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Capítulo 6

–¿Sabes que estoy pensando? –Elliot me pregunta.

Estamos en mi cuarto, más precisamente en mi cama. Luego de que hace un día me mostrara lo que podía hacer se quedó a dormir conmigo, tenía miedo por si me atacaban las pesadillas, por el momento no sucedió, pero nunca se sabe. Así que este es el segundo día que dormimos juntos...sólo dormir.

–¿En qué? –susurro cerca de su boca. Estamos los dos abrazados y uno frente al otro. Siento como su mano hace círculos en mi cintura, levantando un poco de más mi pijama para tocar mi piel caliente por lo cerca que estamos. Son cerca de las siete de la mañana y el sol ya entra completamente por la ventana.

–En que ya no tenemos que fingir más...no aquí –siento como deja pequeños besos por mi cuello, subiendo pasando por mi frente, mis párpados, mi nariz, hasta depositar uno en mis labios que me dejan con ganas de más y con una tranquilidad abrumadora.

–¿De qué hablas? –estoy un poco adormilada todavía y los besos que esparce por todo mi rostro no ayudan a que me despierte.

–Digo que ya no nos tenemos que esconder Aly, aquí no nos conoce nadie.

Eso hace que despierte. Echo un poco la cabeza hacia atrás para verlo mejor y acomodar mis ideas sin el toque de sus labios sobre los míos.

–Sabes que es mucho más complicado que eso.

Se acomoda mejor, su espalda queda recostada contra el respaldo de la cama y hace que la camiseta que lleva de pijama se levante dejando ver una porción de piel.

–¿Qué es complicado? –espeta, su entrecejo se frunce en expresión de enojo y lleva sus manos a su cabeza a modo de desesperación.

–Elliot... –me acomodo yo también para quedar a su altura, me arrodillo entre medio de sus piernas y tomo su rostro con mis dos manos, sus brazos que estaban en su cabello ahora bajan hasta mis caderas y se aferran a ellas.

–No, Aly. Ya no lo aguanto más. No aguanto no poder besarte cuando yo quiera, tocarte cuando yo quiera, ¡darte un puto abrazo cuando yo quiera sin que se malinterprete!. No estamos haciendo nada malo... –finaliza en un susurro.

–Solo que te gusta tu hermana –digo también en un susurro, aún con mis manos en sus mejillas.

–Hermanastra –me corrige –. Sabes bien que no compartimos sangre –dice con una risa ahogada de fondo.

–Si... pero eso nadie lo sabe, no entiendo porque nuestros padres se empeñaban tanto en ocultarlo.

–Yo tampoco –dice con una mueca de tristeza.

Me sienta en su regazo y me rodea con sus brazos mientras que mi cabeza queda apoyada a un costado de su cuello, permitiendo inhalar su olor a colonia que tanto me gusta. Nos quedamos así un rato sintiendo la presencia del otro, sin decir nada.

Elliot es mi hermano adoptivo, aunque eso sólo lo sabíamos mis padres y yo. Llegó a nuestra familia antes de mudarnos a la que era nuestra casa, ahora incendiada. Éramos chicos, y si bien al principio jugábamos como dos niños comunes, a medida que fuimos creciendo nuestra relación se alejaba de lo fraternal. Siempre nos habíamos tratado como amigos, no como hermanos y al entrar a la adolescencia eso se notó aún más. Las miradas furtivas, los abrazos espontáneos, las risas a la noche cuando nos quedábamos mirando una película, los pequeños roces a propósito solo por la necesidad de sentirnos cerca. Todo eso se fue acumulando hasta que explotó por primera vez en mi cumpleaños número dieciséis.

Estábamos en una fiesta, yo no era de salir mucho, y sigo siendo así, pero esa vez Olivia me arrastró. Era una fiesta de último año y coincidía con el fin de semana que fue mi cumpleaños, estaba lleno de gente, así que no importaba qué edad tenías, la gente entraba y salía por la puerta sin preocupación. Elliot también había ido con sus amigos. Sentí su mirada puesta en mí toda la noche, creo que los dos ya presentíamos que sucedía algo, que algo no estaba bien o que no funcionaba de la manera en que lo tenía que hacer. No lo veía como mi hermano y él claramente tampoco a mí como la suya. Y pasó...

