Capítulo 20
–Muéstrame otra vez –pide.
–Estuvimos revisando los mismos mensajes por una semana –respondo frustrada– Esto no está funcionando, Aiden.
–Solo muéstrame el mensaje otra vez –mantiene su brazo extendido para que le entregue mi celular.
–Está bien –me rindo.
Estamos en mi habitación. Luego de mi cumpleaños, todo volvió a la normalidad. Para ellos, yo sigo igual. Cassiel, Elena y Naida me están ayudando con mis poderes, de hecho en unos minutos me reúno con ellos para practicar. Por otro lado, Elliot no me habla. Me está evitando desde mi cumpleaños, en realidad desde que nos vio a Aiden y a mí besándonos en la playa, y eso ya fue hace una semana.
Me siento culpable, quiero hablar con él, pero también quiero darle espacio. No sé qué hacer.
–¿Y desde cuándo dices que esto empezó?
–¿Ahora eres detective? –deja de caminar en el lugar con mi celular para levantar la vista y dirigirse hacia mi–. No, pero quiero entender esto. Ya te lo dije, me importas, princesa.
Y ahí está. Las malditas descargas de energía que provoca mi cuerpo cuando dice algo como eso, o cuando me besa.
–Te ves muy linda sonrojada –susurra a mis labios mientras sus dedos tocan mi mejilla.
–Nos estamos desviando del tema –digo con la voz entrecortada.
–Cierto –retira su mano–. Aunque no me molesta esta distracción –sonríe.
–Aiden –digo exasperada–. Hablo enserio.
Él ríe, se aparta y vuelve a concentrarse en el celular lleno de mensajes de un número desconocido.
–Fue unos días antes del incendio –respondo.
–Así que el primer mensaje no fue después del accidente –afirma.
–No fue un accidente –mi voz suena enojada.
–Cierto –sonríe para tranquilizarme–. Te avisó sobre tu novio –dice tenso.
–Me enteré que me estaba engañando con mi mejor amiga –bajo la vista, eso ya está superado.
–Tengo ganas de tener una conversación para nada amistosa con ese infeliz –comenta brusco.
–Ya pasó, Aiden. Y me dolió más por Olivia que por Liam –me siento en la cama–. Se suponía que éramos mejores amigas desde niñas, al parecer eso no le importó al momento de besarse con mi novio, o de hacer qué otras cosas –no quiero pensar en eso.
–Aún así tengo ganas de matarlo –se sienta a mi lado–. Estaría loco por hacerte algo así –presiona su mano en mi rodilla.
Las luces de mi habitación titilan. Aiden sonríe.
–Solo fue un toque –dice sin quitar esa estúpida sonrisa de su rostro–. Me pregunto qué pasaría si te besara –cuestiona.
–Nada –me levanto–. Porque no lo harás, estamos concentrados en otra cosa, ¿recuerdas?
Aiden suelta una carcajada y se levanta de la cama moviendo la cabeza en negación.
–Entonces recibiste este mensaje unos días antes del incendio –repasa–. Y luego...
–Y luego pasó el incendio –camino por el cuarto sin dejar de mover mis manos en gesto nervioso–. Estaba ahí. La persona que me manda los mensajes. Estoy segura ahora que no lo soñé –digo convencida–. Estaba ahí, con sus manos envueltas en fuego y sin apartar la vista de mí.
–¿Lo viste? –pregunta nervioso.
–No, solo la silueta. No quería creer lo que había visto, pensé que mi cabeza me había jugado una mala pasada. Pero teniendo en cuenta que ahora tengo poderes, estoy segura de lo que pasó esa noche.
–Ya te dije, princesa –agarra mis manos entre las suyas y una corriente eléctrica choca en sus dedos–. Estoy bien –dice cuando ve en mis ojos la preocupación de haberlo lastimado–. Te lo dije antes, hay que buscar sospechosos, o personas que no le agradaban tus padres.
–¿Y cómo se supone que haremos eso? –aprieto su mano.
–Podemos ir a la estación de policía donde te encontramos.
–Pero dejaron el caso.
–Si, pero la información debe seguir ahí, ¿no? –enarca una ceja.
–No sé...
–Solo vamos a hacer algunas preguntas y si no conseguimos nada buscaremos en otro lado –suelta mi mano y la lleva a mi cintura, acariciando la poca piel expuesta ya que mi blusa se levantó un poco–. No quiero qué estés más triste, princesa –se acerca nuevamente y me aparto.
–Buen intento, pero no conseguirás nada hasta que terminemos con esto.
–¿Acaso tienes miedo de que te bese? –camina hacia mi.
Sí, miedo a lo que causas en mí y alrededor cuando me besas.
–No –miento–. Pero ahora estamos haciendo otra cosa.
