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Capítulo 24

—Te estás reprimiendo —se acerca a mí—. No lo hagas.

—Eso no es verdad —gimo frustrada—. Estoy haciendo exactamente lo que me dices.

—¿Entonces por qué no está funcionando? —inquiere levantando una ceja.

—Eso dímelo tú —mi dedo apunta a su pecho cuando se encuentra lo suficientemente cerca—. Tal vez no seas tan buen profesor como presumes.

—Princesa... —sostiene mi dedo con su mano—. Soy bueno en todo lo que hago.

—Menos en ser humilde —susurro.

—Escuché eso.

—Era la intención —miento.

Aiden suelta mi dedo y camina hasta quedar detrás mío. Siento como sus dedos empiezan a hacer un recorrido desde el inicio de mis manos hasta mis hombros. Aparta todo mi pelo hacia un costado dejando libre el otro lado. Percibo su respiración cerca de mi oreja y mi pulso se acelera.

—Nunca te contengas en una brisa suave, princesa —susurra y la piel de mi cuello se eriza—. Cuando naciste para ser la tormenta completa.

Me giro y la intensidad de su mirada me hace saber que lo que está diciendo es verdad. Sé que puedo convertirme en una tormenta, pero la pregunta es sí quiero hacerlo.

Asumo que por eso me estoy conteniendo, no quiero provocar ningún daño. Solo quiero saber controlarme, pero Aiden no piensa así.

No.

Sus métodos están lejos de ser así.

Él prefiere que use mis emociones para canalizar mi poder. Emociones... negativas. Aiden las llama emociones fuertes, como el miedo, la furia, la tristeza, la ansiedad. Y últimamente estoy teniendo mucho de esos sentimientos.

Pero es verdad. Me estoy reprimiendo y parece que él va a presionar hasta que no pueda hacerlo más. A este ritmo no va a tardar demasiado.

Pensar en el incendio, en mis padres, en mi relación con Elliot, en el desconocido. Todo eso me hace querer estallar por completo y al mismo tiempo esconderme debajo de mis sábanas y no salir nunca más de ellas.

Tengo que enfrentarlo. Por un lado la situación con el desconocido, que a pesar de que nuestra primera investigación no resultó, no me pienso rendir; y por otro lado, esto.

Esta electricidad que me recorre los dedos, que agita mi corazón, que hormiguea mi piel. Si esto es ser de Aire, mejor dicho, ser Aire, no sé si lo quiero. Al menos no así.

—Una vez más —se aleja varios pasos hasta quedar en el centro del bosque—. Y esta vez no te reprimas. Nada malo pasará.

—No hagas promesas que no puedas cumplir.

—Eso solo es una frase hecha —sonríe—. Y todas mis promesas siempre se cumplen —guiña un ojo.

Bufo en respuesta.

—No te reprimas, sé que es difícil, sobre todo por lo que tienes que pensar al hacerlo. Pero créeme cuando te digo que funciona —se pasa una mano por su cabello—. Mírame a mí, creo que mi poder está bien, ¿no?

—¿En serio quieres que responda a eso? —levanto una ceja incrédula —. ¿Tengo que recordarte lo que pasó hace unas horas?

—Eso fue un desliz —menciona arrogante—. Seguimos siendo humanos, ¿no?

—Creo recordar que para ti nosotros somos superiores —contradigo lo que él me había dicho apenas llegué a la Academia.

—No se te escapa una, princesa —una amplia sonrisa se extiende por todo su rostro—. Aunque me encanta que recuerdes nuestras conversaciones y todo lo referente a mi, me gustaría que dejes de hacer tiempo y vuelvas a intentarlo.

Suspiro.

Hasta acá llegó mi intento de que se cansé y lo deje.

—De acuerdo...

—No te contengas.

Cierro los ojos y aunque me rehúse a pensar en eso, lo hago. Recuerdo cada detalle de ese día, al principio pensé que todo había sido demasiado rápido para siquiera recordarlo, pero puedo oler el aroma a humo, sentir el calor en mi piel.

Puedo escuchar sus gritos.

Los gritos de mamá, mi nombre y el de mi hermano en la voz de papá. Las súplicas de Elliot diciendo que saliéramos de esa casa.

Mi pedido para que volviéramos.

No podíamos dejarlos ahí.

Lo hicimos. Y eso me perseguirá toda la vida.

De a poco la electricidad se vuelve mayor. Siento cómo se acumula la energía en mis dedos. Una brisa mueve mi pelo que cae suelto en mi espalda, pero no sé si es por mí o por el clima en general.

Se oyen truenos a lo lejos, apenas un sonido pero que si prestas la suficiente atención lo puedes escuchar.

Y ahora estoy segura que eso se debe a mí.

Sonrio. Sonrio de verdad.

Abro los ojos y lo primero que veo es a Aiden con una expresión de satisfacción en su rostro, luego llevo mi vista hacia mis manos. De mis dedos se pueden apreciar pequeños rayos, esos relámpagos que anticipan una tormenta.