Nos besamos por primera vez en el baño cutre de esa fiesta que no sabía a quién pertenecía. Elliot había tomado y a decir verdad el mareo que sentí cuando nos besamos no sé si fue producto de lo que había bebido o del contacto de sus labios con los míos. Después de eso salí corriendo y no le hablé por una semana. A partir de ahí, fue como un círculo vicioso. Nos ignorábamos, luego nos tratábamos como hermanos para después besarnos a escondidas en nuestra casa. Siempre decíamos que sería la última vez, pero nunca era la última vez. No queríamos que ni papá ni mamá se decepcionaran de nosotros, por eso tratamos por todos los medios de tener una relación de hermanos o de ser amigos como mucho, llevarnos bien sin sentimientos de por medio, como cuando éramos niños. Pero no funcionó...

–¿En qué piensas? –La voz de Elliot me devuelve a la realidad.

–En que ya veremos cómo resolver esto, lo prometo –me da una sonrisa no muy convencido.

✦✦✦

Definitivamente necesito un mapa, este lugar es enorme y ya me perdí como diez veces en lo que va del día. Estoy caminando por un pasillo que espero sea el que me lleve al aula doce, Helen me dijo que para ir familiarizando con los "elementos" tal vez sería bueno que viera cómo se imparten las clases en la Academia. La verdad todo esto todavía me resulta surrealista y no entiendo cómo es que no me dió un ataque de pánico por ello.

–¿Necesitas ayuda? –me doy media vuelta hasta quedar frente a una chica muy bonita. Tiene la tez oscura y los ojos negros profundos. Es más alta que yo y su pelo se encuentra completamente trenzado, lo que me hace querer preguntarle si esas diminutas trencitas no le hacen doler la cabeza.

–Ehh, la verdad es que sí. Soy lo que se podría decir nueva –digo –. En todos los sentidos de la palabra.

Ella esboza una sonrisa y se acerca para presentarse.

–Soy Elena, pero puedes llamarme Lena. Fuego –dice con una gran sonrisa que cubre todo su rostro.

–¿Fuego?

–Si que eres nueva, chica –me sonrojo –. Mi elemento es Fuego.

Claro, elementos, ellos poseen elementos.

–Te dije que era en todos los sentidos de la palabra –trato de disculparme por la vergüenza que estoy sintiendo –. Soy Alyssa...ehh de ¿Aire?

Elena ríe. Si, lo sé, debo estar pareciendo una idiota.

–Si, lo sé. Aiden estuvo en la misión de ir a buscarlos a ti y a tu hermano –enfatiza la palabra misión haciendo comillas con sus dedos.

Aiden. Era demasiado pedir no escuchar su nombre en todo el día.

–Si... –pongo cara de desagrado al escuchar el nombre de Aiden –Estoy buscando el aula doce.

–Veo que no te cae bien Aiden, tranquila pasa así con casi todo el mundo. Ven, vamos te guío hasta el salón, yo también tengo clase allí.

Nos dirigimos por un montón de pasillos de aspecto antiguo, con ventanales y piedra por todos lados. Resulta que hubiera llegado quince minutos antes si hubiera doblado en la primera vuelta en vez de haber seguido derecho, estaba llegando a los dormitorios del otro lado del edificio.

Elena parece ser una chica divertida, su sonrisa no desapareció en ningún momento del recorrido y su exceso de energía me hace pensar que necesito del café que toma para también poder despertarme así.

–¿Por qué decías eso de Aiden? –pregunto.

–¿Qué pasa, te gusta? –insinúa subiendo y bajando sus cejas oscuras perfectamente depiladas.

–¡Qué, no para nada! Es insoportable, además todos los encuentros que tuve con él me dejó bien en claro que no era su tipo –genial, si lo digo así parece que si me gusta.

–Es Aiden siendo Aiden, es un mujeriego. Seguro te dijo que le gustan las rubias porque tu pelo es castaño, es su táctica –me confiesa.