–¿Sabes lo que creo qué pasa aquí? –sus dedos recorren mi brazo causando escalofríos–. Pasa que eres una mentirosa, princesa –aparta mi pelo de mi cuello y deja pequeñas caricias en este–. Te mueres por besarme, morder mis labios, entrelazar mi lengua con la tuya –trago fuerte–. Recorrer mi cuerpo con tus manos, así como lo estoy haciendo ahora con el tuyo.
Acerca sus labios a mi oreja y siento su aliento.
–Te mueres por que te bese –susurra–. Pero tienes miedo de perder el control si eso pasa –agarra fuerte mi cintura. Su mano en mi cuello comienza descender despacio, pasando por la unión entre mis pechos hasta llegar a mi ombligo–. Pero lo que no sabes es que me encanta perder el control –siento su lengua tirando del lóbulo de mi oreja–. Y más si es contigo.
Chupa mi lóbulo, su mano acaricia mi cintura, vuelve a mi cuello y hace el mismo recorrido por entre medio de mis pechos sin tocarlos. Me tenso. Siento como mi respiración se agita, como mis mejillas se calientan y como la energía recorre mi cuerpo queriendo salir.
Sus labios se encuentran ahora haciendo un recorrido por mi cuello. Lamiendo, chupando y dejando pequeñas mordidas en este. Siento cada vez más calor.
Y más deseo.
Deseo que antes no había sentido. Al menos no así.
Besa mi mandíbula, rosa mis labios y cuando creo que va a tomar mi boca, se aparta dejándome aturdida.
–No hay que desconcentrarse, ¿no? –toma mi celular que lo dejo a un lado de la cama y comienza a leer los mensajes nuevamente.
–Idiota –digo frustrada.
El calor poco a poco desaparece, pero el deseo sigue ahí. Quiero que me bese, que me toque, que me haga olvidar toda esta mierda como me hizo olvidar en la playa. Pero no es el momento, al menos no ahora cuando estamos tratando de averiguar qué sucedió con mis padres.
–¿Estás bien? –inquiere levantando una ceja sin dejar de sonreír–. Estás roja.
–Idiota –digo en voz más alta y le tiro un almohadón que se encontraba en el piso.
Se ríe sin importarle lo que sucedió hace unos momentos.
–¿Sabes? No sé mucho sobre tu familia ahora que lo recuerdo. Tú sí sabes de la mía –trato de tranquilizarme.
–Tampoco sé tanto de la tuya –me evade.
–Bueno, es que ya te lo conté todo creo, no hay mucho más –suspiro–. Mis padres se conocieron en la universidad, se enamoraron, se casaron y tuvieron una hija –resumo–. Y luego adoptaron a Elliot. Siempre hemos sido cuatro, no somos una familia grande.
Veo como sus músculos se tensan.
–¿Y tus abuelos?
–Nunca los conocí –respondo–. Mis abuelos por parte materna murieron antes de que naciera y por la otra parte están peleados con mi padre, o estaban. No sé, nunca hablé con ellos y papá nunca quería hablarnos de sus padres, así que con Elliot no preguntamos.
–No preguntaron muchas cosas, ¿no? –reprocha.
–¿Qué?
–Solo digo que nunca te enteraste de esta parte de ti. La parte elemental –su voz es grave–. Y si no sabías de eso, tal vez había más secretos que ocultaba –habla lento, como cuidando cada palabra que dice–. Sobre tus abuelos, sobre cómo conoció a tu madre, sobre tu hermano –suelta una risa sarcástica–. Hermanastro –corrige.
–Aiden, no lo sé –respondo cortante porque no me gusta como se está tornando está conversación–. Y ya es tarde para saberlo, ¿no crees?
–Nunca es tarde –susurra.
–¿Qué te pasa? –interrogo exasperada–. ¿Por qué siempre que te pregunto sobre tu familia me evitas? Te pones a la defensiva o cambias de tema.
–Alyssa...
–¿Ahora soy Alyssa? –suelto un bufido–. ¿Sabes qué? Es mejor que sigamos más tarde, tengo práctica con las chicas y Cass y ya voy tarde –concluyo.
–¿Te vas? –se levanta de la cama–. ¿Solo porque puede ser que tus padres no eran como creías?
–¿Qué? –agarro mi celular que quedó en la cama–. No, claro que no. Me voy porque cuando quiero saber más de ti te cierras. Sabes que puedes confiar en mí, pero al parecer no lo entiendes todavía.
Me dirijo a la puerta y la abro.
–Hablamos más tarde –comento–. Todavía tenemos que seguir buscando.