Y mientras veo ese dejo de energía viene a mi memoria por qué está allí, en lo que estaba pensando para que eso sucediera y la culpa me carcome rápidamente.

Los truenos se escuchan cada vez más fuertes y los rayos ya no son pequeños. Rodean toda mi mano, extendiéndose por mi muñeca y subiendo por mi brazo.

Y me desespero, se supone que esto iba a funcionar y lo único que quiero hacer es que le caiga un rayo al árbol que tengo enfrente.

Y parece que mi cerebro capta la orden, porque mis manos se levantan y con fuerza los rayos caen en el tronco delante de mi, chamuscando las hojas a su paso.

—Bueno, podría haber sido peor —murmura Aiden.

✦✦✦

—¿Aly?

La voz de Cassiel me devuelve a la realidad.

—Lo siento... ¿Qué decías?

Estamos en el patio de la Academia, esperando a Elena y Naida para entrar a nuestra próxima clase, la última del día. Me concentro en el castaño frente mío.

Sus rizos caen sobre su frente y sus ojos marrones brillan por el sol, lleva unos pantalones holgados y una camisa y no puedo evitar pensar en lo que dijo Lena sobre el estilo bohemio de Cassiel.

—Te preguntaba si te sentías bien... —lleva una mano hacia su nuca incómodo—. Te ves... te ves algo pálida —comenta—. No es que seas pálida, te ves muy linda... digo, solo pensaba que tal vez te pasa algo, pero no es que te veas mal, nunca te ves mal...

Rio. Cassiel siempre consigue sacarme una sonrisa no importa la situación.

—Estoy bien, Cas —le sonrío—. Eres un gran amigo, gracias por preocuparte y por apoyarme.

Cassiel se sonroja y mira hacia abajo intentando ocultarlo.

—Tu también eres una gran amiga, Aly.

—¡Hippie, rayitos!

Lena pasa un brazo sobre el hombro de Cassiel y nos regala una gran sonrisa. Sus trenzas morenas caen a un costado de su cuerpo, llegando hasta casi su cintura.

—Te dije que no me digas hippie, Len...

—Solo bromeo, Cassie...

En serio no entiendo la dinámica de estos dos pero es muy divertido verlos.

—¿Rayitos? —pregunto confundida.

—Electrocutas a la gente, ¿no?

—¡Elena!

Tampoco entiendo la dinámica de ellas, siempre Naida la reprende por algo que dice su novia, pero creo que así funcionan y al parecer Lena se entretiene con eso. Me encanta la relación que tienen.

Si tan solo mis relaciones fueran así...

Empezamos a caminar hacia nuestra última clase. Nai engancha su brazo con el mío mientras Lena y Cass están delante.

—¿Estás bien? —menciona—. Te veo algo...preocupada.

—Estaba pensando que tal vez por un tiempo dejemos nuestras prácticas —abre la boca para hablar pero continúo—. Les agradezco lo que están haciendo por mi, en serio lo hago. Por primera vez tengo la sensación de que puedo llamarlos mis amigos y tener personas que te apoyan sin importar qué. Pero me quiero tomar un tiempo para pensar las cosas, todo este tema me está estresando.

—Haremos lo que tu quieras, Aly —sonríe—. Sabes que siempre puedes contar conmigo, al igual que con Lena y Cassiel. Somos tus amigos.

Continuamos caminando por los pasillos de la Academia, los enormes ventanales revelan el ambiente otoñal y le dan un aspecto más cálido al edificio.

Me siento culpable por no contarle lo que estuvimos haciendo con Aiden, la razón por la que no quiero practicar más con ellos. Creo que es otra cosa que tengo que apuntar para luego pedir disculpas.

Primero Elliot.

Ahora mis amigos.

Además del hecho de que no saben de los mensajes del desconocido.

—Ya sé que no quieres practicar más, pero eres bienvenida a presenciar nuestros entrenamientos, puede servir como teoría, ¿no?

—Claro, me encantaría.

La rubia me abraza de costado, desenganchando nuestros brazos y pasando el suyo alrededor de mis hombros.

—No te estarás robando a mi novia, ¿no Alyssa?

—Me descubriste —bromeo.

—Pero cariño... —Nai deshace nuestro abrazo y camina hasta quedar frente a su novia—. Pensé que habías dicho que estabas dispuesta a un trío.

Cassiel tose detrás de Elena y veo como el rubor sube rápidamente a sus mejillas.

—Y lo sigo estando —ignora al castaño—. Pero no sé si lo estará ella, no ahora que está con Aiden.

—¿Estás con Aiden? —pregunta Cassiel.

Mierda.

—Elena... —digo entre medio de un susurro y un grito.

—¿Qué? —se hace la desentendida—. ¿No es verdad? Los vimos bastante...juntos la última vez —levanta ambas cejas.

—No sabía que estabas con Aiden... —continúa diciendo Cassiel.