–Pues qué táctica tan estúpida.

–Coincido, pero es el mejor de Fuego de la Academia, o al menos uno de los que mejor controla su elemento.

Me quedo impresionada, no me imaginaba que Aiden, el tipo de chico que al parecer va de engreído y con aire misterioso por el mundo sea el que mejor controla sus...poderes. Genial, ni siquiera sé cómo decirles, esto sigue siendo irreal y es enserio cuando digo que estoy esperando el ataque de pánico para que me despierte de una buena vez.

Doblamos una vez más en un pasillo y llegamos a un sector donde hay varias puertas con números en el centro que indican el aula. El salón número doce es el que se encuentra al final del corredor y al parecer está pegado a la que es una de las salidas hacia el patio principal.

–No sé si escuchaste, probablemente no porque acabas de llegar, pero mañana hacemos una fiesta de bienvenida. Se celebra todos los años y si te soy sincera son geniales –explica –Y no lo digo solo porque este año le toca a Fuego organizarla. –agrega con su, creo yo, característica sonrisa, todo en ella irradia felicidad y amistad.

–No lo sé...No estoy con los ánimos para ir a una fiesta –creo que después de todo lo que pasó, una fiesta es lo que menos está en mis planes. Quiero saber quien provocó el incendió y por qué, ese debería ser mi único objetivo.

–Justamente, chica –pasa un brazo por mis hombros y me sacude un poco. También es confianzuda –Ven, te despejas un poco, te presento a mis amigos, te tomas unos tragos. Sé que puede ser duro por lo que estás pasando, yo lo viví y sé que lo mejor que puedes hacer es estar acompañada y no ahogarte en cuatro paredes.

Estoy por contestarle cuando veo que de la puerta que da al patio entra Aiden con una chica rubia, un poco más baja que yo y muy bonita, riendo. Creo que era verdad al final de todo que si le gustaban las rubias. ¿Pero qué estoy diciendo? ¿Por qué me importa siquiera?

–Creo que no mintió cuando dijo que le gustan las rubias –digo antes que mi cerebro lo procese.

Elena se da vuelta tratando de ver dónde están mis ojos y si su sonrisa ya era grande se ensancha más cuando ve a las dos personas delante nuestro. La chica rubia bonita gira la cabeza hacia nosotras, deja a Aiden y se acerca corriendo hasta que planta sus labios sobre los de Elena.

Ahora sí que todo el color se sube a mis mejillas, pensando que la chica rubia era novia de Aiden y resultaba ser de Elena. Se siguen besando y estoy segura que no es apto para todo público, la chica rubia le está devorando la boca y la morena no se queda atrás.

–Hola amor, cuanta efusividad –es lo primero que dice Lena.

–Es que no te vi en toda la mañana, ya te extrañaba.

–Dios, son tan cursis que me empalagan.

–Cállate, Aiden.

–¿No me presentas a tu nueva amiga, cariño? –pregunta la rubia

–Alyssa, Naida. Naida, Alyssa.

–Su novia.

–Y un dolor en el culo.

De nuevo el comentario de Aiden. Desde que llegó su vista se fijó en mí. Me siento incómoda con su mirada, es como si me analizara y se creyera superior que el resto. Lleva unos jeans y una camiseta que hace que se le marquen todos los músculos del brazo. Me pilla mirándolo y una sonrisa curva aparece en sus labios.

–Le estaba comentando a Alyssa que mañana tiene que venir con nosotras a la fiesta de bienvenida.

–Creí que no aceptaban niñas.

–¿No tienes que ir a ninguna otra parte Aiden? –pregunta la morena en gesto cansado.

–No, la verdad no –responde –. Volviendo al tema, creo que Alyssa es muy chica para fiestas.

–¿Qué te pasa idiota?

–Solo digo que si generalmente te comportas como cuando llegaste aquí, no eres muy madura para asistir a una fiesta.

–Y déjame adivinar, ¿tú sí?