Salgo dejándolo dentro del cuarto. En serio trato de entender porque no me quiere hablar de su familia. Yo sí le conté sobre la mía, y entiendo que tal vez sea difícil lo que tenga que decir, pero sabe que puede confiar en mí y que no lo voy a juzgar. Pero me evade, preferiría que me diga que no quiere hablar de eso antes de ponerse a la defensiva y cambiar el tema.
–Llegas tarde –dice Lena cuando me ve caminando entre medio de los árboles.
–Lo sé, lo lamento.
–¿Qué estabas haciendo?
–Nada –miento.
–Sí, claro, a mi no me engañas chica –sus trenzas se mueven por el viento–. Estabas con Aiden, estás toda agitada y roja. ¿Qué estaban haciendo? –inquiere levantando una ceja en modo sugerente.
–Nada, Lena –respondo molesta–. Solo vine corriendo.
–Basta, cariño –la rubia tira de la mano de su novia–. Vamos a comenzar.
Estamos en el bosque que se encuentra detrás de la academia. Por la mañana vamos a la clases, en algunas estoy sola y no me gusta eso. Más que nada porque me siento más segura si está alguna de las chicas o Cass, me ayuda a calmarme. Por la tarde practicamos por nuestra cuenta, en realidad me ayudan a controlarme cómo aprendieron en su momento. Solo que la diferencia está en que ya sabían que tenían poderes, no los reprimieron por tanto tiempo.
Formamos un círculo quedando enfrente del castaño. Estuve leyendo el libro que me regaló. Sobre la historia y poderes de Aire. Hay poderes que ya "controlo" o que al menos ya los manifesté, como la aerokinesis que consiste en manipular el aire en sí y la atmokinesis, relacionado con el clima. Pero hay más poderes como la electrokinesis, esas pequeñas corrientes de energía que se desprenden de mi cuerpo pueden llegar a ser rayos o podría levitar y desplazarme, todo aprendiendo a manipular mi elemento. Y hay más, mucho más de lo que podría hacer.
–De acuerdo –Nai me saca de mis pensamientos–. Como practicamos.
Cass cierra los ojos. Posa sus manos boca abajo, contra la tierra. Siento como algo se mueve bajo mis pies y sé que él es la causa. Respira profundo. Del centro de nuestro círculo empieza a crecer una flor. Primero un tallo verde, las hojas a su alrededor y pequeños brotes que todavía no se abren.
Un girasol. Primera parte completada.
Cassiel abre los ojos, baja sus manos y dirige su mirada hacia Nai que se encuentra al lado. Esta lleva sus manos también hacia abajo, de cara a la tierra. Y como si sus dedos estuvieran tirando de un hilo, pequeñas gotas de agua se elevan y se dirigen al tallo del girasol.
Sonríe. Segunda parte completada.
–Mi turno –dice entusiasmada Lena.
A diferencia de su novia y Cass, lleva sus manos hacia arriba de vista al cielo. Más específicamente al sol. Controla los rayos de este y dirige uno hacia el girasol para que abra sus hojas y pétalos. Es como un reflector de luz que apunta solo a la planta.
–Soy la mejor –comenta alardeando.
Tercera parte completada.
–Tu turno, Aly –inquiere Cass tímido.
Mi turno. Cierro los ojos. Respiro, trato de hacer lo mismo que ellos. Alejar mis pensamientos, mis emociones. Solo concentrarme en el aire que me rodea y crear una pequeña brisa para mover los pétalos del girasol.
Lo intento, pero igual que las anteriores veces, no es una brisa que choca contra la flor, sino una pequeña descarga eléctrica que brota de mis dedos y se estampa contra el tallo.
Cuarta parte no completa.
Bufo.
–Lo lograrás –me anima Naida–. Es sólo práctica.
–Llevamos una semana y no conseguí nada hasta ahora –digo triste y furiosa. Una mezcla de las dos.
–Solo...sigue intentando –me sonríe.
–Aparte, ¿Qué es lo peor que puede pasar? que le caiga un rayo.
–¡Lena, no ayudas!
Siguen hablando, Cassiel se une a la conversación pero no los escucho. Solo puedo pensar en lo inútil que soy con mis poderes y las palabras de Aiden, acerca de los secretos que ocultaban mis padres.
¿Por qué nunca me dijeron que era diferente? ¿Qué ellos eran diferente?
–Hagámoslo otra vez –pido.
✦✦✦
Holaa, ¿cómo están?
Hasta acá el capítulo de hoy, ¿qué les está pareciendo? ¿les está gustando?
Aly todavía esta lidiando con sus poderes y ese será un camino largo para recorrer, hace poco tiempo se entero de esta parte de su vida. Y Elliot no le habla, así que las cosas están tensas. ¿Piensan que debe hablar con él o darle espacio como está haciendo Aly?
Me ayudan mucho votando y comentando :)
Nos leemos el próximo domingo!!
~Luly
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