire, no de Fuego. No pude haber quemado las sábanas. ¿Cierto?.
Doy vuelta la pantalla y la enciendo, veo la notificación. Desbloqueo el celular y voy a mensajes.
Es una foto de la fiesta donde salgo bailando con Elliot.
Me encanta como se te ve ese vestido...Y al parecer a tu hermano también. Pero, oye, no es tu hermano de verdad, pequeña traviesa. Lastima que los demás no saben ese detalle.
Dulces sueños, bonita.
Desconocido.
Se acabó. No más fiestas, no más lágrimas, no más lástima, no más ataques. Voy a saber quién es, voy a descubrir porque mamá y papá murieron. Voy a entrenar para controlar unos poderes que me parecen irreales y que ni siquiera sé si tengo. Pero lo voy a hacer y cuando lo logre, ese maldito habrá querido desear nunca mandarme un mensaje.
Ahora sólo tengo que creérmelo.
✦✦✦
Holaa, no pude subir el capítulo ayer, pero aquí está el capítulo 8!!! espero que lo disfruten
¿Les está gustando? ¿tienen teorías? ¿personaje favoritx?
Como ya deben saber me ayudan mucho votando el capítulo o comentando, es la motivación de los que escriben jaja
Ahora sí, espero que tengan un lindo día <3
~Luly
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