–Al menos tienes cerebro –da un paso más cerca de mí –. Además, creo recordar que la fiesta es exclusivamente para gente que posee un Elemento. Lo lamento princesa, la próxima será –dice de forma burlona y luego se aleja caminando para doblar por el pasillo que recorrimos hace unos minutos.

–¡Idiota! –grito cuando ya no puede escucharme.

–Guau, ¿Qué fue eso? –me giro al escuchar la voz de Lena.

–Nada, es un idiota. Me trata así desde que llegué.

–Ten cuidado –dice Naida –Aiden es...

–Mujeriego, lo sé.

–Peligroso –¿qué? –. Conoces la expresión, no juegues con fuego porque te puedes quemar. Bueno, eso aplica literalmente con él.

–No estoy interesada en él, así que lo que haga o deje de hacer no me importa.

Naida asiente no muy convencida.

–Entonces... –sigue la morena –la fiesta.

Ambas me acompañan a la clase, mientras que Lena me martillea la cabeza sobre la jodida fiesta de mañana y Naida, agarrada de la mano de su novia, no para de reír de los intentos de convencerme para ir. Creo que sí puede ser lindo estar acá, después de todo.

Retiro lo dicho, odio estar acá.

Alguien estuvo a punto de quemarme viva... igual que mis padres. Mamá y papá, que tan mala hija soy que desde que llegué no lloré por ellos. Creo que ponía la excusa de que el shock y los cambios de los últimos días me habían mantenido distraída, pero solo lo decía para hacerme sentir mejor. No quiero llorar, porque sé y estoy segura que cuando lo haga no voy a poder parar. Y ese momento está muy cerca de pasar.

–¿Todavía estás pensando en la fiesta, princesa?

La voz de Aiden hace girarme, su sonrisa burlona desaparece en el momento que me ve.

–¿Te encuentras bien?

Luego de que un estudiante no lograra controlar el fuego de sus manos y haya pasado a centímetros de mi cara, salí corriendo del salón. Solo llegue a unos corredores de alrededor. No, no estoy bien.

–¿Alyssa?

–No puedo...no-no puedo...respirar –si está sorprendido no lo demuestra.

–Tranquila, vamos solo tienes que hacerlo despacio, ¿ves? como yo lo hago –me sienta en el suelo y él se coloca enfrente mío, sus ojos se ven preocupados –Si, así. Despacio, sólo respira.

Su tono de voz es calmado, no prepotente cuando lo conocí, ni tampoco de burla cuando hace unas horas me estaba molestando con lo de la fiesta. Es diferente, tranquilo, toda su postura está tensa de preocupación y sus ojos verdes no se despegan de los míos. Logro que entre oxígeno a mis pulmones

–Estoy... bien. Ya estoy bien.

–¿Segura? –alza su brazo y con delicadeza retira una lágrima que se resbala por mi mejilla

–Si...gracias –digo incómoda por su tacto

–Cuando quieras –duda –¿Te pasa muy seguido?

–Sólo cuando algo me abruma demasiado.

–¿Y puedo saber qué fue eso que te abrumo?

–Fuego –susurro –Al parecer el fuego me abruma en estos momentos.

Su sonrisa arrogante vuelve a aparecer y su postura se relaja, me ayuda a levantarme.

–Bueno...si tienes problemas con el fuego, te puedo ayudar con eso –dice –. De la forma que más te guste.

–No se puede tener una conversación seria contigo, ¿no? –me doy media vuelta para irme.

–Dije la verdad. Tu eres la malpensada.

–Adiós Aiden.

–Alyssa, ¿En serio estás bien? –dice con recelo.

–No, pero voy a estarlo –y eso sí lo sorprendió. 






✦✦✦

Holaa, hasta acá el capítulo de hoy!!! espero que les haya gustado. 

¿cómo están? ¿cómo va su domingo? 

Les quiero compartir que me pueden encontrar en Instagram con el mismo usuario, estoy más activa y subo contenido relacionado con libros. 

Saben que cualquier duda/crítica/fangirleo/teoría lo que quieran me lo pueden hacer saber en los comentarios. 

Ahora sí, espero que terminen bien el día. Nos leemos el próximo domingo. 

~Luly 


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