—No es nada... oficial —digo incomoda—. Ni siquiera sé qué somos.

—Solo ten cuidado, ¿sí? —dice tímido el castaño.

—Eso ten cuidado, sobre todo en otras cosas —sugiere Lena.

—¡Elena!

Todos soltamos una carcajada.

Seguimos nuestro camino, Cassiel y Elena entran al salón y estamos por hacer lo mismo Naida y yo cuando una voz nos detiene.

—¿Alyssa?

Doy media vuelta. Mis ojos de topan con Helen, mantiene el cabello recogido en una coleta tirante junto a una camisa blanca bordada y pantalones negros. Destila elegancia por donde se la mire.

—¿Me acompañas a mi oficina? —más que una sugerencia suena como una orden.

—Claro —me giro hacia Nai—. Luego nos vemos.

Ella asiente con la cabeza y entra a clase. Helen nos dirige nuevamente por los pasillos hacia su oficina. No me trae buenos recuerdos este cuarto. La luz sigue entrando por la ventana, iluminando el despacho, los sillones se encuentran bien acomodados y todo está perfectamente pulcro y ordenado.

—Espero no te moleste perderte una clase —toma asiento y me indica con una mano que haga lo mismo frente a ella, del otro lado del escritorio.

—No hay problema —no sé qué quiere que responda.

—¿Te terminaste de adaptar a la Academia?

—Si... yo creo que sí —me remuevo en mi asiento.

Si bien al principio me pareció maravilloso que Helen fuera amiga de mamá y me cayera bien, hay una... energía a su alrededor que me hace dudar con respecto a ella.

—Bien.

Se mantiene en silencio sin apartar sus ojos de los míos. Un escalofrío me recorre el cuerpo junto a un hormigueo en mis dedos debido a la tensión acumulada.

—¿Puedo...por qué estoy aquí, Helen? —digo finalmente—. ¿De qué querías hablar?

—He notado que pasas más tiempo con Aiden —alisa una arruga inexistente en su camisa.

—Ah —es todo lo que consigo decir.

—Pienso que es bueno que te relaciones con él, como te dije anteriormente es uno de los mejores estudiantes de la Academia y podrás aprender de él.

—De...

—Sin embargo —frena lo que iba a decir—. Voy a pedirte amablemente que no indagues en cuestiones que no te conciernen, Alyssa.

—¿Disculpa?

—Sé que estás investigando lo que le pasó a tus padres y...

—¿Y eso no es algo que me concierne? —pregunto frustrada.

—El caso está cerrado.

—No lo está para mi —me levanto enfadada del asiento—. No fue un accidente.

—Lo es para las autoridades.

—Pensé que mi madre era tu amiga, ¿no quieres saber lo que le pasó? —inquiero firme.

—Lo que sucedió fue algo trágico, pero mi tarea es cuidar de ti y tu hermano, por eso te pido que dejes el caso —se pone de pie tranquilamente—. Quería mucho a tu madre, Alyssa y sé que ella no hubiera querido que te concentres en el pasado.

Me muerdo la lengua para no responderle. En mis dieciocho años nunca escuché a mamá decir el nombre de Helen y menos mencionarla como su amiga.

Hay tantos secretos, tantos detalles que me estoy perdiendo...

—¿Me puedo retirar?

Me recorre de pies a cabeza para detenerse unos segundos más en mis ojos, hace una mueca.

—Espero que entiendas que lo hago por tu bien y el de tu hermano, Alyssa —menciona—. Puedes retirarte.

Me dirijo hasta la puerta y salgo.

—No es mi hermano... —susurro.

Sé que no puede escucharme, pero si lo hizo no me importa.

Nada bueno sale de esa oficina y está última visita me lo acaba de confirmar.

¿Cómo se enteró Helen que estoy investigando lo que sucedió en el incendio? No dejamos evidencia cuando fuimos a la comisaría y no creo que Aiden haya dicho nada.

Dijo que eran grandes amigas, pero ¿por qué nunca la vi en casa? ¿nunca escuché de ella? ¿nunca vi una foto?

Al parecer no solo nos ocultaron de nuestros poderes, sino también de su vida.

Estoy a pocos pasos de llegar a mi habitación cuando choco con alguien.

—Disculpa... —digo sin prestar atención y sigo caminando.

—Aly...

Mi mano se detiene en la manija de la puerta.

—¿Podemos hablar?

Elliot. 




✦✦✦

Holaa, ¿cómo están? 

En Argentina es el día de la madre, así que feliz día a todas las mamás :) 

¿Qué piensan del capítulo de hoy? 

Ya podemos ver los métodos de Aiden, y al parecer Helen se enteró de la investigación de Aly. Y ni hablar de Elliot... se vienen muchas cosas para el siguiente capítulo. 

Espero que les este gustando, como siempre, me ayudan mucho votando y sé que a veces da vergüenza (lo digo por experiencia propia) pero también pueden dejar un comentario 

Nos leemos el domingo 

~Luly
 

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